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Antes de mi decisión
Antes de mi decisión
Por: GERO
Capítulo 1. Extrañas coincidencias.

Desperté después de la larga noche en que todo parecía estar en mi contra, pensé que no habría otra cosa que me hiciera sentir peor después de saber que Clara, mi hermana menor, había nacido con la privación de observar lo maravilloso que es todo a su alrededor. Pensaba que en la vida no encontraría dolor igual a aquella noticia que había recibido hace años en el hospital…pero me equivoqué, siempre hay dolores que exceden los pensamientos y las situaciones… ahora me tocaba hacerlas sufrir a mí… perdón mamá, perdón Clara, jamás quise hacerlo.

–Imagino que ya te estás preparando para el anuncio que tú padre hará esta noche. –Comentaba mi madre Daniela desde su escritorio, mientras revisaba los nuevos proyectos que yo propondría en dicha reunión.

–No puedo ni imaginar el anuncio que mi padre hará, imagino que dirá algo como: “Pondré a prueba a mi hijo para confirmar que es la persona que la empresa necesita”, algo así o decidirá alargar más la reunión, con habladuría que realmente preferiría no escuchar. –Dije, estando casi estático al pie del escritorio de mi madre.

–No seas tan duro con él, últimamente ha estado estresado con todo esto del nombramiento. –Dijo mi madre.

–Sabes que no es necesario que lo haga en este momento, preferiría que me dé más tiempo para asumir el cargo. No me siento totalmente preparado. –Musité yo, casi a regañadientes.

La oficina de mamá era uno de los lugares del caserón Olivier que detestaba visitar, me encantaba pasar tiempo con ella siempre y cuando no hablara de mis obligaciones como el heredero de la fortuna familiar, casarme con una mujer no era algo que estuviera dentro de mis planes, sin embargo, a ella y a papá les encantaba mencionarlo y en ocasiones incluso se daban la tarea de buscar a la mejor pretendiente para mí. La oficina de mamá albergaba enormes pinturas de personajes que, según sus palabras, hacían milagros, desde siempre supe que mamá era devota a más no poder, le encantaba ir a la iglesia y lo hacía tan seguido que en ocasiones ni la miraba en casa por días, en su oficina siempre vislumbraban adornos alusivos a varios santos en los que ella creía, había decidido pintar su oficina en negro para que los adornos y pinturas resaltaran un poco más, era un espacio amplio, ordenado y limpio, sin embargo a mi aquel lugar me parecía tenebroso que incluso llegaba a sentir que me quitaba el aire.

–Hablaré con tu padre con respecto a tu nombramiento. –dijo ella.

–¿Realmente lo harías? –Pregunté con los ojos llenos de esperanza

–Así es, haré que tu padre te de 6 meses para que disfrutes de tu libertad como desees, luego de eso, deberás tomar todas tus responsabilidades.

–Ya veo, en todo caso es mejor 6 meses que nada. Te lo agradezco –comenté, con la voz abatida y el corazón en un menor tamaño. Pensé que con las suplicas de mi madre, papá se olvidaría de mi nombramiento, pero poco a poco me he enterado que es prácticamente el destino que ellos me han impuestos, sin ninguna salida adicional, tomaré esos 6 meses como parte de mi libertad.

Salí de la oficina de mamá, aliviado de poder respirar tranquilamente, los documentos que mamá revisaba, eran una propuesta que había decidido hacer para un negocio que realmente me interesaba, el arte era una de mis más sueños más apasionados, pero era más que obvio que, aunque mis padres lo admiraran no permitirían que yo me dedicara a ello de por vida.

–Esos pasos y tu respiración me indican que no te ha ido muy bien con mamá. –Comentó Clara al escuchar la puerta de su habitación abrirse. Ella se encontraba cerca de la ventana, leyendo un libro con sus dedos y sintiendo el calor de los pequeños rayos de sol que traspasaban los vidrios de la ventana.

–Esa oficina realmente me estresa y succiona la poca energía con la que llego. –Dije, tomando asiento en la cama.

–Le he dicho a mamá que debería remodelar, pero se niega a hacerlo, dice que todos ellos le han ayudado a cumplir sus objetivos. –Dijo Clara.

–Lo sé, es la misma respuesta que ella me da cada vez que le comentó sobre mi incomodidad en aquel lugar. –Dije.

Dejé caer mi cuerpo sobre la cama de clara, pensando en las palabras de mamá.

–Me darán 6 meses de libertad antes de mi nombramiento –dije finalmente.

–No te escuchas convencido de tu victoria. –comentó Clara.

–No lo estoy, por primera vez siento que fue un gran error pedir ese tiempo –dije.

–Lo dices por papá –insinuó Clara.

–Lo digo por mí. Es como si le estuviera poniéndole precio o valor a mi libertad, siento como si yo mismo me estuviera condenando a algo, pero algo de lo que realmente no tengo el conocimiento de lo que podría ser.

–Quizás solo es parte de la confusión de haber ganado, no lo pienses tanto y comienza a disfrutarlo.

–Tienes toda la razón, no debería pensar tanto en eso, sino más bien aprovechar el tiempo que me han dado, después de todo que mala podría pasar.

Aquellas palabras fueron como mi perdición, desde ese día me he visto en vuelto en asuntos de los cuales jamás pensé ser parte, algunos muy locos y descabellados, otros peligrosos y arriesgados, pero todos diferentes cada día, si en algún momento dudé que 6 meses no serían suficientes para disfrutar la vida, realmente me equivoqué, 6 meses son más que suficientes para lograr cualquier cosa que desees y más aún si tienes el capital para hacerlo, como es el caso de mi familia.

–Sabía que te encontraría aquí –dije.

–Pensé que ya habías olvidado nuestro lugar de encuentro. –comentó Elena.

–Eso no lo olvidaría ni, aunque me quedara sin recuerdos, este lugar está inundado en ese apestoso perfume que usas. –dije, con una leve sonrisa en mis labios.

Elena se lanzó a mis brazos, sus manos alrededor de mi cuello, eran el abrazo más cálido que podía sentir jamás.

–Te he extrañado mucho –dije, besando su mejilla dulcemente.

–Yo igual, pero tengo muy claras las condiciones de nuestra relación.

–Eso puede cambiar.

–No es necesario que me ilusiones de esa manera, hasta el momento me es suficiente que me quieras tanto como yo a ti.

Sonreí sutilmente.

Elena es la hija de la familia Bailey, la única hija y futura heredera de la fortuna familiar, sin embargo, antes los ojos de todos los grandes empresarios y adinerados de la isla, los Bailey no eran más que unos arribistas, según comentaban en la isla, la fortuna la había hecho la madre de Elena, Samantha de Bailey con cada uno de sus casamientos que según los comentarios que hacían las personas de la isla, terminaban a lo mucho un par de años después de que la ceremonia se llevara a cabo. Samantha quien decidía usar el apellido de su actual esposo con mucho orgullo, tenía pinta de ser una amante al romanticismo y en especial al sadomasoquismo, según comentaban todos los adinerados y ciudadanos, Francisco Bailey había sido el único esposo que había pasado con ella más de 2 años, muchos juraban que pronto le llegaría su hora, pero por lo pronto Francisco intentaba a toda costa ser parte de la alta sociedad y participar de una u otra manera en todos los negocios de los grandes adinerados.

–Ven conmigo –dije, a media vos, justo después de terminar de entregarnos mutuamente en lo que solíamos llamar, nuestro romance prohibido, estoy seguro que mi padre me mataría si llegara a enterarse del romance que Elena y yo teníamos, pero mientras no llegara a enterarse, la seguiría viendo como todas las semanas.

–Me voy a casar Teo –dijo ella después de unos segundos, con la voz quebrada, se lanzó a llorar. 

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