Presente…
—Una cosa más; tu marido te llevará fuera de la ciudad durante un par de semanas a su casa de campo. Cuando regresen, más te vale que estés embarazada —dijo para su mayor desconcierto. —¿Que...? —no pudo evitar preguntar, aunque escuchó a la perfección. Thomas no la dejó completar la pregunta, sino que la abrazó con fuerza para hablarle al oído. —Deseo un descendiente y tú me lo darás, ya sabes las consecuencias de no hacerlo —le recordó. Aquello era algo que Margaret nunca habría esperado, y le tomó tan por sorpresa que la hizo sentir mareada. Aun así, se controló para no llorar, gritar y armar un verdadero escándalo, aun cuando lo deseaba; tan solo salió de ahí y entró al auto de Lucas. Este se encontraba sentado en la parte de atrás, profundamente dormido.Un par de horas después, habían llegado a su destino, una casa de campo en medio de la nada, o al menos así es como ella lo sentía. Habían viajado por un par de horas; primero por la autopista, luego carreteras secundarias y los últimos 40 minutos por terracería.
Era de noche y no veía ninguna luz alrededor, lo cual comenzaba a ponerle cada vez más nerviosa. De pronto, el auto se detuvo y no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba. —¿Dónde estamos? —preguntó, esperando este despejara la incógnita. —Ya lo verá señora —respondió justo antes de bajar del auto, llamándola con tanto respeto y con un título que le sorprendió mucho. Vio entonces como abría la cajuela para sacar de ella un par de maletas, una de las cuales le pertenecía, y luego se alejó. Lucas había dormido durante todo el trayecto, mismo que había evitado que fuese objeto de su furia, lo que sin duda le alegraba. Por desgracia no podía seguir rehuyéndole, así que se armó de valor y se le acercó. —Lucas —le llamó con cuidado, pero este no pareció escucharla. —Lucas, hemos llegado —repitió, pero en esa ocasión con un poco más de fuerza y tomándolo por el hombro para moverlo un poco. Aquello causó que comenzase a despertar poco a poco hasta al fin abrir los ojos y voltear a su alrededor, intentando ubicarse; pero apenas lo hizo la volvió a ver con severidad. —¡Baja! —le ordenó antes de hacerlo el mismo, alejándose del auto en medio de la obscuridad. Margaret no tuvo más opción que salir del auto e ir tras este y es que no pensaba quedarse sola en medio de aquella obscuridad. Apenas salió, no pudo ver nada a su alrededor; pues todo se encontraba en completa obscuridad. No tenía la menor idea de a dónde ir, Lucas y el chofer habían desaparecido, dejándola completamente sola y eso le aterraba. Se encontraba a punto de gritar por ayuda, cuando de pronto las luces se encendieron, dejando al descubierto una bella cabaña de madera. Esta era de una planta con techo de dos aguas; en su interior todas las luces parecían estar encendidas, al igual que la que iluminaba el porche. Esta dejaba a la vista un bello jardín que se encontraba en floración y en el centro del cual había un camino de piedra. Este iba desde la puerta principal hasta la balla que había en la parte delantera. Aun cuando era de noche, la belleza del lugar era notoria; pero tenía importantes asuntos que atender como para detenerse a contemplar tal belleza. Así que, teniendo cuidado de no resbalar y caer debido a la humedad de las rocas, comenzó a caminar hacia la casa. La puerta se encontraba abierta, así que no tuvo problema para entrar y al hacerlo descubrió una hermosa sala de estar con rústicos muebles de madera y una chimenea, misma que ya se encontraba encendida. Todo parecía muy limpio y ordenado. Por desgracia no tuvo tiempo de pensar al respecto, cuando escuchó como el coche arrancaba y se alejaba con rapidez por el camino. Aquello le hizo correr sin demora de vuelta hacia la puerta, solo para ver como el auto se marchaba con rapidez. Eso solo podía significar dos cosas y ninguna de las dos le agradaba en lo más mínimo. Creía que Lucas había decidido abandonarla ahí sin más, en cuyo caso se encontraría sola a la mitad de la nada y sin modo de regresar a la ciudad. Otra opción era que el chofer se hubiera marchado, dejándolos a ambos; lo cual no le reconfortaba en lo más mínimo. Si bien, era difícil tener que estar a solas con un hombre al cual no conocía; lo era aún más el hecho de estar en medio de la nada y que aquel hombre fuese su esposo. Alguien que tenía pleno derecho sobre ella, lo cual le aterraba. Por desgracia no tuvo oportunidad de pensar al respecto, cuando escuchó un ruido a sus espaldas; haciendo que volteara para ver de quien se trataba. Lo hizo solo para encontrarse con Lucas, quien aparecía desde una puerta contigua con un vaso de licor en la mano. —¿A dónde ha ido el chofer? —cuestionó angustiada. —De regreso a la ciudad, volverá dentro de un par de semanas —respondió con calma. —¿Por qué? —se encontraba desesperada por escuchar que solo se trataba de un error, que volvería enseguida. —Esta es nuestra luna de miel, así se suponen que deben ser las cosas —contesto en su lugar. —¿Así que estaremos solos durante dos semanas enteras? —intento cerciorarse. —En efecto —admitió, disfrutando de su trago mientras se acercaba a la chimenea. Su respuesta no le gustó para nada a Margaret y es que la perspectiva de tener que estar completamente sola con él durante tanto tiempo, no le gustaba en lo más mínimo.A pesar de encontrarse ebrio, Lucas no fue ajeno a la expresión de su rostro; así que comenzó a acercársele con lentitud. —¿Hay algún problema con eso? —quiso constatar. —No, solo me tomo por sorpresa esta decisión —mintió mientras retrocedía un poco y es que no se sentía nada cómoda con tenerlo tan cerca. —Una exigencia más de tu abuelo y ya que eso me mantendría alejado suyo, decidí aceptar —admitió, continuando con su trago. —Entiendo —aseguro de forma vana, pues la verdad es que no se encontraba para nada convencida de aquello. —¿En verdad lo haces?, ¿en verdad entiendes la clase de furia que me embarga en estos momentos? Thomas apareció de pronto frente a mí para arrebatarme todo el legado de mi familia, aquello que mi abuelo construyó; pretendía quedarse con nuestra empresa a menos que me casara contigo, no me dio opción— grito, apresurando su paso para acercársele.Dos meses atrás… Hacía casi un mes que había fallecido Nicolas, el abuelo materno de Lucas y el cual siemp
En su interior se encontraban 5 pagares fechados hacia poco más de 30 años, con solo unas semanas de diferencia entre ellos. Todos con la misma cantidad y condiciones de pago. Estaba a punto de argumentar lo ridículo de estas, cuando reparo en la firma de su abuelo; misma que podría reconocer donde fuera y para su pesar era autentica. Le basto hacer un cálculo rápido para darse cuenta de que la deuda era impagable. No tenía idea de cómo es que su abuelo había permitido que la situación llegase a ese extremo. —No tenemos la liquidez necesaria para hacer algo como eso —admitió, bien consciente de lo peligroso que podían resultar sus palabras y aun así era verdad. —¿Acaso se niega a pagar su deuda? —sugirió con actitud calmada. Sin embargo, eso no engañaba a Lucas en lo más mínimo. Conocía a hombres de negocios como él y sabía que no podía fiarse de lo que sus expresiones revelasen, pues estas eran solo mascaras para ocultar la verdad. En su lugar decidió actuar con precaución. —
Presente… Margaret era perfectamente consciente de lo alterado que se encontraba, de la clase de furia que lo embargaba. La verdad es que ella no se encontraba feliz con la noticia de aquel matrimonio; mas no por eso pretendía hacérselo pagar a él, no sería justo y deseaba que lo viese de igual modo. —Cálmate, estás ebrio —intento tranquilizarlo y es que parecía tan alterado que no pudo evitar sentirse aterrada; más también le llevó a entender su motivación, el punto débil que su abuelo había encontrado en él. —Justo eso es lo único que ha evitado que cometa alguna clase de locura, así que mejor da gracias que estoy borracho —le aconsejo, terminándose de una vez el trago para arrojar el vaso a un lado. Cuando este se estrelló contra el suelo esparció vidrios por todos lados, causando un fuerte estruendo. Aquello le asustó mucho, llevándole a recordar uno de los muchos arranques de su abuelo. En la mayoría de los cuales solía resultar herida, así que trató de escapar; más este rep
Thomas, por supuesto, que no tomo nada a bien su negativa, más eso no le preocupo en lo más mínimo. No, teniendo en cuenta la clase de poder que ejercía sobre ella, mismo que sabía muy bien cómo utilizar. —Eras lo que te digo o volveré tu vida un verdadero infierno —sentencio justo como lo había hecho con Lucas. —Mi vida ya es un infierno —admitió. —Te equivocas, tu vida jamás ha sido un infierno; pero ten por seguro que lo será si no haces exactamente lo que digo —afirmo. —No me importa, no me casaré —se atrevió a negar de nueva cuenta. —Lo harás si es que quieres volver a ver a tu madre —dijo lo que sin duda jamás se esperó. En el instante mismo en que Thomas mencionó a su madre, la expresión de Margaret se descompuso con rapidez. Eso era exactamente lo que este buscaba y es que sabía muy bien cómo afectarla. —¿De qué está hablando? Usted dijo que mi madre nos había abandonado cuando era pequeña, que no tenía idea de dónde había ido —le recordó. —Así es, pero recientem
Al ver aquello, Margaret temió por un nuevo arranque de ira; así que trato de apretarse consigo misma, solo deseando soportar lo que estaba por suceder. Para su sorpresa, el golpe que espero jamás llego; en su lugar sintió como Lucas colocaba su mano con lentitud sobre su mejilla. Uso su dedo pulgar para secar con cuidado la lagrima que corría justo por la comisura de sus labios, lo cual hizo que los rozara mínimamente. Eso fue más que suficiente para ocasionar que su corazón comenzara a latir con rapidez y tanta fuerza que sentía como si golpeara contra sus costillas. Lucas por su parte sintió como si su piel quemase y no solo la de la palma de su mano, que se encontraba en contacto con ella. El calor que sentía en esta, pronto se extendió mucho más haya por sus brazos y hasta su pecho. Conocía muy bien aquella sensación, la había experimentado con anterioridad. Sabía muy bien lo que eso significaba, era pasión; una que despertaba poco a poco y con mayor fuerza de la que hubiese
A la mañana siguiente; justo cuando el sol se encontraba tan arriba en el cielo que sus rayos se filtraban por la ventana de la habitación, Lucas comenzó a despertar. Se sentía aturdido y con un terrible dolor de cabeza, síntomas que podía reconocer como los claros indicios una resaca y monumental. Sabía que había tomado demasiado el día anterior; aunque tenía buenos motivos para hacerlo, teniendo en cuenta lo ocurrido. Sabía que algo no se encontraba bien y es que tenía la mente en blanco, lo cual no solía sucederle sin importar que tanto bebiese. Consciente de la situación en la que se encontraba, lo único que le apetecía hacer era volver a dormir un par de horas; mismas en las cuales sería libre de algún modo del terrible destino que le había tocado. Acomodo su cabeza sobre la mullida almohada, volteando el rostro para ponerse cómodo. Bastó un instante para que se diese cuenta de que no se encontraba solo en aquella cama y no es que fuese la primera vez que despertaba en una sit
Lucas vagó por los alrededores de la casa durante un par de horas, hasta que se calmó lo suficiente como para volver a entrar y es que cuando se marchó lo hizo vistiendo únicamente su pantalón. No había podido pensado en tomar siquiera unos zapatos y es que en aquellos momentos todo lo que deseo fue alejarse.En cambio, la furia inicial había pasado y sabía que tenía que hacerle frente a lo sucedido. Decidió volver a entrar a la casa, encontrándolo todo en absoluto silencio; así que, aunque no lo desease, se acercó a la habitación en busca de algo de ropa.Cuando llego a la puerta de la habitación, se pegó a está intentando percibir en vano algún sonido al otro lado y es que todo se hallaba en absoluto silencio. Sabía que no podía retrasar aquello ni un solo instante más; así que terminó por abrirla sin importa
Esa noticia, lejos de sorprender a Margaret o entristecerla, lo cierto es que le hizo sentir mucho mejor y es que la sola idea de tener que pasar cada noche a su lado en aquella habitación le resultaba insoportable. Se sentía lo suficientemente arrepentida por lo ocurrido entre ambos como para arriesgarse a repetirlo; estaba por dirigirse a la puerta, cuando se vio detenida por su voz.—Haznos un favor a ambos y mantente tan alejada de mi como te sea posible. Acabemos con esta absurda luna de miel y una vez regresemos a la ciudad, haré mi mejor esfuerzo para terminar con este matrimonio lo antes posible —le advirtió.Margaret deseo poder marcharse lo antes posible de ahí, más pronto se vio detenida de nuevo por este.—Lo que ocurrió entre nosotros no se repetirá, fue un error que no pienso volver a cometer jamás— sentencio, viéndola de cerca.Aquello le hizo nota