— Les pido disculpas en nombre de la familia Bach, es vergonzoso reconocer que el hijo de mi prima no sabe que tu vestimenta es la de un guerrero, estoy tan apenada. — los cuatro jóvenes Bach no daban crédito a lo que oían, menos a lo que veían, Lucero no solo se estaba disculpando con alguien menor que ella, también había bajado su cabeza, ella, la señora de la familia se mostraba sumisa ante el clan oriental.
— En nuestras tierras, a una persona tan inculta, se la mataría de hambre, o se la desmembraría, si quieres puedo explicarte como llevar adelante tu puesto en tu clan. — acoto Mei viendo con superioridad a Lucero.
— No puedes hablarle de ese modo. — Dalia sentía sus manos picar, no solo ante la impotencia de haber visto como Renzo fue abofeteado, sino que tampoco soportaba la forma en la que una niña, le estaba hablando a la señora de la famili
Mei veía a su alrededor, cualquier lado era mejor que ver la fosa donde Melody y Matt estaban siendo colocados, el dolor que reflejaba el rostro de Candy y Amir se asemejaba al que ella y sus hermanos tenían el día que su abuelo Sug Zhao murió.Mientras que el rostro de Hades y su familia solo dejaba ver la sed de venganza que los recorría, a un lado estaban los hijos de Candy, los mayores se notaban imperturbables, aunque sus ojos dejaban en claro la pena que cargaban, luego estaban los quintillizos, de los cuales dos llamaban la atención de la joven oriental; la asesina conocida como la joya maldita, que no era otra que Ámbar Zabet, se veía demasiado feliz como para estar en un sepelio, sus ojos brillaban como gemas cada vez que veía a Huang, mientras el Don de Chicago, actual novio de Ámbar, se aferraba a su brazo, como queriendo impedir que la rubia fuera por Huang, más que parecerle raro le mole
Dalia paso tan rápido por entre los asientos que ni Walter ni Liz se dieron cuenta de su estado, las lágrimas que corrían por su rostro y el odio que crecía en su alma, odio a ella misma, por ser fea, o al menos así se sentía la castaña, era tanto el desespero que sentía que no escucho el pedido del piloto de que todos regresaran a sus lugares y abrocharan el cinturón, ya que se les venía encima un grupo de nubes tormentosas; estaba a punto de tocar la puerta del baño cuando esta se abrió, dejando a Shen frente a la regordeta mujer.— Lo siento. — ni siquiera sabía porque se estaba disculpando, quizás por el hecho de que un hombre tan lindo como él, la viera con la cara empapada en lágrimas.— ¿Qué…? — Shen no pudo preguntar que le sucedía, ya que una sacudida envió a Dalia sobre el delg
Loan Zhao no solo era un buen líder, el mafioso era aún un mejor padre y esposo, conocía el alma de sus hijos, sabía que tanto él como su esposa habían dado lo mejor de ellos en su crianza, pero también sabía que el destino era el destino, y el hecho que los jóvenes Bach estuvieran en sus tierras, no cambiaba nada o eso creía.— Su hogar es muy hermoso señores Zhao. — Lizbeth tenía una voz suave, y un rostro aniñado, era imposible no sentir dulzura al verla.— Gracias Lizbeth, e invertido mucho tiempo en que sea lo que es. — y claro que Jade lo había hecho, luego de que Sug matara a su concubina Sakura, Jade se encargó de remodelar la casa grande.— Disculpe mi curiosidad señora Zhao, pero… ¿dónde están sus hijos? — Dalia tenía su misión marcada a fuego, y su an
La mañana siguiente encontró a los jóvenes Bach, de la misma forma en la que habían llegado, perdidos, caminando en arenas movedizas, pues Walter y Renzo no tenían idea cual era la misión de Dalia, por lo que estaban a ciegas, mientras que las jóvenes sabían lo que debían conseguir, pero no tenían idea de cómo, no podían solo ingresar a los cuartos de los jóvenes Zhao y pedir su cepillo, ni siquiera sabían si Shen usaba peine, ya que el rubio tenía el cabello sumamente corto, quizás con Huang se les hiciera más fácil conseguir un par de cabellos si tenían la suerte de acercarse lo suficiente como para tomar una hebras del largo y rubio cabello del joven y, se encontraban igual con Mei, la pelinegra gracias si les dirigió un par de palabras, era como si no les importara para nada relacionarse con ellos.— Renzo, tienes que convencer a Dalia de irnos. — pidió con desespero Walter mientras le daba una calada al cigarrillo, poco sabían estos hombres de la cultura oriental, y poco le había
Huang tomo su lugar en la larga mesa, al tiempo que dejaba escapar un pequeño suspiro de entre sus labios, no había pasado la mejor de las noches y no era para menos, tener a Renzo Bach en sus tierras le ponía los nervios de punta, se notaba de lejos lo estúpidamente altanero que era, un ser que no cargaba responsabilidad alguna, un hombre que nace con poder y sin disciplina es un peligro y uno muy grande, Huang se preguntaba cuanto tiempo le llevaría al castaño decir algo que lo ponga en evidencia frente a sus hermanos o padres, cuando eso sucediera el rubio estaba seguro que una guerra se desataría, podía imaginar la forma en la que su familia acabaría con el joven Bach y cuando eso ocurriera… seria el fin. Otro suspiro salió de él y Jade lo vio con preocupación.— ¿Qué le sucede a mi hermoso trueno este día? ¿Qué es lo que te preocupa? — ¿Por qué rayos su madre lo conocía también? Se preguntó ahogando un grito.— Nada importante madre, solo me cuesta estar aquí… por el abuelo. — ex
¿Cuán diferentes podían ser las culturas del oriente? ¿o quizás solo era la familia Zhao?, Dalia no lo sabía, o mejor dicho no queria saberlo.— Aún estoy alucinada. — murmuro Lizbeth a su lado, mientras disfrutaba del aire limpio y del bello paisaje que las tierras del tigre le ofrecían.— Creo que no eres solo tú, yo estoy… no puedo creer que aún se practique la estupidez de que los padres escojan marido a sus hijas. — la castaña estaba escandalizada y eso se notaba de lejos.— Y a sus hijos, no te olvides ese detalle. — la rubia estaba triste, por un segundo pensó que tendría, aunque sea una oportunidad de conquistar a Shen.— Con mayor razón eso es tan…— Antiguo. — Huang se había acercado a las jóvenes, no por gusto, aunque no tenía nada en contra de las damas, pero con los hermanos que se cargaban prefería mantener la distancia y lo hubiera hecho, si no fuera que diviso que las féminas se estaban acercando peligrosamente a los límites del bosque, uno que guardaba miles de leyend
Mei camino con elegancia, hacia lo que sería su primer batalla, la voz suave de Melody Ángel zumbaba en sus oídos, era como si su maestra estuviera allí, a su lado, como si en lugar de enfrentar a la muerte, solo estuviera entrenando una tarde más en Nueva York.— Camina, nunca corras, la muerte espera por ti después de todo, no es necesario adelantarse.— Gracias por tu voto de confianza. — Mei la vio casi con molestia y Melody sonrió.— Debes ser consiente mi pequeña niña, que, en esta vida, lo único seguro es la muerte, no le temas, se su amiga, porque un día te tocara verle la cara, y no hay peor castigo para un asesino que sentir miedo al verla. — no podía negar que tenía miedo, y eso que solo estaba entrenando.— Comprendo.— No, no lo haces, pero con mi ayuda lo harás, muchos piensan que es fácil tomar una vida y luego continuar como si nada… debes saber que no es el caso, no importa si es un santo o un demonio con el que acabas, porque al final del día, la sangre en tus manos
— Yo no voy a obedecer a una niña… — Renzo, por supuesto, Huang pensó que ese hombre solo era atractivo con la boca cerrada.— Renzo Bach, Mei podría torturarlos si así lo quisiera y ni mis padres o los suyos podrían hacer nada, están en nuestras tierras y ella es la cabeza del clan, ¿lo entiendes? — de pronto toda la frustración del pelilargo estaba saliendo, para él también era la primera vez que mataba y no lo estaba tomando tan bien como sus hermanos. — No creas que si yo no he arrancado tu cabeza mis hermanos no lo harán, será mejor que te acostumbres que si Mei dice, salta, tu debes preguntar qué tan alto, o juro que cuando te torture, confesaras demasiadas cosas y no me apetece tener tu muerte también en mi conciencia. — Huang avanzaba y Renzo retrocedía, y Walter solo rezaba que no lo arrojara en el piso de un momento a otro, al menos si el delgaducho lo tenía en brazos no podría matar a su amigo ¿verdad?— ¿Qué rayos hiciste Renzo? — inquirió preocupada Dalia.— Nada — respon