Desperté después de la larga noche en que todo parecía estar en mi contra, pensé que no habría otra cosa que me hiciera sentir peor después de saber que Clara, mi hermana menor, había nacido con la privación de observar lo maravilloso que es todo a su alrededor. Pensaba que en la vida no encontraría dolor igual a aquella noticia que había recibido hace años en el hospital…pero me equivoqué, siempre hay dolores que exceden los pensamientos y las situaciones… ahora me tocaba hacerlas sufrir a mí… perdón mamá, perdón Clara, jamás quise hacerlo.–Imagino que ya te estás preparando para el anuncio que tú padre hará esta noche. –Comentaba mi madre Daniela desde su escritorio, mientras revisaba los nuevos proyectos que yo propondría en dicha reunión.–No puedo ni imaginar el anuncio que mi padre hará, imagino que dirá algo como: “Pondré a prueba a mi hijo para confirmar que es la persona que la empresa necesita”, algo así o decidirá alargar más la reunión, con habladuría que realmente prefer
Había pasado una semana desde que Elena me confesó que se casaría, sabía que era algo que ella no deseaba, era más que evidente que el ferviente deseo de su padre de ser parte de la alta sociedad lo había convencido de casar a Elena con una de las mejores familias en la isla, desde sus pensamientos más estúpidos eso, según él, le daría la oportunidad de ser aceptado. Gil Hunter era la peor persona para eso, tenía fama de ser un maltratador de mujeres, sin tomar en cuenta la diferencia de edad que este tenía con respecto a Elena, Francisco Bailey, esposo de Samantha y con más de medio siglo de vida llegaba a parecer incluso 20 años más joven que Hunter. Odiaba esa decisión, pero a menos que yo me ofreciera a ser el esposo de Elena, no había otra manera de sacarla de ese martirio.–Huele a desesperación y rabia –comentó Clara desde la puerta de mi habitación.–Preferiría que oliera a velorio y en específico que fuera el mío –dije en un tono sereno.–No digas tonterías…Nos quedamos en s
Al cabo de los 6 meses, regresé a la isla, recuerdo haberme aparecido en casa sin previo aviso. Era una de las tardes de otoño más frías de ese año, lo primero que hice antes de ir a casa fue visitar la residencia Bailey para quitarme de una vez la agonía que tenía en mi pecho desde que me enteré que Elena se casaría. Llegué a la residencia, solo había cambiado la pintura de aquel lugar, todo parecía marchar con normalidad, igual que antes, miré a la señora Bailey cortando un par de rosas del jardín, con un sombrero de jardinera que le iba muy bien, el señor Bailey se encontraba en la entrada, con una gran taza de café en una de sus manos y un puro de origen Europeo en la otra, aquella escena me hizo gracia, pero preferí guardármela para otra ocasión, me presenté sin esperar más, con la arrogancia y orgullo que me caracterizaba vie
Todo en la casa lucía diferente, jamás pensé que ausentarme tanto en un lugar podría marcar una gran diferencia, mis padres colocaron una foto de la familia enorme que se miraba desde el recibidor, no entendía sus razones, papá siempre odió los retratos enormes y llamativos, prefería admirar paisajes que vernos posando sobre el lienzo. “Una familia unida es lo que debemos ser y no aparentarlo”, solía decir cuando mamá le hacía una sugerencia al respecto.–Mis padres se han preocupado mucho desde que te fuiste, comenzaron a investigar sobre Elena y descubrieron la relación que estaban teniendo en aquel momento –comentó Clara, mientras me veía admirar el enorme retrato de la familia.–¿Qué dijeron cuando lo supieron? –pregunté.–Mamá no dijo nada, pero papá estaba enfurecido, le daba gracias
Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.– ¿Que parte de hermosa y joven no has compren
Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e