Rodrigo De la Sierra
Sentí como un dolor en el pecho me atravesaba por completo, era una sensación desconocida e incómoda que me avisaba que algo demasiado malo había pasado. Estaba solo en mi casa, mi matrimonio se había acabado por ese trabajo mal habido que acepté y yo sabía en el fondo que había sido lo mejor, aceptar ese trabajo sucio que me ofreció Dora Zabaleta Fernández porque ese trabajo me llevó a conocer lo que es el amor.
–Rodrigo, tienes que abrirme – Mi amigo Enzo tocaba la puerta de mi casa – Por favor, tengo que decirte algo, es urgente.
–Voy, no es para que hagas tanto escándalo.
Abrí la puerta y dejé pasar a mi amigo Enzo y él apenas entró en mi casa, se sentó en la sala y se cubrió su cara con ambas manos, como cuando estaba desesperado o que no sabía cómo decirme algo.
–Dime ¿Qué te pasa amigo? Vienes y montas un escándalo y solo llegas a sentarte a la sala sin decirme nada.
Si esa era su prisa, no le veía la razón de venir a hacer ese escándalo, para quedarse callado como si nada.
–Rodrigo, desgraciadamente ha pasado algo muy malo y no sé cómo decírtelo – la voz de Enzo, se quebró – Se trata de Jazmín.
– ¿De mí Jazmín? – Pregunté alarmado llevándome las manos a la cabeza – Habla ya, amigo que me estoy desesperando.
–Tienes que ser fuerte, ella está en el hospital y eso no es lo peor – Enzo me miraba cabizbajo – Ella se tomó unas pastillas y se quiso quitar la vida y su estado de salud es de pronóstico reservado.
La noticia que mi amigo acababa de darme, no la podía creer. Esto no podía estar pasando y mi Jazmín no podía haber cometido esa tontería. Ella ama vivir y no es cierto que ella quisiera quitarse la vida, eso no es verdad. Yo tenía que ir a la cafetería para verla, aunque sea de lejos, para darme cuenta de que lo que dice Enzo no es cierto. Caminé como un león enjaulado por toda la casa y Enzo, me abrazó como mi mejor amigo que es y que siempre ha sido.
–Esto no puede ser, Enzo. Debe de haber un error y tengo que ir a la cafetería, tengo que verla por un momento, ella debe estar bien.
–No puedes volver allá, si sus padres o sus abuelos o sus socios de la cafetería te ven, entonces serás hombre muerto. Yo me enteré porque Marina, una de las hermanas de Jazmín, es novia de Max, mi hermano y él me lo ha contado todo.
–No Enzo, esto tiene que ser un error – Me negaba a la verdad – Sabes que Jazmín es alegre y ama mucho la vida, tanto que siempre luchó contra el terrible asma que la aqueja, ella no pudo atentar contra ella misma.
Eso era imposible, ella no se pudo haber intentado suicidar, ella valora mucho su vida, esto no es lo que quieren hacer que creamos, yo conozco muy bien a Jazmín.
–Lo ha hecho y lo siento mucho, tenía que venir a decírtelo personalmente porque sé que necesitabas a tu mejor amigo y eso soy.
Me desplomé en uno de los sillones de mi sala y lloré como no había llorado hace mucho tiempo, desde que era niño es que no lloraba. Empecé a sollozar y después a gritar y a maldecir, sin importar que Enzo estuviera dándose cuenta del lamentable estado en el que yo me encontraba. Por mi cabeza volvían y pasaban las escenas mías con Jazmín, abrazándola y besándola y las de esa noche cuando la hice mía, cuando la hice mujer y me entregó su primera vez.
–Siento mucho por lo que estás pasando amigo, pero no puedo dejar de decirte que te lo dije, nunca debiste aceptar ese trabajo tan bajo que te ofreció esa loca de Dora – Enzo era la voz de mi conciencia – Lo siento mucho, pero si ella muere tú serás el culpable.
–No, ella no puede morirse y si se muere yo me quiero morir con ella. Amo a Jazmín, la siento corriendo por mi cuerpo, como si de mi oxígeno se tratara, tú sabes mejor que nadie, que me terminé enamorando de ella, aun cuando no debía.
Cuando todo debía ser un engaño, yo salí enamorado de mi víctima, la empecé a amar sin darme cuenta y ese había sido un gran problema, algo que no debió pasar, pero aquí estaba viviendo en carne propia las consecuencias, Jazmín tratando de acabar con su valiosa vida.
–Lo sé y por eso te dije que mejor dejaras ese trabajo que solo te trajo dos desgracias, el fin de tu matrimonio con Sandra y el haber dañado a Jazmín.
–Tenías razón, nunca debí hacerle caso a esa desquiciada de Dora y mucho menos aceptar un trabajo que ella me ofreciera. No es justo que ahora, por culpa de mi estupidez, la única mujer que he amado esté así.
–Falta que te diga lo peor, ella no pudo soportar tu engaño y lo que le hiciste y por eso se quiso quitar la vida, lo siento mucho en verdad.
Enzo se sentía mal al decirme todo eso, lo podía ver en su mirada derrotada por venir a decirme a mi casa que la única mujer de la que me enamoré completamente se debatía entre la vida y la muerte. Yo no podía ni acercarme para estar con ella, para decirle que, aunque le hice mucho daño, yo la amo y quiero luchar por recuperarla. No podía hacer eso, porque su familia no me va a permitir que yo me acerque a ella. No lo harán y con justa razón.
Enzo estuvo conmigo la mayor parte del día y más tarde me quedé solo, él tenía que ir a atender sus obligaciones. Por ese trabajo lo había perdido todo, a mi esposa, a mi hijo y a la mujer que amo y nada que hiciera me iba a devolver nada de lo perdido. Me acosté con la mirada fija hacia la nada y entonces sonó mi teléfono, el cual tomé de inmediato, esperando estúpidamente un milagro que Jazmín estuviera fuera de peligro y me pidiera hablar, pero la voz que escuché no era la de ella, era la voz que nunca debí escuchar.
–Hola Rodrigo, te llamo para felicitarte – Era Dora – Te veías muy verde al principio de este trabajo, pero te puliste y ahora no solo hundiste a mi querida sobrina en la miseria, estás a punto de mandarla al otro mundo.
En mala hora me tuve que encontrar con esta demente, que solo le ha traído desgracias a mi existencia, jamás debí aceptar este horrible trato.
–Cállate desgraciada, nunca debiste de aparecer en mi vida. Así no hubiera conocido a Jazmín, pero tampoco le habría hecho daño – Le reclamé – Te odio y personas como tú, son las que se merecen la muerte y no solo eso, merecen todo lo peor del mundo.
–Le bajas a tu berrinche Rodrigo, tú aceptaste el trabajo y el dinero que te ofrecí porque lo necesitabas para el parto de tu mujer y ahora, no me vengas con que estás arrepentido – Dora se reía como una demente – Además, nunca te dije que te enamoraras de esa estúpida de mi sobrina.
–Pues lo hice y no me arrepiento de haberla amado, ella es pura, es inocente y es buena y he sido lo peor que pudo pasarle.
No debí aceptar ese trato con esta mujer tan malvada, no sabía la magnitud de las consecuencias, lo que había visto como un dinero fácil, ahora se estaba convirtiendo en mi verdugo, porque me estaba matando en vida.
–Ya, cuando te diga que te depositaré un dinero extra de lo que ya te di por el trabajito, te pondrás feliz ¿Te parecen bien unos cuantos millones de pesos?
Qué mujer tan desgraciada, alegrándose por la situación tan lamentable en la que se encuentra su sobrina, y ofreciéndome más dinero como si yo se lo hubiera pedido, yo no quiero su sucio dinero, por eso es que la mujer que amo está muriendo.
–No quiero nada de ti, Dora, y es más, te voy a devolver todo lo que me pagaste. No quiero nada que me recuerde, que la mujer que amo se está muriendo por mi culpa – Declaré – Tendrás de vuelta, hasta el último peso que me diste.
–De acuerdo, aunque eso no le devolverá la vida a tu amada Jazmín – Me recalcó la muy desgraciada – Ella está muy grave en el hospital y dudo mucho que salga de ese estado. Sí llega a morir, te aviso para que le mandes un ramo de flores.
Corté la llamada con esa desgraciada de Dora y lloré toda la noche, pidiendo a toda la corte celestial que salvara a la mujer que amo, porque yo sin ella me muero y después me puse a recordar, para volver a vivir, todo lo hermoso que viví con Jazmín, desde el día que la conocí.
Rodrigo De la Sierra2 años atrásRecibí una llamada de un número desconocido, estando dando mis clases de literatura en la Universidad de Guanajuato, ignoré esa llamada y seguí con mis clases con el grupo de alumnos con el que me tocaba enseñar, pero sentía sonar y sonar en repetidas ocasiones el teléfono dentro de mi chamarra que en cuanto terminé de dar mis clases, esperé a que volvieran a llamarme y tomé la llamada. Tenía que saber de una vez por todas, quién me estaba llamando tan insistentemente.–Sí, diga – Dije al responder – ¿Quién habla?–La solución a todos tus problemas, bueno no solo a los tuyos, también a los de Sandra. Necesito que me ayudes, necesito que nos veamos, es algo que nos conviene a los dos – Dijo la voz de una mujer – No te vas a arrepentir.–Sea quién sea usted, señora. Yo no tengo tiempo para este tipo de juegos, tengo muchas cosas en la cabeza y problemas de los que debo ocuparme.–Lo sé, problemas de dinero y yo te estoy ofreciendo la salida de ellos – L
Jazmín Zabaleta VillaTenía poco que había entrado a la Universidad y ya había conocido a mi amor platónico, era él mi profesor de literatura Rodrigo De la Sierra, era alto de cabello negro, tenía un cuerpo muy bien trabajado y unos ojos azules y hermosos como el azul del cielo, me tenía encantada y su materia aún más, era mi asignatura favorita de todas las que llevaba en la licenciatura de letras.–Jazmín, no puedo creer que te guste el profe y no te atrevas a decirle nada – Me dijo Eva, mi mejor amiga – Se ve que a él también le gustas tú.Como había sido posible que dejara ver que me gustaba nuestro profesor Rodrigo, estaba segura de que nadie se había dado cuenta de eso, pero me había equivocado y mi amiga se había dado cuenta de mi enamoramiento.–Eva, amiga mía, estás bien loca y no puedo creer que me digas esas cosas – Me reí – No le puedo decir nada al profesor De la Sierra, no quiero que me corran de la Universidad.–No te pueden correr, además el profe es un bombón y si yo
Jazmín Zabaleta VillaSentía que todo me temblaba al acomodar el café del profesor debidamente en la mesa, él me miraba como nunca lo vi, mirarme en clases y eso me produjo una sensación extraña en el estómago, sentía volar dentro de mí millones de mariposas que amenazaban con salirse por doquier, mi mano debió temblar porque sentí la suya, sujetar la mía y desatando en mí, un estremecimiento involuntario.–Gracias, Jazmín. Eres muy amable, pero no tienes por qué ponerte nerviosa conmigo – Me descifró enseguida – Soy solo otro cliente más del lugar y aquí no soy tu profesor.Tenía razón el profesor, pero eso no quitaba que estuviera por demás nerviosa, pues lo tenía al frente mío, donde podía ser alcanzable.–Sí, bueno – Respondí muy nerviosa – No sé, si le gustaría ver la carta de los postres.–No soy mucho de postres, pero dime ¿Qué hay de postres? – Demonios, no me acuerdo, pensé – O podrías traerme, el pastel del día.Se me había borrado todo de repente, estaba como si por primera
Rodrigo De la Sierra Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa. –Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres. Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando. –Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis
Rodrigo De la Sierra –Para nada, he heredado ese gusto por el café de mis padres y de trabajar en la cafetería, claro. –Bien, pues vamos caminando a comprar un café y después nos sentamos por ahí a tomarlo y claro a platicar. –Muy bien. La tomé de la mano nuevamente y noté como ella se estremeció ante mi agarre, comprobando todo lo que me dijo Dora de ella, que es una chica inocente, virgen, que nunca ha tenido un novio y ahora mismo, yo lo estaba comprobando todo y aquí estaba haciendo el papel de un profesor que se finge enamorado de una de sus estudiantes, solo por sacar un dinero y un muy buen dinero que me dé esa vida holgada por la que siempre he luchado. Qué Dios me perdone por todo lo que estoy haciendo solo para que mi hijo pueda nacer en condiciones. –Hemos llegado – Dije al llegar al establecimiento del café – Vamos a ver la carta o ya sabes de qué café vas a tomar. –No es necesario, quiero un latte ¿Y tú? –Tomaré uno igual, voy a pedirlos y nos vamos. –Gracias. Fui
Rodrigo De la Sierra Me perdí en esos labios de sabor muy dulce, no sé por cuanto tiempo, el tiempo suficiente para que Jazmín fuera después la que rompiera el encanto del beso, algo que me descolocó por un instante. –Rodrigo, en serio ya tengo que irme – Se veía hermosa ruborizada – Gracias, por el café y por todo. Era la cosa más bella que había visto, toda ruborizada por ese beso que nos acabábamos de dar, más bien por el que yo le había robado. –No tienes nada que agradecer, si gustas puedo acercarte a tu casa, sin ningún problema – Me ofrecí – No quiero que te vaya a pasar nada, en la calle y de noche. –No me pasará nada y prefiero que no, pero gracias. Mis padres me van a matar – Exclamó – Hasta mañana. –Hasta mañana, bella Jazmín. Ella se levantó de la banca y miró la hora en su reloj, después se echó a correr a toda velocidad, como si tuviera demasiada prisa y yo asumí que era así. Jazmín era ciertamente todo lo que me había dicho Dora, desde que cerramos ese trato, es h
Capítulo 8 Jazmín Zabaleta Villa Anoche afortunadamente alcancé a llegar antes que mis padres comenzaran a buscarme o que mis hermanas, les dijeran que no había vuelto a casa desde que salí de la cafetería. Me levanté a bañar y ahora más que nunca, quería verme hermosa para ir a la Universidad, solo de pensar que veré a Rodrigo después de lo del beso que me robó ayer, hace que mi pulso y mi respiración se descontrole sin que yo pueda evitarlo. Me pongo una falda corta y una blusa de tirantes y bajo a la cocina, en donde me espera seguramente toda mi familia para desayunar. –Hola, mi princesa – Me abrazó mi papá – Buenos días, Jazmín. Espero que hayas dormido bien, porque tu madre está molesta. Mamá era la que más ponía las reglas de las salidas y las llegadas a casa, esperaba que esta vez no me fuera tan mal, no tenía este tipo de descuidos, pero el tiempo se me había pasado volando. –Hola papá, ¿Me puedes dar café? Por favor, tengo que despertar bien – Dije bostezando – Es que an
Jazmín Zabaleta Villa Yo iba nerviosa de camino a la Universidad, sabiendo que me acercaba a ver a Rodrigo y que no sabría la reacción de él al verme, después del beso de anoche. –Qué tengas un hermoso día, hija. –Igual tú, papá. Bajé de la camioneta de papá y subí las miles de escaleras de la Universidad y cuando llegué a mi salón, mi amiga Eva no había llegado. Escogió un pésimo día para llegar tarde, ahora que hay tanto que contar, pero no podía hacer otra cosa que esperarla, teníamos primero una clase de gramática y después vendría la que sería mi materia favorita, la clase de literatura con el guapísimo de Rodrigo, solo de pensar en él, siento que vuelo por todo el cielo. –Jazmín, pareces una tonta – Eva me dio un zape – Te estoy hablando amiga, te quedaste como en el limbo. –Eva, a ti te quería ver y no seas mentirosa que no estabas cuando llegué – Le reclamé – Siéntate, tengo que contarte algo. Estoy que no me la creo, tenías razón, con lo de ya sabes quién. –Con lo del p