La avioneta tocó tierra con un suave tambaleo, y Luke soltó un suspiro de alivio al ver que todo había salido según lo planeado. La nieve cubría la pista de aterrizaje, y los árboles cercanos se balanceaban por el viento gélido que azotaba la costa de Angoo. El viaje había sido hasta cierto punto algo incómodo por las ráfagas de aire que habían.
La aeronave se detuvo, solo el sonido del motor apagándose rompió la calma, y las puertas de la cabina se abrieron lentamente. Luke observó el pequeño pueblo de Angoo, sus casas dispersas en el horizonte, cubiertas por la nieve, y el mar agitado en la distancia. Era un lugar tranquilo, alejado del bullicio, donde la vida parecía transcurrir a un ritmo diferente. Un lugar ideal para aquellos que buscaban paz. —Bueno, hemos llegado.— Dijo Luke mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y se giraba hacia los pasajeros —Espero que hayan tenido un buen vuelo.— El hombre mayor, quien había permanecido dormido durante la mayor parte del trayecto, fue el primero en moverse. Con una sonrisa cansada, se levantó de su asiento y le dio un fuerte apretón de manos a Luke. —Gracias, joven. Este fue un viaje largo, pero valió la pena. Espero que sigas siendo tan buen piloto.— Dijo el hombre, su voz grave y rasposa resonando en el interior de la avioneta. Jane bajó del avión a continuación, con su elegante vestido celeste. El viento hacía que su cabello blanco se moviera con gracia, y sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y algo más que Luke no alcanzaba a identificar. Mientras caminaba hacia el borde de la pista, se giró para mirar una vez más a Luke. —Gracias, Luke —dijo ella, con una sonrisa cálida. Aunque su tono era amable, Luke notó una leve tristeza en su voz, como si ya supiera que algo estaba a punto de cambiar. Luke sonrió, aunque no sin cierto toque de melancolía. Era un adiós, un adiós que no tenía claro si era definitivo o solo un paso hacia algo más incierto. —No hay de qué, Jane. Me alegra que el viaje haya sido hasta cierto punto tranquilo, el viento estaba algo travieso hoy.—Respondió Luke mientras miraba cómo la joven se alejaba. Detrás de ella, el anciano y su esposa ya estaban esperando, a pesar de la edad, los padres de Jane parecían estar llenos de vitalidad y buen ánimo. No eran los típicos padres protectores que se inquietan por cualquier cosa relacionada con sus hijas. No, ellos eran diferentes. Su actitud era la de padres que buscaban la felicidad de su hija, sin las restricciones de la sobreprotección. Eran de una familia tradicional, sí, pero más por sus valores que por sus normas. —¡Luke! — Exclamó la madre de Jane, dándole un cálido apretón de manos —¡Gracias! muchas gracias, fue un viaje tranquilo, bueno eso creo... También me dormí, para que te voy a mentir.— —Es un placer —respondió Luke, mirando de reojo a Jane, que parecía estar deseando algo más que una despedida rápida. El padre de Jane, un hombre robusto y de facciones fuertes, también se acercó. A diferencia de otros padres que, por lo general, guardaban silencio ante estos momentos, él parecía querer aprovechar la oportunidad para hablar. —Luke, muchacho, quiero agradecerte también. Sabemos que tienes tus propios planes, pero la verdad es que, si alguna vez quieres venir a Angoo, siempre serás bienvenido en nuestra casa, bueno aún no está del todo lista, porque recién nos estamos mudando, pero para cuando esté sí.— Dijo el padre con una sonrisa franca y directa. Luke asintió, algo sorprendido por la amabilidad y la calidez de los padres de Jane. —Lo tendré en cuenta, gracias —respondió con una sonrisa. Jane, sin embargo, seguía mirándolo desde una distancia. Su mirada parecía más profunda ahora, como si algo que no se había dicho flotara entre ambos, algo que Luke no entendía completamente. Era como si ella quisiera decirle algo más, pero las palabras no salían. Finalmente, el silencio fue roto por el padre de Jane, quien, con una mirada astuta, se giró hacia su hija. —Jane, hija, ¿ya le diste las gracias como se debe al buen Luke? — Dijo con una sonrisa cómplice, sabiendo exactamente cómo abordar la situación. Jane sonrió de forma nerviosa, y por un momento, Luke pudo ver cómo el color de sus mejillas se tornaba un poco más rojizo. —Claro, papá. — Respondió, pero su voz no sonaba tan confiada. Después de una pausa, añadió —Muchas gracias, Luke, de verdad.— Los padres, sin embargo, parecían estar demasiado tranquilos para una despedida. El padre de Jane, más bien, tenía una expresión como si estuviera esperando que algo más sucediera. —Si alguna vez vuelves a pasar por Angoo, espero que, además de traer suministros, traigas también buenas noticias. Ya sabes… encontrar a alguien con quien compartir las tardes y los inviernos fríos —dijo el padre de Jane con una mirada pícara hacia Luke. Luke se quedó momentáneamente sin palabras. Aunque el comentario era inofensivo, había algo en el tono de voz del padre que dejaba claro que no era un simple consejo. Era más bien una invitación velada. —Lo tendré en cuenta —respondió Luke, sin saber si la conversación era más sobre Jane o sobre el futuro incierto que se avecinaba. Pero lo cierto era que las palabras del padre resonaron en su mente mientras veía a la joven alejarse con sus padres. Algo había cambiado, aunque no podía precisar qué era. Mientras la familia se alejaba, Luke se quedó en la pista, observando cómo el viento levantaba pequeñas ráfagas de nieve. La despedida había llegado, pero en su interior, algo le decía que ese no sería el último encuentro. La vida en Gustavuz y Angoo no siempre seguía un curso lineal, y el destino parecía tener algo reservado para él. Algo más allá de las montañas y las noches frías de invierno.El viento ululaba entre los árboles de Gustavuz cuando Luke aterrizó su avioneta en la pista solitaria del pueblo. Había pasado una semana desde su viaje a Angoo, y aunque su rutina había continuado como siempre, algo en él se sentía diferente. No podía apartar de su mente la imagen de Jane despidiéndose con aquella expresión agridulce. Era una sensación extraña, como si algo en su interior le pidiera que volviera a verla.Esa tarde, después de dejar los suministros en el almacén del pueblo, Luke decidió visitar el muelle. Era uno de sus lugares favoritos para relajarse después de un largo día de vuelos. Mientras observaba las olas rompiendo suavemente contra la orilla, sintió una presencia a su lado. Se giró lentamente y, para su sorpresa, allí estaba Jane.—No esperaba verte tan pronto, ¿Qué haces aqui? ¿Cómo supiste que estaría aquí? —dijo Luke, sorprendido.Jane sonrió, aunque en su expresión había un dejo de preocupación.—No fue planeado, estaba en Angoo, pero mi padre quiso via
El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando Luke llegó al aeródromo de Gustavuz. La brisa fría de la mañana anunciaba un día despejado, perfecto para volar. Mientras revisaba el estado de su avioneta, escuchó unos pasos acercarse. Era Jane, envuelta en un abrigo ligero, con su característica mirada curiosa y expectante. —Parece que madrugas tanto como yo —comentó Luke con una sonrisa. —No quería perderme esto —respondió Jane, deteniéndose junto a él—. —Dijiste que hoy me enseñarías a volar, ¿cierto?— Decía. Luke asintió y se apoyó en el fuselaje de la avioneta. —Así es. Pero primero, algunas reglas básicas. Volar no es solo mover los controles, hay que sentir la aeronave, entenderla. Jane cruzó los brazos, fingiendo impaciencia. —Confío en que eres un buen maestro. Así que, adelante.— Decía mientras soltaba una carcajada Luke sonrió y la guió hasta la cabina. Se aseguró de que Jane se colocara bien el cinturón de seguridad antes de empezar a explicarle los instrumentos. M
El día transcurrió con la misma calma habitual en Angoo. El viento arrastraba pequeñas ráfagas de nieve, y el sol, a pesar de su resplandor, apenas lograba mitigar el frío. Luke terminaba de inspeccionar su avioneta después de salir desde Gustavuz para transportar unas personas hasta Angoo, cuando en la ferretería del pueblo encontró al padre de Jane, conversaron un rato y luego el hombre le dio una invitación que le había extendido la última vez que se vieron. Una cena en su casa; parecía alguien que sabía leer entre líneas y que no hacía invitaciones a la ligera. Luke llegó a la casa de Jane justo cuando el sol comenzaba a ocultarse. La casa, aunque aún mostraba señales de reciente mudanza, tenía un aire acogedor. Grandes ventanales dejaban entrar la luz cálida del interior, y una pequeña chimenea humeaba en la parte trasera. Antes de llamar a la puerta, respiró hondo. No solía aceptar este tipo de invitaciones, pero algo le decía que sería una velada diferente. —¡Luke! —exclamó e
El invierno en Angoo se hacía sentir con más intensidad cada día. Luke había pasado la mañana realizando una inspección a su avioneta, asegurándose de que estuviera en óptimas condiciones para cualquier eventualidad. Sin embargo, esa tarde no sería para volar, sino para algo más importante: compartir un momento con Jane. Se encontraron en la pequeña cafetería del pueblo, un sitio acogedor donde el aroma a café recién hecho impregnaba el ambiente. Se sentaron junto a la ventana, desde donde se podía ver el mar congelado en la distancia. Jane parecía animada, pero notó que Luke tenía una expresión diferente, como si su mente estuviera atrapada en otro lugar. —¿En qué piensas?— Preguntó Jane, dándole un sorbo a su café caliente. Luke permaneció en silencio unos segundos antes de responder. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa, como si estuviera organizando sus pensamientos. —Mi padre falleció hace nueve meses y hoy es su cumpleaños.— Dijo finalmente, con un tono pausado.
El sol se alzaba en el horizonte de Angoo, reflejándose sobre la nieve y llenando el cielo con unos tonos naranjas y dorados. Luke se despertó más temprano de lo habitual, sintiendo una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Hoy no era un día cualquiera. Hoy, tenía algo especial preparado para Jane. Durante la última semana, había trabajado en cada detalle para asegurarse de que todo fuera perfecto. Jane creía que pasarían la tarde en una práctica más de aviación, pero en realidad, Luke había planeado algo completamente diferente. Quería sorprenderla y, sobre todo, confesarle lo que sentía por ella. Cuando Jane llegó al hangar, sonrió de inmediato al ver a Luke esperándola junto a la avioneta. Vestía un abrigo grueso blanco y llevaba el cabello con una trenza suelta. Se notaba emocionada por la práctica, aunque, como siempre, intentaba disimularlo. —¡Buenos días, capitán!— Decía seguido de un guiño juguetón. —¡Buenos días, cadete!— Respondía él con una sonrisa —Hoy haremos algo dif
Una fresca mañana de invierno dónde los copos de nieve caían con desespero, se despertaba el joven Luke Van de Veer, cuyos padres eran originarios de Holanda Septrentional, pero poco después del nacimiento de Luke, sus padres optaron por viajar a Alaska. —¡Qué fresca esta la brisa!— Decía con una sonrisa seguido de un bostezo. Luke trabaja en su pequeña avioneta en las tardes como piloto, por lo general transportaba comida y otros recursos higiénicos del centro del pueblo a islas remotas del alrededor. El pueblo donde vivía Luke se llamaba Gustavuz, estaba cerca de un parque nacional, el pueblo por lo general no contaba ni con 700 personas, por lo cuál el trabajo de Luke era muy demandado e importante en la zona. El pueblo estaba ubicada en una parte costera, donde al norte contaba con grandes montañas que creaban un ambiente de película, los atardeceres en dicha zona eran tan bellos que en muchas ocasiones los pueblerinos se reunían en grupos pequeños, tomaban cerveza y luego cont
La mañana aún se mostraba fría y algo llorona por las pequeñas gotas de agua q caían del cielo, pero a la vez las nubes no parecían dispuestas a interrumpir el viaje. Luke se encontraba en su pequeña avioneta, ya con todo preparado para el vuelo hacia Angoo. Había hecho un último chequeo de combustible y del estado en general de la avioneta, buscando asegurar que todo estuviera en orden. El motor rugió suavemente mientras la avioneta comenzaba a deslizarse sobre la pista.Jane, quien se había acomodado a su lado, parecía ser tan enigmática como el paisaje que los rodeaba. Aunque había intercambiado algunas palabras con ella, el silencio seguía siendo el tono dominante. A lo lejos, el pueblo de Port Alexander se hacía más pequeño conforme ganaban altura, y las casas dispersas daban paso a los vastos bosques y las aguas congeladas del mar.—¿Primera vez volando en una avioneta?— Preguntó Luke, intentando romper el hielo mientras ajustaba los controles.Jane lo miró y sonrió, pero su exp