Huang Lei veía fijamente el techo de su cuarto, no terminaba de comprender lo que había sucedido, o, mejor dicho, no queria comprenderlo, ¿cómo podía ser posible que Renzo Bach le hiciera semejante cosa? solo por un pequeño pleito de niños.
Su mente recreo aquel día, o mejor dicho noche, ese primer y único encuentro que había tenido con el castaño.
Habían llegado a Nueva York, se suponía que solo sería una pequeña parada para luego continuar su viaje a Chicago, aun siendo niños, sabían que lo que sucedería esa noche era importante para el mundo en general, pero más para las mafias, ya que cada clan existente estaba allí y solo eso explicaba el motivo por el que ellos estaban en la mansión Bach, sus enemigos jurados, pero solo porque así estaba escrito en los pergaminos, algo había sucedido muchos años atrás y se había establecido que los Bach nunca pisarían el país que manejaba el clan Zhao, sin embargo el tigre blanco había llegado no solo a los dominios de los Bach, sino que a la misma residencia, y luego cuando vio lo que era, entendió la importancia de que ellos estuvieran allí, era la sucesión de mando de la familia, Kimberly dejaría de ser la cabeza de la familia y su hija Lucero tomaría su lugar: ver una sucesión de poder, no era divertido, al menos no para Huang Lei, ni para Mei Ling, por lo que ambos fueron a explorar el inmenso jardín, la mirada curiosa de otros niños no les preocupaba, estos pequeños estaban acostumbrados a hacerse compañía mutuamente.
— Hola. — dijo una pequeña rubia de la misma edad que Mei Ling. — Mi nombre es Lizbeth, ¿Cómo te llamas?
— Soy Mei Ling y él es mi hermano mayor Huang Lei.
— Hermano ¡creí que era una niña! — se quejó un niño de unos 10 años que venía acompañado por dos niños más.
— Te lo dije Renzo, paga. — lo increpo uno de sus acompañantes.
— Ustedes y sus apuestas los meterán en problemas un día de estos. — se quejó la niña de 10 años. — Hola, soy Dalia, este tonto que te creía niña es mi hermano mellizo Renzo…
— Y él es mi hermano mayor Walter, le has hecho ganar 100 dólares. — intervino Lizbeth riendo.
— Mi tío Wang maneja muchos casinos, deberían ir a apostar allí y no meterte con mi hermano. — rebatió la pequeña Mei viendo mal a Renzo, era la segunda vez en la noche que confundían a Huang con una niña, eso no estaba bien, en su cultura había cosas que estaban prohibidas.
— Mira pequeña, puede que en tu país seas alguien importante, pero aquí… sobre nosotros no existe nadie, somos Bach, somos quienes tenemos el poder y los demás se doblegan… — era tonto discutir con una niña, pero el hecho de que Huang sea un niño no le gustaba a Renzo, él deseaba que fuera una niña, era demasiado bello para ser un niño.
El traje que tanto problema le había traído a Huang por parecer un vestido, aunque era la vestimenta tradicional de un guerrero, fue lo que llamó la atención de los demás niños que en el jardín jugaban, la habilidad con la que el delgado rubio salto por el aire y la rapidez con la que una navaja salió debajo de la amplia manga fue lo que hizo a Ámbar Zabet correr hacia ellos.
— Vuelve a hablarle de esa forma a mi hermana y te matare frente a la tuya. — solo cuando Ámbar vio el colgante que se balanceaba en el delgado cuello del pequeño Huang, fue que supo quién era, su hijo.
— Pequeño trueno. — susurro sintiendo que el alma le regresaba al cuerpo después de 7 años, por escasos segundos se sintió completa, humana.
— Señora. — Huang hizo una reverencia luego de ponerse de pie, ya que había arrojado a Renzo al césped. — Pido disculpas por mi comportamiento. — Ámbar podía ver a Park creciendo en su hijo, podía ver su alma vivir en él.
— ¿Qué? ¿Qué sucede? — indago viendo con fuego en los ojos a Renzo y este tembló un poco, era sabido por todos que esa rubia frente a ellos era una despiadada asesina.
— Solo era una apuesta. — se justificó el hijo de Linda Bach.
— Deberían tener cuidado, el tigre blanco es muy bueno para cobrar deudas de juego… mejor para cobrar el honor de la familia. — Ámbar vio pasar a su lado a un pequeño que tendría la misma edad que Huang, y que también era rubio, solo entonces comprendió que estaba viendo al hijo de Aika Ming, la mujer que había asesinado al hombre que amo con su alma. — ¿Estas bien hermano? — indago el joven con traje rojo, colocándose frente al pequeño trueno y arreglando su cabello largo que por el gran salto que había dado se había desordenado.
— Lo estoy, no te preocupes. — rebatió sonriendo y Ámbar respiro con fuerza, disfrutando de ver la sonrisa de Park una vez más. — No debes de cuidarme siempre.
— Soy el mayor, son mi responsabilidad, mientras yo viva… quien los lastime morirá en mis manos, ahora será mejor que regresen con mamá. — los vio partir, aun atónita, sin poder decir o hacer nada, acababa de ver el amor en carne y hueso, acababa de ver su alma y la de Park, acababa de ver a su hijo, ese que ella misma le dio a Jade.
— Tu hermano no debería de estar con una navaja aquí, es la mansión Bach, nadie puede… — solo era un niño de siete años, y la niña que lo regañaba tenía 10, era más alta, además de que estaba acompañada, aun así, Shen Kun la tomo del cuello y la silencio al cortar el paso del aire por ella.
— Yo puedo matarte con mis manos si así lo quisiera. — susurro mostrando una sonrisa tan diabólica como la que su madre Aika poseía.
— Deja a mi hermana… — Renzo se fue sobre el pequeño Shen, pero este era rápido, arrojo a Dalia al suelo y pateo el pecho de Renzo, cuando Walter quiso defender a su amigo, Shen tomo del cuello a la pequeña y frágil Lizbeth y la dejo frente a él, usándola de escudo.
— Esto es solo una advertencia Bach, nunca más molesten a mis hermanos, o sabrán que tan oscuro es mi universo. — Ámbar jamás había dejado de matar desde que había regresado del oriente, era un ser sin alma, una joya m*****a, le decían algunos, pero ahora que había visto a su hijo, ni siquiera podía hablar, estos niños estaban a punto de lastimarse frente a ella, y la rubia no podía ni siquiera gritarle que se detuvieran.
— ¡Shen Kun Zhao! — la voz de Jade lo hizo soltar con más delicadeza a Lizbeth de la que soltó a Dalia. — Será mejor que regreses con tu padre en este momento. — Jade vio a Ámbar y las cientos de preguntas que en sus ojos se reflejaban, pero primero tenía que poner en vereda a su hijo.
— Lo siento madre, no quise ser una molestia…
— No te funcionara y lo sabes, regresa adentro. — conocía cada treta de sus hijos para salirse con la suya, pero en esta ocasión no lo pasaría por alto, no cuando su bienestar estaba en juego, pues sabia quiénes eran esos niños y el poder de sus padres, después de todo, Jade también era una Bach, una que decidió permanecer en el anonimato.
— Su hijo está loco… — comenzó a decir Renzo y Jade lo vio con frialdad.
— Mis hijos, no atacan sin una razón, solo lo diré una vez, si valoras tu vida, mantén la distancia de ellos, o apuesta lo que quieras que terminaras sufriendo.
Huang dejo salir un suspiro, en su mente solo estaba lo que él había hecho, que no era mínimo, pues había amenazado con una navaja a Renzo, pero solo fue eso, además de que solo era un crio defendiendo a su hermana, no se merecía tal venganza de parte de los Bach ¿o sí?
— Hey, ¿estas bien? — Raiden lo veía con preocupación y Huang sintió pena de él mismo, hubiera sido diez veces mejor saber su orientación sexual con su amigo que caer en la burla de Renzo.
— Sí, ¿Por qué lo preguntas? — con la tranquilidad que lo caracterizaba Huang se puso de pie, dejando un poco embobado a Raiden, no era solo la belleza que el oriental desprendía, también era su forma de vestir, Huang estaba orgulloso de su cultura, y sin importar que muchos giraran a verlo, siempre vestía las túnicas destinadas a los guerreros o emperadores.
— Estaba tocando tu puerta y como no abrías decidí ingresar, llevo casi cinco minutos viéndote. — eso hubiera provocado que las mejillas de Huang enrojecieran, en cualquier otro día, pero en ese momento el rostro de Huang estaba tan ceniciento que parecía un muerto, su corazón había casi dejado de latir por escuchar las burlas de Renzo, como se jacto de que lo hizo gemir como una… no lo pensaría, ya no queria pensar.
— Disculpa es que… hace tiempo que no voy a casa, ya sabes, sé que cuando ingrese a la villa Zhao lo primero que hare será buscar a mi abuelo y él ya no está. — no era mentira, al menos no del todo, él tuvo al mejor abuelo del mundo o al menos eso pensaba.
—¿Por qué no vienes a pasar navidad con mi familia, conmigo? — ¿le estaba coqueteando? Al menos eso parecía, le estaba mostrando esa sonrisa que Raiden solo usaba con sus conquistas.
— Gracias, pero no puedo, mi padre pidió por nosotros.
— ¿Y eso? ¿crees que ya escogió al próximo líder de tu clan? — Huang se pateó mentalmente, ¿Cuántos errores había cometido desde que estudiaba en Canadá? Varios, sin lugar a duda.
— No lo sé, y a decir verdad no me interesa, solo… trata de olvidar lo que te conté Raiden, es por tu bien, si mi hermano se entera que tu o cualquiera sabe quién soy, o mejor dicho a qué clan pertenezco, me deberé cambiar de universidad, sin contar que te matara solo para estar seguro de que nuestro secreto está a salvo. — Huang no mentía, Shen era precavido y un poco sádico.
— No te preocupes, puedes confiar en mí, seré una tumba… o me convertiré en una. — Definitivamente era un idiota, debió perder su virginidad con Raiden, pero ya era tarde para lamentarse, seguiría con su vida, como si nada hubiera pasado, o al menos eso pensaba. — Por cierto, creo que ya vinieron por ti.
Un automóvil negro esperaba por el oriental, y sin perder tiempo en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el avión privado de su familia.
— Trueno. — dijo su hermana apenas lo vio ingresar en el ave de metal y acto seguido lo abrazo con fuerza. — Mi brillante trueno, el más hermoso de todos. — continúo alabándolo y Huang vio a Shen que estaba en uno de los asientos.
— Mi pequeña hermana está demasiado melosa, con este insignificante hermano, ¿Qué te traes entre manos? — indago luego de darle un beso en la cabellera tan negra como la noche.
— Lo mismo me pregunto, a mí me dijo que era el más fuerte y audaz. — acoto Shen segundos antes de ponerse de pie y saludar a su hermano.
— Esta pequeña es tan astuta como un zorro de siete colas, debe querer algo de nosotros. — murmuro de forma conspirativa Huang.
— Claro que sí, si es una serpiente venenosa con cara de … — la más joven de los tres golpeo sus cabezas y estos comenzaron a reír.
— Queria hacerlo por las buenas, pero ya que son así… quiero ir a Colombia, quiero ir a la selva, deseo visitar el imperio de tía Agustina y ustedes me ayudaran. — los hombres endurecieron la mirada, no les gustaba que su hermana cada día se empecinara más y más en visitar a Agustina Scott, mejor conocida como la emperatriz, querían a la colombiana, la conocían desde siempre, ya que era amiga y socia del clan, tenía buenos sicarios, pero no le gustaba para nada la forma en la que Juan José, el hijo de Agustina y Esperanza veía a su pequeña y joven hermana.
— No cuentes conmigo. — aseguro Shen y Mei sabía que no lo haría cambiar de opinión.
— Yo no… — comenzó a decir Huang.
— Por favor, Huang, ayúdame a disfrutar solo un poco de la vida, pronto ingresare en la universidad y ya no podre viajar, no sabes lo que padecí estos años entrenando con Melody. — Huang sintió que un escalofrío lo recorría, conocía a Melody al igual que a Agustina, salvo que Melody era una asesina, era como una abuela para los tres y fue la encargada de enseñarles todo a estos jóvenes, la mafia los obligaba a estar preparados, el manejo de las armas y el conocer cualquier tipo de defensa los ayudaría en el futuro, aún más que el estudiar en universidades de prestigio, pero era algo agotador.
— No puedo por más que quiera. — reconoció ahora aún más afligido que cuando subió al avión.
— ¿Por qué? — indago Mei viéndolo de forma fría, no comprendía que les pasaba a sus hermanos, siempre era fácil manipularlos, en especial a Huang.
— ¿Por qué? ¿Aun no te das cuenta? — rebatió casi a grito el rubio, mientras llevaba un mechón de su larga cabellera hacia atrás.
— ¿De qué? — dijo casi con desespero la pelinegra.
— Nosotros no festejamos navidad, son nuestros padres quienes viajan en esta fecha para visitarnos, pero esta vez nos llamaron, eso solo quiere decir una cosa.
— Papá ya sabe quién será el próximo tigre blanco. — Shen no lo estaba preguntando, lo estaba asegurando.
— Con mayor razón, yo no tengo nada que hacer en la villa Zhao, todos saben que ninguna mujer ha podido asumir como cabeza de un clan en el oriente, está prohibido.
— Hermanita, ¿aun no te lo han contado? — Shen acomodo sus lentes y mostro su media sonrisa, que para muchos daba miedo, pero no para su familia.
— ¿Qué cosa?
— Lo prohibido es lo que le da sabor a la vida.
Renzo subió al avión privado, junto con Walter, y respiro con alivio cuando vio a la pequeña Lizbeth allí.— Hola hermosa. — saludo el castaño y la rubia lo acribillo con la mirada.— Walter hazme el favor y por una vez en la vida actúa como mi hermano mayor y haz que tu amigo desaparezca de mi vista. — lo odiaba, con todas sus fuerzas, no importaba que hubiera pasado un año detrás de ella, ni sus estúpidas flores, ni que le rogara frente a todos en la universidad, Lizbeth jamás lo perdonaría y Renzo lo sabía por más molestia que le causara.— ¿Podrías comportarte como la adulta que se supone que eres? — refuto quitando la sonrisa de su bello rostro para ver a la joven con dureza, al tiempo que se sentaba frente a ella, Walter solo suspiro y se largó a la habitación que el avión privado poseía, ver discutir a esos dos lo estresaba, en especial porque Walter consideraba a ambos sus hermanos, aunque Renzo no tuviera ningún vínculo sanguíneo con ellos.— Oh, créeme, Renzo, demasiado adul
Nueva York:— Mi Ángel, mi amor, solo tú, lo has sido todo para mi… — el aire ingresaba con dificultad, mientras su mano ensangrentada acariciaba su cabellera. — Sin ti, nunca hubiera sabido lo que es el amor. — se estaba despidiendo y ella lo sabía, sus ojos celestes brillaban con fervor, no se veían como los ojos de un moribundo, Matt jamás podría lucir así.— Si alguna vez me hubieran dicho que el Ángel de la muerte tenía un lado tan cursi, no lo hubiera creído. — el pelirrojo se hinco a su lado, Melody, quien estaba con la cabeza recostada en las piernas del afamado asesino Matt Ángel, su esposo, tuvo la intención de disparar, pero apenas sostuvo su arma, sintió la diferencia de peso, claro que sí, ella era la susurradora, ella era igual que su esposo, sabía que las balas se habían terminado y ni ella, ni Matt tenían la fuerza para matarlo con sus manos.— Verdugo. — susurro llena de odio, no podía irse aún, no cuando cargaba la información que en ese momento le estaba quemando el
Mei Leing Zhao apenas tenía 19 años, sus rasgos orientales resaltaban ante sus ojos verdes, su cabellera negra parecía un cielo nocturno, y a pesar de que estaba en un velorio, más de uno no pudo evitar de ver con descaro a la joven.— Si no fuera por respeto a Melody y su esposo, ya habría matado a más de uno. — la voz de Shen era más que de molestia, Mei podía jurar que su hermano se parecía más a un dragón que arroja fuego por su boca que a un tigre que se agazapa para cazar.— Querido hermano, estas tan pendiente a mí que no prestas atención a nuestro hermoso trueno. — Shen acomodo sus lentes antes de ver con disimulo a su hermano, el rubio de pelo largo no se había movido de su lugar, hacia dos horas que estaba al lado del féretro de Melody, y sus lágrimas caían silenciosas, su llanto se comparaba al de Alma, demostrando de esa manera que los Zhao apreciaban a la asesina como si realmente fuera su abuela.— Huang es demasiado sensible, no lo puedes culpar por no poder guardar su
— Les pido disculpas en nombre de la familia Bach, es vergonzoso reconocer que el hijo de mi prima no sabe que tu vestimenta es la de un guerrero, estoy tan apenada. — los cuatro jóvenes Bach no daban crédito a lo que oían, menos a lo que veían, Lucero no solo se estaba disculpando con alguien menor que ella, también había bajado su cabeza, ella, la señora de la familia se mostraba sumisa ante el clan oriental.— En nuestras tierras, a una persona tan inculta, se la mataría de hambre, o se la desmembraría, si quieres puedo explicarte como llevar adelante tu puesto en tu clan. — acoto Mei viendo con superioridad a Lucero.— No puedes hablarle de ese modo. — Dalia sentía sus manos picar, no solo ante la impotencia de haber visto como Renzo fue abofeteado, sino que tampoco soportaba la forma en la que una niña, le estaba hablando a la señora de la famili
Mei veía a su alrededor, cualquier lado era mejor que ver la fosa donde Melody y Matt estaban siendo colocados, el dolor que reflejaba el rostro de Candy y Amir se asemejaba al que ella y sus hermanos tenían el día que su abuelo Sug Zhao murió.Mientras que el rostro de Hades y su familia solo dejaba ver la sed de venganza que los recorría, a un lado estaban los hijos de Candy, los mayores se notaban imperturbables, aunque sus ojos dejaban en claro la pena que cargaban, luego estaban los quintillizos, de los cuales dos llamaban la atención de la joven oriental; la asesina conocida como la joya maldita, que no era otra que Ámbar Zabet, se veía demasiado feliz como para estar en un sepelio, sus ojos brillaban como gemas cada vez que veía a Huang, mientras el Don de Chicago, actual novio de Ámbar, se aferraba a su brazo, como queriendo impedir que la rubia fuera por Huang, más que parecerle raro le mole
Dalia paso tan rápido por entre los asientos que ni Walter ni Liz se dieron cuenta de su estado, las lágrimas que corrían por su rostro y el odio que crecía en su alma, odio a ella misma, por ser fea, o al menos así se sentía la castaña, era tanto el desespero que sentía que no escucho el pedido del piloto de que todos regresaran a sus lugares y abrocharan el cinturón, ya que se les venía encima un grupo de nubes tormentosas; estaba a punto de tocar la puerta del baño cuando esta se abrió, dejando a Shen frente a la regordeta mujer.— Lo siento. — ni siquiera sabía porque se estaba disculpando, quizás por el hecho de que un hombre tan lindo como él, la viera con la cara empapada en lágrimas.— ¿Qué…? — Shen no pudo preguntar que le sucedía, ya que una sacudida envió a Dalia sobre el delg
Loan Zhao no solo era un buen líder, el mafioso era aún un mejor padre y esposo, conocía el alma de sus hijos, sabía que tanto él como su esposa habían dado lo mejor de ellos en su crianza, pero también sabía que el destino era el destino, y el hecho que los jóvenes Bach estuvieran en sus tierras, no cambiaba nada o eso creía.— Su hogar es muy hermoso señores Zhao. — Lizbeth tenía una voz suave, y un rostro aniñado, era imposible no sentir dulzura al verla.— Gracias Lizbeth, e invertido mucho tiempo en que sea lo que es. — y claro que Jade lo había hecho, luego de que Sug matara a su concubina Sakura, Jade se encargó de remodelar la casa grande.— Disculpe mi curiosidad señora Zhao, pero… ¿dónde están sus hijos? — Dalia tenía su misión marcada a fuego, y su an
La mañana siguiente encontró a los jóvenes Bach, de la misma forma en la que habían llegado, perdidos, caminando en arenas movedizas, pues Walter y Renzo no tenían idea cual era la misión de Dalia, por lo que estaban a ciegas, mientras que las jóvenes sabían lo que debían conseguir, pero no tenían idea de cómo, no podían solo ingresar a los cuartos de los jóvenes Zhao y pedir su cepillo, ni siquiera sabían si Shen usaba peine, ya que el rubio tenía el cabello sumamente corto, quizás con Huang se les hiciera más fácil conseguir un par de cabellos si tenían la suerte de acercarse lo suficiente como para tomar una hebras del largo y rubio cabello del joven y, se encontraban igual con Mei, la pelinegra gracias si les dirigió un par de palabras, era como si no les importara para nada relacionarse con ellos.— Renzo, tienes que convencer a Dalia de irnos. — pidió con desespero Walter mientras le daba una calada al cigarrillo, poco sabían estos hombres de la cultura oriental, y poco le había