Todo en la casa lucía diferente, jamás pensé que ausentarme tanto en un lugar podría marcar una gran diferencia, mis padres colocaron una foto de la familia enorme que se miraba desde el recibidor, no entendía sus razones, papá siempre odió los retratos enormes y llamativos, prefería admirar paisajes que vernos posando sobre el lienzo. “Una familia unida es lo que debemos ser y no aparentarlo”, solía decir cuando mamá le hacía una sugerencia al respecto.
–Mis padres se han preocupado mucho desde que te fuiste, comenzaron a investigar sobre Elena y descubrieron la relación que estaban teniendo en aquel momento –comentó Clara, mientras me veía admirar el enorme retrato de la familia.
–¿Qué dijeron cuando lo supieron? –pregunté.
–Mamá no dijo nada, pero papá estaba enfurecido, le daba gracias a Elena de no haberle dicho nada a su familia, pero la trataron un poco mal el día que vino.
–¿Elena vino a la casa? –pregunté sorprendido.
–Sí, vino a buscarte el mismo día que te marchaste, se miraba confundida, dijo que te buscaba para darte el Sí.
Sonreí.
–¿De verdad le propusiste matrimonio? –preguntó Clara.
–Sí, lo hice. Aunque no de una de las mejores maneras, solo le di un beso en la frente y le dejé el anillo y una nota.
–¿Qué contenía la nota?
–No tienes edad para saberlo.
–Claro que sí la tengo.
–Bueno, de igual manera no pienso decírtelo. Estoy seguro que mis padres me desheredaran por la relación que tuvo con Elena.
–No lo creo, mamá estaba muy preocupada y aunque no quiera aceptarlo papá también.
Dejé de mediar palabras con Clara y me dirigí a mi habitación, todo en la casa lucía diferente excepto mi habitación, esta lucia igual a como la recordaba, pensé que mis padres sacarían todo a la calle, pero una vez más me equivoqué con respecto a ellos, me dejé caer en la cama, olía a rosas, el perfume que la inundaba me recordó a Elena, sin darme cuenta, me quedé dormido, perdiéndome del mundo y dejando por una vez en ese día que mis pensamientos y mi interior dejaran de preocuparse.
Desperté de golpe mientras el espantoso sueño que había tenido con Elena se disipaba de mi imaginación. No podía darme el lujo de decir que era una pesadilla, pues ella se encontraba en él, pero sí se trataba de un sueño que me ponía la piel de gallina y me hacía pensar en uno de los errores más grandes que cometí; haberla dejado en la isla fue una de las pocas cosas de las que me arrepiento hasta este momento.
Escuché a lo lejos la voz de mis padres, me asomé por la ventana y los vi entrar, parecían dos personas totalmente diferentes, no lograba entender que había pasado para que todo en aquel lugar, aburrido y sin gracia, tomara un camino diferente, ahora parecía la ciudad de mis sueños y yo con menso ganas de soñar que nunca.
La mirada de mis padres asustada me conmovió un poco, me detuve en el primer escalón de las escaleras, esperando su entrada triunfal a la mansión Olivier y de la cual no quedaban ni las sombras del lugar que yo recordaba.
–Teo –dijo mi madre, en un tono de poco convencimiento.
–Hola mamá, hola papá –dije finalmente después de abrazar el silencio que destilaba el gran salón de la mansión. Miré a mamá correr hacia donde yo me encontraba, la abracé fuertemente, sus abrazos si eran iguales a como los recordaba.
Pensé que mi papá me daría un puñetazo por haberme ido sin previo aviso y por salir con la hijastra de quien era su peor enemigo, su reacción me conmovió totalmente, en lugar de insultarme o golpearme, me extendió su mano y una vez que la estreché un jalón me hizo acercarme a él para abrazarlo.
–Has crecido, espero que también hayas madurado –comentó, una vez que nuestro abrazo había finalizado.
–Lo he hecho –dije.
Ni siquiera sentí el tiempo avanzar mientras me encontraba con ellos, necesitaba esa conversación familiar que me hiciera recordar que no me encontraba totalmente solo en este mundo y que, aunque no fuéramos la familia que todos pensaban o la familia que debíamos ser, éramos una familia después de todo. Con diferencias abismales y caracteres incomprensibles, pero con los mismos genes en la sangre. Pasamos la noche conversando sobre mi viaje y sobre los cambios que habían alrededor de la ciudad.
―Elena Bailey dejó a su esposo en el altar ―comentó mi mamá en medio de la conversación.
―Me he enterado ―dije.
―Me parece sorprendente que nos hayas ocultado tu relación con esa chica ―comentó mi padre.
―Siempre he estado consciente de la desaprobación de toda la isla con la familia Bailey, comentarles de ello solo me hubiera causado problemas. Quería una relación con ella no con toda la isla.
― ¿Querías? ―Preguntó mi padre.
―En este momento no sé donde se encuentra, ni los intereses que ella podría tener en una relación conmigo después de haberme marchado sin decirle nada, posiblemente me odie por ello y siendo sincero, no tengo ni idea de donde podría estar.
―Escuché que no ha dejado la isla.
― ¿De verdad? ―pregunté intrigado.
―Parece que tu sigues interesado en una relación con ella ―comentó mi madre, al delatado mi interés en Elena.
―Sí, ella me interesa.
―Es evidente ―comentó Clara.
― ¿Hay algún problema con eso? ―pregunté.
―Ya estás maduro para ello, interponerme en tus decisiones es algo que no haré de nuevo. ―comentó mi padre. Su respuesta me dejó sorprendido.
―De igual manera, para establecer algo con ella, tengo que encontrarla primero. Además, tengo mucho trabajo, asumiré mi responsabilidad desde este momento con la familia. ―dije.
Todos me quedaron viendo como si estuviera hablando de un nuevo descubrimiento o de algo sin sentido, con intriga y preocupación, como si querían que el tema no fuera tocado.
― ¿Qué pasa? ―pregunté.
―Las votaciones son el próximo mes y hemos perdido más del 30% de inversionistas, hasta no encontrar nuevos inversores, es posible que la empresa sea declarada en quiebra.
―No deberían preocuparse por eso, compraré todas las acciones de los inversionistas y seremos los dueños por más del 60% de acciones.
― ¿Como harás eso? ¿De dónde obtuviste el dinero?
―He estado trabajando duro, no solamente me he tomado vacaciones. ―comenté.
―Son más de 16 millones, ¿Realmente tienes esa cantidad?
―Puedo conseguirlo, aunque no les gustarán muchos mis jugadas ―comenté.
―Si, lo harás para salvar a la familia, acepto tu juego. ―comentó mi padre. Por primera vez me había cedido la duda en algo, sin saber que aquello que proponía era una de las ideas más descabelladas y que para su beneficio, era mejor no saberlo.
Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.– ¿Que parte de hermosa y joven no has compren
Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e
Sofia, la chica a la que había llevado a casa, resulto todo lo menos esperado, la chica era totalmente aplicada a sus estudios y muy fácil de persuadir siempre y cuando se usara un poco de amabilidad e ingeniosidad para convencerla. Elena ya se había recuperado en su totalidad y se llevaba muy bien con la chica, aunque ya en algunas ocasiones se había enfadado por la vista tan penetrante con la que la chica me miraba en ocasiones.–Está enamorada de ti –comentaba Elena algunas veces.–No es eso, la ayude cuando lo necesitaba, una vista de agradecimiento es lo que veo en sus ojos –comentaba, esperando que esa absurda idea se quitara de su mente.–Te lo digo que es verdad, esa chica recibiría una bala por ti –seguía comentando Elena.–Qué bueno que no estemos en guerra o seguramente, ella ya hubiera muerto.–Es imposible hablar contig
Clara llegó a visitarnos ese día, fue algo inesperado recibirla tan de mañana en la casa, siempre llegaba anunciando su visita desde antes de tomarse la libertad de llegar, a pesar de saber que era bien recibida a cualquier momento.–Necesito hablar contigo –comentó al llegar.–Dime, ¿Qué pasa? –pregunté.–Lamento venir a molestarte, pero necesito de tu apoyo.–Claro, dime que necesitas.–La policía llegó hoy por el secuestro de Elena, se llevaron a mamá y a papá, debes ayudarme, no sé qué hacer. Que sean acusados de secuestro es un asunto grave y nos afectará, aunque no lo queramos. Eso lo sabes. Debes hablar con Elena para que retire la denuncia.–Yo no los he acusado de secuestro, jamás quise involucrar a Teo en algo que sus padres hicieron.–Bueno, pues entonces alguien más lo hizo y debemos conocer los motivos –comentó Clara.–Yo sé quién pudo haberlo hecho.–¿Quién?–No puedo decirlo hasta estar seguro. Por lo pronto, vete a casa, mamá y papá llegarán en un rato. No te preocupes
Desde el encuentro con Al Cabernet el sueño se había convertido en uno de mis mayores enemigos. No lograba descansar sin importar lo que hiciera. Siempre venían a mi mente aquellas escenas en donde todas las personas a mi alrededor morían, la vida se me estaba yendo y yo ni siquiera lo había notado, no quería reconocer el miedo que me invadía, era más egocéntrico y orgulloso que cualquier otra persona y aceptar algo que no estaba dispuesto a sentir, era una de las cosas que no toleraba mi egocentrismo.Habían pasado más de 20 días desde aquel encuentro y de algo estaba seguro, no cedería ante las amenazas de Al, podía ser un hombre temible y algo escalofriante pero esta vez, yo tenía el control y no me daría por vencido en demostrar quién soy en realidad.–Gracias por tus cuidados, sin ti no me hubiera podido recuperar –comentó Elena, yo me encontraba viendo el alba desde mi habitación, ella se acercó y me abrazó por la espalda, sus cálidas manos me hacían desear quedarme dormido en s
Habían pasado 2 semanas desde la muerte de Elena, recuerdo que mientras no podía dormir, deseaba dejar de pensar, ahora que he dejado de pensar y he podido dormir, solo quiero regresar al momento en que mi cabeza no soportaba más de aquellos malos recuerdos.Elena había sido declarada muerta a las 11.34 pm, recuerdo que su cuerpo dejó de moverse, de respirar y de suspirar en mis brazos y era una de las cosas que jamás me perdonaría. No haber hecho nada para que ella, yo que me había prometido cuidarla, ya había pasado una vez y no estuve ahí para ella, ahora no servía de nada haber estado ahí si el resultado fue peor que el anterior.Recuerdo como me miraba su madre y Francisco Bailey en el funeral, deseando matarme, lo soportaba porque antes que ellos, me encontraba yo, encabezando la lista, queriendo matar a la persona tan inútil que permitió que le hicieran da&n