Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.
Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e
Sofia, la chica a la que había llevado a casa, resulto todo lo menos esperado, la chica era totalmente aplicada a sus estudios y muy fácil de persuadir siempre y cuando se usara un poco de amabilidad e ingeniosidad para convencerla. Elena ya se había recuperado en su totalidad y se llevaba muy bien con la chica, aunque ya en algunas ocasiones se había enfadado por la vista tan penetrante con la que la chica me miraba en ocasiones.–Está enamorada de ti –comentaba Elena algunas veces.–No es eso, la ayude cuando lo necesitaba, una vista de agradecimiento es lo que veo en sus ojos –comentaba, esperando que esa absurda idea se quitara de su mente.–Te lo digo que es verdad, esa chica recibiría una bala por ti –seguía comentando Elena.–Qué bueno que no estemos en guerra o seguramente, ella ya hubiera muerto.–Es imposible hablar contig
Clara llegó a visitarnos ese día, fue algo inesperado recibirla tan de mañana en la casa, siempre llegaba anunciando su visita desde antes de tomarse la libertad de llegar, a pesar de saber que era bien recibida a cualquier momento.–Necesito hablar contigo –comentó al llegar.–Dime, ¿Qué pasa? –pregunté.–Lamento venir a molestarte, pero necesito de tu apoyo.–Claro, dime que necesitas.–La policía llegó hoy por el secuestro de Elena, se llevaron a mamá y a papá, debes ayudarme, no sé qué hacer. Que sean acusados de secuestro es un asunto grave y nos afectará, aunque no lo queramos. Eso lo sabes. Debes hablar con Elena para que retire la denuncia.–Yo no los he acusado de secuestro, jamás quise involucrar a Teo en algo que sus padres hicieron.–Bueno, pues entonces alguien más lo hizo y debemos conocer los motivos –comentó Clara.–Yo sé quién pudo haberlo hecho.–¿Quién?–No puedo decirlo hasta estar seguro. Por lo pronto, vete a casa, mamá y papá llegarán en un rato. No te preocupes
Desde el encuentro con Al Cabernet el sueño se había convertido en uno de mis mayores enemigos. No lograba descansar sin importar lo que hiciera. Siempre venían a mi mente aquellas escenas en donde todas las personas a mi alrededor morían, la vida se me estaba yendo y yo ni siquiera lo había notado, no quería reconocer el miedo que me invadía, era más egocéntrico y orgulloso que cualquier otra persona y aceptar algo que no estaba dispuesto a sentir, era una de las cosas que no toleraba mi egocentrismo.Habían pasado más de 20 días desde aquel encuentro y de algo estaba seguro, no cedería ante las amenazas de Al, podía ser un hombre temible y algo escalofriante pero esta vez, yo tenía el control y no me daría por vencido en demostrar quién soy en realidad.–Gracias por tus cuidados, sin ti no me hubiera podido recuperar –comentó Elena, yo me encontraba viendo el alba desde mi habitación, ella se acercó y me abrazó por la espalda, sus cálidas manos me hacían desear quedarme dormido en s
Habían pasado 2 semanas desde la muerte de Elena, recuerdo que mientras no podía dormir, deseaba dejar de pensar, ahora que he dejado de pensar y he podido dormir, solo quiero regresar al momento en que mi cabeza no soportaba más de aquellos malos recuerdos.Elena había sido declarada muerta a las 11.34 pm, recuerdo que su cuerpo dejó de moverse, de respirar y de suspirar en mis brazos y era una de las cosas que jamás me perdonaría. No haber hecho nada para que ella, yo que me había prometido cuidarla, ya había pasado una vez y no estuve ahí para ella, ahora no servía de nada haber estado ahí si el resultado fue peor que el anterior.Recuerdo como me miraba su madre y Francisco Bailey en el funeral, deseando matarme, lo soportaba porque antes que ellos, me encontraba yo, encabezando la lista, queriendo matar a la persona tan inútil que permitió que le hicieran da&n
Desperté a la mañana siguiente y miré todo en pleno orden, demasiado quieto para mi gusto y sin ruidos de pisadas o apuros como siempre los había, todos se habían marchados y sentía que el infierno que la vida tenía preparado para mí, ni siquiera había dado comienzo.Me dirigía a la biblioteca cuando escuché un fuerte ruido de un par de sartenes y cubiertos al caer al piso, me dirigí rápidamente a aquel lugar, esperando asustar a cualquier animal que hubiera entrado a la casa y me encontré con la niña más estúpida y terca que había conocido.–¿Qué estás haciendo? –pregunté.–El desayuno –comentó ella, con los sartenes en las manos y cara de asombro al verme.–Les ordené a todos que se marcharán y eso te incluía a ti –dije.–Bueno, quizás decidí quedarme –comentó ella.–Claro que no, quiero que te marches –dije.–Lo siento mucho señor, pero no lo haré, tendrá que echarme a patadas si quiere que me marche y vigilar la casa constantemente para que no vuelva a entrar, porque a partir de a
Había descubierto que vagar en las calles como un méndigo era una de las mejores formas de descubrir cuan cerca están tus enemigos y como funciona el mundo, dejaba a Sofía en el lugar donde nos encontrábamos y me adentraba en un mundo totalmente diferente al que acostumbré a vivir de niño, aquellos lugares lujosos, llenos de cristalería y diamantes, donde las personas conocen el precio de todo y el valor de nada, habían quedado en el pasado, ahora las calles se habían convertido en mi diversión, me atemorizaba regresar a aquellos lugares, a rodearme de la gente ensimismada en ganar más dinero y dejar morir al necesitado, me daba asco de solo pensar en lo buena gente que predican ser y la calaña que terminan siendo cuando su bolsillo es afectado; realmente estaba convencido de no querer regresar a esa vida, me bastaba el dinero tan solo para sobrevivir, pero jamás deseaba volver a aparentar algo que no podría ser jamás.Varios días después de haber dejado a Clara en el hospital estuve