Después de mi “emocionante” conversación con Vanessa, regresé al hospital con una nueva energía. Sabía que la reunión con el nuevo médico, Daniel, sería un momento clave en mi vida profesional y personal. A medida que pasaban las horas, el estrés del día se disipaba en la rutina de mis consultas, y me sentía cada vez más ansiosa por conocer al nuevo miembro del equipo.
Al día siguiente, Vanessa me envió los detalles sobre el lugar y la hora en el hospital donde se presentaría Daniel. Era un pequeño auditorio en la planta baja, un espacio con sillas dispuestas en semicírculo y un proyector aún apagado. Me preparé para la reunión, repasando mentalmente lo que podría decir para romper el hielo. Finalmente, llegó el momento de conocer al esperado nuevo médico. Me dirigí al auditorio con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Al llegar, vi a un hombre atractivo con una sonrisa amable y una bata blanca impecablemente planchada. A pesar de la multitud que comenzaba a llenar el lugar, me hizo un gesto amistoso. Me acerqué a él y, al estar frente a él, extendió la mano para saludarme. —Hola, soy Daniel. Tú debes ser Angie. Vanessa me ha hablado mucho de ti —dijo con un tono cálido y amigable. —Así es, mucho gusto, Daniel. Vanessa también me ha hablado de ti. Parece que tenemos mucho en común —respondí mientras le daba la mano. Su toque era firme y seguro, y su mirada transmitía sinceridad. Daniel y yo comenzamos a conversar y rápidamente descubrimos que compartíamos una profunda pasión por la medicina y un compromiso sincero con el bienestar de nuestros pacientes. A medida que profundizábamos en nuestras charlas, me di cuenta de que Daniel no solo era inteligente, sino también compasivo y con un gran sentido del humor. Nuestra conexión parecía ir más allá de lo profesional. —Estoy emocionado de formar parte de este equipo y trabajar contigo, Angie —dijo Daniel con una sonrisa contagiosa. —Creo que juntos podemos lograr grandes cosas. —Estoy de acuerdo, Daniel. Me alegra mucho que estés aquí. Estoy segura de que aprenderemos mucho el uno del otro y brindaremos un cuidado excepcional a nuestros pacientes —respondí, sintiendo una chispa de energía recorrer mi cuerpo. Su entusiasmo era contagioso y me encontraba deseando trabajar codo a codo con él. Con el paso de los días, Daniel y yo continuamos colaborando en casos complejos, compartiendo nuestras experiencias médicas y aprendiendo de nuestras especialidades respectivas. Nuestra relación profesional se convirtió rápidamente en una sólida amistad, y comenzamos a pasar más tiempo juntos, tanto dentro como fuera del hospital. Aunque mi decisión inicial había sido concentrarme exclusivamente en mi carrera, no podía evitar sentir que algo más que amistad estaba surgiendo entre nosotros. Sin embargo, me recordaba constantemente que mi vocación era lo más importante en ese momento y que no debía distraerme con asuntos sentimentales. Sin embargo, a medida que Daniel y yo pasábamos más tiempo juntos, era cada vez más difícil ignorar los sentimientos que surgían. Su apoyo constante y sus ánimos en mi carrera me inspiraban a seguir adelante y alcanzar mis metas profesionales. Cada momento compartido era una mezcla de trabajo y diversión, y la línea entre lo profesional y lo personal comenzaba a desdibujarse. Un día, mientras disfrutábamos de un café en la cafetería del hospital, Daniel hizo una sugerencia que me sorprendió. Me miró con una expresión traviesa mientras mezclaba su café. —Sabes, Angie, dicen que el ejercicio es bueno para la salud. ¿Por qué no salimos a correr juntos un día de estos? Sería una excelente manera de combinar nuestra pasión por la medicina y el bienestar físico. Me reí ante su propuesta y respondí con una mirada divertida. —Daniel, mi idea de hacer ejercicio es correr de un paciente a otro en el hospital. Aunque, pensándolo bien, no suena tan mal. Quizás podrías ayudarme a ponerme en forma —le guiñé un ojo. Daniel se rió y me lanzó una mirada cómplice. —¡Perfecto! Seré tu entrenador personal. Estarás en forma en poco tiempo. Además, será una excelente oportunidad para seguir conociéndonos y disfrutar de nuestras conversaciones mientras sudamos juntos. Ambos estallamos en risas y nos dimos cuenta de que nuestra química no solo se limitaba al ámbito profesional. Compartíamos un sentido del humor similar y una conexión genuina que se manifestaba en cada intercambio de bromas y chistes. Nuestra relación estaba evolucionando y la línea entre la amistad y algo más se volvía cada vez más difusa. Con el tiempo, nuestras bromas y risas se convirtieron en una parte importante de nuestra relación. Nos entendíamos sin palabras y podíamos contar el uno con el otro para alegrar los días más agotadores. Aunque la idea del amor comenzaba a rondar en mi cabeza, sabía que era crucial tener una base sólida de amistad antes de aventurarnos en algo más profundo. El día en que decidimos ir a correr juntos, la experiencia resultó ser inesperadamente agradable. Daniel, con su actitud animada y alentadora, hizo que el ejercicio fuera casi divertido. Conversamos sobre todo, desde casos médicos hasta nuestras aficiones personales. La conversación fluía de manera natural, y me sorprendí a mí misma disfrutando de la compañía de Daniel de una forma que no había anticipado. A medida que continuábamos corriendo y conversando, empecé a darme cuenta de que mis sentimientos hacia Daniel estaban creciendo. Sin embargo, me recordaba constantemente la importancia de mantener el equilibrio entre mi carrera y mis emociones. El amor y la vocación no siempre coexistían en armonía, y quería asegurarme de no perder el enfoque en lo que realmente importaba. Mientras disfrutaba de otra broma divertida de Daniel, me di cuenta de que, aunque no tenía todas las respuestas sobre lo que el futuro nos deparaba, estaba emocionada por descubrirlo. Por ahora, me limitaría a disfrutar de nuestra amistad llena de risas y complicidad, y dejaría que el amor encontrara su propio camino en nuestras vidas. Con cada momento compartido, la vida parecía ofrecer nuevas posibilidades, y estaba lista para enfrentar lo que viniera con una mente abierta y un corazón dispuesto.El cambio de nuestros roles en el hospital se había convertido en algo inevitable. Daniel había sido ascendido a jefe de departamento y yo, me sentía emocionada y a la vez nerviosa por los desafíos que esto implicaría, ahora el sería mi jefe inmediato.Daniel y yo habíamos crecido juntos tanto en nuestra carrera como en nuestra amistad, y ahora teníamos la oportunidad de trabajar aún más estrechamente. Aunque confiaba en nuestras habilidades y en la forma en que trabajábamos juntos, sabía que el cargo de jefe de departamento traería nuevas responsabilidades y presiones.Una mañana, mientras organizaba mi escritorio, Daniel se acercó a mí con una sonrisa en el rostro y unos documentos en las manos.—¡Buenos días, Angie! Aquí están los nuevos protocolos y directrices a seguir para el departamento. Siento que trabajar juntos en esto será toda una aventura, pero estoy seguro de que lo haremos muy bien.Tomé los documentos y los hojeé, asintiendo con la cabeza.—Tienes razón, Daniel. Será
Comencé a reír un poco —Daniel, ¿qué fue eso? Esperaba un beso más apasionado.— El se me quedó viendo con confución.—¿En serio? Pensé que querías algo más suave y lento.Hablo sorprendido, si lo que yo quiero es que me den duro contra el muro. Jajaja.El tono juguetón de mi voz salió a relucir.—Bueno, supongo que los juegos previos vendrán después.—Definitivamente, Angie. No puedo esperar a explorar todas las facetas de nuestra relación.Daniel me acarició la mejilla y me dió un beso en la frente.Le guiñe un ojo y le dije: —¡Oh, sí! Será una aventura divertida, eso seguro.—Eres tan impredecible, Angie. Nunca sé qué esperar contigo.Aún continuaba acariciando mi mejilla y tratándome con tanta gentileza, siento que al final seré yo quien pervierta a este hombre.Comencé a reírme. —Bueno, eso es parte de mi encanto, ¿no crees? Seré una sorpresa constante en tu vida.—No podría pedir más. Eres única y estoy emocionado de descubrir todo lo que tienes guardado. —Creo que al final esta
Han pasado algunos días y no he sabido mucho de Daniel. Solo sé que se fue a una convención de doctores a Colombia con su equipo.Yo estaba incapacitada porque me enfermé de influenza y me dolía todo el cuerpo.Esperaba una llamada de él para saber cómo estaba, quizá estaba muy ocupado con la convención. Como jefe, debe resolver dudas que surjan en medio de la convención. Me siento sola, ni Vanessa me responde. Extraño mi trabajo, poder pasear por el hospital y correr detrás de mis pacientes.Llamé a mis padres, quienes se encontraban en su nueva luna de miel.Los adoro, adoro la felicidad que ellos transmiten. De cierta manera, los envidio. A pesar de que tengo una relación estable con Daniel, no me siento realmente completa. Quizá sea yo la que está mal, pero ¿no se supone que el amor es algo que te desarma y te arma en un instante?Mi madre me decía al teléfono: —Angie, cariño, entiendo que te sientas así, pero recuerda que el amor es diferente para cada persona. No todos experimen
Hoy decidí salir de fiesta con mi amiga Vanessa, ya que teníamos una noche libre después de una semana agotadora de trabajo en el hospital. Ambas necesitábamos un respiro y una oportunidad para relajarnos y divertirnos. La rutina diaria de lidiar con pacientes ruidosos había sido agotadora, y solo quería desconectar y disfrutar de la noche. Elegimos una discoteca con varias pistas de baile, pero decidimos quedarnos en la pista más tranquila, donde sonaba “El Malo” de Aventura. La canción tenía un ritmo contagioso, y comencé a cantar un fragmento de la letra: “Él no entiende el procedimiento, cuándo y cómo darte un beso. Yo en cambio encuentro el punto débil que te eleva hasta el exceso. Ni siquiera se imagina de ese pacto misterioso, con tu alma y tu cerebro. Tendrías que volver a nacer para ver si en otra vida te enamoras de él. No tiene la táctica adecuada para arrancarme de tu pecho. Yo que te fallé a ti mil veces, sigo siendo tu dueño.” Vanessa se unió a mi canto, y juntas disf
Después de nuestra llamada erótica, me sentí abrumada por una mezcla de emociones: emoción, amor y una profunda conexión con Daniel. A pesar de que la distancia física nos separaba, nuestra intimidad había trascendido cualquier barrera, creando un vínculo más fuerte que nunca. Seguimos hablando en voz baja durante mucho tiempo, compartiendo nuestros pensamientos más íntimos y revelando deseos que nunca habíamos expresado antes. Fue un momento de pura conexión, donde nuestras almas se entrelazaron en una danza de amor y entendimiento mutuo. "Daniel, he estado pensando en algo mientras hablábamos", dije con un tono suave, algo nervioso. "¿Te importaría si Vanessa se queda en nuestra casa este fin de semana? Me gustaría que pasáramos tiempo juntas como amigas y, además, ella también necesita un descanso del hospital". Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Daniel respondiera. "Claro, cariño, no hay problema", dijo con una sonrisa que pude sentir a través del telé
Después de un momento de confusión y dolor, supe que era necesario enfrentar a Daniel y aclarar la situación. Tomé mi teléfono y me levanté de la mesa, decidida a encontrarlo y hablar con él. Caminé hacia la terraza del restaurante, y entre las mesas abarrotadas de gente, vi a Daniel y a la mujer con la que estaba riendo. Mi corazón latía rápido y cada paso que daba me llenaba de una determinación creciente. Finalmente, llegué frente a ellos, con una mirada decidida y llena de determinación. Daniel me vio y su expresión cambió de sorpresa a preocupación. —Daniel, necesitamos hablar —dije con una mezcla de firmeza y vulnerabilidad en mi voz. La mujer que lo acompañaba me miró, notó la tensión en el ambiente y decidió alejarse discretamente. —¿Qué pasa, Angie? —preguntó Daniel, con voz llena de preocupación—. ¿Estás bien? Respiré hondo para calmar mis emociones antes de responder. —Vi que estabas conversando con esa mujer y, de inmediato, el dolor y los celos me invadieron. Pero V
Después de aquel emocionante momento en la playa, Vanessa y yo nos dirigimos al centro comercial en busca del vestido perfecto para mi boda. Ambas estábamos emocionadas y conscientes de que no teníamos demasiado tiempo antes de la fecha establecida.Vanessa miró a su alrededor, con ojos chispeantes y una sonrisa ansiosa.—¡Oh, Angie, esto es emocionante! Podemos encontrar el vestido de tus sueños aquí, lo sé.La seguí de cerca mientras recorríamos las tiendas en busca de la tienda de vestidos de novia. Después de preguntar a algunos empleados, finalmente dimos con ella en el segundo piso del centro comercial.El lugar estaba lleno de vestidos de ensueño, todos cuidadosamente colgados y listos para ser probados. Mi corazón latía con fuerza mientras caminábamos entre las filas de telas y encajes.Vanessa se acercó a una de las asesoras de ventas y le explicó cuál era el estilo de vestido que estaba buscando para mí. La mujer asintió y nos llevó a una sección especializada.Mientras mira
No sabía si Daniel estaba molesto o no, ya que su familia quería que nos reuniéramos antes de la boda, pero yo no sabía si el tiempo me alcanzaría. Así que le pedí que me disculpara con su familia, tenía que terminar los últimos pendientes de mañana.—¡Hola cariño! ¿Cómo estás? —preguntó Daniel con entusiasmo.—Hola Daniel, estoy bien, solo un poco nerviosa y emocionada. Ya casi es nuestro gran día —respondí con una sonrisa en mi rostro.—Lo sé, no puedo creer que finalmente vayamos a casarnos. Estoy tan emocionado de pasar el resto de mi vida contigo —dijo Daniel con ternura en su voz.—Yo también, Daniel. No puedo esperar para ser tu esposa. Estoy aquí en el hospital terminando mi turno, pero ya me estoy cambiando para ir a casa y prepararme. ¿Cómo va todo allá? —pregunté mientras me ponía los zapatos.—Todo marcha bien por aquí. Ya tengo todo listo en la casa donde pasaremos el resto de nuestras vidas juntos. La familia está emocionada y apenas pueden esperar para verte camino al