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Capítulo 5. Probabilidades a su favor.

Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.

Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.

– ¿Que parte de hermosa y joven no has comprendido? –dijo mi madre enfurecida a Sergio, su mayordomo de confianza, después de cerrar la puerta principal de la mansión de un empujón. Yo me encontraba en la oficina de mi padre, buscando un par de documentos para un nuevo proyecto.

–No veo cual sea el problema, la chica está dentro del rango que usted me ha brindado. –Dijo Sergio.

–Claro que no, no tiene una cara angelical y uno de sus ojos bailaba sin control, ¿Acaso crees que Teo la aceptará luciendo de esa manera? –preguntaba mi madre enfurecida.

–Creo que desconoce usted los sentimientos de su hijo, él prefiere los sentimientos antes que la belleza. –Dijo Sergio.

–Lo sé, pero no podemos traerle a alguien así, sabes cómo es la prensa y no quiero que se interese más por la vista perdida de la chica que por lo apuesto que podría verse Teo. Busca a alguien que realmente atraiga a todo el mundo. No necesitamos hacer obras de caridad con ninguna chica, sino, resaltar el apellido Olivier en toda la ciudad. –Decía mi madre, sus palabras hacia Sergio podían escucharse en toda la mansión, me bastó eso para darme cuenta de la clase de familia que tenía.

–Ve a buscar una opción que esté dentro de las elegibles, no nos queda mucho tiempo –comentó ella antes que Sergio se marchara.

–Sergio, por favor alista un par de maletas con todo lo necesario para un viaje –comenté saliendo de la oficina, la mirada de mi madre, mostraba un asombro como nunca antes, jamás imaginó que yo me encontraría en la mansión ese día y justo en el momento en que su mentira finalmente era revelada.

Quise entenderla, pero realmente no quería, ni tenia razones suficiente para hacerlo, pensé que mi felicidad era suficiente para ellos, para que desistieran de querer manejar mi vida como si yo fuera un títere. En medio de mi enojo, salí de casa sin esperar que Sergio preparara las maletas y me dirigí al único lugar donde me darían el dinero para comprar las acciones de la empresa. Francisco Bailey me esperaba ansioso, seguro de que al pactar aquel trato su vida cambiaría para bien, como él siempre lo había soñado, prometí entregarle un porcentaje y poner a su familia al lado de las demás familias adineradas, a fin de cuentas, su familia no tiene nada de diferente con las demás, todas han conseguido su fortuna sacrificando algo, que la señora Bailey se haya dado a la tarea de obtener el dinero por sus medios aunque no de la manera más apropiada posible, era lo de menos, al menos era la única en toda la isla que se sacrificó ella misma para obtener sus objetivos, los demás pensadores errantes de que el dinero lo compra todo, sacrificaban a sus hijos, hijas y familiares a hacer el trabajo sucio del que ellos no eran capaz de realizar pero al que disponían más que de la voluntad, el amor y el odio a cumplirse para ellos mismos, sus deseos más oscuros.

Llegué donde mi padre, con la transacción entre mis manos, había comprado todas las acciones y el único requisito que el señor Bailey me había solicitado para darme el dinero, fue incluirlo en uno de los proyectos de la isla, como venganza a la mentira de mis padres con respecto a la búsqueda de Elena, decidí incluir al señor Bailey en el mejor de los proyectos y del cual yo era cargo, así nadie podría echarlo, aunque quisieran.

Recuerdo el escándalo que mi decisión provocó en aquel lugar, ninguno de los socios estuvo de acuerdo, pero ahora poseía la mayor parte de las acciones, usé mi arrogancia y mi astucia para librarme de todos los estúpidos comentarios que los socios de la junta pudieran hacer y finalmente terminaron por aceptarla.

Tuve la mirada de mi padre clavada durante toda la reunión, intentaba ignorarla, pero su constancia y sus sentimientos llegaban hasta donde yo me encontraba, sabía que estaba molesto, muy en el fondo quizás quería matarme, pero en ese momento, la rabia me hizo perder la consciencia y hacer lo que fuera necesario para herirlos.

–Deberías estar feliz por haber ganado –dijo mi padre, entrando a mi oficina, una vez que la reunión había llegado a su fin.

–Debería, pero no lo estoy –comenté.

–Lo sabes –dijo mi padre.

–Me di cuenta esta mañana, no entiendo como logran ser tan buenos para fingir –comenté.

–Todo fue idea de tu madre, no tuve nada que ver, no eres el único al que le han hecho algo así –comentó mi padre con la vista fijada en el suelo.

–No creo que los padres de las personas se atrevan a tanto como ustedes –comenté.

–Perdón Teo, lo lamento mucho, pero de cierta manera me alegra que la hayas encontrado, no soportaba más esta mentira. –comentó mi padre, su comentario me había tomado por sorpresa. Justo antes de abrir mi boca para maldecirlo de alguna u otra manera, me percaté que hablábamos de temas totalmente opuestos.

–No entiendo cómo pudieron hacerlo –dije, intentando seguir el juego.

–Realmente lo lamento, cuando vi lo que tu madre le había hecho a esa pobre chica, ya era demasiado tarde, no podía hacer nada más.

–¿De qué hablas papá? –pregunté de una buena vez.

–De Elena y de lo que tu madre le hizo.

–No sé nada al respecto, así que será mejor que hables de una buena vez o no responderé de lo que sea capaz de hacer –dije. Sentía como la sangre fluía en mi interior, quería explotar, pero no podía hacerlo. 

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