Margaret no alcanzaba a comprender lo que pasaba, aun cuando entendía el significado de sus palabras.
—¿Cómo...? —deseo poder comprender, pues no encontraba forma posible en que su abuelo pudiera obligar a un hombre como él a hacer algo que no deseaba. —El motivo no importa ahora, solo basta decir que estoy bajo su control; que ha encontrado la forma de obligarme a hacer lo que quiera y que lo que desea es que me case con usted —reconoció. —No quiero eso, no pienso atar mi vida a la tuya —continuó sin reparo alguno. —¿Entonces cancelará esta boda? —preguntó con la esperanza de que fuera de ese modo. —No, lo que quiero es que lo haga usted —reveló para su mayor sorpresa. —¿Yo...? —quiso asegurarse de que era lo que decía. —Thomas me tiene justo en la palma de su mano, pero tú situación es muy diferente. Eres su nieta, tienes opciones; puedes negarte si así lo deseas y estarás bien. Solo te pido que nos saques a ambos de esta situación —le dijo volviendo su trato hacia ella mucho más familiar, mismo que no le pasó desapercibido, al igual que no lo hizo lo que pedía. Margaret hubiese deseado que aquella fuera la verdad, que tenía esa opción; pero lo cierto es que su situación era quizás incluso peor que la suya. — ¿En verdad crees eso? —Por supuesto, niégate a este matrimonio y te daré lo que desees —ofreció con confianza. —¿Hablas en serio? —le cuestionó, pues aquella podría ser la salida que tanto había deseado. Tan solo necesitaba un poco de ayuda, pues sabía que una vez la obtuviera podría ser libre al fin del yugo de Thomas. —Por supuesto. No te presentes siquiera a esta farsa, yo mismo le diré a todo el mundo que has cambiado de opinión, que me has dejado plantado y ambos seremos libres. ¿Aceptas? — pregunto con la profunda esperanza de que lo hiciese y es que eso sin duda era lo mejor que podría pasarle. —Sí —respondió luego de pensarlo por un momento y es que, aunque aquel plan resultara un tanto peligroso, era lo mejor que podía hacer. —Muy bien, entonces saldré antes de que alguien me vea aquí. Búscame cuando estés lista, cumpliré con mi palabra y te daré lo que desees —afirmo de camino hacia la puerta.Presente
Margaret por su parte se sentía terriblemente nerviosa y culpable, pues había deseado más que nada poder cumplir con el trato que tenía con Lucas. Quería decirle que lo sentía mucho; pero no podía, no sintiendo a su abuelo solo un par de pasos atrás suyo y sobre todo el dolor sordo en su rostro. No era tan valiente como para enfrentarle, nunca lo había sido y eso lo sabía muy bien, por lo cual solo le restaba continuar. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que sería capaz de cumplir con su amenaza y no pensaba dejar que lo hiciera. Lo cierto es que ninguno de los dos fue consciente de las palabras pronunciadas por el juez. Llegado el momento ambos dijeron que si y firmaron el acta sin otra opción. Luego de eso, solo resto un pequeño brindis para celebrar su unión; en el cual Lucas bebió un trago tras otro. Lo hizo deseando poder olvidar al menos por un momento lo que vivía y es que esa parecía ser su única salida. Margaret aunque nerviosa, se le acercó deseando poder hablar con él; intentar explicar el motivo que tuvo para incumplir el trato. Esperaba decirle que se encontraba tan obligada a aquel matrimonio como él lo estaba o incluso más. Deseaba que lo entendiese, que perdonase su cobardía. —¿Podemos hablar un momento? —le cuestionó entre temerosa y esperanzada porque fuera así. —No, ahora mismo no deseo escuchar tu voz. Solo aléjate de mí —ordenó, terminándose de una vez la copa que tenía en sus manos para dirigirse al otro extremo del salón. Algunas horas después tenía su maleta lista para marcharse, a donde sea que fuesen; cuando de pronto su abuelo se le acercó. —Permíteme un momento para despedirme de mi nieta —le pidió a Lucas, quien para ese momento estaba más bien completamente ebrio. —Claro, estaré en el auto —accedió, mientras se alejaba tambaleante. Thomas entonces se acercó a Margaret, lo suficiente como para que nadie pudiera escuchar lo que tenía para decirle. —Ni se te ocurra decirle una palabra a Lucas sobre lo ocurrido. No le dirás la forma en que te amenazó; guardaras en secreto todo eso si es que deseas que tu madre esté sana y salva, ¿entiendes? —le intimido una vez más, lo cual era más que innecesario —Sí, lo entiendo —acepto con dolor y es que le enfurecía darse cuenta de lo mucho que le conocía o quizá de lo fácil de leer que era; lo que hizo que un par de lágrimas escapasen de sus ojos. —Cuando salgas de aquí, recuerda que es gracias a mi caridad que has tenido todos estos años comida en tu mesa y un techo sobre tu cabeza; porque de lo contrario, no habrías podido sobrevivir. Después de todo, solo eres una inútil sin remedio— le recordó, lo mismo que había escuchado desde que era muy pequeña y que con el tiempo había aprendido a creer. —Se buena chica y obedece —le ordeno mientras golpeaba con suavidad su mejilla ya herida, mismo que le hizo recordar. 4 horas atrás… Margaret apenas podía creer lo que estaba pasando, una salida se le acababa de presentar por sí misma. Era casi un sueño y es que cuando se creía perdida, de pronto ocurrió algo que lo cambió todo. Una sonrisa pronto apareció en sus labios y es que la ayuda de Lucas era lo único que necesitaba para escapar del control de su abuelo. Se dio la vuelta entonces con rapidez para tomar su bolsa y disponerse a salir de aquella casa tan rápido como pudiera. Contrario a lo que Lucas parecía pensar, no podía simplemente ir donde su abuelo y decirle que no podía casarse con él; hacerlo sería simplemente una estupidez de su parte y sobre todo una condena. Por ende, su mejor opción para cumplir con el trato que tenía con Lucas era salir huyendo; esconderse hasta poder hablar con él. Después de todo, sin novia no había boda e incluso su abuelo no podía cambiar ese hecho. Para su desgracia; apenas volteó a la puerta para escapar, se encontró de frente con su abuelo. Tal visión lo cual le aterrorizó hasta lo más profundo, se sintió paralizada justo en su lugar. —¿A dónde vas? —le cuestionó con aparente calma, pero ella no se dejaba engañar por eso. —Yo iba a... —pretendía explicarse, idear una mentira para distraerlo. Para su desgracia no pudo emitir ni media palabra más, cuando vio como Thomas levantaba la mano con rapidez. Ocurrió solo un segundo antes de que le golpeara el rostro con tanta fuerza que la tiró al piso, dejándola aturdida y terriblemente dolorida. —No permitiré que arruines esto por ningún motivo, ¿me escuchaste bien? —le cuestionó mientras se agachaba a su lado para verla directo a la cara, tomándola por la barbilla con firmeza para que le viera directo a los ojos. —Te casarás con Lucas y ya que tu vida no parece importarte mucho, entonces te digo esto; me encargaré de destruir a tu madre. Haré de su vida un infierno, are que desee estar muerta —le amenazó con crueldad. —Se lo suplico, no haga eso —rogo en verdad aterrada, pues le sabía perfectamente capaz de hacerlo. —No tengo por qué hacerlo. Bien puedo olvidarme siquiera de que existe y todo lo que tienes que hacer a cambio es decir que sí —reconoció. —Él no lo desea —revelo en un intento probablemente vano de salvarse. —No me importa lo que él o tú quieran, aras esto o te atendrás a las consecuencias —afirmo poniéndose en pie para verla desde arriba, desde una posición de poder. —Ahora levántate y ponte presentable. Cubre tu cara con algo de maquillaje, que no deseamos que nadie se dé cuenta de lo que pasó —le aconsejo. —Regresaré por ti en unos minutos y más vale que estés lista para ese momento —advirtió de forma severa.Presente… —Una cosa más; tu marido te llevará fuera de la ciudad durante un par de semanas a su casa de campo. Cuando regresen, más te vale que estés embarazada —dijo para su mayor desconcierto. —¿Que...? —no pudo evitar preguntar, aunque escuchó a la perfección. Thomas no la dejó completar la pregunta, sino que la abrazó con fuerza para hablarle al oído. —Deseo un descendiente y tú me lo darás, ya sabes las consecuencias de no hacerlo —le recordó. Aquello era algo que Margaret nunca habría esperado, y le tomó tan por sorpresa que la hizo sentir mareada. Aun así, se controló para no llorar, gritar y armar un verdadero escándalo, aun cuando lo deseaba; tan solo salió de ahí y entró al auto de Lucas. Este se encontraba sentado en la parte de atrás, profundamente dormido.Un par de horas después, habían llegado a su destino, una casa de campo en medio de la nada, o al menos así es como ella lo sentía. Habían viajado por un par de horas; primero por la autopista, luego carreteras se
A pesar de encontrarse ebrio, Lucas no fue ajeno a la expresión de su rostro; así que comenzó a acercársele con lentitud. —¿Hay algún problema con eso? —quiso constatar. —No, solo me tomo por sorpresa esta decisión —mintió mientras retrocedía un poco y es que no se sentía nada cómoda con tenerlo tan cerca. —Una exigencia más de tu abuelo y ya que eso me mantendría alejado suyo, decidí aceptar —admitió, continuando con su trago. —Entiendo —aseguro de forma vana, pues la verdad es que no se encontraba para nada convencida de aquello. —¿En verdad lo haces?, ¿en verdad entiendes la clase de furia que me embarga en estos momentos? Thomas apareció de pronto frente a mí para arrebatarme todo el legado de mi familia, aquello que mi abuelo construyó; pretendía quedarse con nuestra empresa a menos que me casara contigo, no me dio opción— grito, apresurando su paso para acercársele.Dos meses atrás… Hacía casi un mes que había fallecido Nicolas, el abuelo materno de Lucas y el cual siemp
En su interior se encontraban 5 pagares fechados hacia poco más de 30 años, con solo unas semanas de diferencia entre ellos. Todos con la misma cantidad y condiciones de pago. Estaba a punto de argumentar lo ridículo de estas, cuando reparo en la firma de su abuelo; misma que podría reconocer donde fuera y para su pesar era autentica. Le basto hacer un cálculo rápido para darse cuenta de que la deuda era impagable. No tenía idea de cómo es que su abuelo había permitido que la situación llegase a ese extremo. —No tenemos la liquidez necesaria para hacer algo como eso —admitió, bien consciente de lo peligroso que podían resultar sus palabras y aun así era verdad. —¿Acaso se niega a pagar su deuda? —sugirió con actitud calmada. Sin embargo, eso no engañaba a Lucas en lo más mínimo. Conocía a hombres de negocios como él y sabía que no podía fiarse de lo que sus expresiones revelasen, pues estas eran solo mascaras para ocultar la verdad. En su lugar decidió actuar con precaución. —
Presente… Margaret era perfectamente consciente de lo alterado que se encontraba, de la clase de furia que lo embargaba. La verdad es que ella no se encontraba feliz con la noticia de aquel matrimonio; mas no por eso pretendía hacérselo pagar a él, no sería justo y deseaba que lo viese de igual modo. —Cálmate, estás ebrio —intento tranquilizarlo y es que parecía tan alterado que no pudo evitar sentirse aterrada; más también le llevó a entender su motivación, el punto débil que su abuelo había encontrado en él. —Justo eso es lo único que ha evitado que cometa alguna clase de locura, así que mejor da gracias que estoy borracho —le aconsejo, terminándose de una vez el trago para arrojar el vaso a un lado. Cuando este se estrelló contra el suelo esparció vidrios por todos lados, causando un fuerte estruendo. Aquello le asustó mucho, llevándole a recordar uno de los muchos arranques de su abuelo. En la mayoría de los cuales solía resultar herida, así que trató de escapar; más este rep
Thomas, por supuesto, que no tomo nada a bien su negativa, más eso no le preocupo en lo más mínimo. No, teniendo en cuenta la clase de poder que ejercía sobre ella, mismo que sabía muy bien cómo utilizar. —Eras lo que te digo o volveré tu vida un verdadero infierno —sentencio justo como lo había hecho con Lucas. —Mi vida ya es un infierno —admitió. —Te equivocas, tu vida jamás ha sido un infierno; pero ten por seguro que lo será si no haces exactamente lo que digo —afirmo. —No me importa, no me casaré —se atrevió a negar de nueva cuenta. —Lo harás si es que quieres volver a ver a tu madre —dijo lo que sin duda jamás se esperó. En el instante mismo en que Thomas mencionó a su madre, la expresión de Margaret se descompuso con rapidez. Eso era exactamente lo que este buscaba y es que sabía muy bien cómo afectarla. —¿De qué está hablando? Usted dijo que mi madre nos había abandonado cuando era pequeña, que no tenía idea de dónde había ido —le recordó. —Así es, pero recientem
Al ver aquello, Margaret temió por un nuevo arranque de ira; así que trato de apretarse consigo misma, solo deseando soportar lo que estaba por suceder. Para su sorpresa, el golpe que espero jamás llego; en su lugar sintió como Lucas colocaba su mano con lentitud sobre su mejilla. Uso su dedo pulgar para secar con cuidado la lagrima que corría justo por la comisura de sus labios, lo cual hizo que los rozara mínimamente. Eso fue más que suficiente para ocasionar que su corazón comenzara a latir con rapidez y tanta fuerza que sentía como si golpeara contra sus costillas. Lucas por su parte sintió como si su piel quemase y no solo la de la palma de su mano, que se encontraba en contacto con ella. El calor que sentía en esta, pronto se extendió mucho más haya por sus brazos y hasta su pecho. Conocía muy bien aquella sensación, la había experimentado con anterioridad. Sabía muy bien lo que eso significaba, era pasión; una que despertaba poco a poco y con mayor fuerza de la que hubiese
A la mañana siguiente; justo cuando el sol se encontraba tan arriba en el cielo que sus rayos se filtraban por la ventana de la habitación, Lucas comenzó a despertar. Se sentía aturdido y con un terrible dolor de cabeza, síntomas que podía reconocer como los claros indicios una resaca y monumental. Sabía que había tomado demasiado el día anterior; aunque tenía buenos motivos para hacerlo, teniendo en cuenta lo ocurrido. Sabía que algo no se encontraba bien y es que tenía la mente en blanco, lo cual no solía sucederle sin importar que tanto bebiese. Consciente de la situación en la que se encontraba, lo único que le apetecía hacer era volver a dormir un par de horas; mismas en las cuales sería libre de algún modo del terrible destino que le había tocado. Acomodo su cabeza sobre la mullida almohada, volteando el rostro para ponerse cómodo. Bastó un instante para que se diese cuenta de que no se encontraba solo en aquella cama y no es que fuese la primera vez que despertaba en una sit
Lucas vagó por los alrededores de la casa durante un par de horas, hasta que se calmó lo suficiente como para volver a entrar y es que cuando se marchó lo hizo vistiendo únicamente su pantalón. No había podido pensado en tomar siquiera unos zapatos y es que en aquellos momentos todo lo que deseo fue alejarse.En cambio, la furia inicial había pasado y sabía que tenía que hacerle frente a lo sucedido. Decidió volver a entrar a la casa, encontrándolo todo en absoluto silencio; así que, aunque no lo desease, se acercó a la habitación en busca de algo de ropa.Cuando llego a la puerta de la habitación, se pegó a está intentando percibir en vano algún sonido al otro lado y es que todo se hallaba en absoluto silencio. Sabía que no podía retrasar aquello ni un solo instante más; así que terminó por abrirla sin importa