OliverObservo como Giselle se da la vuelta y tomada de la mano del infeliz de Dubois, se aleja de mí sin importarle que le ordene regresar. Doy un paso al frente para seguirlos cuando una mano me detiene.—¿Qué estás haciendo Oliver? —me cuestiona mi madre bastante alterada.—Tomar de regreso a mi esposa y…—Esa maldita golfa no volverá a pisar mi casa —me advierte, mirando con rencor hacia la mujer que poco a poco desaparece de nuestra vista—. Será mejor que demos por terminado este evento. Por culpa de esa infeliz, el lanzamiento se arruinó —se lamenta, cubriendo su rostro y mirando hacia donde se encuentran los reporteros.—Paulette, da el anuncio de que el evento se terminó —le ordeno a mi asistente.—No puedo hacer eso. ¿Acaso no te das cuenta de cómo he q-quedado frente a todos gracias a esa mujerzuela? —solloza, limpiando la pequeña lágrima que escapa de su ojo.—Tranquila, querida, yo lo haré —se adelanta mi madre, apretando con cariño su brazo—. Lo mejor es que tú y mi nieto
Nathan Mientras manejo de regreso a casa, recuerdo como el idiota de Oliver apretaba con fuerza la cara de su esposa y sin poder creer en su reacción, niego con mi cabeza. Nunca esperé que perdiese los estribos de esa manera y mucho menos que haría tal espectáculo frente a los medios.Cuando llego, abro la puerta listo para los reclamos que estoy por recibir por parte de Iris y como si fuese un profeta, lo primero que me recibe es una mujer pelirroja que casi echa fuego por la boca.—¿Acaso te volviste loco, Nathan, o es qué perdiste la cabeza? ¿Cómo se te ocurrió meterte con una mujer casada y más con la de Lefebvre? —chilla, dando un zapatazo—. Por tu culpa nuestro apellido está en boca de todos, piensan que lo hiciste solo para vengarte de que ellos siempre están por delante de nosotros.Haciendo caso omiso a sus gritos histéricos, paso de largo para subir a mi habitación, pero cuando la mujer me toma del brazo, giro mi rostro, fulminándola con la mirada de tal forma que me suelta
Giselle Como un hábito que se ha forjado durante casi ocho años me levanto a las seis de la mañana y sin poder dormir nuevamente, tomo una ducha y busco entre la ropa que me prestó el chófer de Nathan, algo que pueda cubrir mis brazos donde aún es perceptible los hematomas que me dejó Oliver. Cuando salgo de mi habitación me percato de que soy la única que se ha despertado, por lo que decido preparar en agradecimiento un desayuno al señor Kalet.Me dirijo a la cocina y abriendo con mucho cuidado cada uno de los gabinetes, tomo todo lo necesario para comenzar a cocinar pan francés, huevos a la francesa, tortilla francesa, un poco de café y en caso de que no tome algo tan fuerte por las mañanas jugo de naranja.Al cabo de poco más de una hora, la puerta de la cocina se abre y por ella aparece el dueño del departamento, quien me mira como si no pudiese creer todo lo que se encuentra sobre la pequeña mesa.—¿Qué hizo, señora Giselle? —es lo primero que pregunta, mirando de un lado al otr
Las puertas del ascensor se abren y cuando una lujosa sala de espera aparece frente a mis ojos, me remuevo un poco incómoda en mi lugar al sentir que no encajo en este lugar.La rubia posa una mano en mi hombro para indicarme que la siga y cuando la veo charlar animadamente con otra mujer igual de risueña que la que nos recibió abajo, me quedo parada sin saber qué hacer hasta que me piden que tome asiento por un momento en lo que la doctora termina con su paciente.—Yo la esperaré aquí —me informa la rubia cuando la asistente de la doctora me indica que es mi turno.—¡Buenas tardes, señora…! —me saluda la doctora, ajustando sus lentes sobre el puente de su nariz.—S-soy Giselle Lemaire.—Bien, señora Lemaire, ¿en qué puedo ayudarle? Scarlett me habló y me insistió en que le hiciese un espacio en mi agenda, pero no me comentó a que se debía la premura de esta consulta.—Y-yo deseo que me revise por qué… estoy casada.—De acuerdo, ¿qué más?—En realidad, me voy a divorciar, pero hace po
Nathan Cuando llego a la oficina frunzo el ceño al escuchar todos los murmullos a mi paso, pero dado que yo propicié esto no me queda más remedio que morderme la lengua y fingir que no me molesta ser el centro de su cotilleo.—¡Buenos días, jefe! —me saluda Scarlett en cuanto aparezco en su campo de visión y aunque sigue siendo igual de cordial como siempre, puedo darme cuenta de que también me mira como si no diese crédito que me haya metido con una mujer casada y lo más importante de todo, la mujer de Lefebvre.—¡Hola, Scarlett! Vamos a mi oficina, necesito que me ayudes con algunas cosas.Sin más palabras la rubia me sigue y cuando cierra la puerta detrás de ella, me mira expectante.—Ya dilo. Odio que me mires igual que el resto —refunfuño, dejando mi maletín a un lado.—¿Cómo podría atreverme a decir algo sobre su vida privada?—No mientas, nos conocemos desde hace años y sé que te mueres de ganas por soltarlo todo.La miro con la ceja arqueada y cuando desvía su mirada abre la
Al día siguiente—Ese bastardo infeliz —siseo, dando un golpe en mi escritorio al ver todas las pruebas que Kalet consiguió—. ¿Crees que exista alguna forma de inculparlo y obligarlo a que confiese que Lefebvre es quien ha estado detrás de todo esto?—Lo dudo, solo tenemos registros de esas transferencias y casualmente todas coinciden con las fechas en que estabas por lanzar tus nuevos productos y Lefebvre los anunció como suyos. No cabe duda de que él es quien te ha estado traicionando.—Búscalo en el laboratorio y tráelo aquí.—De acuerdo, pero te recuerdo que al no tener pruebas solo puedes despedirlo.Antes de que Kalet pueda salir de mi oficina, Scarlett toca a mi oficina y cuando le permito entrar su sonrisa cambia por una mueca de desagrado.—Con razón olía como a veterinario —escupe sin dejar de fulminar al rubio que por su parte hace lo mismo.—¿Y tú ya terminaste tu reunión con tu aquelarre porque aún tienes ese tufillo a azufre?—Por una vez en sus vidas pueden dejar de dis
—¿Qué es lo que acaba de decir? —la cuestiono aun cuando la escuché a la perfección y las fotos en mis manos son prueba más que suficiente para confirmar sus palabras.—Como escuchó, Lefebvre intentó abusar de su esposa.—¿Cómo diantres fue que sucedió eso? —gruño, poniéndome de pie con la intención de ir a buscar a ese infeliz, dado que nunca en mi vida le haría algo semejante a una mujer—. ¿Cómo consiguió estas fotos?—Pensé que usted sabía de esto y que por ello me pidió tomar el caso —murmura contrariada—. La ginecóloga de la señora se puso en contacto con mi asistente, además de estas fotos, le envió un reporte médico con información detallada sobre las lesiones.—Yo no sabía nada, Giselle no me lo mencionó —me quejo sintiéndome como un maldito imbécil al darme cuenta de que ese día antes de que fuese a su cita la herí con mis dudas, con mis acusaciones sin fundamento, sin ser consciente del dolor por el que estaba pasando. Ahora es que entiendo el porqué de su actitud ese día.»
Giselle Sostengo con fuerza el pequeño bolso que Kalet me prestó de su hermana y mordiendo mis labios, espero pacientemente a que el ascensor llegué al subterráneo donde ya se encuentran la asistente y la nana de Nathan.—No deberías ponerte nerviosa —me recuerda el rubio, sonriendo de lado.—¿Y si no le agrado a la nana de Nathan? —lo cuestiono con temor—. Por lo que me ha dicho la aprecia mucho y temo que si ella le dice algo, Nathan me rechace y me suceda lo mismo que con Oliver —musito más para mí que para Kalet.—Nathan no te va a rechazar, ya lo has visto, desde hace unos días es más amable y viniendo de él eso ya es decir mucho. Además, ¿a qué te refieres con lo mismo que con Oliver?—No es nada, dije cosas sin pensar —respondo en un intento por restarle importancia cuando el rubio estrecha sus ojos.—Te aseguro que la señora Eugénie es una mujer muy amable y cariñosa, así que deja de preocuparte.—¿De verdad?—No te mentiría, te aseguro que la nana de Nathan te va a adorar. E