El día transcurrió con la misma calma habitual en Angoo. El viento arrastraba pequeñas ráfagas de nieve, y el sol, a pesar de su resplandor, apenas lograba mitigar el frío. Luke terminaba de inspeccionar su avioneta después de salir desde Gustavuz para transportar unas personas hasta Angoo, cuando en la ferretería del pueblo encontró al padre de Jane, conversaron un rato y luego el hombre le dio una invitación que le había extendido la última vez que se vieron. Una cena en su casa; parecía alguien que sabía leer entre líneas y que no hacía invitaciones a la ligera.
Luke llegó a la casa de Jane justo cuando el sol comenzaba a ocultarse. La casa, aunque aún mostraba señales de reciente mudanza, tenía un aire acogedor. Grandes ventanales dejaban entrar la luz cálida del interior, y una pequeña chimenea humeaba en la parte trasera. Antes de llamar a la puerta, respiró hondo. No solía aceptar este tipo de invitaciones, pero algo le decía que sería una velada diferente. —¡Luke! —exclamó el padre de Jane al abrir la puerta, con su imponente voz y su sonrisa sincera—. Bienvenido, muchacho. Adelante, el frío no es buen compañero para una charla. Luke entró y fue recibido por el aroma de la comida recién hecha. La madre de Jane apareció desde la cocina con una gran sonrisa. —¡Ah, el famoso maestro piloto! Jane nos ha hablado mucho de las clases de aviación que le estás dando, me alegra mucho ver a Jane feliz y con ánimos de aprender algo—dijo con entusiasmo mientras lo abrazaba brevemente—. Pasa, pasa, la mesa ya está lista. Jane apareció en ese momento, luciendo más relajada que de costumbre. Su cabello estaba recogido en un moño casual y llevaba un suéter grueso que la hacía ver aún más delicada. Sonrió al verlo. —No creí que aceptarías tan rápido —comentó mientras lo conducía a la mesa. —No podía rechazar una invitación tan especial —respondió Luke, sintiéndose sorprendentemente cómodo. La cena transcurrió en un ambiente animado. La madre de Jane sirvió un guiso caliente acompañado de pan recién horneado de chocolate con almendras, y el padre de Jane compartía anécdotas de su juventud, algunas de ellas claramente adornadas para hacerlas más entretenidas. Luke disfrutaba escucharlo, sintiendo una calidez que hacía tiempo no experimentaba. —Entonces, Luke.— Dijo el padre de Jane entre bocados —¿Qué planes tienes ahora que el invierno se acerca más fuerte? ¿Seguirás volando o te tomarás un descanso?— Decía el hombre mayor. Luke se encogió de hombros. —Siempre hay trabajo por hacer, pero tal vez me quede un poco más por aquí. Angoo tiene su encanto, tal vez no considere volver a Gustavuz después de esta cena.— Decía mientras sonreía. Notó la mirada de Jane sobre él y sintió que su respuesta tenía un peso más profundo de lo que esperaba. —Eso es bueno —intervino la madre de Jane. —Un buen piloto siempre es bien recibido. Además, alguien tiene que asegurarse de que Jane siga aprendiendo a volar, ¿no es cierto?. Decía mientras miraba a Jane. Posterior a eso Jane se sonrojó ligeramente y sonrió. —Aún me falta mucho por aprender, pero Luke es un buen maestro.— Admitió. El padre de Jane asintió con satisfacción. —Entonces es un trato, Luke. Mientras estés por aquí, consideramos que eres parte de la familia.— Decía mientras tomaba su hombro. Luke no pudo evitar sonreír. No estaba acostumbrado a sentirse parte de algo fuera del cielo y su avioneta, pero aquella familia le ofrecía algo diferente, algo que no sabía que necesitaba. Cuando la cena terminó, Jane lo acompañó hasta la puerta. La nieve había comenzado a caer suavemente, cubriendo todo con una capa blanca y silenciosa. —Gracias por venir —dijo ella con sinceridad —Mis padres realmente te aprecian.— Luke la miró, sintiendo que algo cambiaba entre ellos, algo sutil pero definitivo. —Yo también los aprecio. Y a ti, Jane.— Mencionaba mientras tomaba su mejilla con su mano derecha. Ella sonrió, y por un instante, todo lo demás pareció desvanecerse en la fría noche de Angoo.El invierno en Angoo se hacía sentir con más intensidad cada día. Luke había pasado la mañana realizando una inspección a su avioneta, asegurándose de que estuviera en óptimas condiciones para cualquier eventualidad. Sin embargo, esa tarde no sería para volar, sino para algo más importante: compartir un momento con Jane. Se encontraron en la pequeña cafetería del pueblo, un sitio acogedor donde el aroma a café recién hecho impregnaba el ambiente. Se sentaron junto a la ventana, desde donde se podía ver el mar congelado en la distancia. Jane parecía animada, pero notó que Luke tenía una expresión diferente, como si su mente estuviera atrapada en otro lugar. —¿En qué piensas?— Preguntó Jane, dándole un sorbo a su café caliente. Luke permaneció en silencio unos segundos antes de responder. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa, como si estuviera organizando sus pensamientos. —Mi padre falleció hace nueve meses y hoy es su cumpleaños.— Dijo finalmente, con un tono pausado.
El sol se alzaba en el horizonte de Angoo, reflejándose sobre la nieve y llenando el cielo con unos tonos naranjas y dorados. Luke se despertó más temprano de lo habitual, sintiendo una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Hoy no era un día cualquiera. Hoy, tenía algo especial preparado para Jane. Durante la última semana, había trabajado en cada detalle para asegurarse de que todo fuera perfecto. Jane creía que pasarían la tarde en una práctica más de aviación, pero en realidad, Luke había planeado algo completamente diferente. Quería sorprenderla y, sobre todo, confesarle lo que sentía por ella. Cuando Jane llegó al hangar, sonrió de inmediato al ver a Luke esperándola junto a la avioneta. Vestía un abrigo grueso blanco y llevaba el cabello con una trenza suelta. Se notaba emocionada por la práctica, aunque, como siempre, intentaba disimularlo. —¡Buenos días, capitán!— Decía seguido de un guiño juguetón. —¡Buenos días, cadete!— Respondía él con una sonrisa —Hoy haremos algo dif
Pasaba por la ventana de la helada habitación de Jane, una pequeña mariposa algo curiosa, con un tono verde en sus alas, similar al de una pera a punto de madurar, con algunas manchas amarillas dispersas en ellas. La mariposa dio un pequeño recorrido por la habitación hasta posarse en la nariz de Jane. Ella despertó lentamente por el cosquilleo de las diminutas patas de aquel insecto. —¡Oh!... ¡No puede ser! Me he quedado dormida. ¿Por qué el tonto despertador no me levantó? Tendré que comprar uno nuevo.— Ella se levantó de la cama, dio un giro de ciento ochenta grados, bostezó y, al seguir con su movimiento, tocó el helado piso con sus pies descalzos. —Bueno, supongo que tengo que apurarme.— Dijo con una voz algo perezosa. Luke la había invitado a Gustavus, ya que los trabajos que tenía en Angoo ya habían finalizado, y él quería regresar a su casa, pero no sin antes invitarla nuevamente a su pueblo; que ella anteriormente ya había visitado hace unas semanas atrás. Pasada algunas
El viento se sentía con fuerza, mientras la avioneta de Luke descendía en la pista de Angoo. La tormenta los había alcanzado antes de lo previsto, y las pequeñas turbulencias hicieron que el aterrizaje fuera un poco más complicado de lo esperado. Luke mantuvo el control con firmeza, para contrarrestar las ráfagas de viento que amenazaban con desestabilizar la aeronave. Jane, sentada a su lado, mantenía la vista fija en el horizonte, conteniendo la respiración. Finalmente, con un fuerte sacudón, las ruedas tocaron tierra y la avioneta se deslizó por la pista que ya se estaba cubriendo de nieve, hasta detenerse por completo. Luke soltó un suspiro de alivio mientras apagaba los motores. Se giró hacia Jane, quien aún tenía las manos aferradas a él. —Llegamos.—Dijo con una sonrisa algo cansada. Jane asintió, tratando de calmar su respiración acelerada. —Eso fue… intenso.— Luke rió suavemente. —Lo bueno es que no nos agarró en medio vuelo, fue buena idea regresar.—Decía Luke Ambos ba
Dentro, Luke, Jane y sus papás hacían lo posible por mantener la calidez en el hogar, tanto en temperatura como en ánimo. La chimenea ardía con fuerza y las pequeñas lámparas daban todo de sí, pero el clima afuera se tornaba más despiadado con cada hora que pasaba. La madre preparaba un caldo caliente, y Jane ayudaba en la cocina, aunque su mente estaba algo distante. Su pecho se sentía un poco pesado. Cada vez que Luke hablaba o reía con su padre sobre historias de aviación, ella no podía evitar preguntarse qué pasaría si él supiera toda la verdad. Sentados en la sala, Luke intentaba relajar el ambiente contando historias de su entrenamiento, algunas anécdotas divertidas de sus primeros vuelos y pequeños desastres de novato que hicieron reír a los padres de Jane. Ella, sin embargo, reía con menos naturalidad de lo normal. —Jane— Exclamó su madre en un momento, mirándola con cierta preocupación. —¿Te encuentras bien? Estás callada.— Jane parpadeó y forzó una sonrisa. —Sí, mamá,
[Alaska News 15 de Marzo de 2017 Hombre de 45 años fallece en las cercanías de un parque de Petersburg; investigan las causas. Las autoridades locales investigan la muerte de un hombre de 45 años, proveniente de Gustavuz. Cuyo cuerpo fue hallado en uno de los parques de la comunidad de Petersburg, alrededor de las 8:13 p.m. del domingo. La víctima, un hombre de aproximadamente 1,85 metros de altura, con cabello oscuro y barba espesa, presentaba un golpe contundente en la cabeza y algunas abrasiones menores. Según el informe preliminar, el traumatismo craneal habría sido la causa del fallecimiento, aunque se continúan realizando peritajes para esclarecer las circunstancias exactas del suceso. De acuerdo con testigos, la víctima fue vista minutos antes en un bar cercano, aunque por el momento no se ha confirmado si su muerte está relacionada con algún altercado. Si bien una de las hipótesis sugiere una posible discusión previa, los investigadores subrayan que el cuerpo solo muestra
[Actualidad] La tormenta había ya pasado por Angoo. La nieve cubría cada rincón del pueblo con una capa espesa y blanca, reflejando la luz pálida del sol matutino. Jane estaba en la cocina de la casa de sus padres, sosteniendo una taza de café caliente entre las manos. Observaba por la ventana el paisaje inmóvil, tratando de ordenar sus emociones y pensamientos. Había dormido poco. La noche anterior, el ambiente acogedor con Luke y su familia la había reconfortado, pero en su interior, una sensación persistente la mantenía inquieta. —¿Estás mejor hija?.— Comentó su madre, sentándose frente a ella. Jane le dedicó una sonrisa algo apagada. —Tranquila mamá, estoy bien. No es necesario que preguntes a cada rato— Dijo Jane. Su madre la observó, ella ya sabía el motivo de su comportamiento, pero antes de que pudiera decir algo más, el sonido de la radio interrumpió el silencio de la cocina. Era la estación local transmitiendo las noticias matutinas. "La policía de Petersburg h
Luke sin saber exactamente qué hacer, se puso en pie y tomó su abrigo. Necesitaba salir del hangar y buscar un poco de claridad. Había una sola persona en la que sentía que podía confiar en ese momento, Jane. El frío era cortante cuando llegó a la casa de los padres de ella. Golpeó la puerta con suavidad, y fue la madre de Jane quien le abrió. Con una sonrisa compasiva, lo hizo pasar sin hacer preguntas. Jane estaba en la sala, sentada cerca de la chimenea, con la mirada fija en el fuego. Cuando Luke entró, ella lo miró y supo de inmediato que algo estaba mal. Se puso de pie y se acercó a él con cautela. —Luke... ¿Qué sucede?— Decía Jane. Él se pasó una mano por el cabello, seguido la mira y dice: —Jane, han reabierto la investigación sobre mi padre. Mencionan que no fue una simple pelea... que alguien más estuvo involucrado, yo se que nunca te conté como murió exactamente, pero era porque ni yo estaba convencido, al cien por ciento de la causa. Todo era una especulación, pe