Capítulo 3: La Gala de los Secretos

Los días pasaron y Clara se sumergió en su rutina diaria, pero la sensación de conexión con Lucien no la abandonó. Cada vez que escuchaba un coche pasar o sentía un susurro en el aire, su corazón latía con la esperanza de que él apareciera. La vida en la tienda de ropa que dirigía era monótona y a menudo frustrante, pero ahora había un destello de emoción en su interior que no podía ignorar.

La noticia de una gala benéfica organizada por el clan Devereux se había propagado por la ciudad. Se decía que sería un evento de gran magnitud, con invitados influyentes de todos los sectores. Clara sintió una punzada de deseo al pensar que Lucien sería el anfitrión, pero también una oleada de inseguridad. ¿Realmente tendría un lugar en ese mundo?

Una tarde, mientras organizaba el escaparate de su tienda, recibió un mensaje de Lucien. La vibración de su teléfono la hizo sobresaltar. Con manos temblorosas, abrió el mensaje:

“Clara, me encantaría que vinieras a la gala. Sería un honor tenerte a mi lado.”

Sus mejillas se sonrojaron mientras leía las palabras. El honor era para ella, pensó, no para él. Decidida a no dejar que sus inseguridades la dominaran, respondió con entusiasmo:

“Me encantaría. Gracias por invitarme.”

La semana de la gala fue un torbellino de emociones y preparativos. Clara se pasó horas buscando el vestido perfecto, uno que reflejara su personalidad y la hiciera sentir segura. Finalmente, encontró un vestido de terciopelo azul marino que acentuaba su figura, con un escote sutil y una caída elegante. Cuando se miró en el espejo, sintió que la transformación era real. Se sentía como una princesa lista para una noche mágica.

El día de la gala, se preparó con esmero. Se peinó con suaves ondas que enmarcaban su rostro y se maquilló de forma natural, resaltando sus ojos oscuros. Con un último vistazo al espejo, Clara sintió una mezcla de nervios y emoción. Estaba lista para entrar en el mundo de Lucien.

La gala tuvo lugar en un majestuoso salón que había sido decorado con elegancia. Las luces suaves iluminaban las mesas adornadas con flores frescas y velas. Clara se sintió abrumada por la opulencia del lugar. Al entrar, sintió las miradas curiosas de los asistentes, algunos conocidos, otros completamente ajenos.

Cuando sus ojos se encontraron con Lucien, el mundo a su alrededor se desvaneció. Él estaba de pie en la entrada, con un traje negro que acentuaba su figura esculpida. Su mirada era intensa, y cuando sonrió al verla, Clara sintió que su corazón se aceleraba.

—Te ves espectacular —dijo Lucien, acercándose a ella. Sus palabras eran sinceras y llenas de admiración.

—Gracias, Lucien. Este lugar es impresionante —respondió Clara, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

Él extendió su brazo hacia ella, y Clara lo tomó con una mezcla de nervios y emoción. A medida que se adentraban en la gala, Clara no pudo evitar sentir la tensión en el aire. Había secretos entre esas paredes, y podía sentirlos en cada susurro y en cada mirada.

A medida que avanzaba la noche, Clara y Lucien se mezclaron con los invitados. Él la presentó a varias personas influyentes, pero Clara se sintió un poco fuera de lugar. Las conversaciones giraban en torno a temas que ella apenas entendía, y se dio cuenta de que la vida en la alta sociedad era un juego en el que aún no estaba lista para participar.

Durante uno de los interludios de la noche, Clara se encontró en un rincón apartado, observando a Lucien hablar con otros miembros del clan. Su postura era autoritaria, y aunque parecía encantador, había una dureza en su expresión que la inquietaba. En ese momento, una mujer elegante se acercó a Lucien, hablando en voz baja, casi en un susurro. Clara sintió una punzada de celos al ver cómo la mujer lo miraba con admiración.

—¿Estás bien? —preguntó Lucien, acercándose a Clara.

Ella se obligó a sonreír, aunque no pudo ocultar su incomodidad. —Sí, solo observando.

—No dejes que te intimiden. Todos ellos son solo sombras comparados contigo —dijo él, su mirada penetrante alivió sus inquietudes.

Clara sintió que su corazón se derretía con sus palabras. Pero antes de que pudiera responder, una figura imponente interrumpió su momento. Un vampiro de aspecto severo, con un aire de autoridad innegable, se acercó.

—Lucien, ¿no deberías estar en la mesa principal? —preguntó el vampiro, su voz resonando con desdén.

Lucien miró al vampiro, cuyo nombre Clara no conocía, pero que evidentemente ocupaba una posición de poder. —Estoy en una conversación importante, Anton. No me interrumpas.

Clara notó la tensión en la mandíbula de Lucien y cómo sus manos se tensaron a su lado. La manera en que Anton se dirigía a él era despectiva, como si desafiara su autoridad. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda, comprendiendo que había mucho más en juego de lo que había imaginado.

Mientras la noche continuaba, Lucien se llevó a Clara a un balcón que daba a los jardines. Las luces de la gala se desvanecieron en la distancia, y el aire fresco de la noche la envolvió. Clara sintió que podía respirar con más facilidad, lejos de las miradas inquisitivas.

—¿Todo bien? —preguntó Lucien, su tono más suave ahora.

—Esa conversación... —comenzó Clara, pero se detuvo, buscando las palabras adecuadas. —Parecía que había mucha tensión.

Lucien suspiró, mirando hacia el horizonte. —Anton siempre ha tenido problemas con mi liderazgo. El clan está dividido, y algunos no están de acuerdo con mis decisiones. Pero no puedo permitir que eso me afecte.

Clara sintió que sus inseguridades volvían a asomar. —¿Es por eso que te sientes atrapado en tu vida?

—Es parte de ello. El clan espera que actúe de cierta manera, que mantenga el control. A veces, me pregunto si podría hacer algo diferente, si hubiera un camino alternativo —respondió Lucien, su voz llena de sinceridad.

Clara se acercó un poco más. —Tal vez deberías ser tú mismo. Si te aceptan o no, eso es su problema.

Lucien se volvió hacia ella, su mirada profunda. —Tú me entiendes de una manera que nadie más lo hace. Tu presencia me da fuerzas, Clara.

Sin pensarlo, Clara se acercó a Lucien, la distancia entre ellos se acortó. En ese momento, todo el mundo desapareció, y solo existían ellos dos. La conexión que habían establecido era palpable, y Clara sintió que su corazón latía con fuerza.

—Tal vez deberíamos dejarlo todo atrás y ser solo tú y yo —dijo Clara, su voz temblando con la emoción del momento.

Lucien sonrió, pero su mirada era seria. —Clara, lo que hay entre nosotros es complicado. Mi mundo no es como el tuyo. No puedo prometerte la felicidad que mereces.

Clara lo miró a los ojos, sintiendo que el deseo crecía. —¿Y si no me importa? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Sin pensarlo, Lucien se inclinó hacia ella y sus labios se encontraron. Fue un beso suave al principio, lleno de exploración y descubrimiento. Clara sintió una chispa recorrer su cuerpo, y el mundo a su alrededor se desvaneció por completo. Era un momento de pasión que prometía mucho más.

Sin embargo, la magia fue interrumpida por un ruido que provenía del interior de la gala. Un grupo de vampiros se acercaba, y Clara se apartó rápidamente, sonrojada y abrumada por la intensidad de lo que acababa de experimentar.

—Debemos volver —dijo Lucien, pero su mirada seguía fija en Clara, como si también él estuviera lidiando con la sorpresa de lo que acababa de suceder.

Al regresar al salón, Clara se sintió perdida entre la multitud. La conversación se reanudó, pero su mente estaba en otro lugar, recordando el beso que había compartido con Lucien. ¿Qué significaba realmente? ¿Era el comienzo de algo hermoso o solo un desliz en un mundo lleno de secretos?

La velada avanzó, y a medida que los discursos y las presentaciones continuaban, Clara se sintió más ansiosa. En un momento, Anton se acercó a Lucien nuevamente, su mirada desafiante.

—Te estás distrayendo con asuntos triviales, Lucien. Recuerda quién eres y lo que representas —dijo Anton, su tono lleno de desdén.

Clara sintió la tensión en el aire. Lucien mantuvo su calma, pero Clara podía ver que la frustración lo consumía. La lucha interna de Lucien la conmovía, y su deseo de apoyarlo creció.

Mientras las palabras de Anton resonaban en su mente, Clara se preguntó si Lucien estaba realmente dispuesto a luchar por su lugar en el mundo vampírico. ¿Podría él dejar de lado sus deberes y permitirse ser feliz, incluso si eso significaba abrir su corazón a una mujer de clase baja?

La gala llegó a su fin, y Clara se encontró de pie junto a Lucien, sintiendo el peso de las palabras no dichas. Él la miró con una mezcla de anhelo y preocupación.

—No dejes que lo que pasó esta noche cambie lo que sientes por mí —dijo Lucien, su voz profunda y sincera.

—No puedo ignorar lo que siento, Lucien. Pero también sé que tu mundo es complicado. No quiero ser una carga para ti —respondió Clara, sintiendo que la vulnerabilidad la consumía.

Lucien la tomó de la mano, y la mirada que compartieron fue intensa. —Eres todo lo que he estado buscando. Pero debo lidiar con mis responsabilidades antes de poder comprometerme contigo.

A pesar de las inseguridades y la incertidumbre que rodeaban su relación, Clara sintió una chispa de esperanza. La conexión entre ellos era real, y si bien el camino no sería fácil, estaba dispuesta a recorrerlo.

Al salir de la gala, Clara se sintió más fuerte, más decidida a enfrentar los desafíos que vendrían. Lucien la acompañó hasta su casa, y en el silencio del automóvil, la tensión se hizo palpable.

—Gracias por invitarme —dijo Clara, su voz un susurro.

—Gracias por venir, Clara. Eres una luz en mi vida oscura —respondió Lucien, su mirada profunda.

Se despidieron en la puerta de su apartamento, y antes de que Clara pudiera entrar, Lucien la tomó de la mano. Sus ojos se encontraron en un momento que parecía eterno, y Clara sintió que el mundo se detenía.

—Prométeme que no te alejarás —dijo él, su voz baja y seria.

—No te dejaré —respondió Clara, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Y así, con un último vistazo, Lucien se despidió. Clara entró en su apartamento, su mente llena de pensamientos sobre lo que significaba ser parte de un mundo lleno de secretos, sombras y deseos. Sabía que el camino por delante sería desafiante, pero estaba decidida a seguir su corazón y luchar por el amor que había comenzado a florecer entre ellos.

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