Capítulo 28
Nina terminó de comer y empujó el plato hacia el centro de la mesa.

—¿Satisfecho, señor Vargas? —preguntó.

Sergio la miró de reojo y, observando el tazón que ella había acercado, comentó con seriedad:

—Queda un sorbito de sopa y no puedes dejar el sándwich. Estás tan delgada como un mono. ¿Acaso los Vargas no tienen dinero suficiente para alimentarte? ¿O es que planeas quejarte durante la fiesta de cumpleaños de la abuela?

La abuela de Sergio, Dolores, no aprobaba cómo Mariana y Sergio trataban a Nina. Siempre que se veían, intercedía por ella. Cuando pasaba mucho tiempo sin verla, incluso la llamaba para cariñosa invitarla a comer.

Nina le lanzó una mirada despectiva ante sus palabras mordaces, pero levantó el tazón y bebió obediente el último sorbo de sopa. Luego, se metió en la boca el trozo de pan que le quedaba.

Justo cuando se disponía a levantarse, sonó su teléfono. Al ver que era la abuela, Nina contuvo su irritación, respiró hondo y respondió con una linda sonrisa:

—¡Abuela!

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