El frío amaneció más intenso de lo habitual en Angoo. La nieve acumulada en los tejados y las calles reflejaba la pálida luz de la mañana, mientras un silencio tranquilo envolvía el pueblo. Sin embargo, dentro de la casa de los padres de Jane, el ambiente era diferente. Jane se despertó sintiéndose agotada. Un dolor punzante en la cabeza, un dolor incómodo en la garganta y una sensación de debilidad la obligaron a quedarse en cama más tiempo del habitual. Cuando intentó levantarse, un pequeño mareo la hizo recostarse de nuevo, cerrando los ojos con algo de frustración. Su madre, quien había notado su ausencia en la mesa del desayuno, subió a verla. Abrió la puerta con sutileza y la encontró acurrucada entre las mantas, con el rostro pálido y los labios algo resecos. —Hija... Jane... Cariño ¿te sientes bien?.— Preguntó con preocupación, acercándose para tocar su frente. Jane abrió los ojos lentamente y negó con la cabeza. —Creo que... sólo necesito descansar un poco más mamá.— Res
Al día siguiente, la mañana trajo consigo una preocupación mayor para Luke y los padres de Jane. Su fiebre no había cedido, y ahora respiraba con dificultad, con la piel aún más pálida que la noche anterior. Su madre intentó despertarla con suavidad, pero Jane apenas reaccionó, murmurando incoherencias en su estado febril. —No podemos esperar más. Hay que llevarla a un hospital, al que está cerca del centro del pueblo, la veo muy mal.— Dijo su padre llevándose las manos a la cabeza, sueña de su preocupación evidente. Luke asintió de inmediato. Había pasado la noche en vela, refrescando su frente con paños húmedos y sujetando su mano entre las suyas. La idea de que su estado empeorara le era doloroso. En cuestión de minutos, prepararon todo lo necesario. Luke tomó su chaqueta marrón y la envolvió con cuidado en una manta gruesa antes de cargarla en brazos hasta el nuevo auto que había comprado el papá de Jane, era algo usado, pero nuevo para el veterano. Sentirla tan débil lo hiz
Luke sostenía la mano de Jane con firmeza mientras la camilla en la que yacía. Su piel estaba más de lo normal, y su respiración, aunque ya estable, era débil. A pesar de su propio miedo, Luke se mantenía fuerte para ella. Los médicos habían determinado que su estado requería atención más especializada de la que podían ofrecerle en la comunidad. La fiebre persistente, la debilidad extrema y la falta de mejoría hicieron evidente que debían trasladarla a un hospital mejor equipado. Después de una serie de llamadas, se organizó su traslado al estado de Washington, donde recibiría un tratamiento adecuado. Los padres de Jane estaban angustiados. Su madre, con lágrimas en los ojos, se aferraba al brazo de su esposo, quien trataba de mantenerse sereno, Luke insistió en ir con ellos. No pensaba dejarla sola a Jane ni por un segundo. —Tranquilo iremos todos quieren.— Dijo la madre de Jane.Se había dispuesto una avioneta para El traslado, el motor del avión rugió, y en pocos minutos, despeg
Una fresca mañana de invierno dónde los copos de nieve caían con desespero, se despertaba el joven Luke Van de Veer, cuyos padres eran originarios de Holanda Septrentional, pero poco después del nacimiento de Luke, sus padres optaron por viajar a Alaska. —¡Qué fresca esta la brisa!— Decía con una sonrisa seguido de un bostezo. Luke trabaja en su pequeña avioneta en las tardes como piloto, por lo general transportaba comida y otros recursos higiénicos del centro del pueblo a islas remotas del alrededor. El pueblo donde vivía Luke se llamaba Gustavuz, estaba cerca de un parque nacional, el pueblo por lo general no contaba ni con 700 personas, por lo cuál el trabajo de Luke era muy demandado e importante en la zona. El pueblo estaba ubicada en una parte costera, donde al norte contaba con grandes montañas que creaban un ambiente de película, los atardeceres en dicha zona eran tan bellos que en muchas ocasiones los pueblerinos se reunían en grupos pequeños, tomaban cerveza y luego cont
La mañana aún se mostraba fría y algo llorona por las pequeñas gotas de agua q caían del cielo, pero a la vez las nubes no parecían dispuestas a interrumpir el viaje. Luke se encontraba en su pequeña avioneta, ya con todo preparado para el vuelo hacia Angoo. Había hecho un último chequeo de combustible y del estado en general de la avioneta, buscando asegurar que todo estuviera en orden. El motor rugió suavemente mientras la avioneta comenzaba a deslizarse sobre la pista.Jane, quien se había acomodado a su lado, parecía ser tan enigmática como el paisaje que los rodeaba. Aunque había intercambiado algunas palabras con ella, el silencio seguía siendo el tono dominante. A lo lejos, el pueblo de Port Alexander se hacía más pequeño conforme ganaban altura, y las casas dispersas daban paso a los vastos bosques y las aguas congeladas del mar.—¿Primera vez volando en una avioneta?— Preguntó Luke, intentando romper el hielo mientras ajustaba los controles.Jane lo miró y sonrió, pero su exp
La avioneta tocó tierra con un suave tambaleo, y Luke soltó un suspiro de alivio al ver que todo había salido según lo planeado. La nieve cubría la pista de aterrizaje, y los árboles cercanos se balanceaban por el viento gélido que azotaba la costa de Angoo. El viaje había sido hasta cierto punto algo incómodo por las ráfagas de aire que habían.La aeronave se detuvo, solo el sonido del motor apagándose rompió la calma, y las puertas de la cabina se abrieron lentamente. Luke observó el pequeño pueblo de Angoo, sus casas dispersas en el horizonte, cubiertas por la nieve, y el mar agitado en la distancia. Era un lugar tranquilo, alejado del bullicio, donde la vida parecía transcurrir a un ritmo diferente. Un lugar ideal para aquellos que buscaban paz.—Bueno, hemos llegado.— Dijo Luke mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y se giraba hacia los pasajeros—Espero que hayan tenido un buen vuelo.—El hombre mayor, quien había permanecido dormido durante la mayor parte del trayecto,
El viento ululaba entre los árboles de Gustavuz cuando Luke aterrizó su avioneta en la pista solitaria del pueblo. Había pasado una semana desde su viaje a Angoo, y aunque su rutina había continuado como siempre, algo en él se sentía diferente. No podía apartar de su mente la imagen de Jane despidiéndose con aquella expresión agridulce. Era una sensación extraña, como si algo en su interior le pidiera que volviera a verla.Esa tarde, después de dejar los suministros en el almacén del pueblo, Luke decidió visitar el muelle. Era uno de sus lugares favoritos para relajarse después de un largo día de vuelos. Mientras observaba las olas rompiendo suavemente contra la orilla, sintió una presencia a su lado. Se giró lentamente y, para su sorpresa, allí estaba Jane.—No esperaba verte tan pronto, ¿Qué haces aqui? ¿Cómo supiste que estaría aquí? —dijo Luke, sorprendido.Jane sonrió, aunque en su expresión había un dejo de preocupación.—No fue planeado, estaba en Angoo, pero mi padre quiso via
El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando Luke llegó al aeródromo de Gustavuz. La brisa fría de la mañana anunciaba un día despejado, perfecto para volar. Mientras revisaba el estado de su avioneta, escuchó unos pasos acercarse. Era Jane, envuelta en un abrigo ligero, con su característica mirada curiosa y expectante. —Parece que madrugas tanto como yo —comentó Luke con una sonrisa. —No quería perderme esto —respondió Jane, deteniéndose junto a él—. —Dijiste que hoy me enseñarías a volar, ¿cierto?— Decía. Luke asintió y se apoyó en el fuselaje de la avioneta. —Así es. Pero primero, algunas reglas básicas. Volar no es solo mover los controles, hay que sentir la aeronave, entenderla. Jane cruzó los brazos, fingiendo impaciencia. —Confío en que eres un buen maestro. Así que, adelante.— Decía mientras soltaba una carcajada Luke sonrió y la guió hasta la cabina. Se aseguró de que Jane se colocara bien el cinturón de seguridad antes de empezar a explicarle los instrumentos. M