Capítulo 26
Después de decir esto, sin darle a Nina la oportunidad de negarse, la sacó directo de la bañera y comenzó a quitarle la ropa.

Nina lo golpeaba resistiéndose, pero el muy canalla seguía tirando de su ropa.

En un ligero arrebato de ira, Nina le clavó las uñas en la cintura, hundiéndolas profundamente en su carne.

Sergio soltó un quejido de dolor.

—¡Ay! ¡Qué agresiva eres! Como si no hubiera visto ya cada centímetro de tu cuerpo —dijo con voz tenebrosa, sin dejar de quitarle la ropa mojada con brusquedad para luego envolverla en una bata.

Al ver que Nina recuperaba poco a poco algo de color en el rostro, Sergio suavizó un poco el tono:

—Nina, no olvides cuál es tu lugar.

—¿Y cuál es mi lugar, señor Vargas? —Nina le sostuvo la mirada fría sin dar un paso atrás.

—Eres la mujer que viene cuando Sergio la llama y se va cuando la despide. La compañera de cama que resuelve mis necesidades fisiológicas con dinero. Señor Vargas, ahora es usted quien no tiene clara su posición. Pronto seremos una
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