Amor en la Oscuridad
Amor en la Oscuridad
Por: E.T.S
Capítulo 1: Encuentros en la Noche

La ciudad respiraba bajo la luz plateada de la luna llena, cada calle y cada rincón pareciendo cobrar vida con un misterio palpable. El aire fresco de la noche estaba impregnado de promesas, susurros de secretos ocultos entre las sombras. En el centro, un edificio se erguía como un coloso: la mansión Devereux. La estructura, un espléndido ejemplo de la arquitectura moderna, era conocida no solo por su opulencia, sino también por el aura de poder que la rodeaba.

Dentro de esas paredes, Lucien Devereux reinaba. Era el jefe del clan vampírico más influyente del mundo, un hombre cuya belleza deslumbrante era la envidia de cualquier mortal. Su cabello oscuro caía en ondas perfectas, y sus ojos, de un azul profundo, podían capturar la luz de la luna como si contuvieran estrellas en su interior. Sin embargo, no era solo su apariencia lo que lo hacía temido y respetado; era su personalidad autoritaria, su control absoluto y su fama de mal genio. Aquel que cruzaba su camino sin el debido respeto podía sentir su ira como un golpe helado.

Mientras tanto, en un barrio humilde de la ciudad, una joven llamada Clara lidiaba con la rutina de su vida diaria. Tenía diecinueve años y, a pesar de sus circunstancias, su espíritu era indomable. Su cabello castaño, rizado y lleno de vida, enmarcaba un rostro que reflejaba la dulzura y la determinación. Trabajaba en una pequeña tienda de ropa, haciendo lo que podía para ayudar a su madre, que luchaba contra la enfermedad. Los días pasaban lentamente, pero las noches, con su aire de misterio, eran un refugio para sus sueños.

Una noche, mientras Clara salía del trabajo, decidió que necesitaba un respiro. La vida en el barrio a menudo se sentía asfixiante, y el bullicio de la ciudad le ofrecía una escapatoria, aunque fuera por unas horas. Se dirigió al centro, donde las luces brillaban con una intensidad casi mágica. La música de un café cercano resonaba en sus oídos, y Clara sintió una chispa de emoción recorrerla.

Al caminar por la calle, se detuvo ante la majestuosa mansión Devereux. La vista era hipnótica; el edificio se iluminaba con luces tenues, y una elegancia inexplicable parecía envolverlo. Clara sintió un tirón en su corazón, una mezcla de curiosidad y deseo por conocer lo que había dentro. Sin pensarlo, se acercó a la entrada, sintiendo que algo la llamaba.

En el interior, la mansión estaba llena de vida. Lucien celebraba una reunión con miembros de su clan, y su voz resonaba en el aire, poderosa y carismática. Aunque sabía que era un evento privado, no pudo evitar asomarse a la puerta entreabierta. Su corazón latía con fuerza mientras observaba la escena: vampiros de distintas edades y estilos, cada uno exhibiendo un aura de sofisticación y peligro.

Lucien estaba en el centro de la sala, su figura imponente dominando el espacio. A medida que hablaba, sus gestos eran firmes y seguros, y sus ojos brillaban con una intensidad que podía hipnotizar a cualquiera. Clara sintió cómo su mirada se detenía en él, incapaz de apartar la vista. Había algo en su presencia que la atraía, un magnetismo que la hizo sentir vulnerable y viva al mismo tiempo.

De repente, su mirada se encontró con la de Lucien. Fue un momento fugaz, pero el impacto fue inmediato. Clara sintió como si una corriente eléctrica la recorriera, y su aliento se detuvo por un instante. Lucien, al notar su presencia, arqueó una ceja con curiosidad, y por un momento, la sala se desvaneció a su alrededor. En su mundo, solo existía Clara.

En un acto impulsivo, ella dio un paso hacia adelante, el deseo de conocerlo superando el miedo que la invadía. La puerta se abrió completamente, y Lucien, con una sonrisa enigmática, la invitó a entrar.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó, su voz suave como la seda, pero con una autoridad que exigía respeto.

Clara tragó saliva, sintiéndose pequeña bajo la mirada intensa de Lucien. —Lo siento, no quería interrumpir. Solo... me atrajo la luz.

Él sonrió de nuevo, una sonrisa que revelaba un atisbo de diversión. —No te preocupes, es un placer tener una visita inesperada. ¿Cuál es tu nombre?

—Clara —respondió, sintiendo cómo el rubor subía a sus mejillas. No podía creer que estaba hablando con el hombre más fascinante que había visto.

—Clara. Un nombre hermoso para una chica hermosa —dijo Lucien, haciendo que su corazón latiera con más fuerza.

Mientras hablaban, Clara se dio cuenta de que el resto de los vampiros en la sala los observaban con una mezcla de curiosidad y desaprobación. Lucien, sin embargo, parecía completamente absorto en ella, ignorando la tensión que crecía a su alrededor.

—¿Cómo es que una chica como tú se encuentra en un lugar como este? —preguntó él, sus ojos explorando su rostro.

—Solo quería escapar un poco de mi vida... de la rutina —confesó Clara, sintiéndose cada vez más cómoda en su presencia. —A veces, la ciudad puede ser tan abrumadora.

—Entiendo perfectamente —dijo Lucien, su tono volviéndose más serio. —La vida puede ser un juego peligroso, y a veces necesitamos perderse un poco para encontrar lo que realmente deseamos.

Clara sintió que sus palabras resonaban en su interior. Había un nivel de profundidad en Lucien que era difícil de ignorar, un conocimiento del mundo que la fascinaba.

A medida que la noche avanzaba, Lucien y Clara se sumergieron en conversaciones profundas. Hablaban de sus sueños, de sus miedos y de lo que significaba ser verdaderamente libres. Con cada palabra, la conexión entre ellos crecía, y Clara sentía que una chispa encendida en su interior se convertía en una llama.

—Eres diferente a las demás —dijo Lucien en un susurro, acercándose un poco más. Clara podía sentir el calor de su cuerpo, y un escalofrío recorrió su espalda. —Hay algo en ti que me atrae, algo real en medio de toda esta oscuridad.

Clara sintió que su corazón se detenía. La forma en que la miraba, con esa intensidad casi voraz, la llenaba de un deseo ardiente que nunca había experimentado. Lucien era peligroso, y ella lo sabía, pero en ese momento, todo lo que quería era estar cerca de él.

De repente, el ambiente cambió. Uno de los vampiros del clan, un hombre de cabello rubio y mirada despectiva, se acercó a ellos. Su expresión era de desdén, y Clara sintió que la tensión aumentaba.

—Lucien, deberías ser más cuidadoso. No deberías dejar que una mortal se cruce en tu camino —dijo el vampiro, mirando a Clara con desprecio.

Lucien se volvió hacia él, su mirada se tornó fría. —No te atrevas a hablar de ella así. Clara es más valiente que muchos de ustedes.

El vampiro frunció el ceño, pero Lucien se mantuvo firme, protegiendo a Clara con su presencia. Clara se sintió abrumada por la defensa que él estaba brindándole, como si, en su mundo lleno de sombras, ella fuera una luz que no debía ser apagada.

—No te preocupes por ellos —dijo Lucien, suavizando su tono al dirigirse a Clara. —Estás a salvo aquí.

Clara sintió que su corazón se aceleraba, y por un momento, el mundo exterior desapareció. Todo lo que importaba era la conexión que estaban construyendo. Era como si el tiempo se detuviera, y su deseo por él se intensificara con cada latido.

Sin embargo, sabían que su tiempo juntos estaba limitado. A medida que la noche llegaba a su fin, Lucien miró a Clara con una mezcla de anhelo y tristeza.

—Debo regresar a mis obligaciones, pero quiero que sepas que esta noche ha cambiado algo en mí —dijo, su voz llena de sinceridad.

—Yo también siento lo mismo —respondió Clara, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar. Nunca había esperado tener una conexión tan intensa con alguien, especialmente con un ser tan enigmático como Lucien.

—Prométeme que no olvidarás esta noche —dijo Lucien, inclinándose hacia ella, sus labios tan cerca que Clara podía sentir su aliento.

—Nunca lo haré —susurró Clara, sintiendo que un nuevo capítulo de su vida se estaba abriendo ante ella.

Y con eso, Lucien se despidió, dejando a Clara con el corazón latiendo desbocado y la mente llena de pensamientos confusos. Había entrado en su vida como un torbellino, y ahora su ausencia dejaba un vacío palpable.

Al salir de la mansión, Clara sintió que el mundo se había vuelto un lugar diferente. Había experimentado algo que nunca podría olvidar, algo que la había cambiado para siempre. La noche había sido solo el comienzo de un viaje que prometía ser emocionante, pero también aterrador.

Mientras caminaba de regreso a casa, Clara miró hacia el cielo estrellado, sintiendo que el destino la había llevado a un lugar inesperado. Su vida seguiría siendo un desafío, pero ahora había algo en qué aferrarse: el recuerdo de Lucien, el vampiro hermoso y poderoso que había despertado en ella un deseo ardiente.

Clara sabía que su vida no volvería a ser la misma. Había cruzado el umbral de lo desconocido, y estaba dispuesta a seguir el camino que su corazón la guiara, sin importar cuán peligroso pudiera ser.

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