Mi nombre es Angie Hans, tengo 25 años y estoy profundamente apasionada por la medicina. Aprecio inmensamente el amor y el apoyo incondicional de mis padres, quienes han sido mi mayor respaldo desde que decidí seguir esta carrera. Desde pequeña, soñé con ser médico, y el camino que elegí para llegar aquí ha sido arduo pero gratificante.
Esta mañana, al despertar, los rayos del sol inundaron mi habitación, colándose a través de las cortinas de lino blanco que me regaló mi madre. Aunque la luz me encandiló, no pude evitar sonreír. La sensación cálida y dorada del sol me dio el empuje necesario para enfrentar el día. A pesar de lo agotador que puede ser estudiar y trabajar simultáneamente, sé que cada esfuerzo vale la pena para alcanzar mis metas. Me levanto de la cama con energía renovada, lista para comenzar un nuevo día en el hospital. Mientras me miraba en el espejo del baño tras salir de la ducha, me sentí satisfecha con mi apariencia. Mi melena rojiza cae en una suave cascada sobre mis hombros. Hoy decidí peinarla en una coleta alta, práctica para mantenerme cómoda durante mi jornada. Me coloqué mi bata blanca, impecablemente planchada, y me aseguré de que todo estuviera en su lugar antes de salir de casa. Cada mañana me gusta revisar mis notas y asegurarme de que tengo todo lo necesario en mi mochila: estetoscopio, cuaderno y, por supuesto, mi teléfono móvil para cualquier emergencia. Mi vocación médica se inspiró en mi tío Maximiliano, un renombrado médico que siempre me ha ofrecido sabios consejos. Recuerdo las largas conversaciones que tuvimos cuando era adolescente, en las que me hablaba de su experiencia y me motivaba a seguir este camino. Aunque recién comienzo mis prácticas, cada día me enamoro más de mi profesión y estoy segura de que esta elección es la correcta. La responsabilidad de cuidar la salud de los demás me llena de propósito y satisfacción. Al llegar al hospital, el aroma a desinfectante llena el ambiente, mezclándose con el sonido de pasos apresurados y murmullos en los pasillos. Me encanta la sensación de estar rodeada de profesionales dedicados; el espíritu de equipo y la dedicación de mis colegas son un bálsamo para mi alma. Cada sonrisa de mis pacientes al finalizar mi jornada es una recompensa que supera cualquier cansancio. Me tomo un momento para respirar profundo antes de comenzar mi turno, apreciando la rutina que me da un sentido de estabilidad y realización. Hoy, el día transcurría sin problemas, con un flujo constante pero manejable de consultas. Aproveché el momento para revisar algunos expedientes y hacer anotaciones en mis informes. A la hora de almuerzo, salí del área de trabajo y me dirigí al comedor del hospital. Mientras caminaba por el impecable pasillo hacia el comedor, me encontré con mi amiga Vanessa, una enfermera llena de energía que siempre sabe cómo levantar el ánimo de los demás. —¡Angie, buenos días! ¿Cómo estás hoy? —me saludó con entusiasmo, su cara iluminada por una amplia sonrisa. Su energía es contagiosa y siempre me alegra el día. —¡Hola, Vanessa! Estoy bien. ¿Y tú? —me senté a su lado y coloqué mi bandeja del almuerzo en la mesa. Mi comida consistía en una ensalada fresca y una porción de pollo a la parrilla, una opción saludable que me mantiene con energía durante el día. —¡Estoy llena de energía! Después de tomarme dos tazas de café, estoy lista para el turno doble. Me emociona siempre ayudar a nuestros pacientes. Además, hoy tengo una sorpresa para ti —dijo, moviendo un poco la bandeja para acomodarse mejor en la silla. —¿Una sorpresa? No puedo esperar a saber qué es —respondí, intrigada. Su entusiasmo siempre logra despertar mi curiosidad. —Resulta que un nuevo médico se ha unido a nuestro equipo. Es alguien realmente interesante y estoy segura de que te encantará conocerlo —explicó Vanessa, con un brillo de complicidad en los ojos. —¿En serio? Me intriga saber quién es. ¿Cómo se llama? —pregunté, interesada en conocer más detalles. —Su nombre es Daniel. Tiene una vocación y un compromiso excepcionales. Además, no puedo negar que es muy apuesto —respondió Vanessa, guiñándome un ojo. —¿Y por qué no sales con él? —bromeé, tratando de aligerar el tono de la conversación. Vanessa me miró con una mezcla de seriedad y diversión. —Angie... —me observó fijamente, y no pude evitar reír. Su mirada era tan intensa que me hizo cuestionar si había algo más en su comentario. —Está bien, ¿hablas en serio? No sé si estoy lista para involucrarme emocionalmente en este momento. Mi carrera es mi prioridad ahora mismo —dije con sinceridad. Mi enfoque en la medicina ha sido tan intenso que las relaciones personales han pasado a un segundo plano. —¡Relájate, Angie! No te estoy hablando de encontrar el amor en el hospital. Solo pienso que Daniel es alguien con quien podrías desarrollar una buena amistad y quizás colaborar en algunos casos. Además, tener un nuevo colega con una perspectiva fresca siempre es enriquecedor —me aclaró Vanessa, buscando mi comprensión. —Tienes razón, Vanessa. A veces me cierro tanto en mi trabajo que olvido lo que es conocer a nuevas personas. Tal vez conocer a Daniel y aprender de su perspectiva médica sea beneficioso —acepté, reflexionando sobre sus palabras. —¡Exactamente! Además, no creo que te vendría mal tener a alguien con quien compartir las alegrías y los desafíos profesionales. A veces, una nueva amistad puede ofrecer nuevas perspectivas —añadió Vanessa con una sonrisa alentadora. —Tienes toda la razón. Gracias por pensar en mí, Vanessa. Estoy emocionada por conocer a Daniel y ver qué aportará a nuestro equipo —concluí, agradecida por su preocupación y por abrirme la puerta a nuevas posibilidades. Después de nuestra conversación, nos despedimos y cada una siguió su camino. Mientras regresaba a mi turno, reflexioné sobre lo que Vanessa había dicho. La llegada de este nuevo médico, Daniel, podría traer consigo nuevas ideas y experiencias que enriquecerán mi práctica y mi equipo. Por ahora, mi enfoque sigue en mi carrera y en brindar el mejor cuidado posible a mis pacientes. Me siento optimista y lista para enfrentar los desafíos que el día pueda presentar, sabiendo que cada día es una oportunidad para aprender y crecer en mi profesión.Después de mi “emocionante” conversación con Vanessa, regresé al hospital con una nueva energía. Sabía que la reunión con el nuevo médico, Daniel, sería un momento clave en mi vida profesional y personal. A medida que pasaban las horas, el estrés del día se disipaba en la rutina de mis consultas, y me sentía cada vez más ansiosa por conocer al nuevo miembro del equipo. Al día siguiente, Vanessa me envió los detalles sobre el lugar y la hora en el hospital donde se presentaría Daniel. Era un pequeño auditorio en la planta baja, un espacio con sillas dispuestas en semicírculo y un proyector aún apagado. Me preparé para la reunión, repasando mentalmente lo que podría decir para romper el hielo. Finalmente, llegó el momento de conocer al esperado nuevo médico. Me dirigí al auditorio con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Al llegar, vi a un hombre atractivo con una sonrisa amable y una bata blanca impecablemente planchada. A pesar de la multitud que comenzaba a llenar el lugar, me hi
El cambio de nuestros roles en el hospital se había convertido en algo inevitable. Daniel había sido ascendido a jefe de departamento y yo, me sentía emocionada y a la vez nerviosa por los desafíos que esto implicaría, ahora el sería mi jefe inmediato.Daniel y yo habíamos crecido juntos tanto en nuestra carrera como en nuestra amistad, y ahora teníamos la oportunidad de trabajar aún más estrechamente. Aunque confiaba en nuestras habilidades y en la forma en que trabajábamos juntos, sabía que el cargo de jefe de departamento traería nuevas responsabilidades y presiones.Una mañana, mientras organizaba mi escritorio, Daniel se acercó a mí con una sonrisa en el rostro y unos documentos en las manos.—¡Buenos días, Angie! Aquí están los nuevos protocolos y directrices a seguir para el departamento. Siento que trabajar juntos en esto será toda una aventura, pero estoy seguro de que lo haremos muy bien.Tomé los documentos y los hojeé, asintiendo con la cabeza.—Tienes razón, Daniel. Será
Comencé a reír un poco —Daniel, ¿qué fue eso? Esperaba un beso más apasionado.— El se me quedó viendo con confución.—¿En serio? Pensé que querías algo más suave y lento.Hablo sorprendido, si lo que yo quiero es que me den duro contra el muro. Jajaja.El tono juguetón de mi voz salió a relucir.—Bueno, supongo que los juegos previos vendrán después.—Definitivamente, Angie. No puedo esperar a explorar todas las facetas de nuestra relación.Daniel me acarició la mejilla y me dió un beso en la frente.Le guiñe un ojo y le dije: —¡Oh, sí! Será una aventura divertida, eso seguro.—Eres tan impredecible, Angie. Nunca sé qué esperar contigo.Aún continuaba acariciando mi mejilla y tratándome con tanta gentileza, siento que al final seré yo quien pervierta a este hombre.Comencé a reírme. —Bueno, eso es parte de mi encanto, ¿no crees? Seré una sorpresa constante en tu vida.—No podría pedir más. Eres única y estoy emocionado de descubrir todo lo que tienes guardado. —Creo que al final esta
Han pasado algunos días y no he sabido mucho de Daniel. Solo sé que se fue a una convención de doctores a Colombia con su equipo.Yo estaba incapacitada porque me enfermé de influenza y me dolía todo el cuerpo.Esperaba una llamada de él para saber cómo estaba, quizá estaba muy ocupado con la convención. Como jefe, debe resolver dudas que surjan en medio de la convención. Me siento sola, ni Vanessa me responde. Extraño mi trabajo, poder pasear por el hospital y correr detrás de mis pacientes.Llamé a mis padres, quienes se encontraban en su nueva luna de miel.Los adoro, adoro la felicidad que ellos transmiten. De cierta manera, los envidio. A pesar de que tengo una relación estable con Daniel, no me siento realmente completa. Quizá sea yo la que está mal, pero ¿no se supone que el amor es algo que te desarma y te arma en un instante?Mi madre me decía al teléfono: —Angie, cariño, entiendo que te sientas así, pero recuerda que el amor es diferente para cada persona. No todos experimen
Hoy decidí salir de fiesta con mi amiga Vanessa, ya que teníamos una noche libre después de una semana agotadora de trabajo en el hospital. Ambas necesitábamos un respiro y una oportunidad para relajarnos y divertirnos. La rutina diaria de lidiar con pacientes ruidosos había sido agotadora, y solo quería desconectar y disfrutar de la noche. Elegimos una discoteca con varias pistas de baile, pero decidimos quedarnos en la pista más tranquila, donde sonaba “El Malo” de Aventura. La canción tenía un ritmo contagioso, y comencé a cantar un fragmento de la letra: “Él no entiende el procedimiento, cuándo y cómo darte un beso. Yo en cambio encuentro el punto débil que te eleva hasta el exceso. Ni siquiera se imagina de ese pacto misterioso, con tu alma y tu cerebro. Tendrías que volver a nacer para ver si en otra vida te enamoras de él. No tiene la táctica adecuada para arrancarme de tu pecho. Yo que te fallé a ti mil veces, sigo siendo tu dueño.” Vanessa se unió a mi canto, y juntas disf
Después de nuestra llamada erótica, me sentí abrumada por una mezcla de emociones: emoción, amor y una profunda conexión con Daniel. A pesar de que la distancia física nos separaba, nuestra intimidad había trascendido cualquier barrera, creando un vínculo más fuerte que nunca. Seguimos hablando en voz baja durante mucho tiempo, compartiendo nuestros pensamientos más íntimos y revelando deseos que nunca habíamos expresado antes. Fue un momento de pura conexión, donde nuestras almas se entrelazaron en una danza de amor y entendimiento mutuo. "Daniel, he estado pensando en algo mientras hablábamos", dije con un tono suave, algo nervioso. "¿Te importaría si Vanessa se queda en nuestra casa este fin de semana? Me gustaría que pasáramos tiempo juntas como amigas y, además, ella también necesita un descanso del hospital". Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Daniel respondiera. "Claro, cariño, no hay problema", dijo con una sonrisa que pude sentir a través del telé
Después de un momento de confusión y dolor, supe que era necesario enfrentar a Daniel y aclarar la situación. Tomé mi teléfono y me levanté de la mesa, decidida a encontrarlo y hablar con él. Caminé hacia la terraza del restaurante, y entre las mesas abarrotadas de gente, vi a Daniel y a la mujer con la que estaba riendo. Mi corazón latía rápido y cada paso que daba me llenaba de una determinación creciente. Finalmente, llegué frente a ellos, con una mirada decidida y llena de determinación. Daniel me vio y su expresión cambió de sorpresa a preocupación. —Daniel, necesitamos hablar —dije con una mezcla de firmeza y vulnerabilidad en mi voz. La mujer que lo acompañaba me miró, notó la tensión en el ambiente y decidió alejarse discretamente. —¿Qué pasa, Angie? —preguntó Daniel, con voz llena de preocupación—. ¿Estás bien? Respiré hondo para calmar mis emociones antes de responder. —Vi que estabas conversando con esa mujer y, de inmediato, el dolor y los celos me invadieron. Pero V
Después de aquel emocionante momento en la playa, Vanessa y yo nos dirigimos al centro comercial en busca del vestido perfecto para mi boda. Ambas estábamos emocionadas y conscientes de que no teníamos demasiado tiempo antes de la fecha establecida.Vanessa miró a su alrededor, con ojos chispeantes y una sonrisa ansiosa.—¡Oh, Angie, esto es emocionante! Podemos encontrar el vestido de tus sueños aquí, lo sé.La seguí de cerca mientras recorríamos las tiendas en busca de la tienda de vestidos de novia. Después de preguntar a algunos empleados, finalmente dimos con ella en el segundo piso del centro comercial.El lugar estaba lleno de vestidos de ensueño, todos cuidadosamente colgados y listos para ser probados. Mi corazón latía con fuerza mientras caminábamos entre las filas de telas y encajes.Vanessa se acercó a una de las asesoras de ventas y le explicó cuál era el estilo de vestido que estaba buscando para mí. La mujer asintió y nos llevó a una sección especializada.Mientras mira