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Capítulo 4: Sombras

Después de la gala, Clara no pudo sacudir la sensación de que su vida estaba a punto de cambiar. Las emociones que había experimentado con Lucien seguían vibrando en su interior, y cada vez que pensaba en él, un cálido cosquilleo se extendía por su piel. Sin embargo, las palabras de Lucien, su preocupación por las complejidades de su mundo, resonaban en su mente.

Pasaron los días y Clara se entregó a su trabajo, pero su mente siempre regresaba a Lucien. Su imagen, su sonrisa, y el peso de sus promesas se convirtieron en parte de su rutina diaria. Pero con cada día que pasaba sin verlo, Clara sentía que la incertidumbre comenzaba a carcomer su corazón.

Un viernes por la tarde, mientras cerraba la tienda, recibió un mensaje de Lucien. La luz del atardecer iluminaba su teléfono, y el mensaje lo hizo vibrar en su mano.

“Clara, ¿te gustaría cenar conmigo esta noche? Quiero hablar de lo que pasó.”

El corazón de Clara dio un vuelco. Su mente se llenó de preguntas, pero la única respuesta que pudo dar fue un rotundo . La idea de verlo la llenaba de emoción y nerviosismo, y no podía esperar para sumergirse en la conexión que habían compartido.

A las ocho en punto, Clara llegó al lujoso restaurante donde Lucien la había citado. El lugar era elegante, con candelabros brillantes y una decoración que irradiaba sofisticación. Cuando Lucien apareció, su presencia llenó la habitación. Estaba vestido con un traje oscuro que resaltaba su figura, y sus ojos brillaban con un destello de emoción al verla.

—Te ves hermosa —dijo Lucien, inclinándose para besarla suavemente en la mejilla.

Clara sonrió, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban. —Gracias. Este lugar es impresionante.

Se sentaron en una mesa apartada, y mientras se sumergían en la cena, la conversación fluyó de manera natural. Hablaron de sus vidas, de sus sueños, y poco a poco, la tensión del pasado comenzó a desvanecerse.

—He estado pensando mucho en lo que sucedió en la gala —dijo Lucien, su voz grave llenando el espacio entre ellos.

Clara se sintió un poco nerviosa, pero mantuvo la mirada fija en él. —Yo también. Fue un momento inesperado, pero real.

Lucien tomó un sorbo de vino y la miró con intensidad. —Lo que siento por ti no es trivial. Es algo que nunca he experimentado. Pero mi vida está llena de sombras y secretos que podrían ponerte en peligro.

Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿A qué te refieres?

Lucien la observó por un momento, como si estuviera sopesando sus palabras. Finalmente, habló, su voz baja y seria. —Mi familia ha estado involucrada en conflictos durante siglos. La lucha por el poder dentro del clan ha creado enemigos, y el liderazgo que tengo me ha colocado en una posición vulnerable. Hay quienes no dudarían en usar a las personas que amo como herramientas en sus juegos.

El corazón de Clara se hundió. —¿Así que sientes que debo alejarme por mi propia seguridad?

Lucien asintió, su expresión grave. —Es lo último que quiero, pero el riesgo es real. No puedo soportar la idea de que algo te ocurra por mi culpa.

Clara sintió que una mezcla de dolor y determinación llenaba su pecho. —No puedo simplemente alejarme. Lo que siento por ti es más fuerte que cualquier amenaza que pueda surgir.

Lucien la miró intensamente, sus ojos oscuros reflejando una tormenta de emociones. —A veces me pregunto si estoy siendo egoísta al desearte cerca de mí. Pero al mismo tiempo, no puedo evitarlo. Eres una luz en mi vida, Clara.

Mientras la cena avanzaba, Clara y Lucien se abrieron el uno al otro de maneras que nunca habrían imaginado. Compartieron risas, secretos y momentos de vulnerabilidad que fortalecieron su conexión. Cuando llegó el postre, Clara sintió que la atmósfera se había transformado. La tensión que antes la rodeaba ahora era reemplazada por una profunda intimidad.

—¿Te gustaría dar un paseo después de esto? —sugirió Clara, sintiendo que el aire de la noche la invitaba a explorar más.

Lucien sonrió, y Clara sintió que el mundo a su alrededor se iluminaba. —Me encantaría.

Salieron del restaurante y caminaron por las calles iluminadas de la ciudad. El aire fresco acariciaba sus rostros mientras compartían historias sobre sus infancias. Clara habló de sus sueños y aspiraciones, y Lucien la escuchaba con atención, como si cada palabra fuera un tesoro.

—Nunca he compartido esto con nadie —dijo Lucien, su voz suave al romper el silencio. —La carga de ser el líder del clan puede ser abrumadora, y a menudo me siento solo.

Clara sintió su corazón apretarse. —No tienes que estar solo. Estoy aquí para ti, Lucien. No quiero que me veas como una carga.

Él la miró, y por un momento, sus ojos parecían reflejar un océano de emociones. —Tu presencia me da fuerza. Pero también me asusta. La vulnerabilidad que siento contigo es algo nuevo para mí.

Mientras caminaban, llegaron a un pequeño parque, apartado del bullicio de la ciudad. Las luces de las farolas iluminaban el sendero, y Clara sintió que el ambiente se volvía mágico. Decidió sentarse en un banco bajo un árbol, y Lucien se unió a ella, su mirada aún fija en ella.

—¿Te gustaría conocer más sobre mi vida? —preguntó Lucien, su voz llena de sinceridad.

Clara asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. —Sí, por favor. Quiero entenderte.

Lucien tomó una respiración profunda. —Mi familia ha gobernado el clan Devereux durante siglos, pero no todo ha sido fácil. Hay rivalidades y traiciones. He tenido que luchar por mi lugar, y eso ha dejado marcas profundas en mí.

Clara lo miró, sintiendo que la historia que compartía era una ventana a su alma. —¿Sientes que nunca podrás escapar de eso?

—A veces —respondió Lucien, su mirada distante. —Pero entonces te conocí. Eres diferente. Eres real. Y eso me ha hecho cuestionar todo.

La atmósfera se cargó de emoción. Clara sintió que cada palabra de Lucien resonaba en su interior. —¿Temes que mi amor por ti no sea suficiente para protegerte?

Lucien la miró, y su expresión se tornó seria. —Temo que no pueda darte la vida que mereces. Los peligros de mi mundo son inminentes, y no sé si estarás a salvo a mi lado.

Clara se inclinó hacia él, tomando su mano. —No puedo dejar que el miedo nos controle. Juntos podemos enfrentar lo que venga.

La conexión entre ellos se intensificó, y Lucien inclinó su cabeza hacia ella, buscando su mirada. —Clara, no puedo prometerte un camino fácil. Pero quiero que sepas que eres todo lo que he querido.

Sin pensarlo, Clara se acercó más, y sus labios se encontraron nuevamente. Este beso era más apasionado, más cargado de promesas y deseos. Clara sintió que el mundo se desvanecía una vez más, y la conexión entre ellos se volvió más profunda.

De repente, un ruido en la oscuridad interrumpió su momento. Un grupo de vampiros apareció al final del sendero, sus risas resonando en la noche. Clara sintió que la tensión regresaba, y se apartó rápidamente de Lucien, sintiendo el miedo crecer en su pecho.

—Lucien —susurró Clara, sintiendo que el peligro acechaba cerca.

Él se enderezó, su expresión cambiando al instante. —Quédate aquí —dijo en un tono firme, antes de acercarse al grupo.

Clara se quedó en el banco, observando mientras Lucien se enfrentaba a los vampiros. No podía escuchar lo que decían, pero su postura era dominante, y ella sintió una mezcla de preocupación y admiración.

Mientras Lucien conversaba con el grupo, Clara no pudo evitar escuchar fragmentos de la conversación.

—¿Por qué estás aquí, Lucien? No deberías estar con ella —decía uno de los vampiros, su voz burlona.

Clara sintió que su corazón se hundía. Esa frase resonó en su mente, plantando dudas sobre su lugar en el mundo de Lucien. Los vampiros comenzaron a reírse, y Clara no pudo evitar sentirse como una intrusa en el mundo que tanto anhelaba.

Cuando Lucien regresó, su expresión era tensa. —Lo siento, Clara. Necesito que entiendas que mi vida no es sencilla.

—Lo entiendo, pero no quiero ser un obstáculo para ti. ¿Por qué esos vampiros estaban aquí? —preguntó Clara, sintiendo que la inseguridad comenzaba a tomar forma.

Lucien tomó su mano, mirándola a los ojos. —Es parte de mi mundo. No todos aceptan que me relacione con alguien como tú. Pero eso no cambiará lo que siento.

Clara sintió una mezcla de emoción y miedo. La lucha de Lucien era real, y se dio cuenta de que su amor por él requeriría más que solo deseo; necesitaría valor.

Mientras se alejaban del parque, Clara miró a Lucien con determinación. —No voy a dar un paso atrás. Quiero ser parte de tu vida, no importa lo que digan los demás.

Lucien se detuvo, sorprendiendo a Clara con su intensidad. —Eres más valiente de lo que imaginas. Y aunque mi mundo es complicado, quiero que estés a mi lado.

Clara sintió que el peso de la incertidumbre se aligeraba. A pesar de los peligros, su conexión con Lucien era real, y estaba decidida a luchar por él, por ellos.

Al final de la noche, cuando se despidieron en su puerta, Clara sintió que cada palabra no dicha era una promesa. Lucien la miró con admiración, y antes de que pudiera cerrar la puerta, la tomó de la mano nuevamente.

—No te alejarás, ¿verdad? —preguntó, su voz profunda y seria.

—No, nunca —respondió Clara, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Y mientras se separaban, Clara supo que la oscuridad que rodeaba la vida de Lucien no podría extinguir la luz que habían encontrado juntos. Con cada desafío que enfrentaran, su amor solo se fortalecería.

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