Capítulo 7
Belén no se esperaba que la modosita y obediente Sabrina le hablara así. Se molestó y le soltó:

—Sabrina, eres una descarada, ya Fran y tú están divorciados, ¿cuál es la razón de que lo sigas molestando? Esta puta vino así vestida y arreglada seguramente para provocar a Fran…

Sabrina soltó una risa irónica—: Señorita Tiburcio, solo para que entienda le digo esto: él y yo aún no tenemos el certificado de divorcio, así seguimos legalmente casado.

La mujercita aún carcomida se le acercó apresurada y señalándola le dijo:

—¿Y eso qué? Aunque sean marido y mujer legalmente, la única que ama aquí eres tú, porque Fran no siente nada por ti.

—No importa a quién ama. Lo único importante es que si yo no me divorcio, siempre seré la legítima esposa de Francisco, la Sra. Herrera.

Belén quería arrancarle los ojos y del hermoso rostro —¡Conozco a muchas como tú… No quieres darle el divorcio porque solo quieres su dinero, ¿verdad? —

La mujer ardida sacó un cheque de su bolso y se tiró en la cara a Sabrina y agregó —Toma un millón de dólares y te vas bien lejos de nosotros.

Sabrina entrecerró los ojos y agarró el cheque.

—¿Un millón? —preguntó aireada—. ¿Solo quieres que lo deje por una hora?

—¿Como que por una hora, ¡quiero que te vayas para siempre! ¿Todavía quieres más?

—Señorita Tiburcio, ¿cómo se te ocurre darme solo un millón? —y le devolvió el cheque de la misma manera, directo a la cara de Belén.

El borde del cheque era tan filoso que al rosar la cara de Belén le hizo un corte en la cara y comenzó a sangrar.

—¡Ahhh!

Belén se cubrió la cara con la mano y al mirar sus palmas, vio que estaba cubierta de sangre.

—¡Mi cara! ¡Sabrina! ¿Cómo te atreves a lastimarme? ¡Te voy a matar!

—¿Tú? ¿Matarme tú?

Sabrina se quedó quieta y un aura poderosa se tornó a su alrededor, parecía una reina.

Dos años atrás, ni siquiera los asesinos mejor entrenados pudieron matarla, mucho menos alguien como Belén.

—¡Muérete perra!

Belén estaba tan ardida que levantó la mano para abofetearla.

Pero ni si quiera logro tocarla y su muñeca fue agarrada.

Al instante siguiente….

Sonó un ¡Crack! .

Belén gritó de dolor:

—Aaaaay, mi mano, mi mano… —Y cayó arrodillada. Su brazo derecho era torcido con fuerzas.

Sabrina miró con desprecio a la mujer que estaba arrodillada, levanto las cejas y sonrió aireada.

—Si no recuerdas esta lección, la próxima vez te irá peor.

—Sabrina, ¡¿Qué es lo que estás haciendo?!

La voz furiosa de Francisco sonó repentinamente desde atrás.

Belén se largó a llorar al verlo —Fran, ayúdame, sálvame…... ella me quiere matar.

Sabrina se dio la vuelta, miró hacia el hombre y masajeando las palmas dijo — ¡¿Estas ciego, no ves que estoy torturando a una estúpida?!

Francisco no tenía tiempo para perder en discusiones. De inmediato ordenó a alguien para que llevara a Belén al hospital.

—¡Ve al hospital y pídele disculpas a Belén! — Le ordenó a Sabrina.

La familia Tiburcio y la familia Herrera mantenían relaciones comerciales, por lo que se llevaban bien, sin embargo si los Tiburcio se enteraban de lo que hizo Sabrina a su hija mayor, no lo dejarían pasar.

Sabrina lo miró como si estuviera loco…

—¡Ella no se merece mis disculpas!

Al terminar sus palabras, se dio la vuelta y se quiso retirarse.

—¡Espera!

Francisco la retuvo tomándola del brazo.

Sabrina conteniéndose la irá que le quemaba ya, levantó una taza de café de la mesa y se lanzó en la cara al hombre!

—¡No me toques! —le siseó.

Es que todavía cree que va a obedecerle, que puede seguir ejerciendo ese poder sobre ella después de todo lo que le ha hecho…

Hernán se quedó boquiabierto ante la escena.

¿Cómo pudo atreverse a echarle café a Francisco en la cara?

¡Vaya que es valiente!

Leandro casi se cae al piso por la impresión y enseguida agarró servilleta y se lo alcanzó a Francisco.

—Sr. Herrera, ¿estas bien?

Francisco se limpió el café de su cara, estaba conteniendo la ira.

—¡Sabrina!!

—¡Maldita sea!
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