Lucas se encontraba parado justo en el centro de un gran salón, decorado con grandes cuadros de paisajes; mismos que evocaban en el de forma inevitable la libertad que estaba a punto de perder.
Aquella tarde se vistió con un traje negro, color que más que pretender elegancia representaba el luto; sentía como si estuviese asistiendo a su propio sepulcro. La corbata que se ceñía a su cuello, bien se le antojaba como una cuerda. A su lado se encontraba el juez de paz y los testigos, solo faltaba la novia. Una mujer a la que apenas había visto en una ocasión y por la cual no sentía absolutamente nada. Todos esperaban que apareciese y aunque en un inicio los nervios lo corroían; después de la conversación que acababa de tener con Margaret, estaba seguro de que no tendría nada que temer. Que esa roca que pendía de su cabeza no caería. Solo necesitaba preocuparse de que tanto debía esperar, que tanto era lo correcto antes de marcharse pareciendo solo un novio abandonado y sobre todo que no había tenido nada que ver con el asunto. El juez comenzaba a impacientarse, tenía otro compromiso al cual acudir; así que Thomas, el abuelo de su prometida se ofreció a buscarla y asegurarse de que estuviera lista al fin. Lucas en cambio sabía muy bien lo que encontraría, que ella había desaparecido y el matrimonio por tanto no se podría realizar. No se molestó siquiera en voltear cuando escuchó como la puerta volvía a abrirse, después de todo se encontraba seguro de lo que estaba a punto de pasar o al menos así lo había creído. Fue en ese momento que el sonido de unos tacones se escuchó resonar por el piso del salón, atrayendo su atención; justo cuando estos llegaban a su lado, revelando a Margaret. Una mujer que no media más de 1.60 metros, piel ligeramente morena, cabello castaño claro y grandes ojos verdes. Usaba un sencillo vestido en un tono de azul muy pálido. Este tenía un largo bastante conservador, un par de dedos abajo de la rodilla, sus mangas eran larga y amplias para ajustarse a sus muñecas; su escote discreto, apenas dejando ver un poco de su cuello. La falda de este caía fluida y amplia desde la parte baja de su pecho donde se ataba de forma delicada con una cinta de igual color. La cual prometía poner su mundo de cabeza. —Ya que están ambos novios aquí, podemos comenzar al fin —anuncio el juez con notable alivio. Lucas no tenía la menor idea de lo que estaba pasando. Había creído que tenía un trato con ella; aunque claramente se había tratado de un error. Confió en ella y se equivocó, lo cual solo demostraba lo desesperado que se encontraba; al igual que lo estúpido que había sido. Se encontraba más que furioso por su engaño y en especial porque eso lo dejaba sin posibilidad alguna de escapar.Una hora antes…
Hacia algunos minutos que Lucas había arribado a la mansión de la familia Patel. Llego con antelación de forma deliberada, pues deseaba ver a Margaret antes de la ceremonia, hablar con ella. Por desgracia, no estaba en el salón y al darse cuenta de que no aparecería hasta que la boda diera inicio, no le quedo otra opción más que buscarla. Apenas tuvo la oportunidad, se escabullo sin que nadie se diese cuenta. No creía que le resultase fácil encontrarla, por fortuna lo fue y es que una de las empleadas atribuyo su deseo de hablar con Margaret al amor que sentía por esta, llevándolo justo hasta su puerta. Apenas toco a la puerta, una voz al otro lado le permitió el paso. —¿Ha llegado ya? —preguntó Margaret apenas escucho como tocaban, dando por hecho que se trataba de alguna de las empleadas que había ido a avisarle que el novio había arribado al fin. Se trataba del momento que más temía, por ende, no pudo evitar pensar al respecto de forma inevitable. —Si, ya estoy aquí —decidió responder para atraer su atención y valla que funciono. El escuchar una voz masculina, misma que le resultaba desconocida la hizo voltear sin demora, tratando de descubrir de quien se trataba. Lo hizo, aun cuando muy en el fondo ya lo sabía. Apenas giró, se encontró con un hombre más apuesto de lo que hubiese creído posible. Era tan alto y sus hombros tan anchos que prácticamente cubría toda la puerta; lo que le hizo sentir atrapada. Fue de ese modo, especialmente cuando aquellos grandes ojos cafés la miraron fijamente. —¿Quién es usted? —decidió preguntar, aun conociendo la respuesta. —Mi nombre es Lucas Pierce, su futuro esposo —respondió justo lo que más temía. —Lo siento, yo no… —intentó disculparse, pero apenas pudo pronunciar palabra. Su aura resultaba tan poderosa, que le hacía sentir intimidada sin que pudiese evitarlo. —Descuide, no me conocía. Al igual que yo no la conozco a usted y aun así estamos a punto de casarnos, lo cual resulta toda una peculiaridad —admitió sin medir sus palabras en lo más mínimo. —Si el juez está listo, entonces podemos ir —sugirió, deseando salir de aquella habitación lo antes posible. El estar los dos solos la había comenzado a poner terriblemente nerviosa, y no solo por el hecho de que jamás había estado sola con un hombre, además de su abuelo. Su inquietud radicaba más bien en aquel hombre en particular, y es que tenía algo que le intranquilizaba y le hacía sentir en peligro. Lo cierto es que teniendo en cuenta que estaba a punto de convertirse en su esposo, eso no era una buena noticia. —No. De hecho, he venido a hablar contigo — le detuvo cuando apenas había dado un paso en dirección a la puerta, haciendo que se detuviese abruptamente. —¿Conmigo? —no podía creerlo. —Sí, se trata de algo muy importante —admitió. —Dígame entonces —le instó, deseando saber de lo que se trataba y poder salir de ahí lo antes posible. —Creo que lo mejor es ser totalmente honesto con usted, antes de que hagamos algo irreversible. No deseo casarme con usted —afirmó sin más, sin andarse con ningún tipo de rodeo. Margaret habría esperado muchas cosas, pero no algo como eso. Sin embargo, lejos de molestarla o entristecerla, lo cierto es que no habría podido recibir una mejor noticia que esa. —¿Qué está diciendo? —trato de asegurarse de entenderlo bien, especialmente pues estaba obligada a lo contrario. —No deseo este matrimonio, no quiero casarme contigo y no creo que haya una mejor forma de decirlo —admitió sin el menor miramiento. —Mi abuelo… —deseo revelarle que ella tampoco lo deseaba, que este la estaba obligando; por desgracia Lucas no se lo permitió. —Tu abuelo me está obligando a este matrimonio —se adelantó a declarar.Margaret no alcanzaba a comprender lo que pasaba, aun cuando entendía el significado de sus palabras. —¿Cómo...? —deseo poder comprender, pues no encontraba forma posible en que su abuelo pudiera obligar a un hombre como él a hacer algo que no deseaba. —El motivo no importa ahora, solo basta decir que estoy bajo su control; que ha encontrado la forma de obligarme a hacer lo que quiera y que lo que desea es que me case con usted —reconoció. —No quiero eso, no pienso atar mi vida a la tuya —continuó sin reparo alguno. —¿Entonces cancelará esta boda? —preguntó con la esperanza de que fuera de ese modo. —No, lo que quiero es que lo haga usted —reveló para su mayor sorpresa. —¿Yo...? —quiso asegurarse de que era lo que decía. —Thomas me tiene justo en la palma de su mano, pero tú situación es muy diferente. Eres su nieta, tienes opciones; puedes negarte si así lo deseas y estarás bien. Solo te pido que nos saques a ambos de esta situación —le dijo volviendo su trato hacia ella much
Presente… —Una cosa más; tu marido te llevará fuera de la ciudad durante un par de semanas a su casa de campo. Cuando regresen, más te vale que estés embarazada —dijo para su mayor desconcierto. —¿Que...? —no pudo evitar preguntar, aunque escuchó a la perfección. Thomas no la dejó completar la pregunta, sino que la abrazó con fuerza para hablarle al oído. —Deseo un descendiente y tú me lo darás, ya sabes las consecuencias de no hacerlo —le recordó. Aquello era algo que Margaret nunca habría esperado, y le tomó tan por sorpresa que la hizo sentir mareada. Aun así, se controló para no llorar, gritar y armar un verdadero escándalo, aun cuando lo deseaba; tan solo salió de ahí y entró al auto de Lucas. Este se encontraba sentado en la parte de atrás, profundamente dormido.Un par de horas después, habían llegado a su destino, una casa de campo en medio de la nada, o al menos así es como ella lo sentía. Habían viajado por un par de horas; primero por la autopista, luego carreteras se
A pesar de encontrarse ebrio, Lucas no fue ajeno a la expresión de su rostro; así que comenzó a acercársele con lentitud. —¿Hay algún problema con eso? —quiso constatar. —No, solo me tomo por sorpresa esta decisión —mintió mientras retrocedía un poco y es que no se sentía nada cómoda con tenerlo tan cerca. —Una exigencia más de tu abuelo y ya que eso me mantendría alejado suyo, decidí aceptar —admitió, continuando con su trago. —Entiendo —aseguro de forma vana, pues la verdad es que no se encontraba para nada convencida de aquello. —¿En verdad lo haces?, ¿en verdad entiendes la clase de furia que me embarga en estos momentos? Thomas apareció de pronto frente a mí para arrebatarme todo el legado de mi familia, aquello que mi abuelo construyó; pretendía quedarse con nuestra empresa a menos que me casara contigo, no me dio opción— grito, apresurando su paso para acercársele.Dos meses atrás… Hacía casi un mes que había fallecido Nicolas, el abuelo materno de Lucas y el cual siemp
En su interior se encontraban 5 pagares fechados hacia poco más de 30 años, con solo unas semanas de diferencia entre ellos. Todos con la misma cantidad y condiciones de pago. Estaba a punto de argumentar lo ridículo de estas, cuando reparo en la firma de su abuelo; misma que podría reconocer donde fuera y para su pesar era autentica. Le basto hacer un cálculo rápido para darse cuenta de que la deuda era impagable. No tenía idea de cómo es que su abuelo había permitido que la situación llegase a ese extremo. —No tenemos la liquidez necesaria para hacer algo como eso —admitió, bien consciente de lo peligroso que podían resultar sus palabras y aun así era verdad. —¿Acaso se niega a pagar su deuda? —sugirió con actitud calmada. Sin embargo, eso no engañaba a Lucas en lo más mínimo. Conocía a hombres de negocios como él y sabía que no podía fiarse de lo que sus expresiones revelasen, pues estas eran solo mascaras para ocultar la verdad. En su lugar decidió actuar con precaución. —
Presente… Margaret era perfectamente consciente de lo alterado que se encontraba, de la clase de furia que lo embargaba. La verdad es que ella no se encontraba feliz con la noticia de aquel matrimonio; mas no por eso pretendía hacérselo pagar a él, no sería justo y deseaba que lo viese de igual modo. —Cálmate, estás ebrio —intento tranquilizarlo y es que parecía tan alterado que no pudo evitar sentirse aterrada; más también le llevó a entender su motivación, el punto débil que su abuelo había encontrado en él. —Justo eso es lo único que ha evitado que cometa alguna clase de locura, así que mejor da gracias que estoy borracho —le aconsejo, terminándose de una vez el trago para arrojar el vaso a un lado. Cuando este se estrelló contra el suelo esparció vidrios por todos lados, causando un fuerte estruendo. Aquello le asustó mucho, llevándole a recordar uno de los muchos arranques de su abuelo. En la mayoría de los cuales solía resultar herida, así que trató de escapar; más este rep
Thomas, por supuesto, que no tomo nada a bien su negativa, más eso no le preocupo en lo más mínimo. No, teniendo en cuenta la clase de poder que ejercía sobre ella, mismo que sabía muy bien cómo utilizar. —Eras lo que te digo o volveré tu vida un verdadero infierno —sentencio justo como lo había hecho con Lucas. —Mi vida ya es un infierno —admitió. —Te equivocas, tu vida jamás ha sido un infierno; pero ten por seguro que lo será si no haces exactamente lo que digo —afirmo. —No me importa, no me casaré —se atrevió a negar de nueva cuenta. —Lo harás si es que quieres volver a ver a tu madre —dijo lo que sin duda jamás se esperó. En el instante mismo en que Thomas mencionó a su madre, la expresión de Margaret se descompuso con rapidez. Eso era exactamente lo que este buscaba y es que sabía muy bien cómo afectarla. —¿De qué está hablando? Usted dijo que mi madre nos había abandonado cuando era pequeña, que no tenía idea de dónde había ido —le recordó. —Así es, pero recientem
Al ver aquello, Margaret temió por un nuevo arranque de ira; así que trato de apretarse consigo misma, solo deseando soportar lo que estaba por suceder. Para su sorpresa, el golpe que espero jamás llego; en su lugar sintió como Lucas colocaba su mano con lentitud sobre su mejilla. Uso su dedo pulgar para secar con cuidado la lagrima que corría justo por la comisura de sus labios, lo cual hizo que los rozara mínimamente. Eso fue más que suficiente para ocasionar que su corazón comenzara a latir con rapidez y tanta fuerza que sentía como si golpeara contra sus costillas. Lucas por su parte sintió como si su piel quemase y no solo la de la palma de su mano, que se encontraba en contacto con ella. El calor que sentía en esta, pronto se extendió mucho más haya por sus brazos y hasta su pecho. Conocía muy bien aquella sensación, la había experimentado con anterioridad. Sabía muy bien lo que eso significaba, era pasión; una que despertaba poco a poco y con mayor fuerza de la que hubiese
A la mañana siguiente; justo cuando el sol se encontraba tan arriba en el cielo que sus rayos se filtraban por la ventana de la habitación, Lucas comenzó a despertar. Se sentía aturdido y con un terrible dolor de cabeza, síntomas que podía reconocer como los claros indicios una resaca y monumental. Sabía que había tomado demasiado el día anterior; aunque tenía buenos motivos para hacerlo, teniendo en cuenta lo ocurrido. Sabía que algo no se encontraba bien y es que tenía la mente en blanco, lo cual no solía sucederle sin importar que tanto bebiese. Consciente de la situación en la que se encontraba, lo único que le apetecía hacer era volver a dormir un par de horas; mismas en las cuales sería libre de algún modo del terrible destino que le había tocado. Acomodo su cabeza sobre la mullida almohada, volteando el rostro para ponerse cómodo. Bastó un instante para que se diese cuenta de que no se encontraba solo en aquella cama y no es que fuese la primera vez que despertaba en una sit