1 de SEPTIEMBRE 2019. Seattle. MANSIÓN DEL ALEMÁN. (PRIMER DÍA, LA ENTREVISTA)Entre mis muchas, pero muchas desventuras y decepciones en la búsqueda de un buen trabajo sentía que al fin cambiaba mi suerte, aunque eso sí, jamás me esperé o me imaginé que mi entrevista se realizaría en la casa del mismísimo dueño de la empresa en la que si dios (y ese tipo quieren) trabajaría muy feliz. El contacto que me llamó me dijo que el señor tenía tanta flojera de salir que había decidido que por primera vez realizaría una entrevista en su hogar, cualquiera en mi lugar se sentiría halagada y súper nerviosa.Sentía el estómago demasiado débil, como si quisiera devolver todo lo que comí antes de venir para acá. Apenas entré a esa casa, no, no es una casa, esto es una gran mansión que parece un palacio. Creo que la alfombra vale más que todo lo que hay en mi departamento. Mi mandíbula no podía abrirse más y caer al suelo, porque no era una caricatura, estaba en la vida real.—Si así es la casa… ¿
No había podido dormir en toda la noche por la ansiedad, cuando al fin sonó mi alarma salte de la cama, eran las cinco de la mañana y las muchachas aún no se levantaban, Narelys tenía que entrar a su trabajo a eso de las nueve y Alex tenía un horario súper flexible, ya que era ayudante en un gimnasio, todas poníamos de nuestra parte para los gatos de este apartamento y además… vivir con estas locas amigas era bastante divertido. Una podía ser el hombro para llorar de la otra.Después de una ducha y un desayuno rápido, me arreglé lo mejor posible. Quería verme coqueta y femenina, no todos los días un hombre de negocios te pasa buscando para llevarte al trabajo; en este preciso momento me debato en la regla que dijo ese hombre sobre los teléfonos… Humm, no puedo dejarlo aquí. Mi teléfono es vital para mi existencia.—Ni que me fuera a revisar el bolso. —metí el celular en la cartera y salí de mi dormitorio, para mi sorpresa Alex y Narelys ya se habían levantado. —¿Tu jefe ya vendrá a b
YUSLEVIDespués de escuchar todas las cositas que decían de mí por los pasillos de la empresa, quedé anonadada. ¡No había ni pasado un día y ya era una sensación entre estas víboras! —¡Es que si no necesitara tanto el trabajo renunciara ahorita mismo! —dije furiosa—Lo necesito para seguir pagando las cuentas del departamento con Alex y Narelys. Y sabes que sin trabajo me tocara ofrecer mis servicios sexuales que aunque son calidad no están en venta.—¡Yuslevi por favor! —Elaine se rio como una pendeja.—¿Tú en que área trabajas?—Estoy en área de marketing y diseño de publicidad con el colombiano.—¿El colombiano? —pregunté extrañada. —“El colombiano” es el apodo que le puse, pero se llama Joaquín cruz. Él es el sol andante de este edificio porque por la zona de tu jefe todos son unos odiosos que nadie se aguanta. Al menos si tuve suerte con mis compañeros de trabajo.—¡Nojodas! Con mi pava macha siempre termino con lo peorcito de todo. —Al menos agradece que tienes un jefe al cual
El ambiente era casi sofocante, estaba en su oficina parada frente a su escritorio y él parecía más y más intimidante. Su hermoso rostro lleno de enojo, despotricando palabras hirientes y yo como estúpida no respondía a sus insultos.“¡Despedida, estas despedida Jaimes!-gritó una y otra vez y yo suplicaba pero él no me hace caso.- ¡DESPEDIDA!”. Desperté más sudada que langosta en una olla. Al revisar la hora vi que era de madrugada, casi las cinco y media, sabía que no volvería a conciliar el sueño después de tremenda pesadilla. ¿Tan traumatizada me tenía ese hombre con la posibilidad de despedirme que no podía dormir en paz? Me levante para tomar una toalla e ir al baño a darme una ducha. Me arregle casi a la velocidad de la luz, cuando me vi linda y perfumada salí del departamento con un emparedado en mano para ir comiendo en el camino. Me detuve en la parada a esperar mi autobús para ir al trabajo, pero a medida que pasaba el tiempo el maldito bus no llegaba. Estaba a punto de
NARELYSDespués de la buena noche que pasamos en el karaoke, desperté con una cruda de los mil demonios pero tenía que ir a mi trabajo. Lo peor de todo es que yo fui la de la idea de ir de parranda en un día de semana, cuando sabía perfectamente que teníamos que levantarnos súper temprano al día siguiente. Preparaba los documentos del señor Abernathy, estaba por llevárselo y del ascensor salió aquel chico que parecía un dios griego; ojos oscuros, cabello negro, piel pálida y en buena forma con seguramente un metro ochenta de altura. —Oye dulzura —me coqueteo con un voz ronca y muy sexi —¿Se encuentra el señor Abernathy?—¿Quién lo busca? —Su hijo, Edward Abernathy. —“¡Este era el hijo de mi jefe! ¡Pero que dios más bello tenía antes sus ojos!”.—S-s-sí señor, pase señor…. —él me sonrió y entro a la oficina de mi jefe, mientras lo seguía con la mirada a él y su lindo trasero. “Pues el hijo del viejo estaba para comérselo”. EDWARD La chica linda me dijo que el viejo se encontraba
YUSLEVIDesde esa noche en bar karaoke la actitud de mi jefe hacia a mi había cambiado de una manera casi radical, el hombre parecía como si temiera estar a solas conmigo en una habitación. No es como si fuera a violarlo (bueno pero si él se deja no sería violación. ¡QUE CONSTE EN ACTA!). Ya habían pasado varias semanas y el alemán aun no me había despedido, eso era un logro, aunque pensaba seriamente que a mi cubículo le hacía falta algo de vida.Cada día que iba en el bus rumbo al trabajo en la isla de la avenida podía ver un perfecto arbusto llenos de flores y el bombillo de una idea se prendió sobre mi cabeza.—Joshua, mírala se está secando y pidiendo a gritos porque me la llave. —le insistía al novio de Elaine mostrándole una foto de la flor que quería, pero el podrío no daba su brazo a torcer.
YUSLEVI.Me dolía la espalda y mi trasero seguramente debió desaparecer por estar tanto tiempo sentada, estos días habían sido los más cansados, tanto así que hasta debía llevarme algunos documentos al departamento para terminarlos en la comodidad de mi cama, ya que no me daba tiempo en la oficina y primera vez en mi vida que no había podido dormir bien en toda la semana.Estaba en la sala de copias y la fotocopiadora no paraba de imprimir. Estaba tan cansada que los ojos me pesaban.—¡Epale, parcerita! —me sobresalte, abriendo mis ojos y encontrándome con la sonrisa del colombiano.—Ah, eres tu Joaquín. —dije con una sonrisa cansada.—Sabes que hoy te encuentras más bella que ayer. —hablar con Joaquín es muy reconfortante, el colombiano me alegraba los días con sus ocurrencias.—Joaquín er
LYONEn la oficina solo se escucha el sonido de los botones del teclado al escribir, ya serian dos días y ella seguía enojada. No me hablaba más que con monosílabos, ahora era una mini copia de mi pero en femenino y no me gustaba, diría que hasta extraño a mi secretaria de la primera semana, vibrante y que se reía mientras “disimuladamente” revisaba sus redes sociales en la laptop con el Wi-Fi de la empresa.Trataba de concentrarme pero siempre mis ojos terminaban mirándola, ella ahora tan estoica y distante. Joaquín entro a mi oficina sin anunciarse, saludo a mi secretaria y ella le devolvió el saludo con una media sonrisa, luego se levantó de su silla.—¿A dónde va señorita Jaimes?—Ya es hora de mi almuerzo señor, si me disculpa —dijo con frialdad y luego salió de la oficina. Joaquín me miro con el ceñ