Capítulo 2: Descubriendo el Pasado

La conversación entre Clara y Lucien se prolongó mientras el sol se ocultaba tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranja y púrpura. La atmósfera se volvió más íntima, y Clara sintió que se encontraba en un punto de inflexión en su vida. Había algo innegablemente atrayente en Lucien, algo que la impulsaba a conocerlo más profundamente, a desentrañar los misterios que lo rodeaban.

—¿Cómo es tu vida en el clan? —preguntó Clara, su curiosidad desbordante.

Lucien la miró fijamente, como si estuviera evaluando si debía abrirse con ella. Finalmente, con un suspiro profundo, comenzó a relatar su historia.

—Mi familia ha sido parte de este mundo desde hace siglos. El clan Devereux es uno de los más antiguos y poderosos. Nací en medio de la opulencia, pero también de responsabilidades que son una carga pesada —dijo, su voz resonando con una mezcla de orgullo y pesar. —Siempre he sido entrenado para ser el líder, y eso implica decisiones difíciles y sacrificios.

Clara sintió una punzada de empatía. Lucien no solo era el hombre enigmático que había conocido; también era un ser atrapado en su propia existencia.

—¿Y qué hay de tus deseos? —preguntó Clara, sintiendo que el momento era propicio para profundizar más. —¿Alguna vez piensas en lo que realmente quieres?

Lucien sonrió con tristeza. —Mis deseos siempre han estado subordinados a mis obligaciones. Pero, sí, a veces me pregunto cómo sería vivir sin esas cadenas. La libertad es un concepto extraño para mí.

Mientras conversaban, Clara notó que Lucien tenía un tatuaje en la parte interior de su muñeca, un símbolo intrincado que parecía brillar con una luz sutil. No pudo evitar sentir curiosidad.

—¿Qué significa ese tatuaje? —preguntó, señalando su brazo.

Lucien miró el tatuaje con una mezcla de nostalgia y dolor. —Es un símbolo de mi familia, un recordatorio de lo que se espera de mí. Representa la lealtad al clan, pero también el precio que debo pagar por ello.

Clara sintió una ola de comprensión. Aquel símbolo era más que una simple marca; era una representación de su vida, de las decisiones que había tomado y las que aún le quedaban por enfrentar.

—¿Te gustaría ser libre de eso? —preguntó, mirándolo a los ojos. Su voz era un susurro, pero cargada de significado.

Lucien se inclinó hacia ella, su mirada ardía con intensidad. —Más que nada en el mundo. La libertad es un sueño que he tenido desde que era un niño, pero el deber siempre ha sido más fuerte.

Con cada palabra, la atracción entre ellos se volvía más palpable. Clara se dio cuenta de que no solo sentía un deseo físico hacia Lucien, sino una conexión emocional que era aún más poderosa. Sus corazones parecían latir al unísono, y Clara sintió que estaba a punto de cruzar una línea que cambiaría su vida para siempre.

—Podrías encontrar la manera de equilibrar ambas cosas —sugirió Clara, su voz temblando ligeramente. —Tal vez no tienes que elegir entre el deber y tus deseos.

Lucien se quedó en silencio, contemplando sus palabras. —¿Y cómo se haría eso? —preguntó, su mirada inquisitiva.

—Quizás empezando por ser honesto contigo mismo y con los demás. No hay nada de malo en querer ser feliz —respondió Clara, sintiendo que su propia vulnerabilidad se mezclaba con la de él.

Lucien sonrió, y Clara sintió un calidez que iluminaba su interior. —Tienes una perspectiva refrescante. La mayoría de la gente no entiende el peso que llevo sobre mis hombros.

A medida que la noche avanzaba, Clara también se sintió más expuesta. Sabía que su vida era diametralmente opuesta a la de Lucien. Mientras él hablaba de poder y responsabilidad, ella solo podía ofrecer sus sueños modestos y su lucha diaria por sobrevivir. El abismo entre ellos parecía cada vez más profundo.

—¿Y tú? —preguntó Lucien, interrumpiendo sus pensamientos. —¿Qué hay de tus sueños?

Clara dudó. Había soñado con ser diseñadora de modas, crear su propia línea de ropa, pero el costo de la vida y las responsabilidades la habían llevado a dejar esos sueños de lado. —Solo trato de salir adelante —respondió con sinceridad. —A veces me pregunto si mis sueños son demasiado grandes para mí.

—Los sueños nunca son demasiado grandes —dijo Lucien, acercándose un poco más. —Es lo que nos motiva a seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.

Sus ojos se encontraron, y Clara sintió que la atracción crecía entre ellos, como una corriente eléctrica que los unía. La distancia entre sus cuerpos se evaporó, y un silencio pesado se apoderó del momento.

De repente, la risa de un grupo de jóvenes que pasaban cerca rompió la tensión, y Clara sintió que la realidad regresaba de golpe. Pero en su interior, el deseo seguía latente. A pesar de las diferencias entre ellos, había un entendimiento que desafiaba las normas del mundo que los rodeaba.

—¿Te gustaría salir a cenar conmigo alguna vez? —preguntó Lucien, su voz cargada de intenciones ocultas.

Clara sintió su corazón saltar. —Me encantaría.

—Perfecto —respondió él, y su sonrisa iluminó su rostro. —Tendremos que encontrar un lugar que se ajuste a nuestra... singularidad.

La forma en que pronunció la palabra "singularidad" le hizo pensar que Lucien se refería a su mundo, uno que era muy diferente al de ella. Clara asintió, sabiendo que cada momento compartido con él era un paso hacia lo desconocido.

La conversación continuó, y a medida que la noche avanzaba, Clara se sintió cada vez más cómoda. Lucien compartió historias sobre su infancia, sobre los momentos que lo habían marcado y las lecciones que había aprendido a lo largo de los años. La forma en que hablaba de su familia y el peso de su legado la hicieron reflexionar sobre sus propios valores y sueños.

—A veces pienso que mi vida ha sido un juego de ajedrez, cada movimiento calculado —dijo Lucien, su tono sombrío. —Pero siempre hay una parte de mí que desea jugar a lo loco, solo por una vez.

—Tal vez deberías hacerlo —sugirió Clara, sintiendo que su conexión se fortalecía. —La vida es demasiado corta para siempre estar en control.

Lucien sonrió con complicidad. —Eres una influencia intrigante, Clara. Nunca he conocido a alguien que me haga cuestionar tanto.

Finalmente, la noche comenzó a desvanecerse, y Clara sintió una mezcla de emociones al darse cuenta de que debía regresar a casa.

—No quiero que esto termine —dijo Lucien, su mirada intensa y profunda.

Clara sintió que su corazón se aceleraba. —Tampoco yo.

—Prométeme que serás honesta conmigo —dijo Lucien, extendiendo su mano hacia ella. —Quiero que esta conexión sea real, sin juegos ni mentiras.

Clara tomó su mano, sintiendo el frío de su piel contrastar con su calidez. —Te lo prometo.

Con un suave movimiento, Lucien se inclinó hacia ella, sus labios a centímetros de distancia. Clara sintió que el mundo se detenía, su corazón latía desbocado. El deseo que había estado creciendo entre ellos se desbordaba, y Clara sabía que ese momento era crucial. Pero, en el último segundo, se retiró, recordando las complejidades de su mundo.

—Debo irme —dijo, con una mezcla de deseo y realidad.

Lucien asintió, sus ojos reflejando comprensión. —Nos veremos pronto, Clara.

Clara se dio la vuelta, caminando lentamente, sintiendo la carga de la decisión que acababa de tomar. Pero sabía que este era solo el comienzo. El mundo de Lucien la había atraído, y estaba lista para sumergirse más en esa oscuridad, a pesar de los peligros que podría conllevar.

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