Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.
Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.
– ¿Que parte de hermosa y joven no has comprendido? –dijo mi madre enfurecida a Sergio, su mayordomo de confianza, después de cerrar la puerta principal de la mansión de un empujón. Yo me encontraba en la oficina de mi padre, buscando un par de documentos para un nuevo proyecto.
–No veo cual sea el problema, la chica está dentro del rango que usted me ha brindado. –Dijo Sergio.
–Claro que no, no tiene una cara angelical y uno de sus ojos bailaba sin control, ¿Acaso crees que Teo la aceptará luciendo de esa manera? –preguntaba mi madre enfurecida.
–Creo que desconoce usted los sentimientos de su hijo, él prefiere los sentimientos antes que la belleza. –Dijo Sergio.
–Lo sé, pero no podemos traerle a alguien así, sabes cómo es la prensa y no quiero que se interese más por la vista perdida de la chica que por lo apuesto que podría verse Teo. Busca a alguien que realmente atraiga a todo el mundo. No necesitamos hacer obras de caridad con ninguna chica, sino, resaltar el apellido Olivier en toda la ciudad. –Decía mi madre, sus palabras hacia Sergio podían escucharse en toda la mansión, me bastó eso para darme cuenta de la clase de familia que tenía.
–Ve a buscar una opción que esté dentro de las elegibles, no nos queda mucho tiempo –comentó ella antes que Sergio se marchara.
–Sergio, por favor alista un par de maletas con todo lo necesario para un viaje –comenté saliendo de la oficina, la mirada de mi madre, mostraba un asombro como nunca antes, jamás imaginó que yo me encontraría en la mansión ese día y justo en el momento en que su mentira finalmente era revelada.
Quise entenderla, pero realmente no quería, ni tenia razones suficiente para hacerlo, pensé que mi felicidad era suficiente para ellos, para que desistieran de querer manejar mi vida como si yo fuera un títere. En medio de mi enojo, salí de casa sin esperar que Sergio preparara las maletas y me dirigí al único lugar donde me darían el dinero para comprar las acciones de la empresa. Francisco Bailey me esperaba ansioso, seguro de que al pactar aquel trato su vida cambiaría para bien, como él siempre lo había soñado, prometí entregarle un porcentaje y poner a su familia al lado de las demás familias adineradas, a fin de cuentas, su familia no tiene nada de diferente con las demás, todas han conseguido su fortuna sacrificando algo, que la señora Bailey se haya dado a la tarea de obtener el dinero por sus medios aunque no de la manera más apropiada posible, era lo de menos, al menos era la única en toda la isla que se sacrificó ella misma para obtener sus objetivos, los demás pensadores errantes de que el dinero lo compra todo, sacrificaban a sus hijos, hijas y familiares a hacer el trabajo sucio del que ellos no eran capaz de realizar pero al que disponían más que de la voluntad, el amor y el odio a cumplirse para ellos mismos, sus deseos más oscuros.
Llegué donde mi padre, con la transacción entre mis manos, había comprado todas las acciones y el único requisito que el señor Bailey me había solicitado para darme el dinero, fue incluirlo en uno de los proyectos de la isla, como venganza a la mentira de mis padres con respecto a la búsqueda de Elena, decidí incluir al señor Bailey en el mejor de los proyectos y del cual yo era cargo, así nadie podría echarlo, aunque quisieran.
Recuerdo el escándalo que mi decisión provocó en aquel lugar, ninguno de los socios estuvo de acuerdo, pero ahora poseía la mayor parte de las acciones, usé mi arrogancia y mi astucia para librarme de todos los estúpidos comentarios que los socios de la junta pudieran hacer y finalmente terminaron por aceptarla.
Tuve la mirada de mi padre clavada durante toda la reunión, intentaba ignorarla, pero su constancia y sus sentimientos llegaban hasta donde yo me encontraba, sabía que estaba molesto, muy en el fondo quizás quería matarme, pero en ese momento, la rabia me hizo perder la consciencia y hacer lo que fuera necesario para herirlos.
–Deberías estar feliz por haber ganado –dijo mi padre, entrando a mi oficina, una vez que la reunión había llegado a su fin.
–Debería, pero no lo estoy –comenté.
–Lo sabes –dijo mi padre.
–Me di cuenta esta mañana, no entiendo como logran ser tan buenos para fingir –comenté.
–Todo fue idea de tu madre, no tuve nada que ver, no eres el único al que le han hecho algo así –comentó mi padre con la vista fijada en el suelo.
–No creo que los padres de las personas se atrevan a tanto como ustedes –comenté.
–Perdón Teo, lo lamento mucho, pero de cierta manera me alegra que la hayas encontrado, no soportaba más esta mentira. –comentó mi padre, su comentario me había tomado por sorpresa. Justo antes de abrir mi boca para maldecirlo de alguna u otra manera, me percaté que hablábamos de temas totalmente opuestos.
–No entiendo cómo pudieron hacerlo –dije, intentando seguir el juego.
–Realmente lo lamento, cuando vi lo que tu madre le había hecho a esa pobre chica, ya era demasiado tarde, no podía hacer nada más.
–¿De qué hablas papá? –pregunté de una buena vez.
–De Elena y de lo que tu madre le hizo.
–No sé nada al respecto, así que será mejor que hables de una buena vez o no responderé de lo que sea capaz de hacer –dije. Sentía como la sangre fluía en mi interior, quería explotar, pero no podía hacerlo.
Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e
Sofia, la chica a la que había llevado a casa, resulto todo lo menos esperado, la chica era totalmente aplicada a sus estudios y muy fácil de persuadir siempre y cuando se usara un poco de amabilidad e ingeniosidad para convencerla. Elena ya se había recuperado en su totalidad y se llevaba muy bien con la chica, aunque ya en algunas ocasiones se había enfadado por la vista tan penetrante con la que la chica me miraba en ocasiones.–Está enamorada de ti –comentaba Elena algunas veces.–No es eso, la ayude cuando lo necesitaba, una vista de agradecimiento es lo que veo en sus ojos –comentaba, esperando que esa absurda idea se quitara de su mente.–Te lo digo que es verdad, esa chica recibiría una bala por ti –seguía comentando Elena.–Qué bueno que no estemos en guerra o seguramente, ella ya hubiera muerto.–Es imposible hablar contig
Clara llegó a visitarnos ese día, fue algo inesperado recibirla tan de mañana en la casa, siempre llegaba anunciando su visita desde antes de tomarse la libertad de llegar, a pesar de saber que era bien recibida a cualquier momento.–Necesito hablar contigo –comentó al llegar.–Dime, ¿Qué pasa? –pregunté.–Lamento venir a molestarte, pero necesito de tu apoyo.–Claro, dime que necesitas.–La policía llegó hoy por el secuestro de Elena, se llevaron a mamá y a papá, debes ayudarme, no sé qué hacer. Que sean acusados de secuestro es un asunto grave y nos afectará, aunque no lo queramos. Eso lo sabes. Debes hablar con Elena para que retire la denuncia.–Yo no los he acusado de secuestro, jamás quise involucrar a Teo en algo que sus padres hicieron.–Bueno, pues entonces alguien más lo hizo y debemos conocer los motivos –comentó Clara.–Yo sé quién pudo haberlo hecho.–¿Quién?–No puedo decirlo hasta estar seguro. Por lo pronto, vete a casa, mamá y papá llegarán en un rato. No te preocupes
Desde el encuentro con Al Cabernet el sueño se había convertido en uno de mis mayores enemigos. No lograba descansar sin importar lo que hiciera. Siempre venían a mi mente aquellas escenas en donde todas las personas a mi alrededor morían, la vida se me estaba yendo y yo ni siquiera lo había notado, no quería reconocer el miedo que me invadía, era más egocéntrico y orgulloso que cualquier otra persona y aceptar algo que no estaba dispuesto a sentir, era una de las cosas que no toleraba mi egocentrismo.Habían pasado más de 20 días desde aquel encuentro y de algo estaba seguro, no cedería ante las amenazas de Al, podía ser un hombre temible y algo escalofriante pero esta vez, yo tenía el control y no me daría por vencido en demostrar quién soy en realidad.–Gracias por tus cuidados, sin ti no me hubiera podido recuperar –comentó Elena, yo me encontraba viendo el alba desde mi habitación, ella se acercó y me abrazó por la espalda, sus cálidas manos me hacían desear quedarme dormido en s
Habían pasado 2 semanas desde la muerte de Elena, recuerdo que mientras no podía dormir, deseaba dejar de pensar, ahora que he dejado de pensar y he podido dormir, solo quiero regresar al momento en que mi cabeza no soportaba más de aquellos malos recuerdos.Elena había sido declarada muerta a las 11.34 pm, recuerdo que su cuerpo dejó de moverse, de respirar y de suspirar en mis brazos y era una de las cosas que jamás me perdonaría. No haber hecho nada para que ella, yo que me había prometido cuidarla, ya había pasado una vez y no estuve ahí para ella, ahora no servía de nada haber estado ahí si el resultado fue peor que el anterior.Recuerdo como me miraba su madre y Francisco Bailey en el funeral, deseando matarme, lo soportaba porque antes que ellos, me encontraba yo, encabezando la lista, queriendo matar a la persona tan inútil que permitió que le hicieran da&n
Desperté a la mañana siguiente y miré todo en pleno orden, demasiado quieto para mi gusto y sin ruidos de pisadas o apuros como siempre los había, todos se habían marchados y sentía que el infierno que la vida tenía preparado para mí, ni siquiera había dado comienzo.Me dirigía a la biblioteca cuando escuché un fuerte ruido de un par de sartenes y cubiertos al caer al piso, me dirigí rápidamente a aquel lugar, esperando asustar a cualquier animal que hubiera entrado a la casa y me encontré con la niña más estúpida y terca que había conocido.–¿Qué estás haciendo? –pregunté.–El desayuno –comentó ella, con los sartenes en las manos y cara de asombro al verme.–Les ordené a todos que se marcharán y eso te incluía a ti –dije.–Bueno, quizás decidí quedarme –comentó ella.–Claro que no, quiero que te marches –dije.–Lo siento mucho señor, pero no lo haré, tendrá que echarme a patadas si quiere que me marche y vigilar la casa constantemente para que no vuelva a entrar, porque a partir de a