Al cabo de los 6 meses, regresé a la isla, recuerdo haberme aparecido en casa sin previo aviso. Era una de las tardes de otoño más frías de ese año, lo primero que hice antes de ir a casa fue visitar la residencia Bailey para quitarme de una vez la agonía que tenía en mi pecho desde que me enteré que Elena se casaría. Llegué a la residencia, solo había cambiado la pintura de aquel lugar, todo parecía marchar con normalidad, igual que antes, miré a la señora Bailey cortando un par de rosas del jardín, con un sombrero de jardinera que le iba muy bien, el señor Bailey se encontraba en la entrada, con una gran taza de café en una de sus manos y un puro de origen Europeo en la otra, aquella escena me hizo gracia, pero preferí guardármela para otra ocasión, me presenté sin esperar más, con la arrogancia y orgullo que me caracterizaba viendo a todos desde mi hombro, pero intentando ser lo más educado posible.
–Busco a Elena –comenté.
–Joven Olivier, ¿A que debo el honor? –preguntó su madre, ignorando mis primeras palabras.
–He venido a buscar a Elena –comenté nuevamente.
–Por favor pase adelante, acompáñeme a tomar una taza de café.
Antes de poder decir que no, la señora Bailey me había tomado del brazo y caminaba conmigo recorriendo toda la entrada como si fuéramos grandes amigos, era la primera vez que me atrevía a llegar a la residencia y ella parecía conocerme desde antes, comenzó a mencionar que la familia Riviera, había llevado a cabo el proyecto de su vida y que la empresa Olivier había perdido una licitación muy importante debido a mi ausencia, me sentí tan intrigado en su forma de relatar los hechos que habían ocurrido mientras yo estuve de viaje, que poco a poco le seguí el juego sin darme cuenta. Cuando pude reaccionar de aquel cuento que la señora Bailey se dispuso a contar con tanta emoción, me encontraba en la sala de la residencia y la señora Bailey me ofrecía una taza de café que tomaba a dos manos. Tomé la taza y la dejé en una pequeña mesa que se visualizaba a unos centímetros del sillón donde yo me encontraba.
–¿Dónde está Elena?
La mujer se quedó viéndome fijamente como si mi pregunta fuera una estupidez, a los pocos segundos se echó a llorar, su llanto era desconsolante, yo no sabía qué hacer, me quedé quieto sin entender lo que realmente pasaba, ¿Acaso le había pasado algo a Elena? Miré a Francisco Bailey entrar y quedarme viendo fijamente un par de segundos.
–La ingrata de Elena se marchó hace un par de meses, dejó a la familia en ridículo y al novio esperando en el altar –comentó francisco.
–¿Sabe a dónde se fue?
–No tengo ni la más mínima idea y aún si la tuviera, verla es lo que menos quiero. Por mi puede morirse.
–No digas tales cosas Francisco, aunque sea una estúpida es mi hija, ten un poco de compasión por mí. –comentaba la señora Bailey, limpiando sus lágrimas.
–Lamento haberlos interrumpido de tal manera, debo marcharme enseguida. –comenté.
Me levanté del sillón y emprendí mi camino hacia la salida.
–Tú eres el culpable de que ella se haya ido, no tengo pruebas al respecto, pero estoy seguro de eso. –comentó Francisco.
–De ser así ¿Hay algún problema con eso? –pregunté.
Francisco solo me miró, deseando matarme, pero no dijo ni una sola palabra ante mi inconsciente y arrogante respuesta. Me marché del lugar directo a casa, si esperaba salir con el corazón destrozado al escuchar las noticias del prospero casamiento de Elena, lo conseguí, no porque se haya casado, ya que tal cosa jamás se concretó para mi alivio, sin embargo, mi corazón ahora estaba más destrozado que cuando esperaba la noticia de que el casamiento de Elena se había llevado a cabo.
Regresé a casa, desolado e intentando imaginar un lugar en el que pudiera encontrar a Elena, en medio del camino a casa, recordé el lugar al que solíamos ir, di un giro indebido en medio de la carretera y me dirigí a aquel lugar con todas las esperanzas de encontrarla, el lugar estaba totalmente diferente, lo que había sido un lugar hermoso y cálido ahora se encontraba lleno de juegos mecánicos que no dejaban apreciar el atardecer lleno de tranquilidad que le prometía a cualquier observador, cien años de vida más. Los gritos de los niños y la multitud de personas en aquel lugar solo me provocaron desesperación, salí de ahí casi enseguida, sin buscar a Elena en ningún otro lugar y me dirigí finalmente a casa, donde posiblemente mis padres me esperaban para proceder a realizar el cuestionario, con respecto a la última vez que los miré. Durante el camino a casa, comencé a ver anuncios con el rostro de Clara en ellos, jamás creí eso posible, Clara tiene un rostro angelical y podría ser la mejor modelo nunca antes vista, pero su falta de visión hacía que mi padre ni siquiera la dejara salir de casa por ningún motivo. Verla en esos anuncios llamaba mucho mi atención, no sabía que había pasado durante el tiempo que estuve fuera, pero posiblemente todo haya cambiado en mi ausencia.
Me detuve en frente de la entrada a casa, quise apreciarla, pero la casa al igual que otras cosas en la ciudad lucía diferente, habían cambiado el jardín del frente, una cascada con una figura de ángel adornaba el centro de aquel hermoso jardín lleno de rosas y césped recién podado. Por unos segundos pensé que me había confundido de dirección, pero la placa en el centro del portón confirmaba que me encontraba en el lugar correcto.
Entré finalmente, me había llenado de valor y de coraje para decirle a todos sobre mi relación secreta con Elena, a quien, de solo imaginar sola y asustada en cualquier parte de la ciudad, se me hacía un hueco en el corazón.
Todos los trabajadores me saludaban con una hermosa sonrisa, los reconocía a todos. Al menos, no los habían cambiado a ellos. El interior de la casa se veía más moderno, el color blanco me hacía sentir lleno de paz y aunque el aura que emanaba ahora la casa no era del todo agradable, me sentía feliz de estar nuevamente en aquel lugar.
–Teo –dijo Clara, abrazándome fuertemente.
Su abrazo me sorprendió un poco, no la miré llegar, aunque estoy seguro que ella conoce muy bien la casa, siempre se toma su tiempo para llegar a algún lugar porque no sabe que se encontrará en el camino.
–Clara, no sabes lo mucho que me alegra verte –comenté mientras su abrazo me llenaba de alegría.
La escuché llorar casi en silencio, levanté su rostro.
–¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
–No sabes la alegría que me da verte por primera vez –comentó ella.
Me quedé pensando en sus palabras, era como si mi cerebro no lograra procesarlas, las escuché, pero no pude reaccionar a ellas.
–¿Teo?
–Dices que puedes ver –comenté aún incrédulo de lo que decía.
–Sí hermanito, puedo ver, decidí hacerme la operación cuando te marchaste, quise ir a buscarte, pero me habías dejado sola, sin decir nada, me bastaron 5 días de tu ausencia para aceptar el todo o nada en la operación y mírame, todo salió perfecto, ahora finalmente te veo. Lo primero que hice después de la recuperación fue ir a buscarte, aunque no conocía nada de la ciudad me aventuré a buscar alguna pista en todo el lugar, pero no logré encontrar nada.
Un par de lágrimas brotaron de mis ojos a voluntad, eran de emoción, eso no lo podía negar, me dejé caer al suelo, llorando casi como un niño, eso era lo que había soñado muchas veces para Clara, que ella pudiera admirar lo hermoso que es el mundo, ella me abrazó mientras me encontraba en el suelo. No sabía si solo era la noticia de Clara lo que me había hecho desplomarme como un niño, o si la noticia de Elena había interferido de alguna manera. No quería aceptarlo, pero realmente me preocupaba no saber nada de ella.
Todo en la casa lucía diferente, jamás pensé que ausentarme tanto en un lugar podría marcar una gran diferencia, mis padres colocaron una foto de la familia enorme que se miraba desde el recibidor, no entendía sus razones, papá siempre odió los retratos enormes y llamativos, prefería admirar paisajes que vernos posando sobre el lienzo. “Una familia unida es lo que debemos ser y no aparentarlo”, solía decir cuando mamá le hacía una sugerencia al respecto.–Mis padres se han preocupado mucho desde que te fuiste, comenzaron a investigar sobre Elena y descubrieron la relación que estaban teniendo en aquel momento –comentó Clara, mientras me veía admirar el enorme retrato de la familia.–¿Qué dijeron cuando lo supieron? –pregunté.–Mamá no dijo nada, pero papá estaba enfurecido, le daba gracias
Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.– ¿Que parte de hermosa y joven no has compren
Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e
Sofia, la chica a la que había llevado a casa, resulto todo lo menos esperado, la chica era totalmente aplicada a sus estudios y muy fácil de persuadir siempre y cuando se usara un poco de amabilidad e ingeniosidad para convencerla. Elena ya se había recuperado en su totalidad y se llevaba muy bien con la chica, aunque ya en algunas ocasiones se había enfadado por la vista tan penetrante con la que la chica me miraba en ocasiones.–Está enamorada de ti –comentaba Elena algunas veces.–No es eso, la ayude cuando lo necesitaba, una vista de agradecimiento es lo que veo en sus ojos –comentaba, esperando que esa absurda idea se quitara de su mente.–Te lo digo que es verdad, esa chica recibiría una bala por ti –seguía comentando Elena.–Qué bueno que no estemos en guerra o seguramente, ella ya hubiera muerto.–Es imposible hablar contig
Clara llegó a visitarnos ese día, fue algo inesperado recibirla tan de mañana en la casa, siempre llegaba anunciando su visita desde antes de tomarse la libertad de llegar, a pesar de saber que era bien recibida a cualquier momento.–Necesito hablar contigo –comentó al llegar.–Dime, ¿Qué pasa? –pregunté.–Lamento venir a molestarte, pero necesito de tu apoyo.–Claro, dime que necesitas.–La policía llegó hoy por el secuestro de Elena, se llevaron a mamá y a papá, debes ayudarme, no sé qué hacer. Que sean acusados de secuestro es un asunto grave y nos afectará, aunque no lo queramos. Eso lo sabes. Debes hablar con Elena para que retire la denuncia.–Yo no los he acusado de secuestro, jamás quise involucrar a Teo en algo que sus padres hicieron.–Bueno, pues entonces alguien más lo hizo y debemos conocer los motivos –comentó Clara.–Yo sé quién pudo haberlo hecho.–¿Quién?–No puedo decirlo hasta estar seguro. Por lo pronto, vete a casa, mamá y papá llegarán en un rato. No te preocupes
Desde el encuentro con Al Cabernet el sueño se había convertido en uno de mis mayores enemigos. No lograba descansar sin importar lo que hiciera. Siempre venían a mi mente aquellas escenas en donde todas las personas a mi alrededor morían, la vida se me estaba yendo y yo ni siquiera lo había notado, no quería reconocer el miedo que me invadía, era más egocéntrico y orgulloso que cualquier otra persona y aceptar algo que no estaba dispuesto a sentir, era una de las cosas que no toleraba mi egocentrismo.Habían pasado más de 20 días desde aquel encuentro y de algo estaba seguro, no cedería ante las amenazas de Al, podía ser un hombre temible y algo escalofriante pero esta vez, yo tenía el control y no me daría por vencido en demostrar quién soy en realidad.–Gracias por tus cuidados, sin ti no me hubiera podido recuperar –comentó Elena, yo me encontraba viendo el alba desde mi habitación, ella se acercó y me abrazó por la espalda, sus cálidas manos me hacían desear quedarme dormido en s