Capítulo 5
Desde que Sergio empezó a despreciarla, siempre le transfería dinero después de cada encuentro. Era bastante generoso; para los gastos de su familia, siempre con esto era más que suficiente.

La familia de Nina no estaba en buena situación económica. Su padre había quedado en estado vegetativo tras un trágico accidente de coche hace tres años, y su hermano tenía parálisis cerebral. Ambos necesitaban los cuidados constantes de su madre.

Naturalmente, la carga de mantener a la familia recayó sobre Nina, que en ese entonces era solo una estudiante de maestría en medicina.

Nina recordaba claramente la noche en que el hospital volvió a presionarla por el pago después del accidente de su padre.

Los altos costos médicos la asfixiaban por completo, pero no podía abandonar a su padre.

¡Él le había dado un amor paternal profundo y sincero!

En ese momento, cuando estaba acurrucada llorando desesperada en la entrada del hospital, apareció Sergio.

Aún no podía olvidar la escena de cuando lo vio.

El hombre alto se paró orgulloso frente a ella y le tendió la mano, como si el cielo lo hubiera enviado especialmente para salvarla.

—Nina, no llores.

Una frase tan simple como esa, pero que parecía tener un poder mágico para consolarla.

Con los ojos nublados, Nina levantó con delicadeza la mano, dejando que Sergio la llevara al coche.

Eran compañeros de secundaria y de universidad. A pesar de conocerse durante años, no habían tenido mucho contacto, pero resultó que se encontraron justo en ese momento.

Sergio estaba dispuesto a ayudarla con los problemas de su familia, con la condición de que se casara con él, para así disipar la idea de su familia de un matrimonio por negocios.

Después de casarse, sus personalidades encajaron a la perfección y hasta desarrollaron sentimientos el uno por el otro, incluso tuvieron un período de dulzura.

Sergio la mimaba, asignó los mejores médicos para su padre, envió a su hermano a un hospital especializado de rehabilitación, lo que hizo que Nina creyera que la amaba profundamente.

Luego, de repente, todo se volvió como estaba ahora.

Una humillación evidente, que también le recordaba una y otra vez a Nina que no era más que un indefenso pájaro enjaulado de Sergio.

Recordando el pasado, Nina suspiró con resignación.

Se paró junto a la ventana, mirando la fría mañana afuera, con el corazón lleno de amargura. Pensaba que ya no le afectaba, pero descubrió con tristeza que aún podía lastimarla.

Ahora que Sergio no cedía, ¿qué pasaría con Laura?

El departamento médico había sido muy claro con ella: Laura podría volver a su puesto solo si se disculpaba y los familiares del paciente la perdonaban.

Hacer que Laura se disculpara con Sergio era imposible.

Ella ya había perdido suficiente dignidad, no podía quebrar el orgullo de Laura.

Después de pensar por un largo rato, Nina reprimió sus emociones y envió un mensaje a su suegra, con solo unas pocas palabras: "Acepto".

...

Laura llegó temprano al hospital y, al no encontrar a Nina, se preocupó y apresurada sacó su teléfono para llamarla.

—Nina, ¿te has vuelto loca? En tu estado deberías estar hospitalizada al menos tres días, y no han pasado ni dos y ya andas por ahí como si nada.

Al teléfono, Nina la tranquilizó con voz normal:

—Laura, no te preocupes ya estoy llegando al hospital.

Minutos después, Nina regresó al hospital. Laura se apresuró a ayudarla.

—¿Acaso volviste a casa a buscar a Sergio por mi culpa? Nina, ese desgraciado solo está esperando que vuelvas a rogarle y te mudes de nuevo. Incluso si me despiden, no tienes que suplicarle. Te costó tanto salir de ahí, no regreses por mi culpa.

—No digas tonterías. Estudiamos durante años y por fin conseguimos quedarnos en el hospital. Por lo tanto, no puedo permitir que pierdas todo por mi culpa.

Apenas Nina se acostó en la cama del hospital, recibió al instante una llamada de Mariana, citándola para esa tarde en la casa.

El motivo de esta era más que evidente.

Pero con Laura allí, definitivamente no podría salir hoy, así que Nina acordó ir al día siguiente por la tarde, después de que le dieran el alta.

—¿Para qué te llama tu suegra de repente? —preguntó con cierta curiosidad Laura.

—Acepté divorciarme de Sergio. Tal vez quiere que vaya a firmar los papeles del divorcio —respondió Nina con una leve sonrisa.

—Nina...

Laura sabía que ella estaba sufriendo, pero no sabía muy bien, cómo consolarla.

Nina le dio una palmadita en el brazo.

—No necesitas consolarme. No soy tonta, no vale la pena apostar toda una vida por un simple hombre.

Otros no lo sabían, pero Laura entendía lo difícil que había sido para ella tomar esta decisión.

...

Al día siguiente, a las tres de la tarde, Nina condujo sola de vuelta a la mansión de los Vargas.

La imponente mansión era majestuosa, pero Nina se sentía bastante extraña allí. Solo había estado tres veces en total.

La primera vez fue cuando Sergio la llevó después de que se casaran.

Cuando se enteraron de que se habían casado, el abuelo Vargas se enfureció tanto que golpeó ferozmente a Sergio en la pierna con su bastón. Esa primera visita terminó mal.

La segunda vez, que fue la última, Mariana la había llamado para pedirle que dejara a Sergio.

¡Y esta era la tercera vez!

Tres visitas en tres años de matrimonio, lo que demostraba lo poco bienvenida que era como nuera.

Nina esperó un momento en la sala de estar. Mariana, vestida de manera elegante, bajó las escaleras con unos papeles delgados en la mano.

Miró a Nina con desprecio. Incluso su voz estaba llena de disgusto cuando le habló.

—Al menos sabes cuál es tu lugar. Mira, todo lo que te prometí está escrito aquí. Además de mantener a tu familia durante tres años, recibirás una jugosa compensación. Esto no es un mal trato.

Nina se mordió el labio.

—No es necesario, confío en usted.

Dicho esto, tomó el bolígrafo y los papeles de manos de Mariana, con rapidez fue a la última página y firmó.

Al ver que Nina firmaba tan apresurada, Mariana finalmente mostró una leve sonrisa.

—En realidad no eres mala, pero no puedes ser la esposa de Sergio.

Nina respiró hondo y sonrió con desprecio.

—Gracias. Cuando Sergio firme, estaré lista para tramitar el divorcio en cualquier momento. Pero hay algo más, ¿podría ayudarme?

—¿Qué es? ¿Quieres pedir más?

Mariana levantó la mirada con indiferencia, su expresión de disgusto se intensificó aún más.

—Ayer Sergio denunció a mi amiga y el hospital la suspendió. Usted sabe lo difícil que es para nosotros los médicos, cuánto más tenemos que esforzarnos para quedarnos en el hospital. Sergio... por eso, solo puedo pedirle ayuda a usted.

La sinceridad en el tono de Nina hizo que Mariana al instante sintiera un poco de culpa.

Si había algo que no entendía de su hijo en los últimos dos años, era cómo podía haber pasado de tratar a alguien como su tesoro más preciado a desaparecer por completo durante meses.

—Hablaré con el director del hospital. Pero por ahora no puedes decirle a la abuela sobre tu divorcio con Sergio, o no obtendrás nada.

Nina aceptó y le entregó los papeles del divorcio.

—No se preocupe por eso, tengo palabra. Por favor, haga que Sergio firme lo antes posible.

Apenas Nina llegó a casa desde la mansión de los Vargas, recibió una llamada de Laura.

—Cariño, el departamento médico acaba de llamarme. Puedo volver sin ningún problema al trabajo el lunes que viene. Esta semana me la dan libre.

Nina no esperaba que Mariana actuara tan rápido. ¡El problema se resolvió apenas llegó a casa!

Al menos podía estar tranquila sabiendo que Laura volvería pronto a su puesto.

—Qué buena noticia. Voy a descansar unos días, así que tal vez no iré el lunes. Recuerda comprarte el desayuno.

—No te preocupes por eso. Es tu cumpleaños este fin de semana, te haré una celebración. Mientras tanto, descansa bien. Tu salud es lo más importante en este momento.

Laura, por supuesto, sabía que, si había salido todo bien y tan rápido, seguramente los Vargas habían hablado con el hospital. Los Vargas habían invertido demasiado dinero en el hospital, incluso el director tenía que ser amable con Sergio.

Si no fuera por la intervención de los Vargas, ¿quién se atrevería a ofender a Sergio?

Aunque lo sabía, también conocía el firme carácter de Nina. No estaría tranquila hasta que Laura volviera al trabajo.

Parecía que la visita de Nina a los Vargas hoy había dejado satisfecha a la señora Vargas.

Ella entendía el dolor de Nina, así que este no era el momento de hacer preguntas.

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