Nueva York:
— Mi Ángel, mi amor, solo tú, lo has sido todo para mi… — el aire ingresaba con dificultad, mientras su mano ensangrentada acariciaba su cabellera. — Sin ti, nunca hubiera sabido lo que es el amor. — se estaba despidiendo y ella lo sabía, sus ojos celestes brillaban con fervor, no se veían como los ojos de un moribundo, Matt jamás podría lucir así.
— Si alguna vez me hubieran dicho que el Ángel de la muerte tenía un lado tan cursi, no lo hubiera creído. — el pelirrojo se hinco a su lado, Melody, quien estaba con la cabeza recostada en las piernas del afamado asesino Matt Ángel, su esposo, tuvo la intención de disparar, pero apenas sostuvo su arma, sintió la diferencia de peso, claro que sí, ella era la susurradora, ella era igual que su esposo, sabía que las balas se habían terminado y ni ella, ni Matt tenían la fuerza para matarlo con sus manos.
— Verdugo. — susurro llena de odio, no podía irse aún, no cuando cargaba la información que en ese momento le estaba quemando el alma.
— Oh, disculpa susurradora, no quise interrumpir su despedida, después de todo, al menos eso le permitieron a mis padres cuando los mataron, ¿no es así? — la burla en la voz del pelirrojo era notoria, pero Melody veía el dolor que aun guardaban sus ojos.
— Has esperado 20 años para acabar con nosotros y vengar a tus padres, lo has conseguido, te felicito, pero, déjame decirte algo… — la pelinegra no estaba mejor que su esposo, pero al menos podía respirar sin tanta molestia. — Será mejor que regreses a Irlanda, y nunca salgas de allí, te recomiendo que duermas con un ojo abierto y nunca le des la espalda a una puerta o ventana, porque mis Ángeles te buscaran, te encontraran y te mataran. — el pelirrojo sabía que se refería a su hijo y nietos, todos y cada uno eran asesinos, ellos habían nacido para serlo. — Solo espero que mueras bajo las dagas de mi Ángel misericordioso, o inclusive el arma de mi Shofar, pídele a Dios y a tus padres, que mi bello Hades sea tu ejecutor, cualquiera de ellos te dará una muerte digna, mantendrán el pacto de asesinos, te enviaran con tus padres con el mismo honor con el que tu hoy nos envías con mi pequeña hija; en verdad, Nolan, pide que no sea nuestro Azazel quien te mate, o rogaras morir mucho antes de que él decida acabar contigo. — un escalofrío subió por la espalda del afamado verdugo, y supo que era tiempo de marcharse, dejar que los enamorados se despidan o sería un cadáver más que sacarían de esa bodega.
— En ese caso, hasta nunca. — se marchó igual de silencioso que cuando llego, y Matt no perdió tiempo en verlo, solo importaba su esposa.
— Siempre me gusto tu voz al dar un mensaje de muerte. — murmuro y dejo una última caricia en el rostro blanquecino de Mel, quien sintió las gotas de sangre caer sobre su mejilla y supo que era tiempo de hacerle frente a la despedida.
— En el cielo o el infierno, en esta vida y en la próxima, te encontrare mi amor. — era la primera vez en la vida que Melody deseaba gritar, pero, el nudo en su garganta al ver como los ojos de Matt se opacaba no se lo permitió, su esposo había muerto, si ella era la razón de vivir de Matt, él era la vida de Melody, no resistiría mucho más, cada segundo se convertía en una tortura, queria morir, queria seguirlo a donde sea que fuera.
— ¡Melody! — el grito de un Ángel nunca se oyó tan bello para esta mujer, aun así, no podía despegar sus ojos negros de los celestes sin vida de su esposo, hasta que Candy llego a su lado y tomo su rostro. — Todo estará bien Mel, lo juro. — queria decirle que nunca le pudo mentir, no a ella que la conocía desde siempre, era su cuñada, su mejor amiga, era familia y eso la hizo recordar el motivo por el que aun respiraba.
— Candy…
— Te ayudaremos. — la interrumpió la rubia con desespero al ver su abdomen, Melody estaba segura de que debía tener tantos impactos de balas como Matt.
— Me moriré… — Candy comenzó a negar con frenesí ante aquellas palabras. — Quiero hacerlo Candy, no lo dejare, sabes que a Matt no se le da bien el estar solo y a mí tampoco. — los verdes ojos de Candy se nublaron ante las lágrimas que caían sin cesar.
— Hades te necesita, piensa en tus nietos. — claro que pensaba en ellos, pero el que acababa de morir era su mundo, su amor, su todo.
— Candy... — la llamo casi con enfado. — Lo descubrimos, la trampa del verdugo valió la pena. — Candy la vio con sorpresa, no comprendía porque si Matt y Melody sabían que iban a una emboscada continuaron con su misión, una que, para asombro de la familia, no habían querido dar ninguna información de que se trataba. — Alguien del clan del dragón rojo uso el esperma de Felipe, los Zhao… tienen al hijo de Felipe, pero no lo saben, y yo no sé cuál de los tres es.
Candy no podía moverse, no solo porque su mejor amiga acababa de morir en sus brazos, o porque su hermano estuviera muerto a un lado de ella, Candy sabía que ese era el fin que a todos les llegaba, de diferentes formas, pero todos morirían algún día, lo que tenía sumida a Candy en un silencio y quietud total, era la información que Melody le acababa de dar, ahora debía pensar cómo actuar, no podía solo ir por su nieto, o nieta, no solo porque no sabía cuál de los tres Zhao era su nieto, también estaba el hecho de que Felipe siempre pensó que el esperma que Ming le había quitado el día que lo violo había sido destruido. Candy sabía que, si daba un paso en falso, una guerra se podía desatar, en especial porque Melody había sido como una madre para Jade y una abuela para los niños Zhao, sabía que tanto Jade como Loan adoraban a sus hijos por igual, y si Melody no hubiera dicho lo que dijo, jamás creería que uno de esos niños no era hijo de Jade, no, definitivamente no podía solo aparecer y decir vengo por mi nieto, eso sería como querer desarmar una bomba nuclear con un martillo hidráulico, no resultaría nada bien.
— Seremos solo la familia. — murmuro Hades horas después, aun viendo a sus padres, fríos, pálidos, pero al menos ya no tenían sangre manchando sus rostros.
— No, mi hermano y mi amiga merecen más, fueron a muchos los que salvaron, más a los que le enseñaron sus destrezas, que el mundo sepa que mi Ángel guardián se fue con mi hermano a reunirse con Dulce. — los ojos de Candy estaban tan hinchados por el llanto que casi parecían que estaban cerrados.
— Entonces así será tía, así será.
La mansión Zabet abrió sus negros y pesados portones de hierro, como tantas veces lo había hecho, aunque en esta ocasión no fue por una boda, por lo que las personas no vestían atuendos llamativos, ni sus mejores joyas, claro que no; todos ingresaban de negro, todos, menos una familia que llego vistiendo de blanco.
— ¿Quiénes son? — pregunto Lizbeth asombrada no solo por la vestimenta del clan, sino por la belleza que poseían.
— El clan del tigre blanco. — respondió en un susurro Walter al distinguir a Huang Lei.
— Muero por ver como Hades los saca a patadas por venir de blanco, idiotas. — el desprecio en la voz de Renzo hizo que Lizbeth lo vea raro.
— El único idiota eres tú. — Dalia estaba cansada de la actitud de Renzo, ellos eran los Bach, y era mucho lo que se esperaba que hicieran, pero su hermano no sabía ni lo más básico y eso estaba claro. — Son del país X, en su cultura el blanco representa el luto, Dios, madura Renzo, estudia, por lo que más quieras haz algo útil en tu vida. — sin decir más la castaña se marchó a acompañar a Alma, la nieta mayor de Matt y Melody estaba destrozada y no lo disimulaba.
Candy sentía su corazón roto, una parte importante de su vida se iría con su hermano y cuñada, pero también sabía que el dolor no la podía paralizar, menos porque ellos habían dado la vida en busca de una verdad que nadie conocía.
— Lucero. — llamo a la esposa de su hijo mayor, la castaña la siguió sin decir nada, se podría decir que solo Candy y Kimberly podían hacer eso con la actual cabeza de la familia Bach.
— ¿Qué sucede Candy? — se atrevió a preguntar Lucero, ya que Candy había detenido su caminar y se había apoyado en una de las vigas de la casa, se encontraban en el jardín trasero, y Candy tenía sus ojos fijos en la enorme casa del árbol que una vez Amir y Matt construyeron para sus hijos y que luego usaron sus nietos.
— Necesito un favor de los Bach. — no solo Lucero dejo de respirar, Dalia que estaba caminando por el lugar escapando de las discusiones de Renzo y Lizbeth también dejo de respirar, pero tuvo la astucia justa para esconderse detrás de un arbusto, sabía que no debería estar allí, mucho menos escuchar lo que estaba escuchando, pero la joven era codiciosa, queria ser la próxima cabeza de la familia, para Dalia, su primo Horus no merecía aquel puesto.
— ¿Qué? — Lucero no creía lo que escuchaba, la familia Zabet- Ángel tenía dinero, sicarios, empresarios y asesinos, por lo que no le cabía en la cabeza que pudiera necesitar su suegra para ponerse en deuda con ellos, los Bach.
— Necesito un favor, y que guardes el secreto incluso de mi hijo Eros hasta que yo lo decida. — su suegra le pedía un favor, peor aún, le estaba ordenando ocultarle algo a su esposo.
—Candy… sabes que por más que seamos familia si pides un favor…
— Te lo pagare, a ti o a quien tome tu lugar, les daré mi alma si así lo pides.
— Me estas asustando, será mejor que hables de una vez, sabes que, si está en nuestras manos conseguirlo, lo hare. — Lucero no mentía, eran pocas cosas la que los Bach no podían conseguir.
— Necesito que alguien de tu entera confianza se infiltre en la familia Zhao, necesito una muestra de ADN de los tres jóvenes de la familia. — Lucero se instruyó por años para ser la gran señora, casi no se le escapaban cosas a su entendimiento, pero ahora, no alcanzaba a comprender lo que Candy le pedía.
— Pero, puedes tomarlas ahora, cuando beban algo o…
— No, los Zhao consideraban a Melody parte de su familia, a decir verdad, el sentimiento era mutuo, ellos tienen una regla ante el luto, no beberán ni comerán hasta que su ser querido sea llevado a su última morada, y sé que luego de que Melody sea sepultada ellos regresarán a China. — además de dolida, Candy se notaba ansiosa y Lucero se preguntaba ¿Por qué?
— Le puedo pedir a Jade que se quede… — era un secreto que casi nadie conocía, el hecho de que Lucero y Jade eran primas y amigas.
— No lo harán, ellos ya escogieron al próximo líder de su organización, los van a guiar para que trabajen en equipo y yo no lo puedo permitir, no cuando uno de los tres es hijo de Felipe. — Lucero mantuvo la calma, parte de ser la cabeza de familia era tener nervios de acero.
— Comprendo, y no debes preocuparte, los Bach cumpliremos con lo solicitado y a cambio… tu familia nos deberá un favor. — Candy sabia los riesgos, esa joven podía ser su nuera, pero la familia que representaba tarde o temprano cambiaria de sucesora, y solo entonces sabría el precio a pagar por ese favor.
Ser la cabeza de familia no era fácil, debías estar preparada para todo, nunca podías bajar la guardia, ni siquiera en un funeral, y Lucero no lo había hecho.
— Puedes salir Dalia, no creo que sea conveniente que estes en medio de un arbusto con tu alergia a las abejas. — la joven palideció, mientras salía de su escondite.
— ¿Cómo…? — estaba segura de que no había hecho ruido, podía jurar que incluso no había respirado.
— ¿Te descubrí? ¿en verdad? Soy Lucero, si tanto anhelas mi lugar, será mejor que te esfuerces mucho más. — Dalia abrió sus ojos con sorpresa, nunca había compartido con nadie su deseo de dirigir a la familia, ni siquiera con su madre, sin embargo, Lucero lo sabía. — Entre el cielo y la tierra no hay nada que un Bach no sepa. — dijo mientras sonreía con superioridad, porque podía leer la pregunta no formulada por la joven. — Y ya que estas involucrada en esto, felicidades, Dalia, tu primera oportunidad para demostrar tus dotes como Bach, comienzan ahora, iras a las tierras del tigre blanco, no sé cómo, ni cuánto tiempo debas permanecer allí, pero tú te encargaras de obtener las muestras que Candy necesita.
Lucero giro sobre sus talones y fue por un trago, uno fuerte, de esos que te hacen olvidar hasta el nombre, mientras Dalia se preguntaba ¿Cómo haría para ingresar a un país donde se le estaba prohibido ir?
Mei Leing Zhao apenas tenía 19 años, sus rasgos orientales resaltaban ante sus ojos verdes, su cabellera negra parecía un cielo nocturno, y a pesar de que estaba en un velorio, más de uno no pudo evitar de ver con descaro a la joven.— Si no fuera por respeto a Melody y su esposo, ya habría matado a más de uno. — la voz de Shen era más que de molestia, Mei podía jurar que su hermano se parecía más a un dragón que arroja fuego por su boca que a un tigre que se agazapa para cazar.— Querido hermano, estas tan pendiente a mí que no prestas atención a nuestro hermoso trueno. — Shen acomodo sus lentes antes de ver con disimulo a su hermano, el rubio de pelo largo no se había movido de su lugar, hacia dos horas que estaba al lado del féretro de Melody, y sus lágrimas caían silenciosas, su llanto se comparaba al de Alma, demostrando de esa manera que los Zhao apreciaban a la asesina como si realmente fuera su abuela.— Huang es demasiado sensible, no lo puedes culpar por no poder guardar su
— Les pido disculpas en nombre de la familia Bach, es vergonzoso reconocer que el hijo de mi prima no sabe que tu vestimenta es la de un guerrero, estoy tan apenada. — los cuatro jóvenes Bach no daban crédito a lo que oían, menos a lo que veían, Lucero no solo se estaba disculpando con alguien menor que ella, también había bajado su cabeza, ella, la señora de la familia se mostraba sumisa ante el clan oriental.— En nuestras tierras, a una persona tan inculta, se la mataría de hambre, o se la desmembraría, si quieres puedo explicarte como llevar adelante tu puesto en tu clan. — acoto Mei viendo con superioridad a Lucero.— No puedes hablarle de ese modo. — Dalia sentía sus manos picar, no solo ante la impotencia de haber visto como Renzo fue abofeteado, sino que tampoco soportaba la forma en la que una niña, le estaba hablando a la señora de la famili
Mei veía a su alrededor, cualquier lado era mejor que ver la fosa donde Melody y Matt estaban siendo colocados, el dolor que reflejaba el rostro de Candy y Amir se asemejaba al que ella y sus hermanos tenían el día que su abuelo Sug Zhao murió.Mientras que el rostro de Hades y su familia solo dejaba ver la sed de venganza que los recorría, a un lado estaban los hijos de Candy, los mayores se notaban imperturbables, aunque sus ojos dejaban en claro la pena que cargaban, luego estaban los quintillizos, de los cuales dos llamaban la atención de la joven oriental; la asesina conocida como la joya maldita, que no era otra que Ámbar Zabet, se veía demasiado feliz como para estar en un sepelio, sus ojos brillaban como gemas cada vez que veía a Huang, mientras el Don de Chicago, actual novio de Ámbar, se aferraba a su brazo, como queriendo impedir que la rubia fuera por Huang, más que parecerle raro le mole
Dalia paso tan rápido por entre los asientos que ni Walter ni Liz se dieron cuenta de su estado, las lágrimas que corrían por su rostro y el odio que crecía en su alma, odio a ella misma, por ser fea, o al menos así se sentía la castaña, era tanto el desespero que sentía que no escucho el pedido del piloto de que todos regresaran a sus lugares y abrocharan el cinturón, ya que se les venía encima un grupo de nubes tormentosas; estaba a punto de tocar la puerta del baño cuando esta se abrió, dejando a Shen frente a la regordeta mujer.— Lo siento. — ni siquiera sabía porque se estaba disculpando, quizás por el hecho de que un hombre tan lindo como él, la viera con la cara empapada en lágrimas.— ¿Qué…? — Shen no pudo preguntar que le sucedía, ya que una sacudida envió a Dalia sobre el delg
Loan Zhao no solo era un buen líder, el mafioso era aún un mejor padre y esposo, conocía el alma de sus hijos, sabía que tanto él como su esposa habían dado lo mejor de ellos en su crianza, pero también sabía que el destino era el destino, y el hecho que los jóvenes Bach estuvieran en sus tierras, no cambiaba nada o eso creía.— Su hogar es muy hermoso señores Zhao. — Lizbeth tenía una voz suave, y un rostro aniñado, era imposible no sentir dulzura al verla.— Gracias Lizbeth, e invertido mucho tiempo en que sea lo que es. — y claro que Jade lo había hecho, luego de que Sug matara a su concubina Sakura, Jade se encargó de remodelar la casa grande.— Disculpe mi curiosidad señora Zhao, pero… ¿dónde están sus hijos? — Dalia tenía su misión marcada a fuego, y su an
La mañana siguiente encontró a los jóvenes Bach, de la misma forma en la que habían llegado, perdidos, caminando en arenas movedizas, pues Walter y Renzo no tenían idea cual era la misión de Dalia, por lo que estaban a ciegas, mientras que las jóvenes sabían lo que debían conseguir, pero no tenían idea de cómo, no podían solo ingresar a los cuartos de los jóvenes Zhao y pedir su cepillo, ni siquiera sabían si Shen usaba peine, ya que el rubio tenía el cabello sumamente corto, quizás con Huang se les hiciera más fácil conseguir un par de cabellos si tenían la suerte de acercarse lo suficiente como para tomar una hebras del largo y rubio cabello del joven y, se encontraban igual con Mei, la pelinegra gracias si les dirigió un par de palabras, era como si no les importara para nada relacionarse con ellos.— Renzo, tienes que convencer a Dalia de irnos. — pidió con desespero Walter mientras le daba una calada al cigarrillo, poco sabían estos hombres de la cultura oriental, y poco le había
Huang tomo su lugar en la larga mesa, al tiempo que dejaba escapar un pequeño suspiro de entre sus labios, no había pasado la mejor de las noches y no era para menos, tener a Renzo Bach en sus tierras le ponía los nervios de punta, se notaba de lejos lo estúpidamente altanero que era, un ser que no cargaba responsabilidad alguna, un hombre que nace con poder y sin disciplina es un peligro y uno muy grande, Huang se preguntaba cuanto tiempo le llevaría al castaño decir algo que lo ponga en evidencia frente a sus hermanos o padres, cuando eso sucediera el rubio estaba seguro que una guerra se desataría, podía imaginar la forma en la que su familia acabaría con el joven Bach y cuando eso ocurriera… seria el fin. Otro suspiro salió de él y Jade lo vio con preocupación.— ¿Qué le sucede a mi hermoso trueno este día? ¿Qué es lo que te preocupa? — ¿Por qué rayos su madre lo conocía también? Se preguntó ahogando un grito.— Nada importante madre, solo me cuesta estar aquí… por el abuelo. — ex
¿Cuán diferentes podían ser las culturas del oriente? ¿o quizás solo era la familia Zhao?, Dalia no lo sabía, o mejor dicho no queria saberlo.— Aún estoy alucinada. — murmuro Lizbeth a su lado, mientras disfrutaba del aire limpio y del bello paisaje que las tierras del tigre le ofrecían.— Creo que no eres solo tú, yo estoy… no puedo creer que aún se practique la estupidez de que los padres escojan marido a sus hijas. — la castaña estaba escandalizada y eso se notaba de lejos.— Y a sus hijos, no te olvides ese detalle. — la rubia estaba triste, por un segundo pensó que tendría, aunque sea una oportunidad de conquistar a Shen.— Con mayor razón eso es tan…— Antiguo. — Huang se había acercado a las jóvenes, no por gusto, aunque no tenía nada en contra de las damas, pero con los hermanos que se cargaban prefería mantener la distancia y lo hubiera hecho, si no fuera que diviso que las féminas se estaban acercando peligrosamente a los límites del bosque, uno que guardaba miles de leyend