—Giselle, ya puedes regresar a tu habitación y no salgas de ahí hasta que yo te lo ordene —nos interrumpe la madre de Oliver y gracias a ello es que me contengo de seguir discutiendo con la mujer frente a mí.Subo hasta mi habitación y casi al instante la señora Chantal cierra la puerta con llave para evitar que salga de aquí. Cuando creo que se ha marchado comienzo a revisar tanto mis cajones como el clóset y puedo darme cuenta de que estuvieron rebuscando entre mis cosas.Me dejo caer en la cama y vuelvo a dormir hasta la hora de la cena, que es cuando Oliver viene a buscarme para que baje con él.Los siguientes días como si fuese una rutina permanezco encerrada en mi habitación, fingiendo dormir todo el día, mientras en mi cabeza planeo la mejor forma de que Nathan pueda ingresar al evento que se celebrará mañana por la noche y lo único que se me ocurre es que entre por la puerta de servicio, ahí nadie podrá descubrirlo, ya que todos los medios estarán en la entrada principal capta
Nathan Observo la hora en mi móvil y cuando me percato de que falta muy poco para el gran espectáculo de esta noche, esbozo una pequeña sonrisa. Estoy seguro de que cuando Oliver escuche que su esposa y yo somos amantes se volverá loco y no precisamente porque esté enamorado de ella, sino por la gran humillación que le haré pasar frente a todos los medios en su gran lanzamiento. Esto será un pequeño golpe de los muchos que le esperan en el futuro.Tomo mi abrigo y bajando lentamente las escaleras me encuentro con Iris, ante lo cual no puedo evitar rodarle los ojos. Es como si tuviese un sensor para aparecerse justo cuando estoy por salir.—¿A dónde vas? —me cuestiona cuando estoy a unos cuantos pasos de ella.—No es de tu incumbencia —siseo con frialdad.—No me respondas así, soy tu madre —me riñe fingiendo que le duele la forma en que me dirijo a ella.—Es la última vez que vuelves a decir semejante estupidez. Te recuerdo que tú no eres mi madre, solo eres la amante con la que el im
Siento como mis palabras resuenan en mis tímpanos, dejando un silencio sepulcral en todo el salón, el cual es sustituido casi al instante por un sinfín de murmullos y flashes que intentan no perderse nada de lo que sucederá.—¿Qué estupidez estás diciendo? —brama Oliver, olvidándose por primera vez de esa tranquilidad que lo caracteriza y mostrando por fin su verdadero rostro, el de un hombre cruel y peligroso.—Lo que escuchas, quiero el divorcio. Después de ocho años de matrimonio he dejado de amarte, me enamoré de otro hombre que me hizo volver a creer que en verdad soy importante para alguien, que me trata como si fuese su mundo para él y lo más importante, que merezco un amor solo para mí sin tener que compartirlo con alguien más —sentencio, mirando a su amante quien parece atónita por cómo se está desarrollando lo que tan cuidadosamente ella había planeado en un inicio.—¡¿Cómo que engañaste a mi hijo?! ¡Maldita mujerzuela!! —grita la madre de Oliver y sin poder evitarlo estampa
OliverObservo como Giselle se da la vuelta y tomada de la mano del infeliz de Dubois, se aleja de mí sin importarle que le ordene regresar. Doy un paso al frente para seguirlos cuando una mano me detiene.—¿Qué estás haciendo Oliver? —me cuestiona mi madre bastante alterada.—Tomar de regreso a mi esposa y…—Esa maldita golfa no volverá a pisar mi casa —me advierte, mirando con rencor hacia la mujer que poco a poco desaparece de nuestra vista—. Será mejor que demos por terminado este evento. Por culpa de esa infeliz, el lanzamiento se arruinó —se lamenta, cubriendo su rostro y mirando hacia donde se encuentran los reporteros.—Paulette, da el anuncio de que el evento se terminó —le ordeno a mi asistente.—No puedo hacer eso. ¿Acaso no te das cuenta de cómo he q-quedado frente a todos gracias a esa mujerzuela? —solloza, limpiando la pequeña lágrima que escapa de su ojo.—Tranquila, querida, yo lo haré —se adelanta mi madre, apretando con cariño su brazo—. Lo mejor es que tú y mi nieto
Nathan Mientras manejo de regreso a casa, recuerdo como el idiota de Oliver apretaba con fuerza la cara de su esposa y sin poder creer en su reacción, niego con mi cabeza. Nunca esperé que perdiese los estribos de esa manera y mucho menos que haría tal espectáculo frente a los medios.Cuando llego, abro la puerta listo para los reclamos que estoy por recibir por parte de Iris y como si fuese un profeta, lo primero que me recibe es una mujer pelirroja que casi echa fuego por la boca.—¿Acaso te volviste loco, Nathan, o es qué perdiste la cabeza? ¿Cómo se te ocurrió meterte con una mujer casada y más con la de Lefebvre? —chilla, dando un zapatazo—. Por tu culpa nuestro apellido está en boca de todos, piensan que lo hiciste solo para vengarte de que ellos siempre están por delante de nosotros.Haciendo caso omiso a sus gritos histéricos, paso de largo para subir a mi habitación, pero cuando la mujer me toma del brazo, giro mi rostro, fulminándola con la mirada de tal forma que me suelta
Giselle Como un hábito que se ha forjado durante casi ocho años me levanto a las seis de la mañana y sin poder dormir nuevamente, tomo una ducha y busco entre la ropa que me prestó el chófer de Nathan, algo que pueda cubrir mis brazos donde aún es perceptible los hematomas que me dejó Oliver. Cuando salgo de mi habitación me percato de que soy la única que se ha despertado, por lo que decido preparar en agradecimiento un desayuno al señor Kalet.Me dirijo a la cocina y abriendo con mucho cuidado cada uno de los gabinetes, tomo todo lo necesario para comenzar a cocinar pan francés, huevos a la francesa, tortilla francesa, un poco de café y en caso de que no tome algo tan fuerte por las mañanas jugo de naranja.Al cabo de poco más de una hora, la puerta de la cocina se abre y por ella aparece el dueño del departamento, quien me mira como si no pudiese creer todo lo que se encuentra sobre la pequeña mesa.—¿Qué hizo, señora Giselle? —es lo primero que pregunta, mirando de un lado al otr
Las puertas del ascensor se abren y cuando una lujosa sala de espera aparece frente a mis ojos, me remuevo un poco incómoda en mi lugar al sentir que no encajo en este lugar.La rubia posa una mano en mi hombro para indicarme que la siga y cuando la veo charlar animadamente con otra mujer igual de risueña que la que nos recibió abajo, me quedo parada sin saber qué hacer hasta que me piden que tome asiento por un momento en lo que la doctora termina con su paciente.—Yo la esperaré aquí —me informa la rubia cuando la asistente de la doctora me indica que es mi turno.—¡Buenas tardes, señora…! —me saluda la doctora, ajustando sus lentes sobre el puente de su nariz.—S-soy Giselle Lemaire.—Bien, señora Lemaire, ¿en qué puedo ayudarle? Scarlett me habló y me insistió en que le hiciese un espacio en mi agenda, pero no me comentó a que se debía la premura de esta consulta.—Y-yo deseo que me revise por qué… estoy casada.—De acuerdo, ¿qué más?—En realidad, me voy a divorciar, pero hace po
Nathan Cuando llego a la oficina frunzo el ceño al escuchar todos los murmullos a mi paso, pero dado que yo propicié esto no me queda más remedio que morderme la lengua y fingir que no me molesta ser el centro de su cotilleo.—¡Buenos días, jefe! —me saluda Scarlett en cuanto aparezco en su campo de visión y aunque sigue siendo igual de cordial como siempre, puedo darme cuenta de que también me mira como si no diese crédito que me haya metido con una mujer casada y lo más importante de todo, la mujer de Lefebvre.—¡Hola, Scarlett! Vamos a mi oficina, necesito que me ayudes con algunas cosas.Sin más palabras la rubia me sigue y cuando cierra la puerta detrás de ella, me mira expectante.—Ya dilo. Odio que me mires igual que el resto —refunfuño, dejando mi maletín a un lado.—¿Cómo podría atreverme a decir algo sobre su vida privada?—No mientas, nos conocemos desde hace años y sé que te mueres de ganas por soltarlo todo.La miro con la ceja arqueada y cuando desvía su mirada abre la