Los días siguientes pasaron como un susurro en la mansión, envueltos en un equilibrio tenso y una calma expectante. Clara y Lucien compartían el mismo espacio, los mismos deseos y el mismo secreto, pero ambos sabían que estaban al borde de un precipicio. El peso del pacto que Lucien había confesado los envolvía, y ahora Clara se sentía aún más decidida a desentrañar las sombras que se cernían sobre él y su clan.Esa mañana, mientras Clara caminaba por uno de los pasillos de la mansión, escuchó un murmullo de voces provenientes de la sala de reuniones del clan, un espacio que hasta entonces había permanecido fuera de sus límites. La puerta estaba entreabierta, y dentro se encontraban algunos miembros del clan, figuras altas y oscuras que parecían proyectar un aire de misterio aún más denso que el propio Lucien.Ella se detuvo a una distancia prudente, intentando entender el tema de su conversación. Percibía fragmentos, nombres de seres antiguos, amenazas inminentes y algo sobre "el Con
Lucien la miró en silencio, sus ojos plateados reflejando una profundidad que no había mostrado antes. Clara sentía que en ese instante, rodeados por las sombras de la sala y bajo la promesa silenciosa de aquel pacto, el tiempo se detenía. Lucien, siempre tan reservado, parecía librar una batalla interna entre su naturaleza autoritaria y sus propios sentimientos.Finalmente, él la soltó suavemente, tomando un paso atrás mientras sus manos temblaban ligeramente, una rareza que en cualquier otra situación Clara jamás habría creído posible. Pero había algo solemne en su mirada, una certeza que le era tan intensa como abrumadora. Clara, consciente de que Lucien rara vez compartía sus pensamientos más profundos, esperó en silencio, dejándose envolver por la expectativa que colgaba en el aire.—Clara —empezó él, su voz baja y casi reverente, como si estuviera hablando en un idioma antiguo y sagrado—, tú eres la razón por la que la oscuridad de este mundo no ha logrado consumir mi humanidad
El día siguiente trajo consigo un cambio en la atmósfera de la mansión. Clara se sentía extrañamente inquieta mientras recorría los pasillos. Aunque el compromiso con Lucien la llenaba de una paz inigualable, había algo en el ambiente que le resultaba perturbador, como si las sombras en las paredes parecieran volverse más densas, más amenazantes.Por la tarde, mientras Clara se dirigía hacia los jardines en busca de un respiro, escuchó una conversación en la distancia. Oculta detrás de una columna, observó a dos figuras que hablaban en voz baja: eran antiguos miembros del clan de Lucien, reconocibles por sus ropajes oscuros y sus tatuajes que simbolizaban la lealtad al clan. Aunque sus palabras eran apenas audibles, una mención capturó la atención de Clara.—...es nuestro momento de actuar. No podemos dejar que Lucien siga debilitando al clan por esa humana —decía uno de los vampiros, una figura alta y encapuchada, con una voz cargada de resentimiento.—Nuestro líder debería manteners
Clara y Lucien pasaron los siguientes días en una tensa calma, conscientes de que el conflicto en el clan se estaba gestando, pero ninguno deseaba romper el frágil equilibrio que mantenía la paz. Lucien redobló la seguridad en la mansión, poniendo guardias adicionales en los puntos críticos y asegurándose de que los leales estuvieran alertas ante cualquier señal de insubordinación. Sin embargo, Clara notaba en él un aire de preocupación cada vez más marcado, una sombra que empañaba su mirada.Una tarde, mientras Clara exploraba la biblioteca en busca de algún libro que la ayudara a comprender mejor el mundo de los vampiros, encontró un volumen antiguo, encuadernado en cuero negro y marcado con extraños símbolos. Al abrirlo, se dio cuenta de que era un registro de las leyendas y conflictos históricos del clan de Lucien. Las páginas, escritas en una caligrafía antigua, hablaban de guerras internas, traiciones y pactos de sangre que se habían hecho para preservar el linaje.A medida que
La madrugada llegó y con ella, la tensión que se cernía sobre la mansión de Lucien era palpable. Los ecos de antiguas traiciones y promesas incumplidas se alzaban con el viento, y los murmullos de la rebelión que se estaba gestando en las sombras comenzaban a tomar forma. Lucien no podía permitirse ignorar la amenaza de Cyprian por más tiempo. Cada hora que pasaba sin acción aumentaba la probabilidad de que la guerra civil que había evitado durante tanto tiempo, finalmente estallara.Esa mañana, después de una noche de pesadillas, Clara despertó con el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. El frío del amanecer penetraba por la ventana de su habitación, pero no era solo el clima lo que la hacía temblar. Era la sensación de que algo grande, algo irreversible, estaba por suceder. Cuando se levantó de la cama y miró su reflejo en el espejo, el rostro que vio era diferente al que había conocido. Los ojos que una vez se brillaban con la curiosidad de la vida humana, ahora mostraban un
La ciudad respiraba bajo la luz plateada de la luna llena, cada calle y cada rincón pareciendo cobrar vida con un misterio palpable. El aire fresco de la noche estaba impregnado de promesas, susurros de secretos ocultos entre las sombras. En el centro, un edificio se erguía como un coloso: la mansión Devereux. La estructura, un espléndido ejemplo de la arquitectura moderna, era conocida no solo por su opulencia, sino también por el aura de poder que la rodeaba.Dentro de esas paredes, Lucien Devereux reinaba. Era el jefe del clan vampírico más influyente del mundo, un hombre cuya belleza deslumbrante era la envidia de cualquier mortal. Su cabello oscuro caía en ondas perfectas, y sus ojos, de un azul profundo, podían capturar la luz de la luna como si contuvieran estrellas en su interior. Sin embargo, no era solo su apariencia lo que lo hacía temido y respetado; era su personalidad autoritaria, su control absoluto y su fama de mal genio. Aquel que cruzaba su camino sin el debido respe
La conversación entre Clara y Lucien se prolongó mientras el sol se ocultaba tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranja y púrpura. La atmósfera se volvió más íntima, y Clara sintió que se encontraba en un punto de inflexión en su vida. Había algo innegablemente atrayente en Lucien, algo que la impulsaba a conocerlo más profundamente, a desentrañar los misterios que lo rodeaban.—¿Cómo es tu vida en el clan? —preguntó Clara, su curiosidad desbordante.Lucien la miró fijamente, como si estuviera evaluando si debía abrirse con ella. Finalmente, con un suspiro profundo, comenzó a relatar su historia.—Mi familia ha sido parte de este mundo desde hace siglos. El clan Devereux es uno de los más antiguos y poderosos. Nací en medio de la opulencia, pero también de responsabilidades que son una carga pesada —dijo, su voz resonando con una mezcla de orgullo y pesar. —Siempre he sido entrenado para ser el líder, y eso implica decisiones difíciles y sacrificios.Clara sintió una punzada
Los días pasaron y Clara se sumergió en su rutina diaria, pero la sensación de conexión con Lucien no la abandonó. Cada vez que escuchaba un coche pasar o sentía un susurro en el aire, su corazón latía con la esperanza de que él apareciera. La vida en la tienda de ropa que dirigía era monótona y a menudo frustrante, pero ahora había un destello de emoción en su interior que no podía ignorar.La noticia de una gala benéfica organizada por el clan Devereux se había propagado por la ciudad. Se decía que sería un evento de gran magnitud, con invitados influyentes de todos los sectores. Clara sintió una punzada de deseo al pensar que Lucien sería el anfitrión, pero también una oleada de inseguridad. ¿Realmente tendría un lugar en ese mundo?Una tarde, mientras organizaba el escaparate de su tienda, recibió un mensaje de Lucien. La vibración de su teléfono la hizo sobresaltar. Con manos temblorosas, abrió el mensaje:“Clara, me encantaría que vinieras a la gala. Sería un honor tenerte a mi