Desperté después de la larga noche en que todo parecía estar en mi contra, pensé que no habría otra cosa que me hiciera sentir peor después de saber que Clara, mi hermana menor, había nacido con la privación de observar lo maravilloso que es todo a su alrededor. Pensaba que en la vida no encontraría dolor igual a aquella noticia que había recibido hace años en el hospital…pero me equivoqué, siempre hay dolores que exceden los pensamientos y las situaciones… ahora me tocaba hacerlas sufrir a mí… perdón mamá, perdón Clara, jamás quise hacerlo.
–Imagino que ya te estás preparando para el anuncio que tú padre hará esta noche. –Comentaba mi madre Daniela desde su escritorio, mientras revisaba los nuevos proyectos que yo propondría en dicha reunión.
–No puedo ni imaginar el anuncio que mi padre hará, imagino que dirá algo como: “Pondré a prueba a mi hijo para confirmar que es la persona que la empresa necesita”, algo así o decidirá alargar más la reunión, con habladuría que realmente preferiría no escuchar. –Dije, estando casi estático al pie del escritorio de mi madre.
–No seas tan duro con él, últimamente ha estado estresado con todo esto del nombramiento. –Dijo mi madre.
–Sabes que no es necesario que lo haga en este momento, preferiría que me dé más tiempo para asumir el cargo. No me siento totalmente preparado. –Musité yo, casi a regañadientes.
La oficina de mamá era uno de los lugares del caserón Olivier que detestaba visitar, me encantaba pasar tiempo con ella siempre y cuando no hablara de mis obligaciones como el heredero de la fortuna familiar, casarme con una mujer no era algo que estuviera dentro de mis planes, sin embargo, a ella y a papá les encantaba mencionarlo y en ocasiones incluso se daban la tarea de buscar a la mejor pretendiente para mí. La oficina de mamá albergaba enormes pinturas de personajes que, según sus palabras, hacían milagros, desde siempre supe que mamá era devota a más no poder, le encantaba ir a la iglesia y lo hacía tan seguido que en ocasiones ni la miraba en casa por días, en su oficina siempre vislumbraban adornos alusivos a varios santos en los que ella creía, había decidido pintar su oficina en negro para que los adornos y pinturas resaltaran un poco más, era un espacio amplio, ordenado y limpio, sin embargo a mi aquel lugar me parecía tenebroso que incluso llegaba a sentir que me quitaba el aire.
–Hablaré con tu padre con respecto a tu nombramiento. –dijo ella.
–¿Realmente lo harías? –Pregunté con los ojos llenos de esperanza
–Así es, haré que tu padre te de 6 meses para que disfrutes de tu libertad como desees, luego de eso, deberás tomar todas tus responsabilidades.
–Ya veo, en todo caso es mejor 6 meses que nada. Te lo agradezco –comenté, con la voz abatida y el corazón en un menor tamaño. Pensé que con las suplicas de mi madre, papá se olvidaría de mi nombramiento, pero poco a poco me he enterado que es prácticamente el destino que ellos me han impuestos, sin ninguna salida adicional, tomaré esos 6 meses como parte de mi libertad.
Salí de la oficina de mamá, aliviado de poder respirar tranquilamente, los documentos que mamá revisaba, eran una propuesta que había decidido hacer para un negocio que realmente me interesaba, el arte era una de mis más sueños más apasionados, pero era más que obvio que, aunque mis padres lo admiraran no permitirían que yo me dedicara a ello de por vida.
–Esos pasos y tu respiración me indican que no te ha ido muy bien con mamá. –Comentó Clara al escuchar la puerta de su habitación abrirse. Ella se encontraba cerca de la ventana, leyendo un libro con sus dedos y sintiendo el calor de los pequeños rayos de sol que traspasaban los vidrios de la ventana.
–Esa oficina realmente me estresa y succiona la poca energía con la que llego. –Dije, tomando asiento en la cama.
–Le he dicho a mamá que debería remodelar, pero se niega a hacerlo, dice que todos ellos le han ayudado a cumplir sus objetivos. –Dijo Clara.
–Lo sé, es la misma respuesta que ella me da cada vez que le comentó sobre mi incomodidad en aquel lugar. –Dije.
Dejé caer mi cuerpo sobre la cama de clara, pensando en las palabras de mamá.
–Me darán 6 meses de libertad antes de mi nombramiento –dije finalmente.
–No te escuchas convencido de tu victoria. –comentó Clara.
–No lo estoy, por primera vez siento que fue un gran error pedir ese tiempo –dije.
–Lo dices por papá –insinuó Clara.
–Lo digo por mí. Es como si le estuviera poniéndole precio o valor a mi libertad, siento como si yo mismo me estuviera condenando a algo, pero algo de lo que realmente no tengo el conocimiento de lo que podría ser.
–Quizás solo es parte de la confusión de haber ganado, no lo pienses tanto y comienza a disfrutarlo.
–Tienes toda la razón, no debería pensar tanto en eso, sino más bien aprovechar el tiempo que me han dado, después de todo que mala podría pasar.
Aquellas palabras fueron como mi perdición, desde ese día me he visto en vuelto en asuntos de los cuales jamás pensé ser parte, algunos muy locos y descabellados, otros peligrosos y arriesgados, pero todos diferentes cada día, si en algún momento dudé que 6 meses no serían suficientes para disfrutar la vida, realmente me equivoqué, 6 meses son más que suficientes para lograr cualquier cosa que desees y más aún si tienes el capital para hacerlo, como es el caso de mi familia.
–Sabía que te encontraría aquí –dije.
–Pensé que ya habías olvidado nuestro lugar de encuentro. –comentó Elena.
–Eso no lo olvidaría ni, aunque me quedara sin recuerdos, este lugar está inundado en ese apestoso perfume que usas. –dije, con una leve sonrisa en mis labios.
Elena se lanzó a mis brazos, sus manos alrededor de mi cuello, eran el abrazo más cálido que podía sentir jamás.
–Te he extrañado mucho –dije, besando su mejilla dulcemente.
–Yo igual, pero tengo muy claras las condiciones de nuestra relación.
–Eso puede cambiar.
–No es necesario que me ilusiones de esa manera, hasta el momento me es suficiente que me quieras tanto como yo a ti.
Sonreí sutilmente.
Elena es la hija de la familia Bailey, la única hija y futura heredera de la fortuna familiar, sin embargo, antes los ojos de todos los grandes empresarios y adinerados de la isla, los Bailey no eran más que unos arribistas, según comentaban en la isla, la fortuna la había hecho la madre de Elena, Samantha de Bailey con cada uno de sus casamientos que según los comentarios que hacían las personas de la isla, terminaban a lo mucho un par de años después de que la ceremonia se llevara a cabo. Samantha quien decidía usar el apellido de su actual esposo con mucho orgullo, tenía pinta de ser una amante al romanticismo y en especial al sadomasoquismo, según comentaban todos los adinerados y ciudadanos, Francisco Bailey había sido el único esposo que había pasado con ella más de 2 años, muchos juraban que pronto le llegaría su hora, pero por lo pronto Francisco intentaba a toda costa ser parte de la alta sociedad y participar de una u otra manera en todos los negocios de los grandes adinerados.
–Ven conmigo –dije, a media vos, justo después de terminar de entregarnos mutuamente en lo que solíamos llamar, nuestro romance prohibido, estoy seguro que mi padre me mataría si llegara a enterarse del romance que Elena y yo teníamos, pero mientras no llegara a enterarse, la seguiría viendo como todas las semanas.
–Me voy a casar Teo –dijo ella después de unos segundos, con la voz quebrada, se lanzó a llorar.
Había pasado una semana desde que Elena me confesó que se casaría, sabía que era algo que ella no deseaba, era más que evidente que el ferviente deseo de su padre de ser parte de la alta sociedad lo había convencido de casar a Elena con una de las mejores familias en la isla, desde sus pensamientos más estúpidos eso, según él, le daría la oportunidad de ser aceptado. Gil Hunter era la peor persona para eso, tenía fama de ser un maltratador de mujeres, sin tomar en cuenta la diferencia de edad que este tenía con respecto a Elena, Francisco Bailey, esposo de Samantha y con más de medio siglo de vida llegaba a parecer incluso 20 años más joven que Hunter. Odiaba esa decisión, pero a menos que yo me ofreciera a ser el esposo de Elena, no había otra manera de sacarla de ese martirio.–Huele a desesperación y rabia –comentó Clara desde la puerta de mi habitación.–Preferiría que oliera a velorio y en específico que fuera el mío –dije en un tono sereno.–No digas tonterías…Nos quedamos en s
Al cabo de los 6 meses, regresé a la isla, recuerdo haberme aparecido en casa sin previo aviso. Era una de las tardes de otoño más frías de ese año, lo primero que hice antes de ir a casa fue visitar la residencia Bailey para quitarme de una vez la agonía que tenía en mi pecho desde que me enteré que Elena se casaría. Llegué a la residencia, solo había cambiado la pintura de aquel lugar, todo parecía marchar con normalidad, igual que antes, miré a la señora Bailey cortando un par de rosas del jardín, con un sombrero de jardinera que le iba muy bien, el señor Bailey se encontraba en la entrada, con una gran taza de café en una de sus manos y un puro de origen Europeo en la otra, aquella escena me hizo gracia, pero preferí guardármela para otra ocasión, me presenté sin esperar más, con la arrogancia y orgullo que me caracterizaba vie
Todo en la casa lucía diferente, jamás pensé que ausentarme tanto en un lugar podría marcar una gran diferencia, mis padres colocaron una foto de la familia enorme que se miraba desde el recibidor, no entendía sus razones, papá siempre odió los retratos enormes y llamativos, prefería admirar paisajes que vernos posando sobre el lienzo. “Una familia unida es lo que debemos ser y no aparentarlo”, solía decir cuando mamá le hacía una sugerencia al respecto.–Mis padres se han preocupado mucho desde que te fuiste, comenzaron a investigar sobre Elena y descubrieron la relación que estaban teniendo en aquel momento –comentó Clara, mientras me veía admirar el enorme retrato de la familia.–¿Qué dijeron cuando lo supieron? –pregunté.–Mamá no dijo nada, pero papá estaba enfurecido, le daba gracias
Me dispuse a buscar a buscar a Elena por cielo y tierra, después del trabajo y durante mi descanso entre las horas laborales, era extrañamente incierto, pero era como si la tierra se la hubiera tragado, no la encontraba por ningún lugar, su ausencia comenzaba a preocuparme, mamá y Clara me ayudaron a buscarla, no sabía lo que había pasado con mi familia, pero me gustaba más esta nueva versión, donde eran personas más sentimentalistas que materialistas, como siempre lo habían sido. O al menos eso pensaba yo.Creí que, por una vez en mi vida, mis padres me ayudaban a cumplir mis objetivos, pero la verdad es que solo lo hacían para hacerme bajar la guardia y por un tiempo lo habían logrado, pensaba que mi madre había aceptado mi relación con Elena, pero la verdad es que solo me engañaba intentando encontrar una mejor opción en su lugar. Durante meses caí en su mentira, pensando que me ayudaba a buscar a Elena, hasta que finalmente se delató.– ¿Que parte de hermosa y joven no has compren
Llegué a casa sin decir nada, miré a mi madre preocupada por el estado en que mi padre había llegado, me dirigí al sótano, jamás pensé que mis padres fueran capaces de algo como eso, encerrar a una persona solo para alejarla del camino de mi camino, fue lo peor que pudieron hacer y era la clara evidencia que de Olivier no quería llevar ni la sangre, ni el apellido.Encontré a Elena, sudando y en una pequeña esquina de aquellas cuatro paredes que parecían derrumbarse con el más mínimo contacto, la cargué entre mis brazos, Clara me había seguido y no podía creer lo que estaba viendo, ambos estábamos atónitos de solo pensar en que nuestros padres se habían convertido en un par de delincuentes y de cierta manera, nosotros fuimos sus
Después de varios días de estar en el hospital, el doctor finalmente autorizó la salida de Elena, sus padres lograron entrar finalmente un día antes de que le dieran el alta, su madre llorando desolada, creí sus lágrimas, pero ni por un segundo creí la cara de preocupación de Francisco.–Creí que no te importaba si ella no regresaba –comenté de la nada.–Claro que me preocupa es parte de mi familia.–O seguramente la aceptarás ahora que su el prometido al que dejó esperando en el altar, haya vuelto a demostrar interés en ella.–No sé de qué hablas –comentó.–Escuché rumores que el fulano, ahora piensa que, desde el día de la boda, Elena estaba secuestrada y por eso no asistió a la ceremonia, esa ceremonia de la cual tu tenías tantas ansias que se consumara, más q
Sin darme cuenta, habían pasado más de 90 minutos en aquel lugar, nada parecía tan oscuro o peligroso como las personas lo describían, era una estación de trenes tan normal como cualquier otra, que llevaba a las personas de un lugar a otro, tan solo por el deber de hacerlo. El enojo había desaparecido y mis pensamientos comenzaban a tener un poco de tranquilidad, al menos ya no deseaba matar a mis padres por lo que habían hecho. Me levanté de aquella banca que calenté por más de una hora y emprendí el camino de regreso a casa. Iba a subir las escaleras para salir a las ruidosas calles de la ciudad cuando escuché un pequeño grito en uno de los rincones de aquel lugar. El ruido fue pequeño, intenté seguir mi camino de regreso a casa, pero lo volví a escuchar. Con toda la curiosidad del mundo me entrometí en lo que no debía, dirigiendo mi cuerpo a aquel lugar, e
Sofia, la chica a la que había llevado a casa, resulto todo lo menos esperado, la chica era totalmente aplicada a sus estudios y muy fácil de persuadir siempre y cuando se usara un poco de amabilidad e ingeniosidad para convencerla. Elena ya se había recuperado en su totalidad y se llevaba muy bien con la chica, aunque ya en algunas ocasiones se había enfadado por la vista tan penetrante con la que la chica me miraba en ocasiones.–Está enamorada de ti –comentaba Elena algunas veces.–No es eso, la ayude cuando lo necesitaba, una vista de agradecimiento es lo que veo en sus ojos –comentaba, esperando que esa absurda idea se quitara de su mente.–Te lo digo que es verdad, esa chica recibiría una bala por ti –seguía comentando Elena.–Qué bueno que no estemos en guerra o seguramente, ella ya hubiera muerto.–Es imposible hablar contig