Presente…
Margaret era perfectamente consciente de lo alterado que se encontraba, de la clase de furia que lo embargaba. La verdad es que ella no se encontraba feliz con la noticia de aquel matrimonio; mas no por eso pretendía hacérselo pagar a él, no sería justo y deseaba que lo viese de igual modo. —Cálmate, estás ebrio —intento tranquilizarlo y es que parecía tan alterado que no pudo evitar sentirse aterrada; más también le llevó a entender su motivación, el punto débil que su abuelo había encontrado en él. —Justo eso es lo único que ha evitado que cometa alguna clase de locura, así que mejor da gracias que estoy borracho —le aconsejo, terminándose de una vez el trago para arrojar el vaso a un lado. Cuando este se estrelló contra el suelo esparció vidrios por todos lados, causando un fuerte estruendo. Aquello le asustó mucho, llevándole a recordar uno de los muchos arranques de su abuelo. En la mayoría de los cuales solía resultar herida, así que trató de escapar; más este reparó en su intención y se apresuró a moverse para detenerla. La tomo por los hombros con firmeza, colocándola contra una pared cercana con mucha más fuerza de la necesaria. —Lucas, por favor —rogó, intentando que la liberase y es que le había lastimado al colocarla contra la pared. —Cállate, que lo único que deseo escuchar de tus labios es una explicación válida de porque me has traicionado de la forma en que lo hiciste. Tenías mi palabra de que te ayudaría en lo que sea que deseases con tal de evitar este matrimonio. Creí que lo habías entendido, que nos ayudaríamos el uno al otro; pero ahora es que me doy cuenta de que estaba en un error, que eres igual que tu abuelo —le reprocho con enojo. Margaret deseo decirle todo, explicar las razones que tuvo no solo para no cumplir con el trato que tenían, sino para acceder desde un principio a casarse con él; pero no podía. Recordaba muy bien las amenazas de su abuelo y por lo poco que conocía a Lucas, algo le decir que si supiese la verdad no se quedaría de brazos cruzados. Tenía el presentimiento de que iría directo a confrontar a Thomas, lo cual solo sería peor. Su mejor opción era guardar silencio y acetar los reclamos de este, sus acusaciones; después de todo era lo que tenía que hacer, permanecer en silencio.Mes y medio atrás…
Margaret se encontraba disfrutando de un libro en la soledad de la biblioteca, tal como siempre. Estaba acostumbrada a estar sola entre aquellas cuatro paredes y estaba bien con eso. Prefería encerrarse en su ahí o en su habitación, estaba más segura de ese modo y es que el mayor placer de su abuelo parecía ser el torturarla. Había aprendido que el único modo de evitarlo era salir de su vista, ser invisible para él y se había vuelto realmente buena en eso. No salía nunca de casa, Thomas no se lo permitía. No tenía más familia que él; su padre había muerto cuando ella tenía 5 años y su madre, bueno, ella no estaba. No tenía más opción que atenerse a sus órdenes. Por fortuna no todo era tan malo, pues había encontrado pequeños placeres como el cuidando del jardín, cocinar o hasta solo leer un buen libro. Se encontraba concentrada en su lectura; cuando de pronto la puerta se abrió de forma intempestiva, causando que se sorprendiera. —Abuelo, debiste llamar me has asustado —le reprocho sin pensarlo y es que estaba sorprendida; más apenas las palabras abandonaron sus labios se arrepintió profundamente de ellas y es que sabía muy bien lo que le costarían. —Esta es mi casa y yo puedo hacer lo que quiera en ella. No eres más que una arrimada, y harías bien en recordarlo —respondió con la crueldad típica en él. —Lo sé, abuelo, perdón —trato de disculparse, bien consciente del error que acababa de cometer. —Basta ya de tonterías; vine aquí para informarte que te casarás este mismo fin de semana —reveló sin preocuparse en lo más mínimo por la forma en que lo hizo o prepararla para tal revelación. El escuchar aquello le hizo pensar que era una locura, una que rayaba entre una broma de mal gusto y una verdadera crueldad; teniendo en cuenta la clase de vida que había llevado hasta ese preciso momento. No sabía si reír o más bien molestarse por sus palabras, así que solo le volteo a ver; permaneciendo un momento en silencio, mientras trataba de afrontar lo que acababa de escuchar. —No puede estar hablando en serio. ¿Verdad? —pregunto, convencida de que era de ese modo, que tan solo se trataba de una nueva forma que encontró para torturarla. —Jamás había hablado más en serio. Te casarás con Lucas Pierce, el nuevo presidente de una de las empresas más importantes del país —le aseguró. En ese momento, Margaret se dio cuenta de que hablaba muy en serio y no solo era una de esas ocasiones en que había amenazado con obligarla a hacer ese tipo de cosas, lo cual le aterrorizo terriblemente. —¿En verdad pretende que me case con un hombre al que no conozco? —deseo asegurarse. —Sí, así es —reconoció. —No, no puede pedirme que haga algo como eso. ¡No lo haré! —negó por primera vez en su vida. Si bien siempre había estado dispuesta a hacer lo que sea que le ordenaran con tal de evitar una confrontación. Acceder a lo que le pedía iba sin duda más allá de lo que era capaz y no es que pretendiera encontrar al amor de su vida, con el que llevar una vida feliz y plena. Lo que si deseaba era que al menos para variar, esa fuese su decisión; aquella parte de si era lo único que tenía bajo su control y pretendía mantenerlo de esa forma. —No pienses ni por un segundo que tienes decisión en esto. Te casarás con Lucas, ya sea que lo quieras o no. Esa boda sucederá —sentencio. —No, no lo haré —reiteró.Thomas, por supuesto, que no tomo nada a bien su negativa, más eso no le preocupo en lo más mínimo. No, teniendo en cuenta la clase de poder que ejercía sobre ella, mismo que sabía muy bien cómo utilizar. —Eras lo que te digo o volveré tu vida un verdadero infierno —sentencio justo como lo había hecho con Lucas. —Mi vida ya es un infierno —admitió. —Te equivocas, tu vida jamás ha sido un infierno; pero ten por seguro que lo será si no haces exactamente lo que digo —afirmo. —No me importa, no me casaré —se atrevió a negar de nueva cuenta. —Lo harás si es que quieres volver a ver a tu madre —dijo lo que sin duda jamás se esperó. En el instante mismo en que Thomas mencionó a su madre, la expresión de Margaret se descompuso con rapidez. Eso era exactamente lo que este buscaba y es que sabía muy bien cómo afectarla. —¿De qué está hablando? Usted dijo que mi madre nos había abandonado cuando era pequeña, que no tenía idea de dónde había ido —le recordó. —Así es, pero recientem
Al ver aquello, Margaret temió por un nuevo arranque de ira; así que trato de apretarse consigo misma, solo deseando soportar lo que estaba por suceder. Para su sorpresa, el golpe que espero jamás llego; en su lugar sintió como Lucas colocaba su mano con lentitud sobre su mejilla. Uso su dedo pulgar para secar con cuidado la lagrima que corría justo por la comisura de sus labios, lo cual hizo que los rozara mínimamente. Eso fue más que suficiente para ocasionar que su corazón comenzara a latir con rapidez y tanta fuerza que sentía como si golpeara contra sus costillas. Lucas por su parte sintió como si su piel quemase y no solo la de la palma de su mano, que se encontraba en contacto con ella. El calor que sentía en esta, pronto se extendió mucho más haya por sus brazos y hasta su pecho. Conocía muy bien aquella sensación, la había experimentado con anterioridad. Sabía muy bien lo que eso significaba, era pasión; una que despertaba poco a poco y con mayor fuerza de la que hubiese
A la mañana siguiente; justo cuando el sol se encontraba tan arriba en el cielo que sus rayos se filtraban por la ventana de la habitación, Lucas comenzó a despertar. Se sentía aturdido y con un terrible dolor de cabeza, síntomas que podía reconocer como los claros indicios una resaca y monumental. Sabía que había tomado demasiado el día anterior; aunque tenía buenos motivos para hacerlo, teniendo en cuenta lo ocurrido. Sabía que algo no se encontraba bien y es que tenía la mente en blanco, lo cual no solía sucederle sin importar que tanto bebiese. Consciente de la situación en la que se encontraba, lo único que le apetecía hacer era volver a dormir un par de horas; mismas en las cuales sería libre de algún modo del terrible destino que le había tocado. Acomodo su cabeza sobre la mullida almohada, volteando el rostro para ponerse cómodo. Bastó un instante para que se diese cuenta de que no se encontraba solo en aquella cama y no es que fuese la primera vez que despertaba en una sit
Lucas vagó por los alrededores de la casa durante un par de horas, hasta que se calmó lo suficiente como para volver a entrar y es que cuando se marchó lo hizo vistiendo únicamente su pantalón. No había podido pensado en tomar siquiera unos zapatos y es que en aquellos momentos todo lo que deseo fue alejarse.En cambio, la furia inicial había pasado y sabía que tenía que hacerle frente a lo sucedido. Decidió volver a entrar a la casa, encontrándolo todo en absoluto silencio; así que, aunque no lo desease, se acercó a la habitación en busca de algo de ropa.Cuando llego a la puerta de la habitación, se pegó a está intentando percibir en vano algún sonido al otro lado y es que todo se hallaba en absoluto silencio. Sabía que no podía retrasar aquello ni un solo instante más; así que terminó por abrirla sin importa
Esa noticia, lejos de sorprender a Margaret o entristecerla, lo cierto es que le hizo sentir mucho mejor y es que la sola idea de tener que pasar cada noche a su lado en aquella habitación le resultaba insoportable. Se sentía lo suficientemente arrepentida por lo ocurrido entre ambos como para arriesgarse a repetirlo; estaba por dirigirse a la puerta, cuando se vio detenida por su voz.—Haznos un favor a ambos y mantente tan alejada de mi como te sea posible. Acabemos con esta absurda luna de miel y una vez regresemos a la ciudad, haré mi mejor esfuerzo para terminar con este matrimonio lo antes posible —le advirtió.Margaret deseo poder marcharse lo antes posible de ahí, más pronto se vio detenida de nuevo por este.—Lo que ocurrió entre nosotros no se repetirá, fue un error que no pienso volver a cometer jamás— sentencio, viéndola de cerca.Aquello le hizo nota
A la mañana siguiente; Lucas despertó bastante tarde, luego de haber conciliado el sueño de madrugada. No deseaba verla, mas también era consciente de que debían hablar de lo ocurrido, que era necesario tener aquella conversación por muy difícil que fuese.Una vez se sintió lo suficientemente listo salió de la habitación, dispuesto a tocar a la puerta de Margaret; más apenas se encontró en el pasillo, escuchó un sonido que venían desde la cocina. Parecían tratarse de cacerolas y platos chocando entre sí; además de que un delicioso aroma lo envolvía todo. Alguien estaba cocinando, sin duda; así que se dirigió hacia ahí sin demora.Apenas llego, quedo un tanto sorprendido por lo que encontró y es que Margaret se hallaba frente a la estufa. Se encontraba de espaldas a él, mientras daba vueltas a un sartén.
Un par de semanas después…Lucas había pasado gran parte del día encerrado en su habitación en una interminable conferencia con miembros de la empresa, con los que trataba de encontrar una salida para el problema en el que se encontraban. No era nada sencillo; mas no pensaba rendirse, ya que si había aceptado aquel matrimonio había sido solo para intentar ganar algo de tiempo.Se encontraba tan concentrado en el asunto, que apenas había sido consciente de la gran tormenta que en aquellos momentos se suscitaba en el exterior. Había sido de ese modo hasta cerca de dos horas después; cuando la electricidad falló, desconectando el internet. Aquello que le hizo perder la conexión y con ella la conferencia.Decidió entonces tomar su teléfono para seguir por medio de una llamada normal, más pronto se dio cuenta de que este se había quedado sin carga y no ten&
Lucas llevaba algún rato buscándola sin encontrar rastro alguno de ella, lo cual le hacía sentir cada vez más frustrado y sobre todo molesto con ella. No entendía cómo pudo haber salido con un clima como ese. Pero sobre todo se sentía furioso consigo mismo, pues no había sido consciente del momento en que salió de la casa y de no haberse cortado la electricidad, sin duda no lo habría notado hasta el día siguiente. Le aterraba el solo pensarlo, pues eso bien pudo causar una verdadera desgracia; más eso aun podía pasar, por lo cual no pensaba rendirse. No tenía idea de adonde pudo haber ido, de a donde iba cada tarde y es que jamás se había molestado en siquiera tratar de averiguarlo. Estaba por volverse loco cuando vio algo, una pequeña figura en el piso. No podía verla con claridad, pero debía tratarse de ella y es que no podía ser de otra forma; así que se apresuró a acercársele. No fue sino hasta que se encontró a un par de metros, que comprobó que en efecto era ella. No perdió