Mei camino con elegancia, hacia lo que sería su primer batalla, la voz suave de Melody Ángel zumbaba en sus oídos, era como si su maestra estuviera allí, a su lado, como si en lugar de enfrentar a la muerte, solo estuviera entrenando una tarde más en Nueva York.— Camina, nunca corras, la muerte espera por ti después de todo, no es necesario adelantarse.— Gracias por tu voto de confianza. — Mei la vio casi con molestia y Melody sonrió.— Debes ser consiente mi pequeña niña, que, en esta vida, lo único seguro es la muerte, no le temas, se su amiga, porque un día te tocara verle la cara, y no hay peor castigo para un asesino que sentir miedo al verla. — no podía negar que tenía miedo, y eso que solo estaba entrenando.— Comprendo.— No, no lo haces, pero con mi ayuda lo harás, muchos piensan que es fácil tomar una vida y luego continuar como si nada… debes saber que no es el caso, no importa si es un santo o un demonio con el que acabas, porque al final del día, la sangre en tus manos
— Yo no voy a obedecer a una niña… — Renzo, por supuesto, Huang pensó que ese hombre solo era atractivo con la boca cerrada.— Renzo Bach, Mei podría torturarlos si así lo quisiera y ni mis padres o los suyos podrían hacer nada, están en nuestras tierras y ella es la cabeza del clan, ¿lo entiendes? — de pronto toda la frustración del pelilargo estaba saliendo, para él también era la primera vez que mataba y no lo estaba tomando tan bien como sus hermanos. — No creas que si yo no he arrancado tu cabeza mis hermanos no lo harán, será mejor que te acostumbres que si Mei dice, salta, tu debes preguntar qué tan alto, o juro que cuando te torture, confesaras demasiadas cosas y no me apetece tener tu muerte también en mi conciencia. — Huang avanzaba y Renzo retrocedía, y Walter solo rezaba que no lo arrojara en el piso de un momento a otro, al menos si el delgaducho lo tenía en brazos no podría matar a su amigo ¿verdad?— ¿Qué rayos hiciste Renzo? — inquirió preocupada Dalia.— Nada — respon
Huang acomodo su cabello con una dedicación casi ridícula, ¿era vanidoso? Claro que no, solo era el hecho de no querer pensar en nada más que no fuera en que su cabello lacio y rubio se mantuviera en su lugar, la ducha caliente había ayudado a que la contractura de sus músculos desapareciera de su cuerpo, mas no a aplacar su mente. ¿Qué estaba pensando su madre? ¿Qué sabia su padre? No lo comprendía, ni mucho menos lo podía sospechar, ¿Por qué sus progenitores habían ordenado a Renzo Bach mudarse a su acogedor hogar?, ese que se encontraba casi a un kilómetro de la casa grande, era su peor pesadilla, hecha realidad, literalmente dormiría con el enemigo, o al menos bajo el mismo techo, ¿lo molestaba? No, lo torturaba y cada vez estaba más convencido que sus padres planeaban algo, ¿y como había llegado a esa conclusión? Fácil, no era solo el hecho de tener a Renzo bajo su techo, Shen tenia a las jóvenes Bach como huéspedes y Mei debía hacerse responsable de Walter, realmente su madre ha
¿Cómo debía vestirse? Dalia no tenía idea de que ponerse para la ocasión, con una gran desilusión vio el vestidor una vez más, todo lo que allí había eran trajes que usaría en la empresa, por un segundo se recordó que no era su culpa no saber que vestir, se suponía que ningún Bach tenía permitida la entrada a China, además, ¿Qué tan diferente podía ser de un continente a otro? Pero la verdad que por lo poco que había visto si eran muy diferentes, o tal vez los Zhao eran tradicionalistas para vestirse, no importaba, Dalia solo sabía que haría el ridículo una vez pusiera un pie fuera de la habitación, no podía pedirle nada a Lizbeth, el cuerpo de su amiga era de muñeca Barbie, mientras ella… sus ojos se empañaron al ver los malditos flotadores, como ella los llamaba, respiro con profundidad, y tomo la faja que mejor la ayudaba a moldear un poco su asqueroso y mantecoso cuerpo, en el fondo lo que más admiraba de su madre, era el hecho de que a Linda Bach su cuerpo no la hacía dudar en na
Renzo era muy conocido en Nueva York por sus salidas nocturnas, su fama de casanova y fiestero iba siempre un paso delante, creía conocer cada uno de los club y bares del mundo en general, incluso había llegado a un punto de aburrimiento, cuando todo se tiene… ya nada se desea, pero ahora, antes sus ojos un nuevo mundo se mostraba, aquel lugar era tan distinto a lo que él acostumbraba, todo ese lugar se mostraba como un misterio pero a la vez una revelación para este hombre, el hecho de ver tragos con alto contenido alcohólico, además de los cuerpos moviéndose y tocándose en la pista de baile, daba un claro aviso de que aquel lugar era un club, pero a la vez podía ver como en un lado las personas hablaban y reían, como si estuvieran en una cafetería, incluso en un rincón había algunos instrumentos raros a los ojos de Renzo, pero que ya había podido ver que la música que emitían era suave, como si estuviera en un maldito SPA, otra cosa que lo tenía alucinado era las mantas rojas con le
Mei se encontraba en la parte “más profunda” del club, escapando de la mirada de sus hermanos, al fin podía comportarse como lo que era, una joven que apenas estaba comenzando la adultez, años había dedicado a su entrenamiento y estudios, pensando que tendría al menos un par de meses para ser irresponsable y jovial, despreocupada y terca, antes de tomar su lugar como una garra más del clan, pero ahora la realidad era esta, no solo había sido presentada como cabeza del clan, ya su primer enfrentamiento había sucedido, sus manos estaban manchadas de sangre, podía con eso, claro que sí, tal vez la sed de sangre la llevaba en los genes Zhao, pero no podía enfrentarse con el conflicto que veía en los ojos de Huang, si su trueno era un ser bondadoso, tierno, compasivo, claro que iba a estar contrariado luego de matar por primera vez, pero lo peor de todo era que Mei tenía que hacer frente a la realidad y esa no era otra que el futuro que ya les estaba pisando los talones, ya no tendría mese
Dalia tenía una excelente memoria, podía jurar que había memorizado a la perfección el recorrido que horas antes había hecho, pero la joven no tenia en cuenta su escaso sentido del tiempo y distancia no era lo mismo estar sobre una limosina, a caminar sobre la calle sinuosa por más de media hora, se maldijo cuando un calambre se apodero de su pie, sus dedos se contrajeron de una manera nada natural y la castaña siseo de dolor. Solo entonces descubrió que no estaba sola, ya que el sonido de dolor, fue acompañado de risas demasiadas falsas y como si estuviera en una película de terror giro su cuerpo poco a poco, deseando que solo fuera su imaginación, jugándole una mala pasada; pero claro que no fue el caso, un grupo de cuatro hombres reían y la apuntaban, mientras que de sus labios salían palabras desconocidas para Dalia, pero aun así estaba segura que no eran cosas buenas en absoluto, tratando de mantener la calma giro nuevamente, aferrando sus zapatos con mayor fuerza, en el peor de
Shen:— Dalia.Sus ojos azules son un mar de emociones, uno que calman mi alma, no pierdo tiempo en esperar su respuesta, sé que no la tendré, está en shock, su cuerpo tiembla ante mi contacto, su vista sigue perdida, sus manos aferran sus pechos, y el solo hecho de recordar que tan cerca estuvo ese maldito de profanar su cuerpo me enerva una vez más, no debí esperar tanto para ir tras ella, pero se supone que es una chica lista, lo veo en sus ojos, ¿Cómo se le ocurre pensar o así sea sopesar la idea de que podría vagar sola por la noche? ¿en verdad creyó que por ser estas nuestras tierras estarían libre de peligro? Aunque debería ser el caso, siempre le dije a mi padre que su bondad y paciencia nos traería problemas y esto es una prueba de ello, se supone que nada debe suceder sin nuestro permiso y estoy seguro que mi padre alegara que aunque sean sus tierras no puede saber lo que un grupo de vagabundos piensa hacer, pero maldición, ellos casi… me niego a pensar lo que le habrían hec