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Capítulo 3: Muchas gracias

La avioneta tocó tierra con un suave tambaleo, y Luke soltó un suspiro de alivio al ver que todo había salido según lo planeado. La nieve cubría la pista de aterrizaje, y los árboles cercanos se balanceaban por el viento gélido que azotaba la costa de Angoo. El viaje había sido hasta cierto punto algo incómodo por las ráfagas de aire que habían.

La aeronave se detuvo, solo el sonido del motor apagándose rompió la calma, y las puertas de la cabina se abrieron lentamente. Luke observó el pequeño pueblo de Angoo, sus casas dispersas en el horizonte, cubiertas por la nieve, y el mar agitado en la distancia. Era un lugar tranquilo, alejado del bullicio, donde la vida parecía transcurrir a un ritmo diferente. Un lugar ideal para aquellos que buscaban paz.

—Bueno, hemos llegado.— Dijo Luke mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y se giraba hacia los pasajeros

—Espero que hayan tenido un buen vuelo.—

El hombre mayor, quien había permanecido dormido durante la mayor parte del trayecto, fue el primero en moverse. Con una sonrisa cansada, se levantó de su asiento y le dio un fuerte apretón de manos a Luke.

—Gracias, joven. Este fue un viaje largo, pero valió la pena. Espero que sigas siendo tan buen piloto.— Dijo el hombre, su voz grave y rasposa resonando en el interior de la avioneta.

Jane bajó del avión a continuación, con su elegante vestido celeste. El viento hacía que su cabello blanco se moviera con gracia, y sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y algo más que Luke no alcanzaba a identificar. Mientras caminaba hacia el borde de la pista, se giró para mirar una vez más a Luke.

—Gracias, Luke —dijo ella, con una sonrisa cálida. Aunque su tono era amable, Luke notó una leve tristeza en su voz, como si ya supiera que algo estaba a punto de cambiar.

Luke sonrió, aunque no sin cierto toque de melancolía. Era un adiós, un adiós que no tenía claro si era definitivo o solo un paso hacia algo más incierto.

—No hay de qué, Jane. Me alegra que el viaje haya sido hasta cierto punto tranquilo, el viento estaba algo travieso hoy.—Respondió Luke mientras miraba cómo la joven se alejaba.

Detrás de ella, el anciano y su esposa ya estaban esperando, a pesar de la edad, los padres de Jane parecían estar llenos de vitalidad y buen ánimo. No eran los típicos padres protectores que se inquietan por cualquier cosa relacionada con sus hijas. No, ellos eran diferentes. Su actitud era la de padres que buscaban la felicidad de su hija, sin las restricciones de la sobreprotección. Eran de una familia tradicional, sí, pero más por sus valores que por sus normas.

—¡Luke! — Exclamó la madre de Jane, dándole un cálido apretón de manos

—¡Gracias! muchas gracias, fue un viaje tranquilo, bueno eso creo... También me dormí, para que te voy a mentir.—

—Es un placer —respondió Luke, mirando de reojo a Jane, que parecía estar deseando algo más que una despedida rápida.

El padre de Jane, un hombre robusto y de facciones fuertes, también se acercó. A diferencia de otros padres que, por lo general, guardaban silencio ante estos momentos, él parecía querer aprovechar la oportunidad para hablar.

—Luke, muchacho, quiero agradecerte también. Sabemos que tienes tus propios planes, pero la verdad es que, si alguna vez quieres venir a Angoo, siempre serás bienvenido en nuestra casa, bueno aún no está del todo lista, porque recién nos estamos mudando, pero para cuando esté sí.— Dijo el padre con una sonrisa franca y directa.

Luke asintió, algo sorprendido por la amabilidad y la calidez de los padres de Jane.

—Lo tendré en cuenta, gracias —respondió con una sonrisa.

Jane, sin embargo, seguía mirándolo desde una distancia. Su mirada parecía más profunda ahora, como si algo que no se había dicho flotara entre ambos, algo que Luke no entendía completamente. Era como si ella quisiera decirle algo más, pero las palabras no salían.

Finalmente, el silencio fue roto por el padre de Jane, quien, con una mirada astuta, se giró hacia su hija.

—Jane, hija, ¿ya le diste las gracias como se debe al buen Luke? — Dijo con una sonrisa cómplice, sabiendo exactamente cómo abordar la situación.

Jane sonrió de forma nerviosa, y por un momento, Luke pudo ver cómo el color de sus mejillas se tornaba un poco más rojizo.

—Claro, papá. — Respondió, pero su voz no sonaba tan confiada. Después de una pausa, añadió

—Muchas gracias, Luke, de verdad.—

Los padres, sin embargo, parecían estar demasiado tranquilos para una despedida. El padre de Jane, más bien, tenía una expresión como si estuviera esperando que algo más sucediera.

—Si alguna vez vuelves a pasar por Angoo, espero que, además de traer suministros, traigas también buenas noticias. Ya sabes… encontrar a alguien con quien compartir las tardes y los inviernos fríos —dijo el padre de Jane con una mirada pícara hacia Luke.

Luke se quedó momentáneamente sin palabras. Aunque el comentario era inofensivo, había algo en el tono de voz del padre que dejaba claro que no era un simple consejo. Era más bien una invitación velada.

—Lo tendré en cuenta —respondió Luke, sin saber si la conversación era más sobre Jane o sobre el futuro incierto que se avecinaba. Pero lo cierto era que las palabras del padre resonaron en su mente mientras veía a la joven alejarse con sus padres. Algo había cambiado, aunque no podía precisar qué era.

Mientras la familia se alejaba, Luke se quedó en la pista, observando cómo el viento levantaba pequeñas ráfagas de nieve. La despedida había llegado, pero en su interior, algo le decía que ese no sería el último encuentro. La vida en Gustavuz y Angoo no siempre seguía un curso lineal, y el destino parecía tener algo reservado para él. Algo más allá de las montañas y las noches frías de invierno.

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