Voy saliendo del departamento de mi hermana, y me abrazo a mí misma, siento el aire frío golpear mis mejillas. Continúo caminando lo más rápido que puedo para mi casa. Sin distraerme. Hasta que por el camino me encuentro a Anthony, lo cual me extraña ya que él dijo que estaría trabajando. Él se acerca y me da un beso apasionado. Cuando me deja libre le pregunto:
—¿No deberías estar trabajando?
—Mmm… Sí, pero salí más temprano para buscarte y cenar contigo —dice y entrelaza nuestras manos para seguir nuestro camino.
—¿Qué quieres cenar? —pregunto.
—Bueno amor… ¿Qué te parece una de tus comidas favoritas? ¡Una pizza! —responde con alegría y una sonrisa pícara.
Vamos caminando bien abrazados y charlando de lo más agradable, cuando de repente una camioneta frena frente a nosotros. De esta, salen unos tipos con máscara, uno de ellos apunta con un arma a Anthony y lo separa de mi mano, mientras que, a mí, me sujetan dos tipos de mis brazos.
Con los nervios de punta grito:
—¡No por favor no le hagan nada!
El tipo que le apunta, se dirige a mí y me grita:
—¡Cállate! —Después regresa su atención a Anthony—: Y a ti ¿no te dijeron que no debes tocar a una mujer ajena?
Cuando escucho esto, me sorprende:
—¿De qué demonios hablas? —Le pregunto con un tono lleno de histeria.El chico me vuelve a mirar, pero esta vez, es a mí a quién apunta con el arma. Y de nueva cuenta me grita:
—¿No te dije que te callaras? ¿O es que quieres morir?
Niego con la cabeza, el hombre se dirige de nuevo a Anthony, inmediatamente también lo hago yo, y solo puedo quedarme ahí en silencio mirando cómo le propinan una paliza a Anthony con la culata del arma, él está gravemente herido, la sangre ha manchado exageradamente su ropa.
Después de ver ese horror sólo trato de forcejear, pero lo único que logro es que me pasen algo por el rostro. Comienzo a ver todo borroso y después me sumerjo en la oscuridad.
Horas después despierto con un dolor terrible de cabeza, como si me estuvieran taladrando la cabeza, me levanto y por instinto llevo mi mano en mí nuca.
Cuando logro reponerme, miró detenidamente a mi alrededor, es entonces que empiezo a preguntarme:
—¿Dónde estoy?
Los recuerdos llegan a mí como en cascada ahora sé, qué me ha pasado. Comienzo a desesperarme, me levanto y reviso cada rincón para ver si puedo salir. Lamentablemente descubro que no puedo, que no hay nada tampoco que pueda ayudarme.
Ya han pasado horas que estoy aquí sin que nadie venga, solo pienso en Anthony, en cómo estaré, solo deseo verlo y que esté bien.
De repente escucho que alguien quita el seguro de la puerta, la perilla de la puerta gira y veo entrar a una persona.
—¿Tú? —le pregunto a la persona que tengo frente a mí.
—¡Hola, Rubí! Veo que has despertado, dentro de unos minutos mandaré a alguien a buscarte —No puedo creer lo que está pasando.
—¿Qué hago aquí? ¿Que...? ¿Quieres de mí? —pregunto todavía estoy sorprendida y preocupada.
—Bueno… Responderé a tus preguntas: Estás aquí, porque vivirás conmigo de ahora en adelante. ¿Y qué quiero de ti? Lo quiero todo de ti —nada de lo que ha dicho me ha tranquilizado sino todo lo contrario, estoy más sorprendida.
—¿¡Qué!? ¿Acaso esto es una broma? —pregunto incrédula al verme metida en esta absurda situación.
—No, no es broma. Y por tu bien, espero que lo aceptes pronto y de buena gana.
—¡No puedes retenerme aquí! —le digo apasionadamente—. ¡Esto sería un secuestro! —le explicó, pero, al parecer, por su semblante engreído, eso no le importa.
—Sí puedo retenerte. Verás, en unos días, te casaras conmigo. Por lo que entiendo, mi futura esposa está viviendo conmigo, eso no es un secuestro.
Es una locura, camino de un lado a otro sin creer lo que está pasando, ¡o yo estoy delirando o este se pegó fuerte en la cabeza!
—Mira… Tú me dejas ir y yo te prometo que no te denunciaré, y me esfumaré de tu vida —Trato de convencerlo con la esperanza de que me deje libre.
—Tú no saldrás de aquí, tú vivirás conmigo el resto de tu vida —lo dice mientras que se recarga en una de las paredes del dormitorio.
—¿Qué le hicieron a mi novio? ¿Dónde está? Quiero verlo —lo digo con firmeza, lo cual es un error pues de repente en un abrir y cerrar de ojos ya me tiene del cuello y contra la pared.
—Primero: ese idiota no es tu novio, lo mataré por tocar lo que me pertenece. Segundo: no lo verás y si te portas mal, cortaré cada parte de su cuerpo. No me tientes, Rubí, te lo advierto, no querrás verme de mal genio —No puedo creer sus palabras.
Con mucha dificultad, logro decirle:
—No puedo respirar. ¡Suéltame! —Seguido de esto el me suelta y caigo de rodillas frente a él. Toso e intento recuperar el aliento. Él se pone en cuclillas para quedar a la misma altura que yo.
—¡Límpiate, te esperare abajo! —me ordena y luego sale de la habitación sin mirarme de vuelta.
Sigo sentada en el piso, con impotencia de no saber cómo o cuándo podré salir de este lugar, seco mis lágrimas con mi mano y me levanto para ir al baño. Lavo la cara para limpiar los rastros de lágrimas y me seco con la toalla.
Me miro al espejo, y peino mi cabello mientras que ideo cómo salir de aquí lo antes posible. Pienso que por lo pronto debo controlarme y estudiar los movimientos de esta casa detenidamente para poder escapar.
Luego de arreglarme, salgo de la habitación. Veo un pasillo largo, camino por él con cuidado, observando cada detalle que adornan las paredes hasta llegar a una escalera, bajo cuidadosamente. Cuando veo salir a una chica que supongo que es la cocinera, la sigo para luego ver a Alex sentado en la mesa hablando por el móvil.
Cuando llego al comedor, aclaro la garganta para llamar la atención de mi captor, él gira la cabeza y me mira detenidamente.
—Me alegra que bajaras a compartir la cena conmigo.
Por mi parte sólo le doy una sonrisa levemente cínica, antes de responderle:
—No tengo opción.
Me siento a su lado para comenzar a cenar, la chica anterior, aparece al instante, ella me trae el plato servido con una ensalada mixta.
Tomo con el tenedor un pedazo de remolacha, la cual disfruto en este momento fue el silencio quien hace presencia.
—Mañana irá el chofer a traer de tu apartamento algunas cosas. Tú, solamente tienes que decirme qué quieres que te traigan y se los haré saber.
Al escuchar estas palabras me asombra y abro mis ojos como platos para luego preguntarle:
—¿Cómo sabes dónde vivo? ¿Acaso estuviste espiándome?
—Rubí, yo sé todo sobre ti. Que comes, que haces, con quien sales, sé que tienes una hermana que está casada, la cual tiene una hija llamada Victoria —lo dice mientras que come sin mirarme, él no muestra ninguna emoción en su rostro. Estoy sin palabras.
—Sabes que tengo familia y sabes que no puedes detenerme aquí mucho tiempo, cuando mi hermana no sepa nada de mí comenzarán a buscarme. Oye sólo déjame ir y te prometo que no te daré problemas— trato de convencerlo.
—Rubí ya tengo todo calculado y déjame decirte que no te buscarán, ya que piensan que estás de viaje con Anthony.
Me invade la rabia y sin pensar lo que pasaría me levanto de la mesa.
—Mira no sé por qué haces esto, me iré y no me detendrás, no soy nada tuyo y déjame decirte, que tengo una vida fuera de aquí. —Estoy tan llena de ira, que no pienso en las consecuencias en hablarle así.
Al decir esto, me doy la vuelta, un paso y de repente siento que me detiene del brazo. Giro mi cuello hacia él y veo que me retiene de la muñeca. Él tiene una mirada fría y profunda lo cual da miedo.
—Déjame decirte esto por última vez: Tú no saldrás de aquí, tú me perteneces. Te guste o no, me obedecerás. Y no intentes escapar, porque te irá muy mal.
Al escuchar esto, me pongo en alerta, me atrae hacia él, quedamos juntos con los cuerpos rozándose, me toma de la cintura con una mano mientras que con la otra me toma la nunca, cuando me doy cuenta que intenta besarme giro el rostro bruscamente.
Al hacer esto veo un florero que está en la mesa, el cual sujeto y lo estampó en su cabeza, veo que Alex cae al suelo quejándose de dolor, no pensé que me atrevería a tanto, pero la desesperación y la impotencia ha llamado a mis impulsos.
Había intentado besar a Rubí, confiado de mi control sobre ella, no pensé en que ella pudiera reaccionar y herirme con lo primero que encuentra.— ¡Eric! ¡Eric! —grito muy fuerte. Él entra deprisa y duda en acercarse o no a mí.—Alex ¿Que te ocurrió? —pregunta Eric alarmado por la forma en que me ve.—Ve a buscarla y me la traes, sin lastimarla —ordeno para luego maldecir debido al dolor que siento por el golpe. Además de sentir mi orgullo herido por su atrevimiento.—Sí, la buscaré. ¿Que hago si se resiste? —Vuelve a preguntar. — ¡Espera! Toma —le doy un paño con cloroformo—, lleva esto. Si te da problemas la duermes y me la traes, ¡Pero ya! — Replico con impaciencia.Rubí.Al ver a Alex mal herido, aprovecho para salir corriendo hacia la puerta principal como si mi vida dependiera de eso. No veo nada, está oscuro y, sin embargo, no me detengo. Llego hasta el portón de hierro y para mi mala suerte tiene candados. Estoy trepando el portón cuando escucho el ruido de autos acercándos
Voy despertando poco a poco, abro mis ojos y veo que estoy en una habitación amplia con paredes de color azul marino y las cortinas también son del mismo color.Muevo mis piernas, pero al momento de hacerlo, siento un dolor intermitente y molesto. Trato de levantarme y para mi sorpresa tengo una esposa puesta en mi mano derecha. Estoy asombrada, mis ojos se abren al instante como platos cuando los recuerdos de la noche anterior me vienen a la mente. —¡Esto no puede ser! —Trato de quitarme las esposas por todos los medios, pero es imposible. —¿Alguien está ahí? Por favor, ayúdenme.Pero mis súplicas son inútiles, nadie me responde no hay signos de vida del otro lado de la habitación.Cómo veo que nadie me escucha, comienzo a revisar el primer cajón, de la mesa de noche al lado de la cama, ese que está a mi alcance; pero nada, no hay nada que me pueda ayudar a abrir estas esposas.—¡Genial! —replico—. ¡Ay, Rubí! ¡Eres una reverenda tonta por no poder escapar! — Pero ¿quién en su sano j
Narra Alex.Salgo furioso de la habitación «Yo extraño los besos y abrazos de Anthony», resonaba en mi mente. Entro a mi despacho cierro la puerta con tanta rabia, que no me importa que la puerta se azote, contra la pared y los vidrios de las ventanas retumben. Minutos después, Eric entra para decirme:—¡Tenemos problemas, Alex! —me dice con un tono de preocupación.—¿Qué pasa? —pregunto, mientras me sirvo un vaso de whisky.—Nos robaron la carga que iba para los cárteles italianos. —Me atraganto al escuchar semejante noticia.—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? —pregunto ante el asombro. —Ya llamé a mis contactos y están rastreando el camión —me dice Eric.—¡Esto me hace sospechar de una sola persona, pero primero debo estar seguro para luego volarle la maldita cabeza! —Le digo con tono de rabia mientras golpeo la mesa con fuerza.En unos minutos suena el celular de Eric:—Dime, ¿tienes algo para mí? —pregunta a su contacto, mientras yo lo miro expectante y con nerviosismo.—Muy bien, gracias. T
Narra Rubí Luego de ver que nuevamente me quedo encerrada, no me queda otra opción que mirar por la ventana. Desde aquí hay una vista hermosa, es verdaderamente hermosa esta casa. Rodeado de árboles con abundante pasto, fuera tiene algunos detalles para sentarse a tomar un té, hay que admitir que tiene buen gusto. Me quedo sumergida en mis pensamientos, cuando escucho que le quitan el seguro a la puerta, lo veo entrar, voy en dirección del cajón donde guardo las dichosas esposas. —¡Oh no! —me digo cuando veo un arma en su cintura, eso si me alarma bastante.Salgo corriendo de la habitación sin esperar un segundo. Al tiempo que voy corriendo por el largo pasillo, escucho un disparo. Mi cuerpo queda estático, mis manos tiemblan y siento que mi corazón me sale por la boca, doy media vuelta y veo un Alex totalmente sacado de sí. —¡No te atrevas a correr y vuelve aquí! —Automáticamente alzo las manos, no puedo decir ni una palabra, ya que lo que tengo en frente mío es a un tipo furioso
Narra Rubí Siento la necesidad de ir al baño. Por lo cual estiro mi cuerpo en modo de pereza, luego de esa forma peculiar de levantarme o despertarme me levanto y voy directo al baño.Hago mis necesidades para luego asearme, por un momento me he olvidado de que estoy en una casa cautiva. Mientras me cepillo los dientes me viene a la mente lo de Anthony, me pregunto: ¿Cómo estará y dónde?Luego de vestirme, peino mi cabello, le doy una última revisión a mi ropa y decido salir de la habitación. Segura,pero a la vez cuidadosamente voy caminando por el pasillo de esta mansión, cuando estoy por bajar los escalones, siento un mareo pero mínimo. Respiro profundo y sigo bajando los escalones, cuando piso el último escalón veo salir a la nana de Alex con unas bandejas en las manos y acompañada de otra chica del servicio.Las sigo de manera callada hasta llegar al salón para desayunar, veo que estoy sola, lo cual es un avance. Una mínima de felicidad tengo en mi interior; pero para que emociona
Narra AlexSiento dolor en mi hombro, gracias a eso me despierto; abro levemente los ojos para empezar a dar una vuelta o mejor dicho media vuelta. Cuando mi cara gira, veo algo tan maravilloso. A ella. Verla dormida es ver a un verdadero ángel, la observo: cada línea de su rostro, es bella; sus cejas bien formadas que la hacen resaltar su rostro, sus labios carnosos, en un tono rosado, cuya tentación es una verdadera y dulce maldición. ¡Maldición!Porque si es por mí, estaría llenándole de besos. Oler su piel, con ese olor a rosas, ¡que deleite de aroma en las mañanas!Me levanto y voy al baño para asearme y vestirme. Hoy llegará un cargamento que está atrasado, y por fin se estaráentregando a mis socios para la reventa de un nuevo producto en los boliches y bares de la zona. Una vez vestido salgo del baño, me quedo mirándola desde donde estoy mientras que me decido a acercarme a ella, y delicadamente le doy un beso en los labios mientras que me incorporo y salgo de la habitación.Ya
No sabía exactamente cuántas horas llevaba allí, caminando como una verdadera loca. La desesperación estaba a punto de hacerme perder la cabeza. Vi entrar al pelirrojo con una bandeja de comida.—Debes comer, desde que llegaste no has probado bocado —me dijo con amabilidad. Sin embargo, para ser honesta, no sentía la necesidad de comer. Me acerqué a la mesa mientras él colocaba la bandeja frente a mí.—¡No me lo tomes a mal, pero no tengo hambre! —dije temerosa al ver su reacción mientras me observaba detenidamente.—No te preocupes, entiendo que no tengas ánimo de comer, pero si valoras lo poco que he hecho por ti, al menos prueba un poco —dijo, luego tomó una silla y se sentó frente a mí. Para no ser maleducada y por consideración a Katia, tomé la otra silla y comencé a comer. Di un mordisco a la hamburguesa mientras observaba las cámaras de seguridad. En realidad, no me sentía tranquila, pues sabía que me estaban buscando; solo esperaba que no lo hicieran en el lugar donde vivía mi
Narra RubíNo sé exactamente cuántas horas hace que estoy aquí; caminando como una verdaderademente, pero esta desesperación está por volverme loca. Veo que ingresa el pelirrojocon una bandeja de comida.—Debes comer, desde que llegaste aún no has probado bocado —me dice de maneratan gentil, pero para ser honesta no siento la necesidad de probar bocado. Me acerco a lamesa, mientras que él pone la bandeja en frente mío.—¡No me lo tomes a mal, pero no tengo hambre! —lo digo temerosa al ver su reacciónmientras que me observa detenidamente. —No te preocupes, comprendo que no estés de ánimo de comer, pero si aprecias lopoco que he hecho por ti, al menos comerás un poco. —dice, para luego tomar una sillay sentarse en la dirección opuesta a donde estoy yo. Para no dejar mal parada a Katia yno ser maleducada tomo la otra silla para sentarme y empezar a comer, doy mordidas ala hamburguesa, mientras observo las cámaras de seguridad, en realidad no me sientotranquila, pues sé que me