Rodrigo De la Sierra
2 años atrás
Recibí una llamada de un número desconocido, estando dando mis clases de literatura en la Universidad de Guanajuato, ignoré esa llamada y seguí con mis clases con el grupo de alumnos con el que me tocaba enseñar, pero sentía sonar y sonar en repetidas ocasiones el teléfono dentro de mi chamarra que en cuanto terminé de dar mis clases, esperé a que volvieran a llamarme y tomé la llamada. Tenía que saber de una vez por todas, quién me estaba llamando tan insistentemente.
–Sí, diga – Dije al responder – ¿Quién habla?
–La solución a todos tus problemas, bueno no solo a los tuyos, también a los de Sandra. Necesito que me ayudes, necesito que nos veamos, es algo que nos conviene a los dos – Dijo la voz de una mujer – No te vas a arrepentir.
–Sea quién sea usted, señora. Yo no tengo tiempo para este tipo de juegos, tengo muchas cosas en la cabeza y problemas de los que debo ocuparme.
–Lo sé, problemas de dinero y yo te estoy ofreciendo la salida de ellos – La mujer insistía – Dime, ¿Cómo te sentirías con 5 millones de pesos libres de impuestos? Sé por lo que estás pasando, te he investigado y sé que no tienes ni para pagar el parto de tu esposa, por cierto, felicidades. Sé que van a ser padres de un hermoso niño.
No podía creer lo que estaba escuchando, quién quiera que fuera esa mujer sabía muchas cosas de mí y eso era sorprendente lo bien que investigó sobre mi vida, pero también era demasiado aterrador. No me gustaba que nadie supiera tantas cosas sobre mí, tantas que me daban demasiado miedo y no quería que siguiera jugando conmigo, así que decidí jugar yo con ella.
–Dígame un lugar y nos vemos ahí, solo le puedo conceder una hora de mi valioso tiempo – Puse mis condiciones – Si no le parece o no le sirve, dígame para no vernos.
–Nos vemos fuera del Teatro Juárez, hoy a las 4 de la tarde y sea puntual – Me exigió la mujer – No me gusta esperar y créame, usted tampoco quisiera esperar sabiendo el ofrecimiento, qué pienso hacerle, es mucho dinero en juego.
–Eso está por verse, la veo a las 4 de la tarde.
Corté la llamada con quién fuera que sea esa mujer que me dejaba con muchas interrogantes, no sé ni de dónde obtuvo mi número de teléfono y luego me ofrece una cantidad exagerada de dinero, cuando yo ni siquiera la conozco. Me dejaba pensando demasiadas cosas y me ponía en alerta máxima todo ese asunto con ella. Terminé mis clases ese día como pude y me fui a la cita con esa desconocida, esperando que esto no fuera a ser una trampa o un chantaje que me llevara a terminar en una situación peor.
–Buenas tardes, profesor de la Sierra – Me abordó una mujer de unos 50 años aproximadamente – Menos mal que decidió venir a verme, créame que esto le conviene.
–Buenas tardes, no quiero hacer aspavientos aquí, pero quisiera saber quién es usted y lo que quiere de mí – Dije desconfiado – Necesito saberlo urgentemente, de lo contrario, me marcharé, así como he llegado.
No debí exponerme abiertamente, hubiera esperado a que ella llegara primero al lugar acordado para estudiarla bien y luego abórdala yo a ella, no al revés, estaba perdiendo mis facultades intuitivas.
–No puedo hablarle de este asunto tan delicado aquí, tendremos para eso que ir a casa de un amigo mío, está a unas calles ¿Viene?
Ella se separó de mí y se adelantó caminando, iba a no sé dónde y yo sinceramente no quería ni seguirla, pero pudo más mi curiosidad y saber esa mujer quién era y cómo dio conmigo y lo más importante, como sabía de mi esposa Sandra. Tenía muchas preguntas y si quería saber las respuestas, tenía que seguir a esa mujer a su casa. Ella caminaba muy rápido, yo la seguí a su mismo paso hasta llegar a una pequeña entrada de una puerta roja, ahí ella introdujo una llave y abrió la puerta y después, me cedió el paso a mí.
–Después de usted, profesor – Me dijo ella – Adelante, por favor.
–Gracias.
Entré con mucha desconfianza al lugar, no podía confiar en esa mujer para nada y menos sin saber ni su nombre. Ella me invitó a que me sentara y hasta me ofreció algo de tomar, cosa que yo no acepté. Quedamos sentados frente a frente y al fin yo iba a saber lo que quería ella y por lo que me había buscado.
–Sé que tiene muchas preguntas, pero antes que las haga, le quiero mostrar lo que le prometí – Sacó varias maletas con muchos fajos de efectivo – Aquí está lo que le prometo y le daré la mitad por adelantado, quiero saber si eso no significa una motivación, para que usted me haga el trabajito.
Se notaba que esta mujer estaba acostumbrada a hacer este tipo de cosas, se manejaba como pez en el agua, no cabía duda que el dinero que está ofreciéndome para no sé qué, no le importa en lo absoluto.
–Primero quisiera saber, ¿Quién es usted? Y ¿De qué trabajito se trata? Yo no estoy tan tonto para aceptar algo a ciegas, de alguien que no había visto nunca hasta el día de hoy y otra cosa, necesito que se presente con su nombre o no haré nada.
Solo me había metido en la casa de una desconocida, pero la curiosidad me había ganado, ahora esperaba que no quisiera hacerme daño, era una medida de prevención, el no ir a ningún lugar solo con alguien al que no conoces.
–Me llamo, Dora Zabaleta Fernández y necesito, concretamente, que usted me haga un trabajo con una de sus alumnas – La mujer estaba muy metida en su papel – Se llama, Jazmín Zabaleta Villa, su alumna y mi sobrina.
Mi cabeza trabajaba a una velocidad extraordinaria, tratando de pensar en Jazmín, tenía 3 alumnas con ese nombre en los grupos a los que yo les daba clases, de la licenciatura de letras. Entonces vino a mi mente, la imagen de una chica muy hermosa, rubia y de ojos grises, casi de mi estatura que se sienta siempre al fondo de mi clase, es muy tímida y también es muy inteligente.
–Sí, Jazmín es una de mis alumnas – Respondí – Ya la recuerdo, no me diga que me quiere hacer rico a cambio que su sobrina, pase con excelencia mi materia. Ella no lo necesita, es muy inteligente y dedicada.
No tenía que pagar por algo que ya estaba más que comprobado, esta chica es una de las mejores, esta señora me iba a pagar esa suma de dinero en balde, su sobrina no necesitaba que le pusiera buenas notas si ya las tenía.
–Sabía que no me iba a equivocar a elegirlo a usted, profesor De la Sierra, pero no es eso lo que quiero. Sé que va a ser padre y que está apretado de dinero, que vive con su esposa Sandra solo de su sueldo como docente en la Universidad y que ella está a un mes de dar a luz a su primogénito, por lo que usted necesita de este dinero.
Desde luego que era una suma que no se podía dejar pasar, con esto tenía muchos años asegurados, pero yo no era un asesino, no me iba a convertir en uno porque me estuviera ofreciendo ese dinero, yo no iba a matar a nadie.
–No le puedo negar que ese dinero me resolvería mi vida, pero necesita explicarme ¿Qué es exactamente lo que tengo que hacer? Si está pensando por su loca mente que tengo que desaparecer a esa chica, ya puede irlo olvidando.
No me iba a manchar las manos y hasta ir a parar a la cárcel por ese tipo de delitos, tenía a una mujer embarazada a punto de dar a luz y un bebé en puerta, era absurdo meterme en problemas ahora.
–Aprenda a escuchar primero, profesor de la Sierra – Sentenció molesta – Lo que le quiero proponer es muy simple, usted solo debe enamorar a mi sobrina y hacerla que se ilusione con usted, al punto de llevarla a la cama y que sea grabado un video de ese encuentro, en ese momento se termina su misión, ya que me entregue dicho video a mí.
– ¿Para qué quiere que haga eso? Yo me encuentro casado y ¿Cómo se supone que debo enamorarla? Y además soy su profesor – Por supuesto que ella sabía todo eso.
–Ella no sabe que es usted casado y no tiene por qué saberlo. Le daré dinero para que inicie con el plan, 2, 500, 000) para los gastos y todo lo que deba hacer mientras la conquista y la enamora y un anticipo muy generoso y, ya que me entregue el video que le pido, le liquido su parte – Ella sonreía con descaro – ¿Tenemos un trato, profesor De la Sierra?
–Tenemos un trato – Estreché su mano, cerrando aquel trato.
Jazmín Zabaleta VillaTenía poco que había entrado a la Universidad y ya había conocido a mi amor platónico, era él mi profesor de literatura Rodrigo De la Sierra, era alto de cabello negro, tenía un cuerpo muy bien trabajado y unos ojos azules y hermosos como el azul del cielo, me tenía encantada y su materia aún más, era mi asignatura favorita de todas las que llevaba en la licenciatura de letras.–Jazmín, no puedo creer que te guste el profe y no te atrevas a decirle nada – Me dijo Eva, mi mejor amiga – Se ve que a él también le gustas tú.Como había sido posible que dejara ver que me gustaba nuestro profesor Rodrigo, estaba segura de que nadie se había dado cuenta de eso, pero me había equivocado y mi amiga se había dado cuenta de mi enamoramiento.–Eva, amiga mía, estás bien loca y no puedo creer que me digas esas cosas – Me reí – No le puedo decir nada al profesor De la Sierra, no quiero que me corran de la Universidad.–No te pueden correr, además el profe es un bombón y si yo
Jazmín Zabaleta VillaSentía que todo me temblaba al acomodar el café del profesor debidamente en la mesa, él me miraba como nunca lo vi, mirarme en clases y eso me produjo una sensación extraña en el estómago, sentía volar dentro de mí millones de mariposas que amenazaban con salirse por doquier, mi mano debió temblar porque sentí la suya, sujetar la mía y desatando en mí, un estremecimiento involuntario.–Gracias, Jazmín. Eres muy amable, pero no tienes por qué ponerte nerviosa conmigo – Me descifró enseguida – Soy solo otro cliente más del lugar y aquí no soy tu profesor.Tenía razón el profesor, pero eso no quitaba que estuviera por demás nerviosa, pues lo tenía al frente mío, donde podía ser alcanzable.–Sí, bueno – Respondí muy nerviosa – No sé, si le gustaría ver la carta de los postres.–No soy mucho de postres, pero dime ¿Qué hay de postres? – Demonios, no me acuerdo, pensé – O podrías traerme, el pastel del día.Se me había borrado todo de repente, estaba como si por primera
Rodrigo De la Sierra Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa. –Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres. Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando. –Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis
Rodrigo De la Sierra –Para nada, he heredado ese gusto por el café de mis padres y de trabajar en la cafetería, claro. –Bien, pues vamos caminando a comprar un café y después nos sentamos por ahí a tomarlo y claro a platicar. –Muy bien. La tomé de la mano nuevamente y noté como ella se estremeció ante mi agarre, comprobando todo lo que me dijo Dora de ella, que es una chica inocente, virgen, que nunca ha tenido un novio y ahora mismo, yo lo estaba comprobando todo y aquí estaba haciendo el papel de un profesor que se finge enamorado de una de sus estudiantes, solo por sacar un dinero y un muy buen dinero que me dé esa vida holgada por la que siempre he luchado. Qué Dios me perdone por todo lo que estoy haciendo solo para que mi hijo pueda nacer en condiciones. –Hemos llegado – Dije al llegar al establecimiento del café – Vamos a ver la carta o ya sabes de qué café vas a tomar. –No es necesario, quiero un latte ¿Y tú? –Tomaré uno igual, voy a pedirlos y nos vamos. –Gracias. Fui
Rodrigo De la Sierra Me perdí en esos labios de sabor muy dulce, no sé por cuanto tiempo, el tiempo suficiente para que Jazmín fuera después la que rompiera el encanto del beso, algo que me descolocó por un instante. –Rodrigo, en serio ya tengo que irme – Se veía hermosa ruborizada – Gracias, por el café y por todo. Era la cosa más bella que había visto, toda ruborizada por ese beso que nos acabábamos de dar, más bien por el que yo le había robado. –No tienes nada que agradecer, si gustas puedo acercarte a tu casa, sin ningún problema – Me ofrecí – No quiero que te vaya a pasar nada, en la calle y de noche. –No me pasará nada y prefiero que no, pero gracias. Mis padres me van a matar – Exclamó – Hasta mañana. –Hasta mañana, bella Jazmín. Ella se levantó de la banca y miró la hora en su reloj, después se echó a correr a toda velocidad, como si tuviera demasiada prisa y yo asumí que era así. Jazmín era ciertamente todo lo que me había dicho Dora, desde que cerramos ese trato, es h
Capítulo 8 Jazmín Zabaleta Villa Anoche afortunadamente alcancé a llegar antes que mis padres comenzaran a buscarme o que mis hermanas, les dijeran que no había vuelto a casa desde que salí de la cafetería. Me levanté a bañar y ahora más que nunca, quería verme hermosa para ir a la Universidad, solo de pensar que veré a Rodrigo después de lo del beso que me robó ayer, hace que mi pulso y mi respiración se descontrole sin que yo pueda evitarlo. Me pongo una falda corta y una blusa de tirantes y bajo a la cocina, en donde me espera seguramente toda mi familia para desayunar. –Hola, mi princesa – Me abrazó mi papá – Buenos días, Jazmín. Espero que hayas dormido bien, porque tu madre está molesta. Mamá era la que más ponía las reglas de las salidas y las llegadas a casa, esperaba que esta vez no me fuera tan mal, no tenía este tipo de descuidos, pero el tiempo se me había pasado volando. –Hola papá, ¿Me puedes dar café? Por favor, tengo que despertar bien – Dije bostezando – Es que an
Jazmín Zabaleta Villa Yo iba nerviosa de camino a la Universidad, sabiendo que me acercaba a ver a Rodrigo y que no sabría la reacción de él al verme, después del beso de anoche. –Qué tengas un hermoso día, hija. –Igual tú, papá. Bajé de la camioneta de papá y subí las miles de escaleras de la Universidad y cuando llegué a mi salón, mi amiga Eva no había llegado. Escogió un pésimo día para llegar tarde, ahora que hay tanto que contar, pero no podía hacer otra cosa que esperarla, teníamos primero una clase de gramática y después vendría la que sería mi materia favorita, la clase de literatura con el guapísimo de Rodrigo, solo de pensar en él, siento que vuelo por todo el cielo. –Jazmín, pareces una tonta – Eva me dio un zape – Te estoy hablando amiga, te quedaste como en el limbo. –Eva, a ti te quería ver y no seas mentirosa que no estabas cuando llegué – Le reclamé – Siéntate, tengo que contarte algo. Estoy que no me la creo, tenías razón, con lo de ya sabes quién. –Con lo del p
Jazmín Zabaleta Villa –Eva, estás loca amiga. No podía creer que fueras capaz de inventar algo como esto del dolor solo para que el profesor no me pasara a explicar la clase pasada. Te lo juro que, por un momento, hasta yo me la creí. En un comienzo se la creí, es muy buena actriz, debería seguir sus sueños, no le iría mal. Todos en la clase le habían creído, lo del dolor de estómago, eso me había salvado de haber pasado al frente de todos. –De eso se trata Jazmín, recuerda que siempre he querido ser actriz y que no se pudo – Recordó mi amiga – Rodrigo, tenía que creerse que un dolor inmenso me aqueja y deberías darme las gracias. Claro que se lo agradecía, estaba a punto de hacer el ridículo delante de toda la clase, si Rodrigo me hubiera obligado a que expusiera lo de ayer, eso hubiera sido mi fin. –Gracias, en serio, aunque no me gusta para nada la idea de perder clases y menos ahora, después de lo de anoche. –Sé de sobra que odias perder clases, amiga, pero dime ¿Acaso tenías