Capítulo 4
—¡Jefe!

Al ver que su jefe estaba derribado, los guardaespaldas de este corrieron a cercar a la chica….

Sabrina sonrió visiblemente excitada.

—¡Ustedes lo buscaron! —dijo.

Y se encaminó a por ellos, que ya se le iban encima, con un puñetazo certero tumbó a uno y con movimientos rápidos e impecables fue uno tras otro cayendo.

La pelea fue breve, quedando tumbados unos cuantos en el piso, mientras la chica, con arrogancia, los observaba.

Sus ágiles manos acomodaron sus largos cabellos y dio una espléndida y sensual sonrisa.

—¡Caramba!

Hernán señaló a Sabrina con asombro.

—Sabri... ¡Nunca supe que eras tan buena peleando!

Pero si antes era solo una debilucha, como puede ser que ahora sea tan impresionante.

¿Será que antes siempre estuvo fingiendo ser tierna y débil?

Francisco la observaba, pero fue achicando sus ojos para concentrarse en lo que realmente tenía que ver.

Durante sus años de matrimonio, fue tranquila. Su comportamiento era el de una conejita enamorada y sumisa, y ahora divorciados su cambio eran total.

Sin dejar de lado que esos movimientos que hizo eran muy parecidos a los de…

Entrecerró los ojos y asintió, guardándose aquella sospecha.

El ebrio, fue arrastrado por sus magullados guardaespaldas, quieres se alejaron atemorizados.

Sabrina se sentó, pero notó que sus chicos estaban arrinconados.

—¿Qué hacen ahí? ¡Vengan a llenar mi copa! — Les llamó provocativamente.

Los jóvenes se apresuraron a servirle, pero repentinamente una voz potente y autoritaria les ordenó:

—¡Aléjense de ella!

Los jovencitos se asestaron tanto que salieron corriendo de inmediato.

Francisco Herrera es el demonio de la Madrid, es cruel e indiferente, en caso de que lo ofendas, no podrás seguir viviendo en paz.

Sabrina rodó sus ojos hasta donde estaba él y le soltó —Las personas que irrumpen el disfrute de otros, sufrirán terribles consecuencias.

El hombre apretó los puños marcando sus verdes venas en la frente. En revancha le dijo —Recuerda que aún no estamos divorciados oficialmente.

La ley da un mes como periodo de reflexión, por si se reconcilian, así que aún están casados legalmente.

Sabrina con sarcasmo le soltó —Francisco, ¿No me digas que piensas volver conmigo?

Claro está, aunque él quisiera, ¡ella no estaba dispuesta a hacerlo!

—¡No imagines tanto! —refutó él.

—¡Eso espero! —respondió ella mientras llenaba su copa de Nuevo y mojaba sus labios.

Francisco estaba buscando un atisbo de la Sabrina que conoció antes, pero a quien veía era a esta atractiva, encantadora y hasta arrogante mujer que tenía al frente.

—¿Cómo conociste a Rahman?— Preguntó Francisco.

—¡Creo que no tengo el por qué de explicarte mis cosas, ya que solo eres mi exmarido!— Le sonrió ladeada.

—¿Exmarido?

La voz sorprendida y triste de Rahman sonó en la sala, desde lejos señaló a Francisco —¡Sabri! ¡¿En serio te casaste con un hombre cualquiera sin contarme?!

Francisco se llenó de furia en el instante.

¿Él, un hombre cualquiera?

Sabrina fulminó a Rahman con la mirada, este se acojonó tanto que cerró la boca.

Sabrina vio los nudillos de las manos del hombre y sonrió para decirle —Francisco, un exmarido es como un difundo. ¿si entiendes?

—¡Sabrina! —siseó el ex, ya con ganas de matar.

Sin embargo, ella ya no quiso seguir perdiendo su tiempo con él, así que tomó su bolso y ordenó a Rahman—¡Vámonos a otro lugar!

Rahman, ayudándola a ponerse el bolso le contestó —Sí, vamos. Conozco un club privado donde es más amplio el catálogo de jóvenes hermosos, incluso de otros países.

Francisco fijó sus ojos en la chica que se alejaba, La ira lo invadía de pies a cabeza.

Repentinamente pensó:

¿Cómo podría ella conocer a Rahman de Inglaterra?

Encima, al parecer se llevan muy bien.
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