Rodrigo De la Sierra
Sabía que Jazmín me iba a llamar o a enviar un mensaje, eso lo tenía claro, ella estaba loca por mí o eso era lo que me había dicho Dora, aparte de lo que yo ya había notado en las clases de literatura, cuando ella se me quedaba viendo o me sonreía. La chica no estaba nada mal, estaba preciosa y no iba a ser ningún sacrificio para mí, tener algo con una mujer como ella, pero al recibir ese mensaje de saludo que ella me envió, me invadió un poco la culpa.
–Rodrigo, estás muy disperso – Dijo mi esposa Sandra – Te recuerdo que hoy por la noche, vamos a cenar con mis padres.
Ahora si tenía que hacer uso de la excusa que me había inventado de las clases extras que iba a dar en la universidad, así poder salir sin dar ningún tipo de explicaciones, ahora que Jazmín ya me había mandado el mensaje que estaba esperando.
–Lo siento, amor. Hoy no puedo, tengo que dar una clase extra por la tarde en la Universidad y no alcanzo a llegar aquí a tiempo para encontrarme con mis suegros – Me excusé – Para compensar esto, diles que nosotros les caemos el fin de semana y los llevamos a comer, yo invitaré.
No iba a dejar pasar esta primera oportunidad de salir con Jazmín, tenía que llevar a cabo mi plan desde ya. Dora tenía que ver resultados y este era un buen primer paso, hoy mismo saldría con su sobrina.
–Gracias mi amor, yo les diré y siento mucho haber olvidado que has tomado clases extras para poder pagar el parto de nuestro bebé. Te amo, por todo lo que haces por nosotros.
No le podía decir a nadie de este negocio que estaba haciendo con Dora, ya que no quería involucrar a nadie de esto por el momento, no quería que se echara a perder, era demasiado dinero en juego.
–También te amo, te prometo que si salgo más temprano de la Universidad yo mismo, los alcanzaré a ti y a tus padres en dónde sea que vayan a ir a cenar.
–Claro, mi amor, no te preocupes. Estaremos aquí en la casa, ya sabes que estamos en la final del embarazo casi y que no salimos mucho.
–Mejor para mí, tengo una buena razón para llegar temprano a casa.
Mi matrimonio era uno muy normal como cualquier otro, solo que había un problema, no me había casado enamorado y creo que nunca lo estaré. Sandra es la mujer más buena que pude haber encontrado, pero no es la mujer que amo. De hecho, en toda mi vida, en mis 30 años, no ha habido una mujer a la que haya sentido amar, solo querer.
Quiero a Sandra y es la futura madre de mi hijo, pero no puedo decir que siento por ella un amor. Mi celular sonó y era un nuevo mensaje de Jazmín, yo no era muy de mensajes y preferí llamarla para quedar de vernos, más tarde. Ella tenía que decirme que sí, me retiré de donde estaba con Sandra para poder hacer esa llamada.
–Hola, hermosa – La saludé seductoramente – Lamento haberte llamado, pero no soy tanto de mandar tantos mensajes, entonces ¿Qué dices, sí salimos por ahí?
Tenía que sacarla de su zona de confort, lejos de donde vivía para que no tuviéramos ningún problema, Jazmín, tenía que caer desde el día de hoy, me la iba a jugar el todo por el todo.
–Hola, no te preocupes – Ella estaba demasiado nerviosa – Salgo a las 8 de la cafetería, ¿Dónde te queda bien a ti?
–Dónde tú me digas – Me puse a su disposición – Dependerá de lo que quieras hacer tú.
–Podemos ir a caminar, nos podríamos ver en la Universidad y de ahí vemos a dónde vamos ¿Te queda bien?
–Claro que sí, nos vemos ahí a las 8.30. Te estaré esperando, te mando un beso.
–Gracias.
Era el primer paso que tenía que dar, tener un acercamiento más intenso con ella y eso iba a hacer, este trabajo sería pan comido y Dora tendría que darme el dinero que me prometió, más pronto de lo que se imagina. Sentía mucho tener que mentir a Sandra, de mis supuestas clases extras que tenía que dar en la Universidad, pero tenía que justificar de alguna manera el dinero que estaba metiendo de más a la casa, para que no le cayera de raro a mi esposa cuando pagara todo lo del parto en un hospital privado y los gastos que haría después que naciera nuestro hijo.
Me di un baño y me puse otra ropa y después, me despedí de mi esposa y me salí de casa, me fui a dar una vuelta por las calles de Guanajuato sin rumbo, hasta que llegó la hora de ir a esperar a Jazmín fuera de la Universidad, eran las 8.30 y ella no estaba y esperé por varios minutos hasta que mi mirada la encontró caminando despacio hacia mí.
–Hola, Jazmín – La saludé de beso en la mejilla – Te ves hermosa.
Dora me había dicho que su sobrina tenía muy baja autoestima, no le veía por qué si era una chica muy bonita, pero yo la haría sentir por las nubes que se sintiera querida por mí.
–Hola, profesor – Respondió con timidez – No sé muy bien, lo que hago aquí.
–Yo sí lo sé – Tomé su mano con astucia – Lo mismo que yo, has venido a ver lo que puede salir de aquí, ¿Quieres ir a tomar un trago?
Quería ir rompiendo el hielo, se notaba que esta chica nunca había tenido novio, con esto estoy corroborando lo que ya me había platicado Dora de su sobrina, era una chica muy inexperta.
–No tomo alcohol, pero muchas gracias. Pensaba en ir a caminar y comprar un café, lo que suena tonto porque yo trabajo en una cafetería, pero…
–Es perfecto, se me antojó un café a mí también – Dije empáticamente – Solo que justamente por eso que trabajas en una cafetería, no lo sugerí. Pensé que estarías harta del café.
Rodrigo De la Sierra –Para nada, he heredado ese gusto por el café de mis padres y de trabajar en la cafetería, claro. –Bien, pues vamos caminando a comprar un café y después nos sentamos por ahí a tomarlo y claro a platicar. –Muy bien. La tomé de la mano nuevamente y noté como ella se estremeció ante mi agarre, comprobando todo lo que me dijo Dora de ella, que es una chica inocente, virgen, que nunca ha tenido un novio y ahora mismo, yo lo estaba comprobando todo y aquí estaba haciendo el papel de un profesor que se finge enamorado de una de sus estudiantes, solo por sacar un dinero y un muy buen dinero que me dé esa vida holgada por la que siempre he luchado. Qué Dios me perdone por todo lo que estoy haciendo solo para que mi hijo pueda nacer en condiciones. –Hemos llegado – Dije al llegar al establecimiento del café – Vamos a ver la carta o ya sabes de qué café vas a tomar. –No es necesario, quiero un latte ¿Y tú? –Tomaré uno igual, voy a pedirlos y nos vamos. –Gracias. Fui
Rodrigo De la Sierra Me perdí en esos labios de sabor muy dulce, no sé por cuanto tiempo, el tiempo suficiente para que Jazmín fuera después la que rompiera el encanto del beso, algo que me descolocó por un instante. –Rodrigo, en serio ya tengo que irme – Se veía hermosa ruborizada – Gracias, por el café y por todo. Era la cosa más bella que había visto, toda ruborizada por ese beso que nos acabábamos de dar, más bien por el que yo le había robado. –No tienes nada que agradecer, si gustas puedo acercarte a tu casa, sin ningún problema – Me ofrecí – No quiero que te vaya a pasar nada, en la calle y de noche. –No me pasará nada y prefiero que no, pero gracias. Mis padres me van a matar – Exclamó – Hasta mañana. –Hasta mañana, bella Jazmín. Ella se levantó de la banca y miró la hora en su reloj, después se echó a correr a toda velocidad, como si tuviera demasiada prisa y yo asumí que era así. Jazmín era ciertamente todo lo que me había dicho Dora, desde que cerramos ese trato, es h
Capítulo 8 Jazmín Zabaleta Villa Anoche afortunadamente alcancé a llegar antes que mis padres comenzaran a buscarme o que mis hermanas, les dijeran que no había vuelto a casa desde que salí de la cafetería. Me levanté a bañar y ahora más que nunca, quería verme hermosa para ir a la Universidad, solo de pensar que veré a Rodrigo después de lo del beso que me robó ayer, hace que mi pulso y mi respiración se descontrole sin que yo pueda evitarlo. Me pongo una falda corta y una blusa de tirantes y bajo a la cocina, en donde me espera seguramente toda mi familia para desayunar. –Hola, mi princesa – Me abrazó mi papá – Buenos días, Jazmín. Espero que hayas dormido bien, porque tu madre está molesta. Mamá era la que más ponía las reglas de las salidas y las llegadas a casa, esperaba que esta vez no me fuera tan mal, no tenía este tipo de descuidos, pero el tiempo se me había pasado volando. –Hola papá, ¿Me puedes dar café? Por favor, tengo que despertar bien – Dije bostezando – Es que an
Jazmín Zabaleta Villa Yo iba nerviosa de camino a la Universidad, sabiendo que me acercaba a ver a Rodrigo y que no sabría la reacción de él al verme, después del beso de anoche. –Qué tengas un hermoso día, hija. –Igual tú, papá. Bajé de la camioneta de papá y subí las miles de escaleras de la Universidad y cuando llegué a mi salón, mi amiga Eva no había llegado. Escogió un pésimo día para llegar tarde, ahora que hay tanto que contar, pero no podía hacer otra cosa que esperarla, teníamos primero una clase de gramática y después vendría la que sería mi materia favorita, la clase de literatura con el guapísimo de Rodrigo, solo de pensar en él, siento que vuelo por todo el cielo. –Jazmín, pareces una tonta – Eva me dio un zape – Te estoy hablando amiga, te quedaste como en el limbo. –Eva, a ti te quería ver y no seas mentirosa que no estabas cuando llegué – Le reclamé – Siéntate, tengo que contarte algo. Estoy que no me la creo, tenías razón, con lo de ya sabes quién. –Con lo del p
Jazmín Zabaleta Villa –Eva, estás loca amiga. No podía creer que fueras capaz de inventar algo como esto del dolor solo para que el profesor no me pasara a explicar la clase pasada. Te lo juro que, por un momento, hasta yo me la creí. En un comienzo se la creí, es muy buena actriz, debería seguir sus sueños, no le iría mal. Todos en la clase le habían creído, lo del dolor de estómago, eso me había salvado de haber pasado al frente de todos. –De eso se trata Jazmín, recuerda que siempre he querido ser actriz y que no se pudo – Recordó mi amiga – Rodrigo, tenía que creerse que un dolor inmenso me aqueja y deberías darme las gracias. Claro que se lo agradecía, estaba a punto de hacer el ridículo delante de toda la clase, si Rodrigo me hubiera obligado a que expusiera lo de ayer, eso hubiera sido mi fin. –Gracias, en serio, aunque no me gusta para nada la idea de perder clases y menos ahora, después de lo de anoche. –Sé de sobra que odias perder clases, amiga, pero dime ¿Acaso tenías
Rodrigo De la SierraEsa noche y las noches que siguieron en las siguientes dos semanas, me la pasé yendo a verme con Jazmín un rato por las noches, pero algo estaba pasando con ella que no podíamos avanzar a nada más que no fuera solo a darnos simples besos y eso me estaba desesperando. Yo necesitaba concretar ese negocio, lo más rápido posible para no seguir estando cerca de ella, algo me pasaba que no era ni yo mismo capaz de explicar lo que sentía estando con ella.–Rodrigo, quisiera saber algo – Me dijo ella una noche – Sé que a lo mejor suena tonto, pero quisiera saber lo que soy para ti.Sabía que iba a llegar el momento en que ella quisiera saber si a lo que teníamos le podíamos llamar de alguna manera, y era lógico porque era el primer hombre al que ella le daba cabida en su vida.–Eso es muy fácil, preciosa – Tomé su mano entre la mía – Eres la mujer a la que quiero, porque yo te quiero y mucho Jazmín y quisiera que fueras mi novia. Sé que, a lo mejor para ti, es muy pronto
Rodrigo De la Sierra–Dora, eres muy peligrosa tú – Declaré – No puedo creer el poder que tienes en tu sobrina para manipularla y no me caerá nada de raro que la empujes a mi cama antes de lo que creo.Ella se iba a encargar de decirle a su sobrina que ya estaba lista para que diera ese paso conmigo, yo había hecho todo lo posible y no había dado resultados, por más que lo insinuara.–Eso no es un problema, para mí es pan comido. Tienes a Jazmín donde los dos la queremos y estás cerca de todo ese dinero que te prometí, con mis consejos y la ayuda que te dé, te estarás acostando con ella más pronto de lo que te imaginas.–Claro, para eso me has contratado y ahora más que nunca, me urge terminar ese trabajo – Dije un poco tenso – Ella se está enamorando de mí y yo, quisiera ya que se acabe esto y que cada uno siga con su vida.–Todo con calma, Rodrigo – Dora me llamó por primera vez por mi nombre – Además no creo que la estés pasando tan mal con mi sobrina, eres hombre y no me puedes ne
Rodrigo De la Sierra–Dime, ¿Por qué no? No tiene nada de malo, si nos encontramos con gente de la universidad, no tienen por qué decir nada. Diremos que nos hemos cruzado en el camino.–No me lo tomes a mal, pero prefiero que no – Ella me miraba con sus ojos de preocupación – Mejor, si puedes cuando termines tus clases vas a la cafetería, esta tarde estaré ahí sola atendiendo y podemos pasar un rato juntos.Esa propuesta me vino mucho mejor, esperaba dar unos pasos más contundentes en ese terreno llamado Jazmín, para que pronto se lograra mi objetivo. Era necesario para mí, culminar cuanto antes toda relación con Jazmín y más que con ella con Dora, esa mujer está loca y me temo que, si tardo más del tiempo que ella espera con su trabajo, podría ya no querer pagarme y eso no me conviene. Definitivamente, yo, necesito salir rápido de toda esta cuestión.–De acuerdo, hermosa – La atraje hacia mí, pegándola en la pared del callejón – Nos vemos más tarde en la cafetería, hoy no me toca da