Jazmín Zabaleta Villa
Sentía que todo me temblaba al acomodar el café del profesor debidamente en la mesa, él me miraba como nunca lo vi, mirarme en clases y eso me produjo una sensación extraña en el estómago, sentía volar dentro de mí millones de mariposas que amenazaban con salirse por doquier, mi mano debió temblar porque sentí la suya, sujetar la mía y desatando en mí, un estremecimiento involuntario.
–Gracias, Jazmín. Eres muy amable, pero no tienes por qué ponerte nerviosa conmigo – Me descifró enseguida – Soy solo otro cliente más del lugar y aquí no soy tu profesor.
Tenía razón el profesor, pero eso no quitaba que estuviera por demás nerviosa, pues lo tenía al frente mío, donde podía ser alcanzable.
–Sí, bueno – Respondí muy nerviosa – No sé, si le gustaría ver la carta de los postres.
–No soy mucho de postres, pero dime ¿Qué hay de postres? – Demonios, no me acuerdo, pensé – O podrías traerme, el pastel del día.
Se me había borrado todo de repente, estaba como si por primera vez estuviera atendiendo a mi primer cliente, estaba demasiado hipnotizada y no sabía ni que decir.
–Sí, es que tenemos tantos que de pronto, se me han ido todas las opciones de la cabeza – Me disculpé – Le traeré entonces el pastel del día, permiso.
–Es propio.
Caminé lo más rápido que pude, cruzando la cafetería para dejar la mesa de mi profesor y cuando llegué atrás del mostrador para preparar el pastel del día, noté a mi tía Sanjuana, sonriendo de oreja a oreja y yo que la conocía tan bien, sabía el motivo de su sonrisa. Ella sonreía porque, seguramente, se dio cuenta de mi interacción con mi profesor y como me conoce tan bien, debía saber ya, que él me gusta.
–Está muy guapo el muchacho – Dijo mi tía – Unos años mayor que tú, pero está como quiere, si yo fuera tú ya me había dado prisa para invitarlo a salir.
Mi tía estaba igual que Eva, yo por nada del mundo me atrevería a invitarlo mucho menos porque es mi profesor, eso estaba fuera de toda lógica.
–Tía Sanjuana – Le llamé la atención – Sí te oyen mis padres, capaz que te quitan tu sociedad de la cafetería, no puedo acosar a ningún cliente y además él nunca me haría caso, tengo una pésima suerte con los hombres.
–No digas eso Jazmín, eres una chica preciosa y me recuerdas mucho a tu mamá cuando tenía tu edad y cuando yo la conocí, eres su vivo retrato – Mi tía decía lo que todos, me parezco mucho a mi madre – Claro que ella, tenía un temperamento muy distinto al tuyo.
–Lo sigue teniendo tía, ¿Podrías ir a llevarle tú el pastel del día? – Pregunté – Por favor.
–Claro que no, es tu mesa y es tu cliente y además quiero ver la acción desde acá, ve Jazmín – Mi tía me guiñó un ojo y me lanzó al ruedo – Anda, niña que no se vaya a desesperar tu cliente.
–Voy tía, no seas desesperada.
Tomé la rebanada de pastel del día y se la fui a llevar a mi profesor, él al verme llegar a su mesa, volvió a mirarme de ese modo que me puso nerviosa y que me hizo sentir escalofríos, me gustaba demasiado que no sabía cómo disimularlo y por primera vez, al verlo mirarme de pies a cabeza, pasó por mi mente lo que dijo Eva, que a él yo le gustaba también. Sonreí tontamente de pensar en eso y entonces, él me habló.
–Jazmín, ya puedes dejar ahí el pastel – Me dijo con su hermosa voz – Por favor, ya te he dejado el espacio.
No me había percatado porque me encontraba en las nubes, pues el profesor ya le había hecho un espacio para que le colocara el plato con la rebanada del pastel.
–Sí, profesor.
–Aquí no soy tu profesor, Jazmín, dime Rodrigo, por favor.
–Bien Rodrigo, que disfrutes de tu café y de tu pastel – Dije muy nerviosa – Yo me retiro y si necesitas algo, en un rato regreso para saber si se te ofrece algo más.
–Sí, se me ofrece algo – Me dijo enseguida – Espero no sonar atrevido, pero quisiera saber si tú, quieres hacer algo conmigo.
Esto no podía ser, me decía internamente una y otra vez, ese bombón de hombre me estaba diciendo algo que yo nunca esperé que me dijera y yo me encontraba inmersa en un silencio estúpido, del cual no sabía cómo salir. Qué ironías tiene la vida, yo estudio letras y literatura y me faltan las palabras, para responder a una simple invitación. Jazmín, reacciona por favor, me decía a mí misma.
– ¿Algo cómo qué? – Pregunté con un poco de miedo – De la Universidad, supongo.
No veía otra razón de hacer algo conmigo, que no fuera de la universidad, si quería que lo ayudara en cualquier proyecto, eso me ayudaría mucho en mi curriculum.
–Pensaba en otra cosa, solo que para que lo puedas averiguar y para que no tengas problemas en tu trabajo, tendrás que mandarme un W******p – Me dio su tarjeta – Ahí está mi número y por ahí, me puedes buscar y nos ponemos de acuerdo.
–De acuerdo, permiso.
Recibí la tarjeta y la metí en uno de los compartimentos de mi uniforme y me alejé de su mesa, tratando de asimilar lo que había pasado y sin poder creerlo todavía, cuando pidió la cuenta se la fui a llevar y él pagó el importe, dejándome una excelente propina, además de esa hermosa sonrisa que me tenía conquistada y cautivada, desde la primera vez que lo vi sonreírme en clases.
–Jazmín, tienes que dominarte – Dijo mi tía Sanjuana riéndose como loca – Se te nota a kilómetros que el hombre te tiene a sus pies.
–Gracias por decirme tía, estoy en verdad muy nerviosa. Menos mal que ya se fue, porque si no hasta me habría desmayado ahí.
–Ya llegó tu tía Dora, ¿La atiendes o la atiendo? – Preguntó mi tía Sanjuana – Yo creo que la atiendes, sirve que platicas con ella de lo que te pasa. Ella es la experta en el amor.
–Es verdad, voy a llevarle un café a mi tía Dora y le cuento lo que ha pasado – Dije relajada – Tía Sanjuana, prepáralo tú por favor y yo lo llevo. Sabes que aún no aprendo bien cómo manejar la máquina del café.
–Qué graciosa me has salido, Jazmín – Ella se reía – Está bien, lo hago y se lo llevas.
–Gracias.
Mi tía Sanjuana preparó el café para mi tía Dora y una vez que lo tuve en mis manos, fui a su mesa a llevárselo y de paso a platicar con ella. Ella siempre ha sido mi confidente y tengo más confianza en ella que en mis padres, para contarles este tipo de cosas. Ella apenas me vio llevar su café, se puso de pie y nos saludamos con un abrazo.
–Tía Dora, que bueno que has venido – Dije al saludarla – Llegas en un muy buen momento, tengo algo que contarte.
Ella sabría darme un buen consejo, porque lo iba a necesitar ahora que me pusiera en contacto con Rodrigo, perdón con mi profesor.
–Hola hermosa sobrina, bueno soy toda oídos cuéntame – Mi tía y yo, nos sentamos en su mesa – Aprovechando que no tienen tanta gente en el café.
–Es que no sabes lo que ha pasado – Dije sin contener los nervios y la emoción – Ha venido por aquí, mi amor platónico y me ha dicho que si quiero hacer algo con él, me ha dado su tarjeta y no sé qué hacer.
– ¿Algo cómo qué? – Mi tía preguntó bajándose los lentes para mirarme directamente a los ojos – Supongo que una cita, eso es muy bueno, hija. Supongo que ya lo has llamado o mínimo le has enviado un mensaje.
–No he hecho ninguna de las dos, tía. Soy una tonta y una miedosa, me da miedo llamarlo o enviarle un mensaje.
–Te daré un consejo, tú siempre dices que ningún chico se interesa por ti y ahora el que está interesado es tu amor platónico, tal vez si te animas deje de ser un amor platónico y se pueda convertir en un amor real, anda mándale un mensaje yo estoy aquí contigo – Mi tía me dio su mano para apoyarme – La vida, es para vivirse hija.
Era siempre o que ella me decía, que las oportunidades se debían tomar cuando se presentaran y esta era una de ellas, Rodrigo quería hacer algo conmigo y yo quería averiguar de qué se trataba.
–Está bien.
Saqué mi celular y me atreví a mandarle un mensaje a Rodrigo, al número de su tarjeta, teniendo mucho miedo y muchas dudas. Temiendo que él no fuera a responderme y que solo hiciera aquello para reírse de mí, envié un simple hola y a los pocos segundos, recibí uno de vuelta, ese fue el momento en que supe, que no le era indiferente.
Era como si estuviera esperando a que yo me decidiera a mandarle ese mensaje que automáticamente había contestado.
Rodrigo De la Sierra Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa. –Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres. Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando. –Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis
Rodrigo De la Sierra –Para nada, he heredado ese gusto por el café de mis padres y de trabajar en la cafetería, claro. –Bien, pues vamos caminando a comprar un café y después nos sentamos por ahí a tomarlo y claro a platicar. –Muy bien. La tomé de la mano nuevamente y noté como ella se estremeció ante mi agarre, comprobando todo lo que me dijo Dora de ella, que es una chica inocente, virgen, que nunca ha tenido un novio y ahora mismo, yo lo estaba comprobando todo y aquí estaba haciendo el papel de un profesor que se finge enamorado de una de sus estudiantes, solo por sacar un dinero y un muy buen dinero que me dé esa vida holgada por la que siempre he luchado. Qué Dios me perdone por todo lo que estoy haciendo solo para que mi hijo pueda nacer en condiciones. –Hemos llegado – Dije al llegar al establecimiento del café – Vamos a ver la carta o ya sabes de qué café vas a tomar. –No es necesario, quiero un latte ¿Y tú? –Tomaré uno igual, voy a pedirlos y nos vamos. –Gracias. Fui
Rodrigo De la Sierra Me perdí en esos labios de sabor muy dulce, no sé por cuanto tiempo, el tiempo suficiente para que Jazmín fuera después la que rompiera el encanto del beso, algo que me descolocó por un instante. –Rodrigo, en serio ya tengo que irme – Se veía hermosa ruborizada – Gracias, por el café y por todo. Era la cosa más bella que había visto, toda ruborizada por ese beso que nos acabábamos de dar, más bien por el que yo le había robado. –No tienes nada que agradecer, si gustas puedo acercarte a tu casa, sin ningún problema – Me ofrecí – No quiero que te vaya a pasar nada, en la calle y de noche. –No me pasará nada y prefiero que no, pero gracias. Mis padres me van a matar – Exclamó – Hasta mañana. –Hasta mañana, bella Jazmín. Ella se levantó de la banca y miró la hora en su reloj, después se echó a correr a toda velocidad, como si tuviera demasiada prisa y yo asumí que era así. Jazmín era ciertamente todo lo que me había dicho Dora, desde que cerramos ese trato, es h
Capítulo 8 Jazmín Zabaleta Villa Anoche afortunadamente alcancé a llegar antes que mis padres comenzaran a buscarme o que mis hermanas, les dijeran que no había vuelto a casa desde que salí de la cafetería. Me levanté a bañar y ahora más que nunca, quería verme hermosa para ir a la Universidad, solo de pensar que veré a Rodrigo después de lo del beso que me robó ayer, hace que mi pulso y mi respiración se descontrole sin que yo pueda evitarlo. Me pongo una falda corta y una blusa de tirantes y bajo a la cocina, en donde me espera seguramente toda mi familia para desayunar. –Hola, mi princesa – Me abrazó mi papá – Buenos días, Jazmín. Espero que hayas dormido bien, porque tu madre está molesta. Mamá era la que más ponía las reglas de las salidas y las llegadas a casa, esperaba que esta vez no me fuera tan mal, no tenía este tipo de descuidos, pero el tiempo se me había pasado volando. –Hola papá, ¿Me puedes dar café? Por favor, tengo que despertar bien – Dije bostezando – Es que an
Jazmín Zabaleta Villa Yo iba nerviosa de camino a la Universidad, sabiendo que me acercaba a ver a Rodrigo y que no sabría la reacción de él al verme, después del beso de anoche. –Qué tengas un hermoso día, hija. –Igual tú, papá. Bajé de la camioneta de papá y subí las miles de escaleras de la Universidad y cuando llegué a mi salón, mi amiga Eva no había llegado. Escogió un pésimo día para llegar tarde, ahora que hay tanto que contar, pero no podía hacer otra cosa que esperarla, teníamos primero una clase de gramática y después vendría la que sería mi materia favorita, la clase de literatura con el guapísimo de Rodrigo, solo de pensar en él, siento que vuelo por todo el cielo. –Jazmín, pareces una tonta – Eva me dio un zape – Te estoy hablando amiga, te quedaste como en el limbo. –Eva, a ti te quería ver y no seas mentirosa que no estabas cuando llegué – Le reclamé – Siéntate, tengo que contarte algo. Estoy que no me la creo, tenías razón, con lo de ya sabes quién. –Con lo del p
Jazmín Zabaleta Villa –Eva, estás loca amiga. No podía creer que fueras capaz de inventar algo como esto del dolor solo para que el profesor no me pasara a explicar la clase pasada. Te lo juro que, por un momento, hasta yo me la creí. En un comienzo se la creí, es muy buena actriz, debería seguir sus sueños, no le iría mal. Todos en la clase le habían creído, lo del dolor de estómago, eso me había salvado de haber pasado al frente de todos. –De eso se trata Jazmín, recuerda que siempre he querido ser actriz y que no se pudo – Recordó mi amiga – Rodrigo, tenía que creerse que un dolor inmenso me aqueja y deberías darme las gracias. Claro que se lo agradecía, estaba a punto de hacer el ridículo delante de toda la clase, si Rodrigo me hubiera obligado a que expusiera lo de ayer, eso hubiera sido mi fin. –Gracias, en serio, aunque no me gusta para nada la idea de perder clases y menos ahora, después de lo de anoche. –Sé de sobra que odias perder clases, amiga, pero dime ¿Acaso tenías
Rodrigo De la SierraEsa noche y las noches que siguieron en las siguientes dos semanas, me la pasé yendo a verme con Jazmín un rato por las noches, pero algo estaba pasando con ella que no podíamos avanzar a nada más que no fuera solo a darnos simples besos y eso me estaba desesperando. Yo necesitaba concretar ese negocio, lo más rápido posible para no seguir estando cerca de ella, algo me pasaba que no era ni yo mismo capaz de explicar lo que sentía estando con ella.–Rodrigo, quisiera saber algo – Me dijo ella una noche – Sé que a lo mejor suena tonto, pero quisiera saber lo que soy para ti.Sabía que iba a llegar el momento en que ella quisiera saber si a lo que teníamos le podíamos llamar de alguna manera, y era lógico porque era el primer hombre al que ella le daba cabida en su vida.–Eso es muy fácil, preciosa – Tomé su mano entre la mía – Eres la mujer a la que quiero, porque yo te quiero y mucho Jazmín y quisiera que fueras mi novia. Sé que, a lo mejor para ti, es muy pronto
Rodrigo De la Sierra–Dora, eres muy peligrosa tú – Declaré – No puedo creer el poder que tienes en tu sobrina para manipularla y no me caerá nada de raro que la empujes a mi cama antes de lo que creo.Ella se iba a encargar de decirle a su sobrina que ya estaba lista para que diera ese paso conmigo, yo había hecho todo lo posible y no había dado resultados, por más que lo insinuara.–Eso no es un problema, para mí es pan comido. Tienes a Jazmín donde los dos la queremos y estás cerca de todo ese dinero que te prometí, con mis consejos y la ayuda que te dé, te estarás acostando con ella más pronto de lo que te imaginas.–Claro, para eso me has contratado y ahora más que nunca, me urge terminar ese trabajo – Dije un poco tenso – Ella se está enamorando de mí y yo, quisiera ya que se acabe esto y que cada uno siga con su vida.–Todo con calma, Rodrigo – Dora me llamó por primera vez por mi nombre – Además no creo que la estés pasando tan mal con mi sobrina, eres hombre y no me puedes ne