**IMPORTANTE: Les recuerdo que la historia solo se actualiza los domingos, SIN HORARIO FIJO. Agradezco a quienes sepan comprender.
Tiempo presente —¿C-cómo nos encontró? —cuestiono a Aiden—. Se supone que él no tendría forma de averiguar que estamos aquí —sollozo, sin dejar de mirar hacia atrás, mientras sostengo mi pequeño vientre.—Tranquila, él no podrá seguirnos —asevera, ayudándome a subir a su auto.Casi al instante el chófer arranca y al cabo de unos minutos llegamos a la casa donde ahora vivo con Ginevra. Con manos temblorosas abro la puerta, por lo que Aiden me lleva hasta la estancia donde me ayuda a sentarme.—Cuídala en lo que regreso campeón —le pide al pequeño Henry, quien me entrega su pelota y sonríe.—No te vayas, por favor. N-no quiero quedarme sola —balbuceo sin dejar de llorar.—Iré por un vaso con agua, no te dejaremos sola —asegura antes de salir de la estancia y dejarme al cuidado de su pequeño.Justo como prometió, al cabo de unos segundos regresa con un vaso de agua y con mucha dificultad le doy unos cuantos sorbos, sin que esto me ayude a tranquilizarme, ya que la idea de que Nathan ha
Giselle Días después —¿Sucede algo malo? —cuestiono a Matteo, quien parece un poco molesto—. Me pediste reunirte conmigo ni bien habías llegado de Francia. —Es sobre el juicio contra los Lefebvre —me explica, soltando un suspiro. —¿Han logrado comprar al juez? —inquiero con temor de que nuevamente a base de mentiras me sea imposible recuperar lo que me pertenece. —No, pero durante el desahogo de pruebas, Oliver Lefebvre ha decidido permanecer en silencio aun cuando se le ha insistido en innumerables ocasiones que aunque lo haga se tienen pruebas en su contra y que el juicio continuará —ante esas palabras frunzo el ceño sin entender sus verdaderas intenciones. —¿Por qué lo hace? ¿Cree que con eso podrá convencer al juez de su inocencia? —No sé cuál sea su estrategia, es posible que esté intentando cansarnos para ver si con eso retiras la denuncia en su contra y es extraño, ya que sus padres no han dejado de insistir en que ellos son inocentes y que todo esto es una venganza tu
—Es mejor que salgamos —me pide Matteo, posando una mano en mi hombro hasta hacerme volver a mis cinco sentidos—. Ya escuchaste al juez, la sesión se ha pospuesto.—S-sí —le doy la razón con un ligero temblor en todo mi cuerpo e incapaz de moverme debido al miedo.—Te ayudo —interviene Nathan acercando su brazo para que lo tome.—Vamos Matteo —le pido apartándome de mi exesposo y pasando por su lado, sin volver a dirigirle ni una sola mirada—. Por cierto, —giro mi rostro solo lo suficiente para hablar con Nathan—, no te quiero volver a ver aquí. Es una hipocresía de tu parte que vengas cuando nunca tuviste intención de ayudarme, además, tu presencia me molesta —siseo con frialdad.Cuando salimos del juzgado, me sostengo con fuerza del brazo de Matteo y empiezo a llorar sin dejar de acariciar mi vientre.—P-por un momento, creí que Oliver nos haría daño —sollozo sin poder contenerme.—Tranquila, ya pasó —Matteo, acaricia mi espalda y me lleva hasta el auto, donde permite que me tranqui
Cuando salgo de ese lugar, sostengo con una mano mi pequeño vientre donde mis bebés parecen resentir mi estado de ánimo, ya que un ligero malestar en la parte baja de mi vientre me obliga a soltar un jadeo y sin dejar de llorar le lanzo una última mirada al lugar donde Oliver pagará por todos sus crímenes, porque estoy segura de que por fin lograré la justicia que tanto había anhelado.—¿Estás bien? —me cuestiona una voz sacándome de mi ensimismamiento.—¿Qué haces aquí? —inquiero, alejándome de Nathan cuando enreda su brazo en mis hombros—. No me toques, te lo advertí la última vez, así que mantente alejado de mí. Detesto cualquier tipo de contacto contigo por mínimo que sea.—¿Por qué estás así? ¿Oliver te hizo algo? —insiste sin prestar atención a lo que acabo de decirle.—E-eso no es de tu incumbencia, lo que haya sucedido entre Oliver y yo es asunto nuestro, así que déjame tranquila —balbuceo con la voz entrecortada e intentando seguir mi camino, no obstante, debido a que me sient
Giselle Lemaire Observo el gesto de desagrado de la mujer, la cual me indica que puedo subir al piso de mi marido y bajando la mirada me dirijo al ascensor. Como casi no vengo a este lugar se me olvida que aquí tampoco soy bien recibida, el trato de estas personas no es diferente del que recibo en casa.Una vez que llego al último piso, me muerdo los labios lista para recibir esa mirada burlona que siempre me dedica Paulette, la asistente de mi marido, no obstante para mi sorpresa su escritorio se encuentra vacío y gracias a ello lanzo un suspiro de alivio, seguramente está en el baño y de momento me puedo librar de ella.Me acerco a la enorme e imponente oficina de Oliver y justo cuando estoy por tocar a la puerta, me percato de que está un poco abierta, debido a lo cual las voces del otro lado llegan con bastante facilidad.—¿Ya sabes los ingredientes del nuevo perfume de los Dubois? —cuestiona Oliver a alguien.—Sí, justo hace un rato Leroy me la entregó —musita con suficiencia la
—Ja, ja, ja. ¿Quién creería que usted y yo somos amantes? —cuestiona con incredulidad el hombre—. Ni en sueños podría fijarme en alguien como usted, es tan ordinaria que me duelen los ojos de solo mirarla, ¿además cómo podría confiar en la mujer que está detrás de cada caída mía?—¡¡Nathan!! —grita su chófer.—Nada de Nathan, tan solo mírala. Se ve tan desalineada y poca cosa que es increíble que sea esposa del bastardo de Lefebvre. Ahora entiendo por qué tiene tantos años engañándola.—Y-yo sé que mi apariencia no es la mejor, pero es lo único que se me ocurre para humillar a Oliver —murmuro, soportando sus insultos—. ¿Y a qué se refiere en que yo estoy detrás de sus desgracias?—Su laboratorio siempre es una competencia bastante fuerte para nosotros, así como robar nuestros productos, eso se les da de maravilla.—¿Mi laboratorio?—Sí, su laboratorio. Todos saben que el laboratorio ParfumLab le pertenece y que es la única dueña.—E-eso no es verdad, el laboratorio de mis padres se fu
Nathan DuboisObservo el prototipo de mi próximo lanzamiento y sintiendo una satisfacción profunda al saber que por primera vez los Lefebvre no podrán robarme mi idea, lanzo un suspiro de alivio y dejo el pequeño frasco de vidrio en su lugar.—¿Qué le pareció el envase? —me cuestiona el jefe de producción.—Me gusta, es justo como lo imaginaba, realmente es perfecto para el nuevo producto.—Sabía que le gustaría —responde animado.Después de intercambiar unas cuantas palabras y pedirle que comencemos con la producción a gran escala, me dirijo al área de empaque para revisar los últimos detalles del embalaje que usaremos.Reviso con los encargados que el material sea de acuerdo con lo que pedí y cuando termino con ellos regreso a mi oficina.—Jefe, aquí está el reporte de las ventas que me solicitó —me intercepta Scarlett en cuanto me ve salir del ascensor—. Podrá encontrar el detalle por producto y por región.—Gracias Scarlett, siempre tan eficiente y…—Su perro se encuentra esperand
GiselleDespués de más de treinta minutos llego a las rejas de la casa que ahora me causa tanto repudio y sin más opción las traspaso. Cuando una vez más estoy frente a la puerta, toco el timbre y al cabo de unos segundos el ama de llaves me abre, no sin antes dirigirme una mirada despectiva.—¿Dónde estaba? —me cuestiona con molestia, sin siquiera dignarse a saludarme.—Salí a dar una vuelta —respondo con la mirada baja. No puedo creer que nadie en esta casa me respete, pero más aún que yo haya sido tan idiota cómo para soportar este trato.—En lugar de estar perdiendo el tiempo, debería de estar cuidando a mi niño —se queja, pero antes de que pueda continuar con sus comentarios maliciosos, la voz de mi suegra nos interrumpe.—Hasta que te dignas a regresar. ¿Dónde estabas? —inquiere, cruzando sus brazos sobre su pecho y fulminándome con la mirada.—Salí a dar una vuelta.—¿Saliste a dar una vuelta? ¿Acaso el aire del jardín no es suficiente para ti? —chilla sin dejar de fruncir el c