El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando Luke llegó al aeródromo de Gustavuz. La brisa fría de la mañana anunciaba un día despejado, perfecto para volar. Mientras revisaba el estado de su avioneta, escuchó unos pasos acercarse. Era Jane, envuelta en un abrigo ligero, con su característica mirada curiosa y expectante.
—Parece que madrugas tanto como yo —comentó Luke con una sonrisa. —No quería perderme esto —respondió Jane, deteniéndose junto a él—. —Dijiste que hoy me enseñarías a volar, ¿cierto?— Decía. Luke asintió y se apoyó en el fuselaje de la avioneta. —Así es. Pero primero, algunas reglas básicas. Volar no es solo mover los controles, hay que sentir la aeronave, entenderla. Jane cruzó los brazos, fingiendo impaciencia. —Confío en que eres un buen maestro. Así que, adelante.— Decía mientras soltaba una carcajada Luke sonrió y la guió hasta la cabina. Se aseguró de que Jane se colocara bien el cinturón de seguridad antes de empezar a explicarle los instrumentos. Mientras hablaba, notó cómo ella escuchaba atentamente, absorbiendo cada detalle, pasaron así casi 3 horas, Luke quería que todo quedará claro antes de empezar a volar. —Este es el altímetro, mide nuestra altura. Aquí tienes el indicador de velocidad y este es el horizonte artificial, que nos dice la inclinación del avión.— Explicó, señalando cada uno. Jane frunció el ceño y miró el panel con determinación. —Parece complicado, pero creo que lo entiendo. Luke rió entre dientes. —Lo complicado es mantener la calma cuando algo inesperado sucede. Pero por ahora, solo nos enfocaremos en lo básico.— Decía. Encendió el motor, que rugió suavemente, y tras unos momentos de preparativos, la avioneta comenzó a deslizarse por la pista. Jane observaba todo su alrededor con atención. —Ahora, mantén las manos en los controles y sígueme. Sentirás cómo la avioneta responde.— Dijo Luke, guiándola con paciencia. Jane apoyó sus mano derecha sobre la de él, notando la presión con la que movía la palanca. Cuando la avioneta despegó y comenzaron a elevarse, un destello de emoción cruzó su rostro. —¡Lo estamos haciendo! —exclamó. Luke asintió, divertido con su entusiasmo. —Así es. Ahora, intenta mantener la altitud con movimientos suaves.— Mencionaba Luke. Jane obedeció, aunque con cierta torpeza al principio. Luke corrigió su postura, guiándola con tranquilidad. —No es solo un acto mecánico, Jane. Es sentir cómo el viento y el avión trabajan juntos.— Ella respiró profundo y relajó un poco el agarre. Con el paso de los minutos, su confianza creció, y el vuelo se volvió más estable. —Es… increíble —susurró Jane mientras observaba el paisaje nevado extendiéndose bajo ellos. Luke la miró de reojo y asintió. —Es una de las razones por las que amo volar. Nada más importa cuando estás aquí arriba. Solo tú y el cielo.— Exclamaba mientras veía los ojos de Jane. Se quedaron en silencio por unos instantes, disfrutando la sensación de libertad. Luke sintió que algo en Jane había cambiado. Su expresión era diferente, como si hubiera encontrado una pequeña parte de lo que estaba buscando. —Gracias por esto, Luke —dijo finalmente —Creo que necesitaba algo así.— Luke sonrió. —Cuando quieras, Jane. El cielo siempre está abierto para quien quiera explorarlo.— Mientras volaban sobre los fríos nevados de Gustavuz, Luke supo que este solo era el inicio de muchas más lecciones en el aire, y quizás, también en tierra.El día transcurrió con la misma calma habitual en Angoo. El viento arrastraba pequeñas ráfagas de nieve, y el sol, a pesar de su resplandor, apenas lograba mitigar el frío. Luke terminaba de inspeccionar su avioneta después de salir desde Gustavuz para transportar unas personas hasta Angoo, cuando en la ferretería del pueblo encontró al padre de Jane, conversaron un rato y luego el hombre le dio una invitación que le había extendido la última vez que se vieron. Una cena en su casa; parecía alguien que sabía leer entre líneas y que no hacía invitaciones a la ligera. Luke llegó a la casa de Jane justo cuando el sol comenzaba a ocultarse. La casa, aunque aún mostraba señales de reciente mudanza, tenía un aire acogedor. Grandes ventanales dejaban entrar la luz cálida del interior, y una pequeña chimenea humeaba en la parte trasera. Antes de llamar a la puerta, respiró hondo. No solía aceptar este tipo de invitaciones, pero algo le decía que sería una velada diferente. —¡Luke! —exclamó e
El invierno en Angoo se hacía sentir con más intensidad cada día. Luke había pasado la mañana realizando una inspección a su avioneta, asegurándose de que estuviera en óptimas condiciones para cualquier eventualidad. Sin embargo, esa tarde no sería para volar, sino para algo más importante: compartir un momento con Jane. Se encontraron en la pequeña cafetería del pueblo, un sitio acogedor donde el aroma a café recién hecho impregnaba el ambiente. Se sentaron junto a la ventana, desde donde se podía ver el mar congelado en la distancia. Jane parecía animada, pero notó que Luke tenía una expresión diferente, como si su mente estuviera atrapada en otro lugar. —¿En qué piensas?— Preguntó Jane, dándole un sorbo a su café caliente. Luke permaneció en silencio unos segundos antes de responder. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa, como si estuviera organizando sus pensamientos. —Mi padre falleció hace nueve meses y hoy es su cumpleaños.— Dijo finalmente, con un tono pausado.
El sol se alzaba en el horizonte de Angoo, reflejándose sobre la nieve y llenando el cielo con unos tonos naranjas y dorados. Luke se despertó más temprano de lo habitual, sintiendo una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Hoy no era un día cualquiera. Hoy, tenía algo especial preparado para Jane. Durante la última semana, había trabajado en cada detalle para asegurarse de que todo fuera perfecto. Jane creía que pasarían la tarde en una práctica más de aviación, pero en realidad, Luke había planeado algo completamente diferente. Quería sorprenderla y, sobre todo, confesarle lo que sentía por ella. Cuando Jane llegó al hangar, sonrió de inmediato al ver a Luke esperándola junto a la avioneta. Vestía un abrigo grueso blanco y llevaba el cabello con una trenza suelta. Se notaba emocionada por la práctica, aunque, como siempre, intentaba disimularlo. —¡Buenos días, capitán!— Decía seguido de un guiño juguetón. —¡Buenos días, cadete!— Respondía él con una sonrisa —Hoy haremos algo dif
Pasaba por la ventana de la helada habitación de Jane, una pequeña mariposa algo curiosa, con un tono verde en sus alas, similar al de una pera a punto de madurar, con algunas manchas amarillas dispersas en ellas. La mariposa dio un pequeño recorrido por la habitación hasta posarse en la nariz de Jane. Ella despertó lentamente por el cosquilleo de las diminutas patas de aquel insecto. —¡Oh!... ¡No puede ser! Me he quedado dormida. ¿Por qué el tonto despertador no me levantó? Tendré que comprar uno nuevo.— Ella se levantó de la cama, dio un giro de ciento ochenta grados, bostezó y, al seguir con su movimiento, tocó el helado piso con sus pies descalzos. —Bueno, supongo que tengo que apurarme.— Dijo con una voz algo perezosa. Luke la había invitado a Gustavus, ya que los trabajos que tenía en Angoo ya habían finalizado, y él quería regresar a su casa, pero no sin antes invitarla nuevamente a su pueblo; que ella anteriormente ya había visitado hace unas semanas atrás. Pasada algunas
El viento se sentía con fuerza, mientras la avioneta de Luke descendía en la pista de Angoo. La tormenta los había alcanzado antes de lo previsto, y las pequeñas turbulencias hicieron que el aterrizaje fuera un poco más complicado de lo esperado. Luke mantuvo el control con firmeza, para contrarrestar las ráfagas de viento que amenazaban con desestabilizar la aeronave. Jane, sentada a su lado, mantenía la vista fija en el horizonte, conteniendo la respiración. Finalmente, con un fuerte sacudón, las ruedas tocaron tierra y la avioneta se deslizó por la pista que ya se estaba cubriendo de nieve, hasta detenerse por completo. Luke soltó un suspiro de alivio mientras apagaba los motores. Se giró hacia Jane, quien aún tenía las manos aferradas a él. —Llegamos.—Dijo con una sonrisa algo cansada. Jane asintió, tratando de calmar su respiración acelerada. —Eso fue… intenso.— Luke rió suavemente. —Lo bueno es que no nos agarró en medio vuelo, fue buena idea regresar.—Decía Luke Ambos ba
Dentro, Luke, Jane y sus papás hacían lo posible por mantener la calidez en el hogar, tanto en temperatura como en ánimo. La chimenea ardía con fuerza y las pequeñas lámparas daban todo de sí, pero el clima afuera se tornaba más despiadado con cada hora que pasaba. La madre preparaba un caldo caliente, y Jane ayudaba en la cocina, aunque su mente estaba algo distante. Su pecho se sentía un poco pesado. Cada vez que Luke hablaba o reía con su padre sobre historias de aviación, ella no podía evitar preguntarse qué pasaría si él supiera toda la verdad. Sentados en la sala, Luke intentaba relajar el ambiente contando historias de su entrenamiento, algunas anécdotas divertidas de sus primeros vuelos y pequeños desastres de novato que hicieron reír a los padres de Jane. Ella, sin embargo, reía con menos naturalidad de lo normal. —Jane— Exclamó su madre en un momento, mirándola con cierta preocupación. —¿Te encuentras bien? Estás callada.— Jane parpadeó y forzó una sonrisa. —Sí, mamá,
[Alaska News 15 de Marzo de 2017 Hombre de 45 años fallece en las cercanías de un parque de Petersburg; investigan las causas. Las autoridades locales investigan la muerte de un hombre de 45 años, proveniente de Gustavuz. Cuyo cuerpo fue hallado en uno de los parques de la comunidad de Petersburg, alrededor de las 8:13 p.m. del domingo. La víctima, un hombre de aproximadamente 1,85 metros de altura, con cabello oscuro y barba espesa, presentaba un golpe contundente en la cabeza y algunas abrasiones menores. Según el informe preliminar, el traumatismo craneal habría sido la causa del fallecimiento, aunque se continúan realizando peritajes para esclarecer las circunstancias exactas del suceso. De acuerdo con testigos, la víctima fue vista minutos antes en un bar cercano, aunque por el momento no se ha confirmado si su muerte está relacionada con algún altercado. Si bien una de las hipótesis sugiere una posible discusión previa, los investigadores subrayan que el cuerpo solo muestra
[Actualidad] La tormenta había ya pasado por Angoo. La nieve cubría cada rincón del pueblo con una capa espesa y blanca, reflejando la luz pálida del sol matutino. Jane estaba en la cocina de la casa de sus padres, sosteniendo una taza de café caliente entre las manos. Observaba por la ventana el paisaje inmóvil, tratando de ordenar sus emociones y pensamientos. Había dormido poco. La noche anterior, el ambiente acogedor con Luke y su familia la había reconfortado, pero en su interior, una sensación persistente la mantenía inquieta. —¿Estás mejor hija?.— Comentó su madre, sentándose frente a ella. Jane le dedicó una sonrisa algo apagada. —Tranquila mamá, estoy bien. No es necesario que preguntes a cada rato— Dijo Jane. Su madre la observó, ella ya sabía el motivo de su comportamiento, pero antes de que pudiera decir algo más, el sonido de la radio interrumpió el silencio de la cocina. Era la estación local transmitiendo las noticias matutinas. "La policía de Petersburg h