Jazmín Zabaleta Villa
Tenía poco que había entrado a la Universidad y ya había conocido a mi amor platónico, era él mi profesor de literatura Rodrigo De la Sierra, era alto de cabello negro, tenía un cuerpo muy bien trabajado y unos ojos azules y hermosos como el azul del cielo, me tenía encantada y su materia aún más, era mi asignatura favorita de todas las que llevaba en la licenciatura de letras.
–Jazmín, no puedo creer que te guste el profe y no te atrevas a decirle nada – Me dijo Eva, mi mejor amiga – Se ve que a él también le gustas tú.
Como había sido posible que dejara ver que me gustaba nuestro profesor Rodrigo, estaba segura de que nadie se había dado cuenta de eso, pero me había equivocado y mi amiga se había dado cuenta de mi enamoramiento.
–Eva, amiga mía, estás bien loca y no puedo creer que me digas esas cosas – Me reí – No le puedo decir nada al profesor De la Sierra, no quiero que me corran de la Universidad.
–No te pueden correr, además el profe es un bombón y si yo fuera vista por él de la forma que te ve a ti, yo ya le hubiera dicho algo. Tenlo por seguro.
Eva era muy arriesgada y sé que a ella no le importaría invitar al profesor, pero yo no soy así, aunque me gusta y no lo niego, no me puedo acercar a invitarlo a tener algo conmigo.
–Tú, pero yo vengo a la Universidad a estudiar, no a andar buscando una oportunidad con un hombre que es imposible para mí.
–Mira Jazmín, allá enfrente está tu papá.
Levanté la vista y me di cuenta de que, era cierto lo que dijo Eva. Mi papá estaba en la camioneta de la cafetería, justo enfrente de la escuela, seguramente andaba haciendo algo o entregando algún pedido y me caía muy bien, verlo justamente enfrente de la Universidad, me iba a ahorrar la caminata a la cafetería y me venía excelente, hoy era el día que yo cargaba con más libros.
–Vamos Eva, si mi papá no está muy ocupado hasta te podemos llevar a tu casa – Le ofrecí a mi amiga – ¿Qué me dices?
–Gracias, Jazmín. Hoy tengo que esperar a Sebastián, vamos a ir a comer a su casa y aún no sale de clases, pero ve con tu papá y nos vemos mañana.
–Si quieres, me puedo quedar a esperar a que salga Sebas, no tengo problema y así te acompaño – Dije despreocupada – Y tú no tienes que esperar sola.
–No pasa nada amiga, falta como media hora. Sirve que voy a estudiar algo de mañana en la biblioteca, nos vemos mañana.
–Está bien amiga, hasta mañana.
Me despedí de mi amiga y mi papá nos vio a las dos, levantó la mano para hacernos una señal y me crucé la calle para encontrarme con él, estaba como lo había pensado entregando un pedido de café y cuando se desocupó, nos saludamos con un abrazo. Mi papá y yo, siempre hemos sido muy cercanos y mis hermanas, por eso dicen que soy su hija consentida, pero eso no es verdad. Yo sé que él nos quiere a las 3 por igual.
–Hola, hija, te vi desde que llegué con el pedido, pero no pensé que fueras a querer irte conmigo, estabas ahí con Eva.
–Hola, papá, sí estaba con Eva, pero ella se quedó a esperar a su novio a Sebastián, y pues aquí me tienes – Respondí – Yo pienso aprovechar para que me ahorres la caminata a la cafetería, hoy traigo muchas cosas.
Me caería muy bien que él me llevara, aunque estuviera relativamente cerca, hoy se me hacía más difícil por lo pesado de los libros. Si no me fuera caminando como siempre.
–Claro que sí, mi princesa. Permíteme tus cosas, las pondré atrás – Papá puso mis cosas en la cajuela y abrió la puerta del copiloto para que yo subiera – Vamos, tu mamá está en la cafetería con Sanjuana.
–Qué bueno que mamá esté de nuevo en la cafetería, pensé que seguía sintiéndose mal – Dije preocupada – Porque conociendo como es, seguramente no ha querido que la lleves al doctor.
Mi madre es una mujer muy fuerte y cuando se sentía verdaderamente mal, era que no iba a la cafetería, pero no le gustaba ir al doctor.
–No, no ha querido y ya sabes cómo es tu madre, pero si se sigue sintiendo mal yo no tendré más remedio que llevarla a fuerzas.
–Te las ingeniarás para llevarla papá, ella a ti siempre te hace caso. Mamá te adora con todo su corazón.
–Yo la amo a ella, ahora que recuerdo, yo la conocí a ella poco antes que tuviera tu edad y se parecía muchísimo a ti, así tan hermosa.
–Gracias, papá. Si yo fuera tan hermosa, ya algún chico se hubiera fijado en mí, pero no hay ni quién me haga caso – Dije abatida – Para los chicos soy invisible.
No tenía novio, a los chicos les gustaban otras chicas, menos yo, es lo que me ha pasado toda la vida, es como si no existiera para nadie, soy solo una chica más.
–No es eso hija, para los chicos eres inalcanzable y por eso no se atreven a acercarse a ti – Papá me dio un beso en la mejilla, al bajar de la camioneta en la cafetería – Eres especial hija, no lo olvides y por eso, vales mucho.
–Gracias, papá. Bajaré mis cosas, hoy me han dejado tarea y tengo que trabajar aquí también.
–Ve con tu madre dentro y yo ahorita bajo tus cosas, a esta hora llega mucha gente a la cafetería y será mejor que la ayudes.
–Claro, papá. Me adelanto entonces.
Entré a la cafetería y me di cuenta del movimiento que había, estaba casi todo lleno y en una de las mesas, estaba ese hombre que me tenía cautivada y eso me disparó los latidos del corazón, era él, mi profesor de literatura Rodrigo De la Sierra y yo, no sabía qué hacía él en la cafetería de mi familia, nunca antes lo había visto aquí.
Lo miré detenidamente y me perdí en él, como siempre me pasaba en clases, me dejaba toda embobada, es que no era para menos y estaba segura de que a más de una le gustaba el profesor, cuando de repente sentí una mano que me sujetó el brazo y me asusté.
–Jazmín, te estoy hablando hija – Dijo mamá – Estás en otro mundo, ¿Te sientes mal?
–Hola, mamá, no para nada, es solo que me quedé pensando en algo, no pasa nada – La abracé – Estuve preocupada por ti en la Universidad, ¿Cómo te sientes?
–Me siento un poco mejor, pero me sentiré aún mejor si vienes y te preparas para llevar un café a aquella mesa – Dijo mamá señalando la mesa de mi profesor – Sirve que te echas un taco de ojo, como dijo tu tía Sanjuana.
Mi mamá me estaba mandando a que llevara el pedido justo a la mesa del profesor De la Sierra, esto si era tener suerte, espero no dejarle caer nada encima.
–Mamá, no digas eso – Me reí – Si te escucha mi papá, vas a estar en problemas. Ya ves que siempre ha sido bien celoso.
–Lo sé, pero tu papá no está aquí adentro. Está afuera bajando las cosas de la camioneta.
–Sí, es que yo llegué con él. Estaba frente a la Universidad y aproveché el viaje.
–Ven, vamos a que te prepares para tu turno de trabajo, Jazmín.
–Sí, mamá.
Fui con mi mamá detrás del mostrador y saludé a mi tía Sanjuana, no era mi tía de sangre, pero era como si de verdad lo fuera. Me fui a cambiar mi ropa casual por el uniforme de trabajo, que era el mismo uniforme que usó mi madre cuando llegó a vivir aquí y a trabajar aquí. A mi gusto era un poco anticuado, pero es lo que hay, salí ya cambiada y mamá ya tenía preparado y servido el café del profesor en una charola.
–Hija, ve y lleva el café, por favor – Me insistió mamá – Por favor, Jazmín. Yo iré a ayudar a tu padre, no sé qué tanto hace en la camioneta.
–Claro que sí, mamá.
Tomé la charola con el café del profesor y caminé hacia su mesa, él estaba trabajando, seguramente preparando alguna clase que no se dio cuenta cuando yo llegué a dejarle su café y a mí, hasta pena me dio molestarle, pero tenía la mesa llena de documentos y no había dónde ponerle su café, esto me deba pena, tener que interrumpir su trabajo, pues estaba muy concentrado en lo que hacía.
–Buenas tardes, le he traído su café – Dije en un tono casual – Permiso, por favor.
–Buenas tardes – Él levantó la mirada y me atravesó con ella – ¿Jazmín?
–Sí, soy yo profesor – Respondí tímidamente – Aquí trabajo.
–No lo sabía, muchas gracias – Él despejó la mesa para que yo pudiera dejar su café – Puedes poner el café aquí, por favor.
–Claro que sí.
Jazmín Zabaleta VillaSentía que todo me temblaba al acomodar el café del profesor debidamente en la mesa, él me miraba como nunca lo vi, mirarme en clases y eso me produjo una sensación extraña en el estómago, sentía volar dentro de mí millones de mariposas que amenazaban con salirse por doquier, mi mano debió temblar porque sentí la suya, sujetar la mía y desatando en mí, un estremecimiento involuntario.–Gracias, Jazmín. Eres muy amable, pero no tienes por qué ponerte nerviosa conmigo – Me descifró enseguida – Soy solo otro cliente más del lugar y aquí no soy tu profesor.Tenía razón el profesor, pero eso no quitaba que estuviera por demás nerviosa, pues lo tenía al frente mío, donde podía ser alcanzable.–Sí, bueno – Respondí muy nerviosa – No sé, si le gustaría ver la carta de los postres.–No soy mucho de postres, pero dime ¿Qué hay de postres? – Demonios, no me acuerdo, pensé – O podrías traerme, el pastel del día.Se me había borrado todo de repente, estaba como si por primera
Rodrigo De la Sierra Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa. –Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres. Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando. –Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis
Rodrigo De la Sierra –Para nada, he heredado ese gusto por el café de mis padres y de trabajar en la cafetería, claro. –Bien, pues vamos caminando a comprar un café y después nos sentamos por ahí a tomarlo y claro a platicar. –Muy bien. La tomé de la mano nuevamente y noté como ella se estremeció ante mi agarre, comprobando todo lo que me dijo Dora de ella, que es una chica inocente, virgen, que nunca ha tenido un novio y ahora mismo, yo lo estaba comprobando todo y aquí estaba haciendo el papel de un profesor que se finge enamorado de una de sus estudiantes, solo por sacar un dinero y un muy buen dinero que me dé esa vida holgada por la que siempre he luchado. Qué Dios me perdone por todo lo que estoy haciendo solo para que mi hijo pueda nacer en condiciones. –Hemos llegado – Dije al llegar al establecimiento del café – Vamos a ver la carta o ya sabes de qué café vas a tomar. –No es necesario, quiero un latte ¿Y tú? –Tomaré uno igual, voy a pedirlos y nos vamos. –Gracias. Fui
Rodrigo De la Sierra Me perdí en esos labios de sabor muy dulce, no sé por cuanto tiempo, el tiempo suficiente para que Jazmín fuera después la que rompiera el encanto del beso, algo que me descolocó por un instante. –Rodrigo, en serio ya tengo que irme – Se veía hermosa ruborizada – Gracias, por el café y por todo. Era la cosa más bella que había visto, toda ruborizada por ese beso que nos acabábamos de dar, más bien por el que yo le había robado. –No tienes nada que agradecer, si gustas puedo acercarte a tu casa, sin ningún problema – Me ofrecí – No quiero que te vaya a pasar nada, en la calle y de noche. –No me pasará nada y prefiero que no, pero gracias. Mis padres me van a matar – Exclamó – Hasta mañana. –Hasta mañana, bella Jazmín. Ella se levantó de la banca y miró la hora en su reloj, después se echó a correr a toda velocidad, como si tuviera demasiada prisa y yo asumí que era así. Jazmín era ciertamente todo lo que me había dicho Dora, desde que cerramos ese trato, es h
Capítulo 8 Jazmín Zabaleta Villa Anoche afortunadamente alcancé a llegar antes que mis padres comenzaran a buscarme o que mis hermanas, les dijeran que no había vuelto a casa desde que salí de la cafetería. Me levanté a bañar y ahora más que nunca, quería verme hermosa para ir a la Universidad, solo de pensar que veré a Rodrigo después de lo del beso que me robó ayer, hace que mi pulso y mi respiración se descontrole sin que yo pueda evitarlo. Me pongo una falda corta y una blusa de tirantes y bajo a la cocina, en donde me espera seguramente toda mi familia para desayunar. –Hola, mi princesa – Me abrazó mi papá – Buenos días, Jazmín. Espero que hayas dormido bien, porque tu madre está molesta. Mamá era la que más ponía las reglas de las salidas y las llegadas a casa, esperaba que esta vez no me fuera tan mal, no tenía este tipo de descuidos, pero el tiempo se me había pasado volando. –Hola papá, ¿Me puedes dar café? Por favor, tengo que despertar bien – Dije bostezando – Es que an
Jazmín Zabaleta Villa Yo iba nerviosa de camino a la Universidad, sabiendo que me acercaba a ver a Rodrigo y que no sabría la reacción de él al verme, después del beso de anoche. –Qué tengas un hermoso día, hija. –Igual tú, papá. Bajé de la camioneta de papá y subí las miles de escaleras de la Universidad y cuando llegué a mi salón, mi amiga Eva no había llegado. Escogió un pésimo día para llegar tarde, ahora que hay tanto que contar, pero no podía hacer otra cosa que esperarla, teníamos primero una clase de gramática y después vendría la que sería mi materia favorita, la clase de literatura con el guapísimo de Rodrigo, solo de pensar en él, siento que vuelo por todo el cielo. –Jazmín, pareces una tonta – Eva me dio un zape – Te estoy hablando amiga, te quedaste como en el limbo. –Eva, a ti te quería ver y no seas mentirosa que no estabas cuando llegué – Le reclamé – Siéntate, tengo que contarte algo. Estoy que no me la creo, tenías razón, con lo de ya sabes quién. –Con lo del p
Jazmín Zabaleta Villa –Eva, estás loca amiga. No podía creer que fueras capaz de inventar algo como esto del dolor solo para que el profesor no me pasara a explicar la clase pasada. Te lo juro que, por un momento, hasta yo me la creí. En un comienzo se la creí, es muy buena actriz, debería seguir sus sueños, no le iría mal. Todos en la clase le habían creído, lo del dolor de estómago, eso me había salvado de haber pasado al frente de todos. –De eso se trata Jazmín, recuerda que siempre he querido ser actriz y que no se pudo – Recordó mi amiga – Rodrigo, tenía que creerse que un dolor inmenso me aqueja y deberías darme las gracias. Claro que se lo agradecía, estaba a punto de hacer el ridículo delante de toda la clase, si Rodrigo me hubiera obligado a que expusiera lo de ayer, eso hubiera sido mi fin. –Gracias, en serio, aunque no me gusta para nada la idea de perder clases y menos ahora, después de lo de anoche. –Sé de sobra que odias perder clases, amiga, pero dime ¿Acaso tenías
Rodrigo De la SierraEsa noche y las noches que siguieron en las siguientes dos semanas, me la pasé yendo a verme con Jazmín un rato por las noches, pero algo estaba pasando con ella que no podíamos avanzar a nada más que no fuera solo a darnos simples besos y eso me estaba desesperando. Yo necesitaba concretar ese negocio, lo más rápido posible para no seguir estando cerca de ella, algo me pasaba que no era ni yo mismo capaz de explicar lo que sentía estando con ella.–Rodrigo, quisiera saber algo – Me dijo ella una noche – Sé que a lo mejor suena tonto, pero quisiera saber lo que soy para ti.Sabía que iba a llegar el momento en que ella quisiera saber si a lo que teníamos le podíamos llamar de alguna manera, y era lógico porque era el primer hombre al que ella le daba cabida en su vida.–Eso es muy fácil, preciosa – Tomé su mano entre la mía – Eres la mujer a la que quiero, porque yo te quiero y mucho Jazmín y quisiera que fueras mi novia. Sé que, a lo mejor para ti, es muy pronto