YUSLEVI
Después de escuchar todas las cositas que decían de mí por los pasillos de la empresa, quedé anonadada. ¡No había ni pasado un día y ya era una sensación entre estas víboras!
—¡Es que si no necesitara tanto el trabajo renunciara ahorita mismo! —dije furiosa—Lo necesito para seguir pagando las cuentas del departamento con Alex y Narelys. Y sabes que sin trabajo me tocara ofrecer mis servicios sexuales que aunque son calidad no están en venta.
—¡Yuslevi por favor! —Elaine se rio como una pendeja.
—¿Tú en que área trabajas?
—Estoy en área de marketing y diseño de publicidad con el colombiano.
—¿El colombiano? —pregunté extrañada.
—“El colombiano” es el apodo que le puse, pero se llama Joaquín cruz. Él es el sol andante de este edificio porque por la zona de tu jefe todos son unos odiosos que nadie se aguanta. Al menos si tuve suerte con mis compañeros de trabajo.
—¡Nojodas! Con mi pava macha siempre termino con lo peorcito de todo.
—Al menos agradece que tienes un jefe al cual admirarle el culo cuando no se dé cuenta —ambas reímos y terminamos de comer. Ya debía marcharme, el cabron me quería de regreso veinte minutos antes de que la hora de almuerzo acabara.
Hay que ser muy hijo de puta para no dejar a una persona disfrutar de su descanso en paz y creo que ya me pase de tiempo. Subí en el ascensor al último piso del edificio y cuando entre a la oficina del señor Zimmerman, me quede casi estática, no podía con tanta belleza junta.
—Señorita Yuslevi vuelva a su escritorio —ordenó mi jefe.
—Si señor —dije volviendo a la realidad pero es que mi cabeza estaban esos dos espécimen de hombres perfectos que estaban hablando con mi jefe.
“Esto ya parece una agencia de modelos, todos los hombres aquí están para comérselos”. El castaño tenía unos ojos picaros y una gran sonrisa contagiosa, el otro era un rubio de ojos azules seductores pero un poco serio.
—Así que ella es tu nueva secretaria, Lyon. —dijo el castaño con un acento claramente colombiano.
¿Por qué no me tocó trabajar para él? sería muy feliz trabajando para un hombre así, se ve alegre y echador de vaina, mientras que el señor Zimmerman era un hombre que rozaba lo amargado.
—Ella es la señorita Jaimes, quien por lo visto llego treinta minutos tarde de lo que le pedí —dijo mi jefe revisando su caro reloj en la muñeca.
“¡Coño, de aquí a que baje al comedor se me va media vida en el ascensor!”. No lograría ni dar el primer bocado a mi comida cuando ya tendría que irme corriendo para llegar a tiempo.
—Discúlpeme señor —empecé a excusarme —Pero se me va toda la hora esperando el ascensor y otra más para bajar, subir…
—No quiero escuchar sus excusas —me hizo morderme la lengua.
—Lyon siempre siendo tan malvado. —al menos el colombino era amable conmigo. —Un gusto señorita.
—Igualmente señor….
—Joaquín. —“Ah, el colombiano con esa mirada y esos labios hacia que cualquier mujer cayera a sus pies”.
LYON
Trataba de trabajar pero mire a esa chica coqueteando con uno de mis mejores amigos y la molestia volvió, ¿por qué carajo la contraté? Joaquín la hace reír y las mejillas de la chica se ponían rojas. ¡Es el colmo! ella vino aquí a trabajar no a coquetear con mis socios y amigos, al menos Mathew no se mostraba interesado en mi irresponsable secretaria.
“Debía despedirla, me es inútil tenerla aquí”-la mande fuera de mi oficina, note como Joaquín se le quedo mirando más de lo debido.
—Tu secretaria me gusta mucho. —dijo Joaquín.
—Ella no. —sentencié serio y él se rio.
—¿Acaso tú quieres algo más con ella?
—La voy a despedir, no debí ni siquiera contratarla en primer lugar.
—¿Entonces por qué lo hiciste si no cumple con tu estrictos estándares?
—Lastima, tal vez. —me excuse y ninguno de mis dos amigos me creyó.
—Oh, claro. El señor corazón de hielo sintiendo “lastima”. Creo fervientemente que ese gran escote te hizo reconsiderar las cosas. —siguió insistiendo Joaquín —Quien viera a Lyon Zimmerman siendo tan poco ético.
—¡Cállate Joaquín que así no sucedieron las cosas!
—Humm, si claro. ¡No te creo nada!
—Piensa lo que se te dé la gana —respondí molesto.
YUSLEVI
“¡Canalla, abusador!” –pensé colérica.
Mira que correrme de su oficina solo porque si, con lo bien que lo estaba pasando al lado del colombiano. Baje de nuevo al comedor de la empresa. Al menos si me podría comer alguna cosa con calma, yo soy de las mujeres que de vez en cuando mandan al carajo la dieta y que se comen cinco arepas y aun quedaría con hambre.
Cuando baje me encontré con Elaine.
—Te creía ya en tu cubículo —la castaña me sonrió.
—El señor Joaquín es flexible conmigo así que puedo tomarme unos minutos más.
—Sí, ya lo conocí y ahora mismo te envidio más que nunca perra sucia, ese colombiano es un amor de persona. Son de esos chicos a los que quieres como mejor amigo en la vida y en la cama.
—¡Yuslevi, por favor!
—Es la verdad. Yo a ese hombre me lo comería sin una pizca de remordimiento y no te hagas que tú también lo harías si no tuvieras a Joshua contigo, suertuda.
—¡Claro que no! ¡Yo sería muy profesional con mi jefe! —Ambas nos miramos y estallamos en carcajadas —Bien, bien, me atrapaste sería igual que tú y le saltaría encima como una tigresa.
—Rúa. —exclamé y no podíamos contener nuestras risas.
Los pocos empleados que quedaban nos miraban con detenimientos buscando saber que era tan gracioso. Eso era lo que más adoraba de Elaine, su forma de hacerme reír y olvidarme por un momento de la m****a que me rodeaba
—¿Yuslevi, te casarías domingo bebé? Te ofrezco esta rosquilla cubierta de chocarte y chispitas de colores, no me alcanzó para el anillo —solté una carcajada aún más sonora, no me importaba que los demás me vieran raro, si ya estaba tachada de puta ¿qué más daba? además mi amiga Elaine era la única que podía subirme el ánimo con sus ocurrencias.
—Por supuesto que me caso contigo bebé —tome la rosquillas y la mordí con gusto, descubriendo la deliciosa sorpresa que estaba llena de dulce de leche. —¡Esto está buenísimo! Quiero comerme como diez y te aseguro que no me arrepentiría después. Serían unos buenos kilos bien ganados.
Después de terminar mi jordana de trabajo regresé al departamento, creí que el señor Zimmerman me volvería a llevar a mi casa pero fue demasiado bueno para ser verdad y además me dijo que debía llegar temprano mañana por mi propia cuenta, tuve que tomar un autobús para irme. Apenas entre al departamento me vi recibida por las dos locas que casi hacen que pierda mi trabajo, Alex y Narelys.
—¡Son unas hijas de perra! —Exclame sorprendiéndolas —Mira que lo que me hicieron fue lo peor de lo peor, por poco me cuestan mi trabajo al que tantas bolas le había echado para conseguir.
—Yuslevi, no pudo ser tan malo —empezó hablar Alex.
—¡¿Qué no pudo ser tan malo!? Sus voces llamando a mi jefe como un narcotraficante se escuchó por todo el ascensor, me creí morir en ese instante.
—¿Y por qué no colgaste el celular? —preguntó Narelys.
—¡Me quede paralizada! No fue hasta que me di cuenta que ese hombre me quería sacar casi a patadas de su empresa ahí fue que trate de colgar.
—¿Pero te corrió? Porque siendo así te perdiste por todo el día. —dijo Alex con una ceja levantada.
—Para suerte de ustedes él no me despidió y sigo bajo su mando, si me hubieran llegado a despedir juro por dios y mi madre que no se los hubiera perdonado nunca.
—Yuslevi no pudo ser tan malo.
—¡Porque ustedes no estaban ahí metidas en ese ascensor con aquél hombre que tenía la mirada más dura que el concreto!
—Pero sigues teniendo el trabajo.
—Sí y ahora el piensa que tengo amigas dementes. Lo único bueno del día es que Elaine trabaja en el mismo edificio, ahora solo quiero cenar algo y ver qué demonios me pondré mañana para ir trabajar.
—Yo ya hice la cena, si quieres sírvete. —dijo Alex.
—Dime por favor que no es otra de tus comidas saludables porque siendo así no comeré, ahora lo único que quiero es proteína y grasa.
—Yuslevi no es bueno comer eso.
—¡Me vale vergas!
—Son arepas con huevos revueltos.
—Eso si se escucha sabroso —me levante como resorte del sofá y fui a servirme algo para comer cuando regrese al lado de mis amigas, ellas ya habían puesto una película. — ¿Y alguna tiene algo nuevo que contar del trabajo o soy la única?
—El hijo de mi jefe volvió a cancelar la cena con él. —empezó Narelys.
—¿Ya esta es…
—La décimo quinta vez, pana. ¡Qué arrechera! mi jefe le jala y le jala bolas a su hijo y este ni pendiente —espetó una muy molesta Narelys. —Al menos hablaría con él, si mi padre fuera así como el señor Abernathy yo viniera a todas las cenas. Al final soy yo la que reserva y debo cancelarlo todo para luego darle la mala noticia a mi jefe.
—Ah… y solo por curiosidad ¿cómo es el hijo del viejo? —pregunte.
—No tengo ni la más remota idea. Por más que busqué una foto, el desgraciado no se muestra en las redes, solo se su edad y que le gusta viajar.
—Le dicen: “El misterioso” —bromeó Alex.
—No, le queda mejor “el hijo del viejo”.
El ambiente era casi sofocante, estaba en su oficina parada frente a su escritorio y él parecía más y más intimidante. Su hermoso rostro lleno de enojo, despotricando palabras hirientes y yo como estúpida no respondía a sus insultos.“¡Despedida, estas despedida Jaimes!-gritó una y otra vez y yo suplicaba pero él no me hace caso.- ¡DESPEDIDA!”. Desperté más sudada que langosta en una olla. Al revisar la hora vi que era de madrugada, casi las cinco y media, sabía que no volvería a conciliar el sueño después de tremenda pesadilla. ¿Tan traumatizada me tenía ese hombre con la posibilidad de despedirme que no podía dormir en paz? Me levante para tomar una toalla e ir al baño a darme una ducha. Me arregle casi a la velocidad de la luz, cuando me vi linda y perfumada salí del departamento con un emparedado en mano para ir comiendo en el camino. Me detuve en la parada a esperar mi autobús para ir al trabajo, pero a medida que pasaba el tiempo el maldito bus no llegaba. Estaba a punto de
NARELYSDespués de la buena noche que pasamos en el karaoke, desperté con una cruda de los mil demonios pero tenía que ir a mi trabajo. Lo peor de todo es que yo fui la de la idea de ir de parranda en un día de semana, cuando sabía perfectamente que teníamos que levantarnos súper temprano al día siguiente. Preparaba los documentos del señor Abernathy, estaba por llevárselo y del ascensor salió aquel chico que parecía un dios griego; ojos oscuros, cabello negro, piel pálida y en buena forma con seguramente un metro ochenta de altura. —Oye dulzura —me coqueteo con un voz ronca y muy sexi —¿Se encuentra el señor Abernathy?—¿Quién lo busca? —Su hijo, Edward Abernathy. —“¡Este era el hijo de mi jefe! ¡Pero que dios más bello tenía antes sus ojos!”.—S-s-sí señor, pase señor…. —él me sonrió y entro a la oficina de mi jefe, mientras lo seguía con la mirada a él y su lindo trasero. “Pues el hijo del viejo estaba para comérselo”. EDWARD La chica linda me dijo que el viejo se encontraba
YUSLEVIDesde esa noche en bar karaoke la actitud de mi jefe hacia a mi había cambiado de una manera casi radical, el hombre parecía como si temiera estar a solas conmigo en una habitación. No es como si fuera a violarlo (bueno pero si él se deja no sería violación. ¡QUE CONSTE EN ACTA!). Ya habían pasado varias semanas y el alemán aun no me había despedido, eso era un logro, aunque pensaba seriamente que a mi cubículo le hacía falta algo de vida.Cada día que iba en el bus rumbo al trabajo en la isla de la avenida podía ver un perfecto arbusto llenos de flores y el bombillo de una idea se prendió sobre mi cabeza.—Joshua, mírala se está secando y pidiendo a gritos porque me la llave. —le insistía al novio de Elaine mostrándole una foto de la flor que quería, pero el podrío no daba su brazo a torcer.
YUSLEVI.Me dolía la espalda y mi trasero seguramente debió desaparecer por estar tanto tiempo sentada, estos días habían sido los más cansados, tanto así que hasta debía llevarme algunos documentos al departamento para terminarlos en la comodidad de mi cama, ya que no me daba tiempo en la oficina y primera vez en mi vida que no había podido dormir bien en toda la semana.Estaba en la sala de copias y la fotocopiadora no paraba de imprimir. Estaba tan cansada que los ojos me pesaban.—¡Epale, parcerita! —me sobresalte, abriendo mis ojos y encontrándome con la sonrisa del colombiano.—Ah, eres tu Joaquín. —dije con una sonrisa cansada.—Sabes que hoy te encuentras más bella que ayer. —hablar con Joaquín es muy reconfortante, el colombiano me alegraba los días con sus ocurrencias.—Joaquín er
LYONEn la oficina solo se escucha el sonido de los botones del teclado al escribir, ya serian dos días y ella seguía enojada. No me hablaba más que con monosílabos, ahora era una mini copia de mi pero en femenino y no me gustaba, diría que hasta extraño a mi secretaria de la primera semana, vibrante y que se reía mientras “disimuladamente” revisaba sus redes sociales en la laptop con el Wi-Fi de la empresa.Trataba de concentrarme pero siempre mis ojos terminaban mirándola, ella ahora tan estoica y distante. Joaquín entro a mi oficina sin anunciarse, saludo a mi secretaria y ella le devolvió el saludo con una media sonrisa, luego se levantó de su silla.—¿A dónde va señorita Jaimes?—Ya es hora de mi almuerzo señor, si me disculpa —dijo con frialdad y luego salió de la oficina. Joaquín me miro con el ceñ
LYONJoaquín me dio la dirección del hospital al que había llevado a Yuslevi y rápidamente me fui de la empresa y conduje hacia allá. Entre al hospital y me encontré con Joaquín esperándome en la recepción. —¿En dónde está ella? —pregunté directamente. —Calma tigre, ya fue atendida por emergencia —eso me hizo sentir un poco más calmado —Le mandaron hacer unos exámenes y le están suministrando suero para que se le baje la hinchazón. —Quiero verla. —Como que es mucho interés por una simple empleada, ¿no te parece? —dijo con una ceja levantada. —Lo mismo digo —respondí a la defensiva. —Bueno en mi caso es diferente porque ella es mi amiga, no sé qué seas tú… —Deja de darle vueltas al asunto y no me hagas repetir la pregunta Joaquín. —Bien idiota, ella está en la segunda camilla de lado izquierdo en emergencias. Pase por su lado y fui hacia el área de emergencias, buscando a mi empleada. La encontré acostada en la camilla, sus tacones en el piso, tenía una intravenosa en su mano d
NARELYSYa habían pasado dos años desde que mis amigas Alex, Yuslevi y yo habíamos decidió dejar Venezuela y probar nuestra suerte aquí en Gringolandia. La verdad los comienzo nunca son fáciles, lo digo yo que tuve que pelear con uñas y dientes para poder ser la secretaria del señor Abernathy. —¡Ese alemán abusador nunca escucha lo que yo le digo! —se seguía quejando Yuslevi, la verdad es mi amiga pasaba más tiempo quejándose de su jefe que hablando de otra cosa, ya era un tema al que Alex y yo nos habíamos acostumbrado. A Yuslevi le gustaba su jefe, eso era más que obvio desde el primer día. Ya era viernes y por fin tendría mi cita con el gringo. Me había esmerado en escoger un atuendo que fuera sencillo y no muy revelador, fui al baño de la oficina para poder retocar mi maquillaje, perfumarme un poco para verme fresca y radiante para el rubio. Mathew eran de esos tipos que atraen las miradas apenas entra un lugar y la verdad me ponía un poco nerviosa, ninguno de los chicos con los
“¡MIERDA UNA ESPINA!” —¡¿Narelys estas bien!?—Mat... ¡Mathew! —lleve las manos a mi cuello alarmándolo.—¡Mierda, te ahogas! —el alboroto comenzó a formarse en el restaurante. Yo tratando de escupir o regurgitar la m*****a espina y el gringo dándome fuertes palmadas en la espalda — ¡Vamos Narelys! ¡Escúpelo, escúpelo!—¡Ahs! ¡Grrr! ¡grrr! ¡Ahhh! —la espina salió junto con el pequeño trozo de la carne del pez que me había dignado a probar, el gringo me dio agua para poder recuperarme pero el daño estaba hecho, no me morí pero absolutamente todos en el restaurante me veía con una cara de desagrado y otros se reían sin disimulo.“¡Ahora si me quiero morir!” –Salí del restaurante esperando al gringo que estaba pagando la cuenta de la comida que no se pudo disfrutar. —Dios que vergüenza, Mathew llévame a mi casa. —dije intentando tapar mi rostro. Mi vergüenza y mi dignidad que se habían ido con aquel puto pescado, por eso odiaba comerlo.—Lo siento por eso, no debí pedir pescado, Narely