Angie Hans: Algo muy parecido al amor.
Angie Hans: Algo muy parecido al amor.
Por: Strella
Descripción.

Angie Hans siempre había vivido rodeada de lujo y comodidad. Como hija de Dylan y Jenny Hans, empresarios de renombre, creció en un mundo donde se cumplía cada deseo, donde las puertas se abrían con facilidad y el futuro parecía estar tallado en piedra. Sin embargo, bajo esa fachada de riqueza, Angie sentía un vacío profundo, una necesidad insatisfecha que no podía ignorar. A menudo se encontraba mirando el horizonte desde la ventana de su dormitorio, preguntándose si realmente había nacido para seguir el camino que sus padres habían trazado para ella.

La respuesta llegó cuando decidió seguir su verdadera pasión: la medicina. Contra los deseos de su familia, Angie dejó atrás la comodidad de su vida lujosa y se adentró en el caótico y a menudo brutal mundo de los hospitales. Se sentía viva en medio del bullicio de las salas de urgencias, rodeada de pacientes que dependían de su habilidad y compasión. Cada día, su corazón latía con la adrenalina de salvar vidas, y por primera vez, sintió que había encontrado su propósito.

Fue en uno de esos días agitados cuando conoció a Daniel. Desde el momento en que sus miradas se encontraron, Angie sintió una conexión inmediata con él. Daniel, con su sonrisa encantadora y su forma cálida de hablar, parecía entenderla de una manera en la que nadie más lo hacía. No pasó mucho tiempo antes de que se enamoraran, compartieran sus sueños y temores más profundos y planearan un futuro juntos. Angie sintió que, finalmente, el universo le había recompensado por seguir su corazón.

Pero en el día de su boda, Daniel no apareció. Angie esperó en vano, con su vestido blanco pesándole como una cadena, mientras los murmullos de los invitados se convertían en susurros apagados y luego en un incómodo silencio. Con cada minuto que pasaba, la esperanza se desvanecía, y con ella, el amor que había creído eterno. Cuando cayó la noche, Angie se dio cuenta de que estaba sola. Daniel no había dejado nota, ni llamada, nada. Su desaparición fue un golpe que la dejó con el corazón roto y un futuro incierto.

Angie regresó al hospital con el alma destrozada. Aun así, siguió trabajando, dedicándose a sus pacientes con renovada intensidad, como si su trabajo pudiera ser su salvación, el único refugio contra el dolor que la consumía. Sin embargo, el vacío dentro de ella era innegable. Ya no era la misma, y lo recordaba cada día al ver su reflejo en el espejo, sintiendo cómo el brillo en sus ojos se había desvanecido.

Una tarde, un mafioso gravemente herido fue trasladado de urgencia al hospital. La llegada del hombre trajo consigo un aire de tensión y peligro. Los doctores dudaron en tratarlo, pero Angie, siempre profesional, se ofreció para encargarse del caso. Su nombre era Freddy De Suazza, y desde el momento en que abrió los ojos y la miró, Angie sintió que algo cambiaba dentro de ella. Era como si se hubiera encendido una chispa, una que no había sentido desde la traición de Daniel.

Freddy era diferente a cualquier persona que Angie hubiera conocido. Sus ojos oscuros estaban llenos de secretos, de historias que prefería no contar. Al principio, lo trató como a cualquier otro paciente, pero con el tiempo, algo comenzó a cambiar. Cada vez que Freddy tomaba su mano, cada vez que la miraba con esa intensidad casi peligrosa, Angie sentía que su corazón comenzaba a latir de una manera que no había sentido en mucho tiempo. Había algo en él que despertaba emociones conflictivas en ella: miedo, atracción, deseo. Era como si sus almas se reconocieran en la oscuridad.

A pesar del peligro que representaba, Angie no pudo evitar sentirse atraída por él. Su presencia la perturbaba y la fascinaba en igual medida. ¿Cómo podía sentirse tan viva y tan asustada al mismo tiempo? Cada vez que se acercaba a su cama, sentía que caminaba al borde de un cuchillo. Sabía que debía mantenerse alejada, que involucrarse con alguien como Freddy solo podría llevar a la ruina. Pero, ¿cómo podía alejarse cuando cada fibra de su ser le decía que se quedara?

Una noche, después de un turno agotador, Freddy la detuvo cuando estaba a punto de irse. "Gracias," dijo, su voz profunda resonando en el pasillo vacío. Angie sintió un escalofrío recorrer su espalda. No era solo gratitud lo que escuchaba en su tono, sino algo más, algo que la hacía querer acercarse a él, a pesar de todas las señales de advertencia que le gritaban que se alejara.

“¿Por qué me agradeces?” preguntó, tratando de mantener la compostura. Freddy sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos. “Por cuidarme. No muchos lo harían. No para alguien como yo.”

Angie no respondió. Las palabras se le atoraron en la garganta. ¿Qué estaba haciendo? Sabía que debía alejarse, pero en su lugar, su mano buscó la de él. Freddy la tomó, con un agarre firme y seguro. En ese momento, Angie supo que estaba perdida. Había cruzado una línea de la que no estaba segura de poder regresar.

Esa noche, mientras luchaba entre la razón y la emoción, Angie se dio cuenta de que estaba en un camino peligroso, uno que podría costarle todo lo que había construido. Pero también sabía que la intensidad de sus sentimientos por Freddy no era algo que pudiera ignorar. Era como si el destino la hubiera llevado a este punto, a esta decisión.

Al final, Angie entendió que la vida, al igual que el amor, rara vez sigue un camino predecible. Las emociones que sentía eran más poderosas que cualquier lógica o razonamiento. Sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de sus acciones, pero también sabía que estaba dispuesta a arriesgarlo todo para sentir de nuevo, para encontrar algo real en un mundo lleno de sombras.

La historia de Angie apenas comenzaba, y aunque el futuro era incierto, estaba lista para enfrentar lo que viniera. Sabía que, pasara lo que pasara, viviría cada momento con la misma intensidad con la que ahora se aferraba a ese nuevo sentimiento que había despertado dentro de ella.

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