Damián y Francisco se encargaron de buscar a Jamilet, según lo que cuentan, la encontraron en un camino poco poblado y con una suciedad que limpiarlo sería una ofensa a los utensilios. Logré verla después de que ellos la limpiaran y le detuvieran el sangrado. Decidieron llevarla a una de las casas seguras de Damián, a la que también decidieron llevarme a mí. Por cuestiones de seguridad, debía estar lo más alejado posible de la ciudad. Verla tendida en la cama me hizo recordar la vez en que vi a Elena morir en mis brazos. Su cuerpo frío y su color pálido, me hicieron revivir ese momento. Me acerqué a ella y sus manos estaban heladas. Me senté en una silla junto a su cama y posé mi frente en su mano. Sentí como el calor de mis lágrimas comenzaba a deslizarse desde mis ojos hasta mi mentón. No podía decir nada, tan solo me quedé llorando, quizás mantenía la esperanza que mis lágrimas mejoraran su estado. –Teo –hemos encontrado al responsable– comentó Francisco–.Le di un beso a la mano
Recordar ese momento en que me hice la pregunta sobre si realmente amaba a Elena fue lo peor de ese momento, si quería torturarme esa era la mejor forma de hacerlo. Ese día reflexioné mucho sobre mis sentimientos por Elena, quería decir que sí la amaba con todo mi corazón y que haría cualquier cosa por ella, pero mi subconsciente sin dudarlo salía a defender su honor y me hacía preguntarme, ¿Porqué no enfrentas a tu familia?Dejé a un lado el tema de Elena y recordé lo primero que Damián me había dicho sobre Jamilet. –Es el tipo de mujer que quiero en mi vida, alguien decidida y sin miedo a tomar decisiones. Me encanta esa mujer–.–Ya lo creo. ¿Estás seguro de que podrías tener algo con ella? Es decir, no lo pregunto por ti, sino por ella–. –Lo intentaría de igual manera–.–Sí que estás enamorado–. –Es uno de los mejores sentimientos Teo, deberías de experimentarlo–.–¡Paso! eso del romanticismo te lo dejo a ti–.Damián siempre fue muy dedicado a cada uno de sus objetivos y alejado
–Mira estúpido, no tengo el deber absoluto de obedecerte o quedarme a esperar que me insultes como quieras, así que cuida tus palabras–dijo Francisco. –Francisco, no te he ofendido de ninguna manera y si lo que quieres es pelear, te sugiero que busques a otra persona, porque no tengo intención alguna de pelear con nadie. Agradece que te dejo pasar esto por el estado en que te encuentras, vete a dormir y olvidaré lo sucedido–dije–.Comencé a caminar. –No me dejes hablando solo infeliz–dijo Francisco, tomándome del brazo–.–Guarda tus palabras y tus acciones Francisco, no quiero iniciar una pelea contigo–.–No se trata de lo que quiera el niño bonito. ¿Cuándo podremos tomar decisiones por nuestra cuenta? Siempre debemos estar a la disposición de lo que esa absurda corte de protectores decida, no me parece para nada justo, ¡Es una estupidez! –Entonces renuncia, aquí nadie está obligado a quedarse o protegerme, si ustedes lo han hecho es por que han querido, yo ni siquiera sabía una mi
La reunión llevaba más de una hora y parecía no tener fin, se hablaba de todo, sobre como procederían a realizar mi aparición, sobre exponer a todos los que tuvieron que ver con la destrucción de la Monarquía y con la muerte de mi familia. En fin, todos en aquel lugar, tenían el objetivo de regresar a la antigua forma de gobierno. Al principio me parecía extraño que las personas desearan que los gobernara una sola familia en lugar de elegir a sus propios gobernantes, luego entendí que no sirve de nada elegir a una persona que solo se interese en el mismo y es lo que la mayoría de presidentes hacían. Solo velaban por su propio bienestar y el de sus seres más allegados, pero cuando se trataba de velar por el pueblo, no lograban hacerlo. –No podemos hacer eso o tendremos a toda la ciudad encima, la reunión debe ser decisiva para todo lo que vamos a hacer, debemos de mover las piezas sabiamente y evitar que las personas se vuelvan en nuestra contra, si imponemos a nuestro gobernante, no
Me dirigí a mi habitación a pesar que mi padre me dijo que debía quedarme. Desde mi punto de vista, necesitaba mucho aire, antes de poder tomar una decisión con calma, era mucha información, muchas personas y nadie en quien confiar. Me acosté en la cama, esperando encontrar la tranquilidad que llevaba desaparecida por unas horas. –¿Es esto lo que querías? –preguntó Clara en mi habitación–La atención del público, la aprobación de todos, debe ser satisfactorio ver que todos aceptan lo que tu dices, que todos te obedezcan sin prejuicios–.–¿Qué haces aquí? –pregunté–.–He venido a ver a mi hermano en su día más importante–.–¿Tu hermano? Recuerdo que habías dicho que no éramos nada–dije–.–Es verdad, lo dije. Debo estar un poco drogada para fingir ser otra persona, no tomé mis pastillas–Clara estaba comentando cosas que yo ni siquiera entendía, quise preguntar, pero preferí callar. Era un monologo con ella misma que no entendí ni por un momento. Tan solo deseaba que saliera con bien de
Desperté después de la larga noche en que todo parecía estar en mi contra, pensé que no habría otra cosa que me hiciera sentir peor después de saber que Clara, mi hermana menor, había nacido con la privación de observar lo maravilloso que es todo a su alrededor. Pensaba que en la vida no encontraría dolor igual a aquella noticia que había recibido hace años en el hospital…pero me equivoqué, siempre hay dolores que exceden los pensamientos y las situaciones… ahora me tocaba hacerlas sufrir a mí… perdón mamá, perdón Clara, jamás quise hacerlo.–Imagino que ya te estás preparando para el anuncio que tú padre hará esta noche. –Comentaba mi madre Daniela desde su escritorio, mientras revisaba los nuevos proyectos que yo propondría en dicha reunión.–No puedo ni imaginar el anuncio que mi padre hará, imagino que dirá algo como: “Pondré a prueba a mi hijo para confirmar que es la persona que la empresa necesita”, algo así o decidirá alargar más la reunión, con habladuría que realmente prefer
Había pasado una semana desde que Elena me confesó que se casaría, sabía que era algo que ella no deseaba, era más que evidente que el ferviente deseo de su padre de ser parte de la alta sociedad lo había convencido de casar a Elena con una de las mejores familias en la isla, desde sus pensamientos más estúpidos eso, según él, le daría la oportunidad de ser aceptado. Gil Hunter era la peor persona para eso, tenía fama de ser un maltratador de mujeres, sin tomar en cuenta la diferencia de edad que este tenía con respecto a Elena, Francisco Bailey, esposo de Samantha y con más de medio siglo de vida llegaba a parecer incluso 20 años más joven que Hunter. Odiaba esa decisión, pero a menos que yo me ofreciera a ser el esposo de Elena, no había otra manera de sacarla de ese martirio.–Huele a desesperación y rabia –comentó Clara desde la puerta de mi habitación.–Preferiría que oliera a velorio y en específico que fuera el mío –dije en un tono sereno.–No digas tonterías…Nos quedamos en s
Al cabo de los 6 meses, regresé a la isla, recuerdo haberme aparecido en casa sin previo aviso. Era una de las tardes de otoño más frías de ese año, lo primero que hice antes de ir a casa fue visitar la residencia Bailey para quitarme de una vez la agonía que tenía en mi pecho desde que me enteré que Elena se casaría. Llegué a la residencia, solo había cambiado la pintura de aquel lugar, todo parecía marchar con normalidad, igual que antes, miré a la señora Bailey cortando un par de rosas del jardín, con un sombrero de jardinera que le iba muy bien, el señor Bailey se encontraba en la entrada, con una gran taza de café en una de sus manos y un puro de origen Europeo en la otra, aquella escena me hizo gracia, pero preferí guardármela para otra ocasión, me presenté sin esperar más, con la arrogancia y orgullo que me caracterizaba vie