Capítulo 10
Sofía preocupada por Sabrina, pero la vio pateando a un guardaespaldas y darle un palazo a otro en la cabeza, dejándolos en el piso, ¡ni pudieron chillar!

Mateo comenzó a gritar al ver a sus guardaespaldas caídos.

—Seguridad, ¡Vengan aquí!

Sabrina, se acomodó ágilmente el cabello y, con sarcasmo, le dijo a Mateó:

—Si quieres que entre alguno, ¡olvídalo, están durmiendo!

Mateo respiró profundo, incrédulo…

Sus hombres eran profesionales…

¿Cómo logró vencerlos?

¡No aguantaron ni si quiera diez minutos!

¡Es tan buena peleando!

¿No era que era una debilucha?

¡Está seguro es un tigre que finge ser un conejo!

Sabrina, con frialdad le dijo a Mateo:

—¿Cómo te atreves a tocar a mi protegida?

¿No conoces el dolor?

Mateo estaba tieso, la mirada de Sabrina y lo que ella transmitía lo dejó sin aire.

«¡No, no me puedo acojona!»

Si Mateo no toma venganza por Belén ¿Cómo podrá verle la cara después?

«¡Mierda! ¡Es solo una mujercita! ¿Cómo le voy a temer?»

Mateo levantó el mentón y le dijo:

—Tú, jodiste la cara y los brazos de Belén, ahora, por tu bien, rómpete la cara y los brazos y te dejaré ir...

Sabrina soltó la risotada.

—¡Es lo más chistoso que he oído!

Sofía la agarró del brazo—: Sabri, vámonos, no le pares...

Sabrina tomó el paló de nuevo y chasqueando la lengua le dijo:

—¿Así? ¿No crees que irnos así es muy aburrido?

Sabrina movió su mano y el palo salió volando directo a la nariz de Mateo...

Tan sorpresivo y certero que Mateo sólo sintió el dolor del tabique roto y la sangre correr.

Sabrina camino hacia él en silencio y se sentó en el sofá.

Mateo se tapó la nariz con la mano y levantó la cabeza, la sangre que caía le mojó toda la ropa.

—¡Ahora, arrodíllate!

Sabrina con las piernas cruzadas miró al hombre que se estaba parando. Su aura era tan fuerte como el de una reina acompañada de miles de tropas.

Mateo estaba cagad... Cayó de rodillas frente a ella.

Sofía veía boquiabierta... Mateo, el engreído y tan arrogante nieto de políticos, el que escupía policías y que solo temía a su hermano mayor, estaba ahí, arrodillado frente a Sabrina.

—¿Aún quieres mis manos?

—No —negó Mateo—.Jamás volveré a atreverme?

De haber sabido lo tan fuerte que es ella, jamás se hubiese atrevido a desafiarla.

—¿Volverás a atacar a mi gente?

—No, no me atreveré nunca más.

Mateo temblaba ya, su cara bañada de sangre empapaba su ropa y aún...

Sofía veía la escena y admiraba a su ex cuñada.

«Sabri es demasiado genial, bella... ¡Encantadora!»

Sabrina dijo —Sofía, sal y espérame afuera.

Sofía tragó saliva y asintió, camino a la puerta vio a Sabrina y los ojos de la chica estaban chispeantes, su furia era notoria, sin embargo, la voz de la mujer era totalmente Calmada.

Al salir oyó los fuertes gritos de Mateo.
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