Amante falso

Como cada noche antes de saber de su engaño me acuesto en la cama, con la única diferencia de que esta vez me alejo lo más que puedo de Oliver, en un intento por evitar cualquier roce entre nosotros. El solo sentir su tacto me hace sentir enferma.

—¿Por qué te alejas tanto, Giselle? —se queja cuando la cama se hunde de su lado.

—N-no quiero lastimarte, ya me di cuenta de que te duelen las costillas.

—No importa. ¡Acércate! —me ordena y solo para que no siga sospechando de mí, quedo a escasos centímetros de él y como si no fuese suficiente, enreda su brazo en mi cintura hasta pegarme por completo a su cuerpo.

[…]

Los dos días siguientes, Oliver me obliga a permanecer a su lado en cada momento y cuando creo que me será imposible ir a mi lugar de encuentro con el tal Nathan, Paulette se aparece en casa, dándome la excusa perfecta para librarme de los Lefebvre quienes parecen vigilarme en todo momento.

—¿Ya terminaste de comer? —me cuestiona Oliver.

—Sí, iré a ayudarle a…

—Ve a la habitación y no salgas hasta que yo vaya a buscarte.

—Pero…

—Deja de discutir y haz lo que te ordeno. Paulette y yo debemos de revisar algunas cosas en el despacho, así que no nos interrumpas —me advierte, ante lo cual me limito a asentir lentamente.

Cuando dirijo mi mirada a la asistente de mi esposo, puedo darme cuenta de que me observa con una sonrisa burlona y tomando una pequeña bocanada de aire, me pongo de pie y salgo del comedor dejando a todos los Lefebvre, seguramente tramando algo en contra de Dubois.

Una vez que estoy lejos de ellos, subo corriendo a mi habitación y me encierro en ella, caminando de un lado al otro sin saber cómo podré escaparme de ellos. Al cabo de unos minutos, tomo un poco del dinero que Oliver me deja para cuando necesito salir y con mucho cuidado abro la puerta, observando de un lado al otro, por lo menos no mandaron a la nana de mi esposo para cuidarme.

Bajo las escaleras y cuando estoy por dirigirme al despacho, aparece frente a mí la mujer mayor.

—No puede ir ahí, mi niño Oliver y sus padres están en una reunión con la señorita Paulette.

—En ese caso saldré un momento al jardín —le informo.

—Haga lo que quiera, pero no se acerque aquí.

Sin darle una respuesta me doy la vuelta y casi salgo corriendo de casa, cuando por fin cruzo las rejas puedo respirar con normalidad y sin perder más tiempo me apresuro a llegar al lugar donde quede de verme con ese hombre, con la esperanza de que acepte mi trato, me ayude a divorciarme de Oliver y a vengarme tanto de él como de sus padres.

Después de algunos minutos llego a mi destino y permanezco de pie por alrededor de veinte minutos y cuando creo que el tal Nathan no vendrá, me doy la vuelta lista para regresar a mi casa y continuar aguantando a esas personas hasta el día del aniversario de la empresa, sin embargo, para mi sorpresa una camioneta bastante lujosa se detiene a mi lado y cuando reconozco a la persona que se asoma a la ventanilla, no puedo evitar sonreír aliviada.

—¡Suba! —me ordena con frialdad.

Nathan

—¿Hiciste lo que te encargué? —cuestiono a Kalet en cuanto entra a mi oficina.

—Sí, sobre revisar la composición de ese perfume, el hermano de la bruja ya está en eso…

—¡¡Kalet!!

—Y sobre lo otro, no hay mucha información de ella, pero logré reunir un poco. Mantiene un perfil bajo —me aclara ignorando mi advertencia cuando enarco una ceja.

»Sus padres murieron hace años en un incendio y dado que fue hija única no tiene más familia, por lo menos no aquí y que se le conozca. Estudió Química y nunca ha ejercido o al menos eso es lo que nos han hecho creer.

—¿Por qué dices eso?

—Porque después de que sus padres murieron en ese accidente, se casó con el imbécil de Lefebvre y fue cuando su empresa comenzó a tener más éxito.

—Eso se debe a que nos roba nuestros productos —siseo con ferocidad.

—Y en eso estoy de acuerdo, pero también muchos de los productos que han lanzado y que no son los nuestros han tenido buena aceptación en el mercado, es por ello por lo que creo que esa mujer es la mente maestra detrás de todos ellos. No creo que un idiota como Oliver sea capaz de producir algo semejante, no puede conectar el cerebro con la boca, mucho menos hacer algo de utilidad.

—¿Y qué averiguaste sobre su matrimonio? ¿Qué tan mala es su relación con Oliver, dejando de lado lo que sabemos sobre su amante?

—Al principio aparentaban ser un matrimonio amoroso, sin embargo, no duro mucho. Estuve buscando y en sus primeros meses de matrimonio ella asistía con él a cualquier evento, pero poco a poco comenzó a permanecer más tiempo en casa, es como si estuviese prisionera en ese lugar.

»Incluso sus padres y su amante lo acompañaban más que ella. Pareciera como si se avergonzará de esa mujer y no me vayas a decir que es lógico debido a su apariencia porque no creo que nadie lo haya obligado a casarse.

—No pensaba decir nada de eso —rebato molesto.

—Pues ese día le dejaste en claro que era una mujer fea.

—Y lo es.

—No pienso discutir contigo sobre ello. No tienes modales para tratar a una mujer.

—¿Y tú sí? Te recuerdo que a Scarlett de bruja no la bajas —refunfuño—. Omitiendo su apariencia, ¿hay algo más que deba saber sobre esa mujer?

—Nada. ¿Quieres que siga investigando?

—No, no tiene caso seguir cuando es obvio que no encontrarás algo más que sea relevante.

—En ese caso me retiro.

—Espera hay algo más —lo detengo cuando está por salir de mi oficina—. ¿Por qué cuando mencionó lo de no tener hijos conmigo me obligaste a callar?

—¿Es en serio que me estás preguntando esto? ¿En verdad eres tan imbécil?

—¡¡Kalet!! Soy tu jefe y más te vale que me respetes.

—Y te respeto, pero eso no quita que a veces seas un idiota. ¡¡Esa mujer es estéril!! —masculla, rodándome los ojos como si fuese lo más evidente del mundo.

—¿Cómo sabes eso?

—Fue algo muy sonado en todos los medios. Desde hace tiempo se preguntaban cuando sería el momento en que tendrían a su primer heredero, sin embargo, cuando pasaron los meses y ella no logró embarazarse, comenzaron a señalarla de que era incapaz de concebir.

»Fue en ese tiempo que Lefebvre dejó de aparecer con ella en público y bueno con lo que nos contó sobre el embarazo de su amante, es obvio que ella no puede tener hijos.

Guardo silencio ante esta revelación y recuerdo la expresión que esa mujer me mostró ese día. Lucía bastante abatida y dolida, como si su mundo estuviese a nada de derrumbarse y necesitase algo a lo cual aferrarse para poder sobrevivir. Y por primera vez siento un poco de simpatía por esa mujer, debió de ser realmente duro pasar por todo ello estando sola, de un momento a otro sacudo mi cabeza y evito sentir la mínima lástima por ella.

No debo de entrelazar lo laboral con lo personal y en lo que respecta a con esa mujer, lo nuestro solo será algo laboral en caso de que acepte su propuesta.

Dos días después

Dando vueltas en mi oficina observo la hora en mi reloj de mano y lanzo un gruñido al percatarme de que falta menos para mi supuesta reunión con la esposa de Lefebvre y si nada sale como planeo me veré en la obligación de acudir a ella.

—¿Qué sucedió? ¿El hermano de Scarlett encontró alguna forma de elaborar una fragancia con esos componentes? —cuestiono a Kalet en cuanto la puerta se cierra detrás de él.

—Por desgracia no —masculla, negando lentamente—, durante todos estos días hizo varios intentos, pero ninguno es lo suficientemente bueno. En realidad todos eran demasiado comunes.

—¡Maldita sea! No deseaba recurrir a esa mujer —gruño, apretando mi mano en un puño.

Regreso a mi escritorio y tomando mi teléfono me comunico con mi asistente para pedirle que venga a mi oficina.

—Quiero que redactes un contrato —le pido a Kalet, dándole todos los detalles sobre lo que debe de contener ese documento.

—¿Sucede algo, jefe? —inquiere Scarlett, después de esperar pacientemente a que termine de hablar con Kalet—. No sería mejor que un abogado cualificado lo redacte y no su cachorro.

—¡¡Scarlett!! —la riño, al tiempo que levanto mi mano y le advierto a mi chófer que no es buen momento para discutir—. Haz lo que te acabo de pedir Kalet.

—Esta me la pagas, bruja del demonio —sisea el rubio, pasando por su lado y fulminándola con la mirada.

—Quiero que compres un celular de los más económicos, algo nada llamativo y por favor intenta que el registro no esté relacionado con nosotros.

—De acuerdo, en un momento le pido a alguien que lo compre y…

—Necesito que tú te encargues de eso y lo más importante lo necesito en una hora máximo.

—¿Tan pronto? ¿Para quién es?

—Después te contaré todo, ahora necesito que me consigas eso.

Mi asistente me da un leve asentimiento de cabeza y sale con prisa, dejándome con la sensación de que es una locura aceptar casarme con esa mujer.

Después de más de una hora Kalet y yo nos dirigimos al lugar que la esposa de Lefebvre me indicó y cuando llegamos, veo a lo lejos una figura envuelta en una chaqueta delgada y abrazándose a sí misma en un intento por darse un poco de calor y soportar el fuerte viento.

—¿Estás seguro de lo que harás? —insiste el rubio, mirándome por el espejo retrovisor—. Una vez que firmen esos documentos no podrán echarse para atrás y lo más importante es que tú deberás de cumplir con tu palabra y ayudar a esa mujer.

—¿Por qué tienes tanto interés en ella? —me quejo con un siseo.

—Porque me recuerda a mi hermana, que hizo todo cuanto pudo para escapar del abusivo de su marido, incluso fingir su propia muerte sin importarle el dolor por el que su familia atravesaría.

—Sí, prometo que la ayudaré y que cumpliré con mi palabra, ¿contento? —lo cuestiono fastidiado, eso sí, evitando decirle que sacaré tanto provecho como pueda de esa mujer con nuestro matrimonio.

—En ese caso prepárate para convertirte en el amante falso de la esposa de Lefebvre.

Poco a poco nos acercamos a la mujer quien al parecer está por marcharse. En cuanto bajo la ventanilla y me reconoce su mirada se ilumina haciéndola ver más joven de lo que quizá es.

—¡Suba! —le ordeno con indiferencia.

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