Han pasado dos horas, supongo que... todavía estoy sentada aquí, después de beber y sin rastro de Katia. Decido volver al bar, para pedir una botella de vino y simplemente sentarme a degustarla. El chico de la barra me mira desde el otro lado y se acerca en cuanto se desocupa con un cliente:
—Creo que tu amiga te ha dejado.
—¡Sí, creo que sí! —contesto —¿Me puedes dar otro vaso de la misma bebida?
—¡Por supuesto, ya vuelvo!
Lo veo alejarse. Unos minutos más tarde, regresa con la botella.
—¡Mi nombre es Cristóbal! ¿Cuál es tu nombre? —No veía nada de malo presentarme.
—Me llamo Rubí.
Él me sonrió en respuesta.
—¡Lindo nombre!
Después de esto, comienzo a beber y a seguir recordando mi pasado, una completa tortura. Pero, de repente siento una mirada puesta sobre mí. Giro la cabeza lo más disimuladamente que puedo y veo a un chico mirándome. Él está inclinado hacia la barra, sentado a mi lado, pidiendo whisky en las rocas, obviamente, todavía mirándome. No sé si coqueteo con él porque estaba bajo el efecto del alcohol o porque es muy guapo. Sin embargo, su actitud es un poco misteriosa, tal vez eso fue lo que me atrajo de él. Se me acerca un poco más con esa mirada seductora que tienen los hombres decididos.
—¿Estás bien?
Mi respuesta es—: ¿Porque no lo estaría?—Seguida de una sonrisa. ¡Este chico es tan guapo!
—¿Te gusta bailar?
—Sí.
—¿Quieres bailar?
Así que bajamos a la pista de baile y nos ponemos a bailar. Para ser honesta, tengo que decir que baila muy bien. Bailamos durante mucho tiempo, entre risas y miradas coquetas y hasta curiosas. De repente, suena una balada, él sin pedir permiso me agarra y me pega más hacia él. Siento su cuerpo completamente y eso me incomoda un poco al principio. Y luego… su mirada me encierra en un mundo en el que solo estamos nosotros dos bailando, como si nos conociéramos de mucho tiempo, como si fuéramos una pareja de amantes. Sonrío por mi tonta imaginación.
Cuando vuelvo de mis pensamientos mi cara ligeramente hacia la suya, se acerca a mi oído y susurra:
—¡Vamos a un lugar más tranquilo!
—Si me ayudas, voy contigo. Porque si me dejas ir, me puedo caer aquí mismo.
—¡Claro que te ayudo! —me responde con una sonrisa ladeada. Creo que él también está pasado de copas.
Llegamos a su carro, claro yo con mucha ayuda. Me mete en él y se dispone a conducir. Siento que me da vueltas la cabeza, sin embargo, no digo nada. Cuando el auto se detiene miro por la ventanilla, es un hotel. Sigo manteniéndome en completo silencio. Él me ayuda a bajar y caminamos hacia las dobles puertas, empuja y entramos.
Él me conduce hasta la recepcionista. Pide una habitación y luego de pagar y recibir la llave me conduce al elevador. Ahí me mantiene todavía firme, luego salimos de la caja metálica y pronto encontramos nuestra habitación. Abre y luego de que entramos, cierra la puerta con un pie, pues creo que teme soltarme. En esta posición puedo oler su rico aroma. Todo lo que quiero hacer es estar entre sus brazos y enterrar mi rostro en su pecho. Pero luego noto que acerca su rostro al mío. Pronto sus labios tocan los míos. El comienza a besarme con tanta pasión que no puedo resistirme a su avance. El beso es tan rápido e intenso que un calor comienza a invadir todo mi cuerpo. Solo nos separamos un momento y eso por la falta de oxígeno, luego continuamos con el beso.
Para cuando me doy cuenta de lo que pasa, ya estoy semidesnuda en la cama, porque vamos estoy un poco ebria y hay momentos en los que mi mente se pierde, es cuando me percato que él me ha soltado, levanto la mirada para verlo desnudarse. No soy capaz de articular palabra alguna. Él simplemente es hermoso con su cuerpo escultural. Ni siquiera soy capaz de decir nada cuando se coloca sobre mí.
—¡Me gustas desde el primer momento en que te vi! —dice mientras que se acomoda y… No respondo a ninguno de sus comentarios y cuando lo siento dentro de mí recuerdo que aún era virgen. Al parecer él también lo nota porque se detiene, se levanta un poco y mirándome a los ojos me pregunta entre sorprendido y horrorizado:
—¡¿Eres virgen?!
Dicho esto, solo atino a asentir con la cabeza. Pues el dolor agudo que me sacude en el bajo vientre no me deja decir nada. Cierro mis ojos mientras que tomo con mis manos las sábanas y las aprieto.
—¡No te preocupes, lo haré lentamente para que no sufras tanto! —Al primer movimiento que hace, vuelvo a sentir el mismo dolor que antes. Me hace gemir, y arquear el cuerpo. Este movimiento lo aprovecha para besar mi cuello. Poco a poco, con cada movimiento que hace el dolor disminuye y pronto pasa de mí. No sé si ha sido por la ternura con la que me ha tratado, por sus besos apasionados o sus caricias licenciosas.
—¡Es mi turno! —le digo, luego de que nos hago girar dejándolo debajo de mí. Al parecer, el alcohol me hace ser osada. Me mira con cara de sorpresa. Pero lo ignoro y comienzo a moverme.
—¡No puedo resistir más! —Se queja, por lo que comienzo a moverme más rápido. Por un lado, sabía que esto estaba realmente mal, pero por otro él me hace perder mis sentidos.
— ¡Hagámoslo juntos!
Cuando todo termina me recuesto a su lado y me quedo totalmente dormida.
Al día siguiente me despierto con un dolor de cabeza, de esos que ni siquiera se puede uno mover. Cuando levantó las sábanas y me veo desnuda, mis ojos se abren como platos, empiezo a recordar todo y no sé si maldecirme por estúpida o felicitarme por el hombre que dejé que me hiciera esto.
—¡Por Dios, ¿qué he hecho?! — No puedo creer lo que había hecho. Yo le había dado lo único que era precioso para mí que era mi virginidad y lo peor que a un hombre que ni siquiera sé su nombre, me visto y salgo de la habitación. Me dirijo a la recepción.
—¿Cuánto es lo que debo por una noche? —mientras que rebusco en mi bolsa mi cartera para pagar.
—¡Lo siento, señorita, el hombre ya pagó antes de retirarse, pero le dejó esta tarjeta! —Me pasa un sobre, la agarro y sin leer el remitente o ver lo que tenía dentro, me retiro. Más por vergüenza que por mala educación.
Al salir del hotel busco un taxi, subo y doy la dirección de mi casa. Al llegar, tomo mis llaves de la bolsa y abro la puerta. Al entrar a mi departamento, me dirijo directamente hacia la ducha. Todavía no he asimilado la locura que hice la noche anterior, luego me voy a trabajar sin tomar primero un analgésico para que pase este dolor de cabeza.
Llego al trabajo y comienzo mi día como todos los días, pasan las horas, solo espero que termine mi jornada ya que no me siento bien. Hoy comenzaría mi curso de defensa personal, cuando termine aquí me iré a descansar para poder estar bien de cara, al curso. Faltando unos minutos para terminar mi trabajo, llega Katia
—¡Fui a buscarte y ya no te encontré!¿Qué pasó? —La miro y en silencio quiero responderle: «¡Si supieras lo que he hecho!».
—Te cuento los detalles otro día ya me voy a descansar ya que estoy agotada. —Dicho esto, me retiro a mi apartamento, entro y me voy directamente a dormir, solo quiero dormir y recuperarme de mi aventura.
Narra Alex Estoy en mi oficina cuando veo entrar a mi amigo.—¿Cómo lo pasaste ayer? —me pregunta sentándose frente a mi escritorio.—Bien, solo eso te diré —le advierto y lo fulmino con la mirada. —Sí, sé que es tu vida privada, estoy de acuerdo —me contesta, con un poco de pesar ya que por lo que veo lo carcome la curiosidad. —¿Fuiste a la bodega? —indago.—Sí, lo hice y déjame decirte que deben confirmar la hora y lugar de entrega.—Está bien, y estoy seguro de que lo harán —le respondo y cuando se da cuenta de que no hablaré más, se retira y yo sigo con lo mío. Soy uno de los traficantes más temidos y no me gustan los cabos sueltos. Terminando esto me voy a la cocina y veo a mi nana, la sorprendo y la abrazo por la espalda.— ¿Cómo está la nana más linda? —Ella sonríe. —¡Estoy bien! Dime, mi niño. ¿Qué quieres? —Prepara algo y llévamelo a mi despacho —Ella asiente y yo vuelvo al trabajo. Me siento en la silla y apoyo la cabeza en el respaldo. Recuerdo a la mujer que tuve en mi
NARRA RUBIMe despierto y miro la hora en el reloj de la pared de mi habitación… Son las 17:30 P.M, aún falta como una hora para mi curso, me levanto y me preparó para la cena ya que después del curso siempre me da hambre.Al cocinar todo me visto y me voy para mi curso, me abrigo un poco ya que hace un poco de frío, y aunque la caminata será larga, igual se sentirá un poco de frío. Al llegar al gimnasio me preparo para la práctica.Faltando unos segundos para terminar, el sabonim nos dice que tengamos cuidado ya que era tarde a lo que respondemos ¡Sí, señor! Terminado el curso voy de regreso a mi departamento. Llegó y voy directo a ducharme para luego sentarme a comer.Me siento en la mesa para disfrutar mi cena, luego voy a cama y me quedo profundamente dormida.................2 semanas después. ................Me levanto deprisa ya que llego tarde a mi trabajo. No voy caminando ya que no llegaría a tiempo por lo que solicito un taxi.No sé qué me pasa, estas últimas semanas me la
3 Meses Después…Hoy me levanto con más alegría que nunca, siento tanta alegría porque hoy por fin sabré el s*x* de mi bebé. Deseo que sea una niña, pues la gente dice que los niños son un tanto, más traviesos que las niñas, pero desafortunadamente no tuve un hermano, algunas veces me pregunto, cómo sería nuestras vidas si tuviéramos un hermano. Estaba sentada en mi mesa con una taza de té y unas tostadas, doy una mordida, lo saboreo y pienso que, «si sigo así de comelona subiré unos kilos demás».Cuando estaba por tomar mi té, suena el timbre, me levanto y abro la puerta y veo de pie a Anthony con un enorme ramo de flores. —¡Gracias! —agradezco gustosa por el ramo a Anthony—. Eres muy atento conmigo. —¿Cómo no? Sí tengo la novia más hermosa del mundo— Yo solo asiento y me sonrojo, por un momento me sentí como una verdadera quinceañera.Él solo observa detenidamente.—¿Estás lista? Te acompañaré al médico. —A lo que le confirmo y le doy las gracias nuevamente.Después de unas horas
Voy saliendo del departamento de mi hermana, y me abrazo a mí misma, siento el aire frío golpear mis mejillas. Continúo caminando lo más rápido que puedo para mi casa. Sin distraerme. Hasta que por el camino me encuentro a Anthony, lo cual me extraña ya que él dijo que estaría trabajando. Él se acerca y me da un beso apasionado. Cuando me deja libre le pregunto:—¿No deberías estar trabajando?—Mmm… Sí, pero salí más temprano para buscarte y cenar contigo —dice y entrelaza nuestras manos para seguir nuestro camino. —¿Qué quieres cenar? —pregunto.—Bueno amor… ¿Qué te parece una de tus comidas favoritas? ¡Una pizza! —responde con alegría y una sonrisa pícara.Vamos caminando bien abrazados y charlando de lo más agradable, cuando de repente una camioneta frena frente a nosotros. De esta, salen unos tipos con máscara, uno de ellos apunta con un arma a Anthony y lo separa de mi mano, mientras que, a mí, me sujetan dos tipos de mis brazos.Con los nervios de punta grito:—¡No por favor no
Había intentado besar a Rubí, confiado de mi control sobre ella, no pensé en que ella pudiera reaccionar y herirme con lo primero que encuentra.— ¡Eric! ¡Eric! —grito muy fuerte. Él entra deprisa y duda en acercarse o no a mí.—Alex ¿Que te ocurrió? —pregunta Eric alarmado por la forma en que me ve.—Ve a buscarla y me la traes, sin lastimarla —ordeno para luego maldecir debido al dolor que siento por el golpe. Además de sentir mi orgullo herido por su atrevimiento.—Sí, la buscaré. ¿Que hago si se resiste? —Vuelve a preguntar. — ¡Espera! Toma —le doy un paño con cloroformo—, lleva esto. Si te da problemas la duermes y me la traes, ¡Pero ya! — Replico con impaciencia.Rubí.Al ver a Alex mal herido, aprovecho para salir corriendo hacia la puerta principal como si mi vida dependiera de eso. No veo nada, está oscuro y, sin embargo, no me detengo. Llego hasta el portón de hierro y para mi mala suerte tiene candados. Estoy trepando el portón cuando escucho el ruido de autos acercándos
Voy despertando poco a poco, abro mis ojos y veo que estoy en una habitación amplia con paredes de color azul marino y las cortinas también son del mismo color.Muevo mis piernas, pero al momento de hacerlo, siento un dolor intermitente y molesto. Trato de levantarme y para mi sorpresa tengo una esposa puesta en mi mano derecha. Estoy asombrada, mis ojos se abren al instante como platos cuando los recuerdos de la noche anterior me vienen a la mente. —¡Esto no puede ser! —Trato de quitarme las esposas por todos los medios, pero es imposible. —¿Alguien está ahí? Por favor, ayúdenme.Pero mis súplicas son inútiles, nadie me responde no hay signos de vida del otro lado de la habitación.Cómo veo que nadie me escucha, comienzo a revisar el primer cajón, de la mesa de noche al lado de la cama, ese que está a mi alcance; pero nada, no hay nada que me pueda ayudar a abrir estas esposas.—¡Genial! —replico—. ¡Ay, Rubí! ¡Eres una reverenda tonta por no poder escapar! — Pero ¿quién en su sano j
Narra Alex.Salgo furioso de la habitación «Yo extraño los besos y abrazos de Anthony», resonaba en mi mente. Entro a mi despacho cierro la puerta con tanta rabia, que no me importa que la puerta se azote, contra la pared y los vidrios de las ventanas retumben. Minutos después, Eric entra para decirme:—¡Tenemos problemas, Alex! —me dice con un tono de preocupación.—¿Qué pasa? —pregunto, mientras me sirvo un vaso de whisky.—Nos robaron la carga que iba para los cárteles italianos. —Me atraganto al escuchar semejante noticia.—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? —pregunto ante el asombro. —Ya llamé a mis contactos y están rastreando el camión —me dice Eric.—¡Esto me hace sospechar de una sola persona, pero primero debo estar seguro para luego volarle la maldita cabeza! —Le digo con tono de rabia mientras golpeo la mesa con fuerza.En unos minutos suena el celular de Eric:—Dime, ¿tienes algo para mí? —pregunta a su contacto, mientras yo lo miro expectante y con nerviosismo.—Muy bien, gracias. T
Narra Rubí Luego de ver que nuevamente me quedo encerrada, no me queda otra opción que mirar por la ventana. Desde aquí hay una vista hermosa, es verdaderamente hermosa esta casa. Rodeado de árboles con abundante pasto, fuera tiene algunos detalles para sentarse a tomar un té, hay que admitir que tiene buen gusto. Me quedo sumergida en mis pensamientos, cuando escucho que le quitan el seguro a la puerta, lo veo entrar, voy en dirección del cajón donde guardo las dichosas esposas. —¡Oh no! —me digo cuando veo un arma en su cintura, eso si me alarma bastante.Salgo corriendo de la habitación sin esperar un segundo. Al tiempo que voy corriendo por el largo pasillo, escucho un disparo. Mi cuerpo queda estático, mis manos tiemblan y siento que mi corazón me sale por la boca, doy media vuelta y veo un Alex totalmente sacado de sí. —¡No te atrevas a correr y vuelve aquí! —Automáticamente alzo las manos, no puedo decir ni una palabra, ya que lo que tengo en frente mío es a un tipo furioso