A pesar de encontrarse ebrio, Lucas no fue ajeno a la expresión de su rostro; así que comenzó a acercársele con lentitud.
—¿Hay algún problema con eso? —quiso constatar. —No, solo me tomo por sorpresa esta decisión —mintió mientras retrocedía un poco y es que no se sentía nada cómoda con tenerlo tan cerca. —Una exigencia más de tu abuelo y ya que eso me mantendría alejado suyo, decidí aceptar —admitió, continuando con su trago. —Entiendo —aseguro de forma vana, pues la verdad es que no se encontraba para nada convencida de aquello. —¿En verdad lo haces?, ¿en verdad entiendes la clase de furia que me embarga en estos momentos? Thomas apareció de pronto frente a mí para arrebatarme todo el legado de mi familia, aquello que mi abuelo construyó; pretendía quedarse con nuestra empresa a menos que me casara contigo, no me dio opción— grito, apresurando su paso para acercársele.Dos meses atrás…
Hacía casi un mes que había fallecido Nicolas, el abuelo materno de Lucas y el cual siempre había sido el jefe de su familia, aquel que solía ser el pilar que los mantenía a todos unidos aun a la distancia. Si bien era cierto que no solía verlo con tanta frecuencia como deseaba; primero porque solía vivir en el extranjero y segundo por sus apretadas agendas. Sin embargo, eso no significaba que no fueran cercanos, porque lo eran. Nicolas había sido su motor, la inspiración de lo que algún día deseaba ser; pero ya no se encontraba más y es que había muerto de forma tan abrupta que aún le resultaba difícil creerlo. Era de ese modo cuando la responsabilidad de la empresa y su familia cayó de pronto sobre sus hombros. Por si aquello no fuese poco la situación de la empresa no era ni cerca de ser la mejor, los problemas abundaban y él era el encargado de solucionarlos. Llevaba días enteros recluido en aquella oficina, sumergido entre montones de documentos, estados de cuenta, contratos y cualquier cosa que tuviese a su alcance para tratar de sacar a flote la empresa. Desafortunadamente, aquello parecía ser algo casi imposible; aun así, no estaba dispuesto a rendirse en ninguna circunstancia. No cuando la alternativa era perderlo todo y no pretendía dejar que sucediese. —Hay alguien que desea verlo —anunció, su secretaria, en cuya presencia no había reparado. —No estoy para nadie… En especial si son más acreedores —eso ultimó lo dijo en voz baja; pero eso no impidió que ella lo escuchase. —Señor, parece importante; creo que debería recibirlo — le aconsejó un tanto nerviosa, mismo que este notó. Mary llevaba más de una década siendo la secretaria de Nicolas y conocía bien la situación en la que se encontraban, además claro de la identidad de aquella persona. —Está bien, hazlo pasar —aceptó, más que nada intrigado por quién se pudiera tratar. —Ahora mismo lo hago. ¡Suerte! —le deseó mientras salía de ahí apurada. Tal actitud solo consiguió ponerle aún más deseoso por descubrir la identidad de aquel visitante. No tuvo oportunidad de prepararse en absoluto; cuando la puerta volvió a abrirse de forma intempestiva, apareciendo un hombre mayor. Este parecía tener una edad cercana a la que tenía su abuelo, cabello abundante y cano, complexión robusta y unos pequeños ojos cafés. Usaba un traje azul marino a la medida con una corbata de un verde que hacía resaltar sus ojos. En primera instancia, le extrañó su presencia; pues, según sus investigaciones, él no era uno de los muchos amigos y socios de su abuelo a los que había llamado para verlos. Tenía una excelente memoria, y no lo recordaba de tal modo. Sin embargo, luego de solo un momento, reparó en que sí lo había visto con anterioridad; solo que no lograba ubicar dónde o cuándo con exactitud. —Buenas tardes. Soy Lucas Pierce, nieto de Nicolas —decidió saludarlo, presentándose y esperando de ese modo desvelara su identidad. —Buenas tardes. Mi nombre es Thomas Patel —respondió mientras se le acercaba para estrecharle la mano. En el momento en que Lucas escucho ese nombre, recordó que lo había visto en varios de los documentos que reviso esos últimos días. Por desgracia nadie parecía saber de él, mismo que le llevo a sentirse frustrado. Del mismo modo recordó que si le había visto antes. Ocurrió en el funeral de su abuelo y aunque no habían intercambiado más de unas pocas palabras cuando se les acercó para darles el pésame, no era por eso por lo que le recordaba tan bien. Se trataba más bien de la actitud que tuvo cuando lo hizo, ya que había algo extraño en aquel hombre que no le pasó desapercibido entonces, ni tampoco en ese momento. Había una extraña expresión en su rostro y lo veía de una manera que le resultaba casi perturbadora. —Me disculpo por venir sin avisar, pero se trata de un tema demasiado importante el que tengo que tratar con usted —se excusó. —Descuide, señor Patel. De hecho, había tratado de contactarlo desde que tomé el mando de la empresa, pero nadie parecía saber dónde hacerlo —admito, encontrando de lo más curiosa su repentina aparición. —Lo prefiero de ese modo, así no soy molestado —explico con un toque de arrogancia que le molesto. —Aunque ahora que estoy aquí, me puede decir lo que deseaba —propuso. —Por favor, tomé asiento —le pidió Lucas, ya que eso resultaba más cómodo para ambos. —Su nombre aparece en varios documentos de la empresa de hace 30 años, por desgracia el archivo de mi abuelo está incompleto y no deja en claro el papel que usted jugaba aquí. ¿Le importaría decírmelo? —decidió cuestionar, pues solo él podría desvelar tal misterio. —Fui socio de Nicolas en los primeros años de esta empresa. Juntos fundamos este negocio —respondió, causando su asombro y es que su abuelo jamás lo menciono, lo cual le decía que había mucho más detrás de aquella historia. —Si no le importa que pregunte. ¿Por qué dejo la empresa? —indago, hiendo directo al grano. Siempre se había caracterizado por hablar de forma directa, en especial en los negocios y sentía que ante aquel hombre lo mejor era mantenerse a la ofensiva. —Al respecto solo diré que se debió a diferencia de opiniones; pero no estoy aquí para hablar del pasado, sino del futuro —respondió, mostrándose altivo y hasta un tanto prepotente a su parecer. —De acuerdo, lo escucho —acepto, consciente de que aquello era lo más que podría sacar de él, al menos de momento. —He venido a exigir el pago completo de la deuda que su abuelo contrajo conmigo —revelo, tornando su voz mucho más severa. —¿De qué diablos está hablando? Nuestra deuda la tiene el banco Wells Fargo y ya he negociado el plan de pagos con ellos —respondió, encontrando de lo más absurda su declaración y aun así no pudo evitar sentirse preocupado. —Puede que tengan una deuda con ellos, pero no se compara en nada con la que contrajeron conmigo. La deuda no ha hecho más que crecer con los años, volviéndose impagable —le corrigió para su sorpresa. —Eso no tiene ningún sentido. La empresa no tiene ninguna otra deuda—afirmo cada vez más alterado y es que la posibilidad le ponía en ese estado. —Puede que la empresa no, pero si tu abuelo y puso en garantía esta empresa. A su muerte y siendo tu su único heredero, también heredas la deuda —revelo, colocando sobre el escritorio un sobre de papel, mismo que deslizo hacia Lucas con deliberada lentitud.En su interior se encontraban 5 pagares fechados hacia poco más de 30 años, con solo unas semanas de diferencia entre ellos. Todos con la misma cantidad y condiciones de pago. Estaba a punto de argumentar lo ridículo de estas, cuando reparo en la firma de su abuelo; misma que podría reconocer donde fuera y para su pesar era autentica. Le basto hacer un cálculo rápido para darse cuenta de que la deuda era impagable. No tenía idea de cómo es que su abuelo había permitido que la situación llegase a ese extremo. —No tenemos la liquidez necesaria para hacer algo como eso —admitió, bien consciente de lo peligroso que podían resultar sus palabras y aun así era verdad. —¿Acaso se niega a pagar su deuda? —sugirió con actitud calmada. Sin embargo, eso no engañaba a Lucas en lo más mínimo. Conocía a hombres de negocios como él y sabía que no podía fiarse de lo que sus expresiones revelasen, pues estas eran solo mascaras para ocultar la verdad. En su lugar decidió actuar con precaución. —
Presente… Margaret era perfectamente consciente de lo alterado que se encontraba, de la clase de furia que lo embargaba. La verdad es que ella no se encontraba feliz con la noticia de aquel matrimonio; mas no por eso pretendía hacérselo pagar a él, no sería justo y deseaba que lo viese de igual modo. —Cálmate, estás ebrio —intento tranquilizarlo y es que parecía tan alterado que no pudo evitar sentirse aterrada; más también le llevó a entender su motivación, el punto débil que su abuelo había encontrado en él. —Justo eso es lo único que ha evitado que cometa alguna clase de locura, así que mejor da gracias que estoy borracho —le aconsejo, terminándose de una vez el trago para arrojar el vaso a un lado. Cuando este se estrelló contra el suelo esparció vidrios por todos lados, causando un fuerte estruendo. Aquello le asustó mucho, llevándole a recordar uno de los muchos arranques de su abuelo. En la mayoría de los cuales solía resultar herida, así que trató de escapar; más este rep
Thomas, por supuesto, que no tomo nada a bien su negativa, más eso no le preocupo en lo más mínimo. No, teniendo en cuenta la clase de poder que ejercía sobre ella, mismo que sabía muy bien cómo utilizar. —Eras lo que te digo o volveré tu vida un verdadero infierno —sentencio justo como lo había hecho con Lucas. —Mi vida ya es un infierno —admitió. —Te equivocas, tu vida jamás ha sido un infierno; pero ten por seguro que lo será si no haces exactamente lo que digo —afirmo. —No me importa, no me casaré —se atrevió a negar de nueva cuenta. —Lo harás si es que quieres volver a ver a tu madre —dijo lo que sin duda jamás se esperó. En el instante mismo en que Thomas mencionó a su madre, la expresión de Margaret se descompuso con rapidez. Eso era exactamente lo que este buscaba y es que sabía muy bien cómo afectarla. —¿De qué está hablando? Usted dijo que mi madre nos había abandonado cuando era pequeña, que no tenía idea de dónde había ido —le recordó. —Así es, pero recientem
Al ver aquello, Margaret temió por un nuevo arranque de ira; así que trato de apretarse consigo misma, solo deseando soportar lo que estaba por suceder. Para su sorpresa, el golpe que espero jamás llego; en su lugar sintió como Lucas colocaba su mano con lentitud sobre su mejilla. Uso su dedo pulgar para secar con cuidado la lagrima que corría justo por la comisura de sus labios, lo cual hizo que los rozara mínimamente. Eso fue más que suficiente para ocasionar que su corazón comenzara a latir con rapidez y tanta fuerza que sentía como si golpeara contra sus costillas. Lucas por su parte sintió como si su piel quemase y no solo la de la palma de su mano, que se encontraba en contacto con ella. El calor que sentía en esta, pronto se extendió mucho más haya por sus brazos y hasta su pecho. Conocía muy bien aquella sensación, la había experimentado con anterioridad. Sabía muy bien lo que eso significaba, era pasión; una que despertaba poco a poco y con mayor fuerza de la que hubiese
A la mañana siguiente; justo cuando el sol se encontraba tan arriba en el cielo que sus rayos se filtraban por la ventana de la habitación, Lucas comenzó a despertar. Se sentía aturdido y con un terrible dolor de cabeza, síntomas que podía reconocer como los claros indicios una resaca y monumental. Sabía que había tomado demasiado el día anterior; aunque tenía buenos motivos para hacerlo, teniendo en cuenta lo ocurrido. Sabía que algo no se encontraba bien y es que tenía la mente en blanco, lo cual no solía sucederle sin importar que tanto bebiese. Consciente de la situación en la que se encontraba, lo único que le apetecía hacer era volver a dormir un par de horas; mismas en las cuales sería libre de algún modo del terrible destino que le había tocado. Acomodo su cabeza sobre la mullida almohada, volteando el rostro para ponerse cómodo. Bastó un instante para que se diese cuenta de que no se encontraba solo en aquella cama y no es que fuese la primera vez que despertaba en una sit
Lucas vagó por los alrededores de la casa durante un par de horas, hasta que se calmó lo suficiente como para volver a entrar y es que cuando se marchó lo hizo vistiendo únicamente su pantalón. No había podido pensar en tomar siquiera unos zapatos y es que en aquellos momentos todo lo que deseo fue alejarse. En cambio, la furia inicial había pasado y sabía que tenía que hacerle frente a lo sucedido. Decidió volver a entrar a la casa, encontrándolo todo en absoluto silencio; así que, aunque no lo desease, se acercó a la habitación en busca de algo de ropa. Cuando llego a la puerta de la habitación, se pegó a está intentando percibir en vano algún sonido al otro lado y es que todo se hallaba en absoluto silencio. Sabía que no podía retrasar aquello ni un solo instante más; así que terminó por abrirla sin importarle encontrársela, aun cuando no lo deseaba. Para su fortuna, no fue de ese modo y es que no estaba en la habitación; aunque si se escuchaba la regadera en el baño, así que
Esa noticia, lejos de sorprender a Margaret o entristecerla, lo cierto es que le hizo sentir mucho mejor y es que la sola idea de tener que pasar cada noche a su lado en aquella habitación le resultaba insoportable. Se sentía lo suficientemente arrepentida por lo ocurrido entre ambos como para arriesgarse a repetirlo; estaba por dirigirse a la puerta, cuando se vio detenida por su voz. —Haznos un favor a ambos y mantente tan alejada de mi como te sea posible. Acabemos con esta absurda luna de miel y una vez regresemos a la ciudad, haré mi mejor esfuerzo para terminar con este matrimonio lo antes posible —le advirtió mientras le daba alcance. Margaret deseo poder marcharse lo antes posible de ahí, más pronto se vio detenida de nuevo por este. —Lo que ocurrió entre nosotros no se repetirá, fue un error que no pienso volver a cometer jamás— sentencio, viéndola de cerca. Aquello le hizo notar las marcas moradas en también había en sus brazos y lo que parecían ser mordidas en su cuello.
A la mañana siguiente; Lucas despertó bastante tarde, luego de haber conciliado el sueño de madrugada. No deseaba verla, mas también era consciente de que debían hablar de lo ocurrido, que era necesario tener aquella conversación por muy difícil que fuese. Una vez se sintió lo suficientemente listo salió de la habitación, dispuesto a tocar a la puerta de Margaret; más apenas se encontró en el pasillo, escuchó un sonido que venían desde la cocina. Parecían tratarse de cacerolas y platos chocando entre sí; además de que un delicioso aroma lo envolvía todo. Alguien estaba cocinando, sin duda; así que se dirigió hacia ahí sin demora. Apenas llego, quedo un tanto sorprendido por lo que encontró y es que Margaret se hallaba frente a la estufa. Se encontraba de espaldas a él, mientras daba vueltas a un sartén. Vestía un amplio pantalón de color crema, una larga camisa blanca que le quedaba como mínimo dos tallas más grandes de lo que debería y se hallaba descalza. Su cabello se encontraba p