Estaba sentada detrás de la barra, mirando pasar a la gente; algunas caminan tan deprisa, como si sus vidas dependieran de su rapidez para llegar a su destino. Otros simplemente iban acompañados conversando, y algunos concentrados mirando la pantalla de sus móviles.
En fin, estoy tan metida en mis pensamientos que, no escucho cuando me llaman de la mesa del fondo, a lo cual mi amigo fiel y tan alegre compañero Anthony Ferrar, me saca de mis pensamientos.
—¡Oye, Rubí! Te están solicitando en la mesa ocho. —Lo miro sorprendida, agarro el cuaderno y mi lápiz, para dirigirme a la mesa.
Al llegar veo a las dos personas que esperan ser atendidas.
—Disculpen la tardanza. ¿Puedo tomar su orden?
—Mmm… Yo pediré el menú del día —ordena la joven, asiento en su dirección y anoto en mi libreta.
—¿Y usted que pedirá? —le pregunto al joven.
Tras observar el menú un momento responde:
—A mí me traes una Milanesa con una ensalada mixta y una jarra de agua de frutas,
por favor.
—De acuerdo, enseguida les traigo su orden—menciono antes de retirarme.
Camino hasta la barra del chef y le entrego la nota, después anoto los pedidos en una planilla para llevar el conteo de mi servicio y regreso a mi lugar habitual para esperar la orden de la mesa. Mi móvil vibra, por lo que leo el mensaje que ha llegado de mi hermana:
«¡Hola, enana! ¿Vendrás a comer? Recuerda que Victoria espera por ti».
Respondo de inmediato:
«Por supuesto que sí».
Luego de guardar mi móvil, escucho la voz de Anthony decirme:
—¡Ya está lista la orden de la mesa ocho! —Recojo los platos y los cubiertos, y los llevo a la mesa ocho. Los coloco ante ellos y suelto una frase amable.
—¡Qué lo disfruten!
—Gracias —me agradecen.
Mientras que voy de regreso a mi lugar, cobro las otras mesas. De pronto, escucho el tintineo de la campana de la puerta y me fijo quién ha ingresado... veo que es mi compañera de trabajo
—¡Hola, Katia! —la saludo, y la beso en la mejilla.
—Hola, hermosa —me responde a la vez que me regresa el saludo. De nuevo corroboro la hora en mi móvil y me dispongo a ir a colgar mi uniforme, mi turno ha concluido.
—Nos vemos mañana, chicos —me despido de mis compañeros.
Salgo y me voy caminando por las calles de Nueva York, no hace más de tres años que me mudé aquí, tenía que dejar mi pasado tan oscuro en ese lugar e iniciar de nuevo en esta otra ciudad. Al recordar esos momentos me pone tan triste que se me resbalan unas lágrimas rebeldes por las mejillas, sin darme cuenta.
Llego al edificio donde vive mi hermana y subo por las escaleras; ya que veo que el ascensor está en reparación. Subo hasta el tercer piso, llego hasta la puerta y doy unos golpes y espero a que me abran. Un Minuto después veo que quien abre es Victoria que cuando ella me mira, grita:
—¡Tía! —Y luego, me abraza, la alzo para que nuestros rostros queden a la misma altura para decirle con ternura:
—¿Cómo estás mi pioja? —Victoria sonríe. Entro al departamento con ella en mis brazos todavía hasta donde se encuentra mi hermana. La miro y bajo a Victoria mientras que le digo —: Bien, Victoria déjame saludar a tu madre porque nos regañará otra vez. —Juliana mi hermana solamente ríe, la saludo.
—¿Cómo estuvo tu día? —me pregunta.
—Estuvo bien —respondo, entonces ella se pone en pie.
—Es hora de comer. Serviré…
—Está bien. ¿Te ayudo? —pregunto.
—Deja yo lo hago, tú descansa. —En ese momento veo ingresar a mi cuñado.
—¡Vaya! ¡La desaparecida ha vuelto! —bromea y sonríe.
—¡Oye, no seas malo! —le reclamo y lo saludo con un beso en la mejilla, seguido de esto, nos disponemos a comer entre risas y ocurrencias de Victoria.
Ya han pasado varias horas, por lo que verifico mi reloj de muñeca, y luego veo hacia la ventana está por oscurecer. Por lo que me despido y les digo que volveré otro día, salgo del edificio y me dirijo a mi departamento.
Al llegar a mi departamento abro la puerta dejo mis cosas sobre la mesa y me dispongo a recostarme en el sofá cuando escucho el timbre, no verifico quién está detrás de la puerta simplemente abro; y veo a Katia.
—¿Qué pasa? —pregunto sorprendida.
—¡Tú, arréglate y ponte s*xy que hoy nos vamos a bailar!
—¿Yo bailar? No me apetece, muchas gracias —le digo.
—Nada de eso, me la debes, recuerda que me habías dejado plantada.
— Está bien... Iré a darme un baño. —Ella tenía razón por lo que me veo obligada a aceptar.
Luego de bañarme encuentro a Katia revisando mi armario, toma un vestido negro con detalles de encaje y otro de color rojo:
—El negro —le ordeno. Katia me lo pasa y entro al baño nuevamente para vestirme.
Cuando salgo del baño ya vestida, ella me observa detenidamente para después decirme: ¡Por Dios! ¡Qué hermosa estás, amiga!
—Eres una exagerada—le respondo. Salimos de mi departamento y nos vamos, ninguna tiene auto por lo que nos subimos en un taxi, para llegar a la sofisticada discoteca, llamada: Disco London.
—¿Cómo entraremos? —pregunto a Katia al percatarme de que hay demasiada gente esperando entrar.
—No te preocupes ya lo tengo resuelto.
La miro sorprendida y veo que se acerca al guardia y le dice algo al oído, él la mira y la analiza, lo cual me pone un tanto nerviosa, después la veo que me llama y me acerco:
—¡Pasen! —ordena el hombre.
Yo solo asiento y luego miro a Katia, que simplemente sonríe, luego entramos al lugar. Estaba lleno hasta el punto que era imposible caminar sin dejar de chocar con la gente.
Cuando por fin llegamos a la barra. Pido una bebida y el joven barman me ofrece un vodka a las rocas, no me pareció mala idea, ya que estaba sedienta, cuando giro a buscar a Katia ya no la veo y me digo «¡Genial! Me invita y me deja sola».
Pido otra bebida y la botella la cual me la llevo conmigo junto con mi vaso, voy en busca de un asiento. Cuando estoy por rendirme encuentro un asiento vacío y me dispongo a sentarme para seguir con mis tragos. Busco con la mirada a Katia y no la veo por ningún lado, pero en ese momento choco mi mirada con la de un joven que me estaba observando lo cual ignoro su mirada.
Minutos después veo a Katia con un joven atractivo, de beso en beso lo cual no me parece y meneo la cabeza de un lado a otro en desaprobación al verla así. Ella deja de besar al chico para girar su rostro y mirarme. Katia se acerca a mí.
—Te presentaré a alguien —me dice.
—Rubí, te presento a James. Y James, te presento a Rubí—Nos saludamos con cortesía y luego ella me dice:
—¿No te molesta si te dejo un rato sola?
—No... No me molesta siempre que no te tardes —Le digo mientras ella solamente asiente, para después verla retirarse con su nuevo amor de unas horas.
Han pasado dos horas, supongo que... todavía estoy sentada aquí, después de beber y sin rastro de Katia. Decido volver al bar, para pedir una botella de vino y simplemente sentarme a degustarla. El chico de la barra me mira desde el otro lado y se acerca en cuanto se desocupa con un cliente: —Creo que tu amiga te ha dejado. —¡Sí, creo que sí! —contesto —¿Me puedes dar otro vaso de la misma bebida?—¡Por supuesto, ya vuelvo!Lo veo alejarse. Unos minutos más tarde, regresa con la botella.—¡Mi nombre es Cristóbal! ¿Cuál es tu nombre? —No veía nada de malo presentarme.—Me llamo Rubí. Él me sonrió en respuesta.—¡Lindo nombre!Después de esto, comienzo a beber y a seguir recordando mi pasado, una completa tortura. Pero, de repente siento una mirada puesta sobre mí. Giro la cabeza lo más disimuladamente que puedo y veo a un chico mirándome. Él está inclinado hacia la barra, sentado a mi lado, pidiendo whisky en las rocas, obviamente, todavía mirándome. No sé si coqueteo con él porque
Narra Alex Estoy en mi oficina cuando veo entrar a mi amigo.—¿Cómo lo pasaste ayer? —me pregunta sentándose frente a mi escritorio.—Bien, solo eso te diré —le advierto y lo fulmino con la mirada. —Sí, sé que es tu vida privada, estoy de acuerdo —me contesta, con un poco de pesar ya que por lo que veo lo carcome la curiosidad. —¿Fuiste a la bodega? —indago.—Sí, lo hice y déjame decirte que deben confirmar la hora y lugar de entrega.—Está bien, y estoy seguro de que lo harán —le respondo y cuando se da cuenta de que no hablaré más, se retira y yo sigo con lo mío. Soy uno de los traficantes más temidos y no me gustan los cabos sueltos. Terminando esto me voy a la cocina y veo a mi nana, la sorprendo y la abrazo por la espalda.— ¿Cómo está la nana más linda? —Ella sonríe. —¡Estoy bien! Dime, mi niño. ¿Qué quieres? —Prepara algo y llévamelo a mi despacho —Ella asiente y yo vuelvo al trabajo. Me siento en la silla y apoyo la cabeza en el respaldo. Recuerdo a la mujer que tuve en mi
NARRA RUBIMe despierto y miro la hora en el reloj de la pared de mi habitación… Son las 17:30 P.M, aún falta como una hora para mi curso, me levanto y me preparó para la cena ya que después del curso siempre me da hambre.Al cocinar todo me visto y me voy para mi curso, me abrigo un poco ya que hace un poco de frío, y aunque la caminata será larga, igual se sentirá un poco de frío. Al llegar al gimnasio me preparo para la práctica.Faltando unos segundos para terminar, el sabonim nos dice que tengamos cuidado ya que era tarde a lo que respondemos ¡Sí, señor! Terminado el curso voy de regreso a mi departamento. Llegó y voy directo a ducharme para luego sentarme a comer.Me siento en la mesa para disfrutar mi cena, luego voy a cama y me quedo profundamente dormida.................2 semanas después. ................Me levanto deprisa ya que llego tarde a mi trabajo. No voy caminando ya que no llegaría a tiempo por lo que solicito un taxi.No sé qué me pasa, estas últimas semanas me la
3 Meses Después…Hoy me levanto con más alegría que nunca, siento tanta alegría porque hoy por fin sabré el s*x* de mi bebé. Deseo que sea una niña, pues la gente dice que los niños son un tanto, más traviesos que las niñas, pero desafortunadamente no tuve un hermano, algunas veces me pregunto, cómo sería nuestras vidas si tuviéramos un hermano. Estaba sentada en mi mesa con una taza de té y unas tostadas, doy una mordida, lo saboreo y pienso que, «si sigo así de comelona subiré unos kilos demás».Cuando estaba por tomar mi té, suena el timbre, me levanto y abro la puerta y veo de pie a Anthony con un enorme ramo de flores. —¡Gracias! —agradezco gustosa por el ramo a Anthony—. Eres muy atento conmigo. —¿Cómo no? Sí tengo la novia más hermosa del mundo— Yo solo asiento y me sonrojo, por un momento me sentí como una verdadera quinceañera.Él solo observa detenidamente.—¿Estás lista? Te acompañaré al médico. —A lo que le confirmo y le doy las gracias nuevamente.Después de unas horas
Voy saliendo del departamento de mi hermana, y me abrazo a mí misma, siento el aire frío golpear mis mejillas. Continúo caminando lo más rápido que puedo para mi casa. Sin distraerme. Hasta que por el camino me encuentro a Anthony, lo cual me extraña ya que él dijo que estaría trabajando. Él se acerca y me da un beso apasionado. Cuando me deja libre le pregunto:—¿No deberías estar trabajando?—Mmm… Sí, pero salí más temprano para buscarte y cenar contigo —dice y entrelaza nuestras manos para seguir nuestro camino. —¿Qué quieres cenar? —pregunto.—Bueno amor… ¿Qué te parece una de tus comidas favoritas? ¡Una pizza! —responde con alegría y una sonrisa pícara.Vamos caminando bien abrazados y charlando de lo más agradable, cuando de repente una camioneta frena frente a nosotros. De esta, salen unos tipos con máscara, uno de ellos apunta con un arma a Anthony y lo separa de mi mano, mientras que, a mí, me sujetan dos tipos de mis brazos.Con los nervios de punta grito:—¡No por favor no
Había intentado besar a Rubí, confiado de mi control sobre ella, no pensé en que ella pudiera reaccionar y herirme con lo primero que encuentra.— ¡Eric! ¡Eric! —grito muy fuerte. Él entra deprisa y duda en acercarse o no a mí.—Alex ¿Que te ocurrió? —pregunta Eric alarmado por la forma en que me ve.—Ve a buscarla y me la traes, sin lastimarla —ordeno para luego maldecir debido al dolor que siento por el golpe. Además de sentir mi orgullo herido por su atrevimiento.—Sí, la buscaré. ¿Que hago si se resiste? —Vuelve a preguntar. — ¡Espera! Toma —le doy un paño con cloroformo—, lleva esto. Si te da problemas la duermes y me la traes, ¡Pero ya! — Replico con impaciencia.Rubí.Al ver a Alex mal herido, aprovecho para salir corriendo hacia la puerta principal como si mi vida dependiera de eso. No veo nada, está oscuro y, sin embargo, no me detengo. Llego hasta el portón de hierro y para mi mala suerte tiene candados. Estoy trepando el portón cuando escucho el ruido de autos acercándos
Voy despertando poco a poco, abro mis ojos y veo que estoy en una habitación amplia con paredes de color azul marino y las cortinas también son del mismo color.Muevo mis piernas, pero al momento de hacerlo, siento un dolor intermitente y molesto. Trato de levantarme y para mi sorpresa tengo una esposa puesta en mi mano derecha. Estoy asombrada, mis ojos se abren al instante como platos cuando los recuerdos de la noche anterior me vienen a la mente. —¡Esto no puede ser! —Trato de quitarme las esposas por todos los medios, pero es imposible. —¿Alguien está ahí? Por favor, ayúdenme.Pero mis súplicas son inútiles, nadie me responde no hay signos de vida del otro lado de la habitación.Cómo veo que nadie me escucha, comienzo a revisar el primer cajón, de la mesa de noche al lado de la cama, ese que está a mi alcance; pero nada, no hay nada que me pueda ayudar a abrir estas esposas.—¡Genial! —replico—. ¡Ay, Rubí! ¡Eres una reverenda tonta por no poder escapar! — Pero ¿quién en su sano j
Narra Alex.Salgo furioso de la habitación «Yo extraño los besos y abrazos de Anthony», resonaba en mi mente. Entro a mi despacho cierro la puerta con tanta rabia, que no me importa que la puerta se azote, contra la pared y los vidrios de las ventanas retumben. Minutos después, Eric entra para decirme:—¡Tenemos problemas, Alex! —me dice con un tono de preocupación.—¿Qué pasa? —pregunto, mientras me sirvo un vaso de whisky.—Nos robaron la carga que iba para los cárteles italianos. —Me atraganto al escuchar semejante noticia.—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? —pregunto ante el asombro. —Ya llamé a mis contactos y están rastreando el camión —me dice Eric.—¡Esto me hace sospechar de una sola persona, pero primero debo estar seguro para luego volarle la maldita cabeza! —Le digo con tono de rabia mientras golpeo la mesa con fuerza.En unos minutos suena el celular de Eric:—Dime, ¿tienes algo para mí? —pregunta a su contacto, mientras yo lo miro expectante y con nerviosismo.—Muy bien, gracias. T