Amorío bajo las nubes de Alaska
Amorío bajo las nubes de Alaska
Por: Alexand P
Capítulo 1: Dulce brisa

Una fresca mañana de invierno dónde los copos de nieve caían con desespero, se despertaba el joven Luke Van de Veer, cuyos padres eran originarios de Holanda Septrentional, pero poco después del nacimiento de Luke, sus padres optaron por viajar a Alaska.

—¡Qué fresca esta la brisa!— Decía con una sonrisa seguido de un bostezo.

Luke trabaja en su pequeña avioneta en las tardes como piloto, por lo general transportaba comida y otros recursos higiénicos del centro del pueblo a islas remotas del alrededor. El pueblo donde vivía Luke se llamaba Gustavuz, estaba cerca de un parque nacional, el pueblo por lo general no contaba ni con 700 personas, por lo cuál el trabajo de Luke era muy demandado e importante en la zona.

El pueblo estaba ubicada en una parte costera, donde al norte contaba con grandes montañas que creaban un ambiente de película, los atardeceres en dicha zona eran tan bellos que en muchas ocasiones los pueblerinos se reunían en grupos pequeños, tomaban cerveza y luego contaban lo más relevante de su día mientras miraban el sol caer.

Luke por lo general no miraba los atardeceres en grupo, él lo hacía desde una vista más privilegiada, desde su avioneta, debido a que él trabajaba hasta después que caía el sol, lo contrataba la mayoría de comerciantes de la zona, cuyos negocios dependían exclusivamente de Luke, debido a que sus materias primas las compraban de otros pueblos más grandes que se encontraban a kilómetros de distancia.

Un día Luke fue contratado por un hombre el cuál planeaba mudarse a Angoo, un pueblo que está algo cerca a Gustavuz, requería sus servicios para transportar a él, su esposa y su hija, el dijo que necesita su ayuda, ya que la mayoría de pilotos estaban muy ocupados esa semana.

—¡Por favor! Necesito que me ayude con esto, la mayoría de pilotos que me recomendaron no pueden ayudarme con el viaje a Angoo, se que estoy algo lejos, pero pagaré muy bien.— Decia el hombre con voz ronca y seca.

Luke aceptó sin reproches, debido a que no tenia tantos encargos esa semana.

Luke se había levantado temprano el día del vuelo, había hecho algunos arreglos a la ala izquierda de la avioneta que había sufrido un poco de daño en su anterior viaje, debido a la coalición con un ave.

Al llegar a Port Alexander estaba el hombre que lo había contactado, un hombre anciano, alto y algo robusto, su esposa era una mujer con una cabellera completamente blanca y su piel un poco menos arrugada que la de su esposo.

—¡Hola! Soy Luke, el hombre que solicitó para transportarlos a Angoo.— Decía Luke mientras ofrecía un apretón de manos.

—¡Mucho gusto! Podrías esperar unos minutos, mi hija aún no viene, estaba comprando algo de comida.— Decía el hombre mientras miraba alrededor.

A lo lejos se apreciaba una joven con una sombrilla en su mano izquierda, Luke al verla quedó completamente impresionado por la belleza que desprendía aquella mujer, su cabello era blanco tanto así que se camuflaba con la poca nieve del alrededor, traía un vestido celeste, que simulaba el cielo de las mañanas, unos botas de cuero y en su mano derecha un pequeño bolso negro.

Mientras se acercaba más y más, Luke sólo podía mirarla por segundos y posterior agachaba por momentos la cabeza, la chica se llamaba Jane, debido a que fue el nombre que salió de la boca del hombre que contrató a Luke.

—¡Jane! ¡Jane! Date prisa, ya estamos listos para partir. —

Al llegar la chica miró a Luke con una sonrisa y de inmediato miro al padre para indicarle el motivo de su demora.

—La tienda estaba llena papá, menos mal mencioné que necesitaba las compras rápido, porque me estaban esperando en la pista de vuelo.— Mencionaba la chica con una voz cálida y suave.

Ella luego volvió a girar hacia Luke y dijo:

—Mucho gusto, soy Jane un placer, gracias por aceptar recogernos y llevarnos a Angoo.— Replicaba.

—El placer es mío, mi nombre es Luke, mucho gusto también. El día de hoy seré tu piloto Jane... Y de tus padres también— Decía con mientras soltaba una carcajada.

El anciano soltó una carcajada, y la esposa una más pequeña, no parecían los típicos padres celosos de su hija, de todas maneras era ya era mayor de edad.

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