7. Bajo La Mirada Del Diablo

Voy saliendo del departamento de mi hermana, y me abrazo a mí misma, siento el aire frío golpear mis mejillas. Continúo caminando lo más rápido que puedo para mi casa. Sin distraerme. Hasta que por el camino me encuentro a Anthony, lo cual me extraña ya que él dijo que estaría trabajando. Él se acerca y me da un beso apasionado. Cuando me deja libre le pregunto:

—¿No deberías estar trabajando?

—Mmm… Sí, pero salí más temprano para buscarte y cenar contigo —dice y entrelaza nuestras manos para seguir nuestro camino.

 —¿Qué quieres cenar? —pregunto.

—Bueno amor… ¿Qué te parece una de tus comidas favoritas? ¡Una pizza! —responde con alegría y una sonrisa pícara.

Vamos caminando bien abrazados y charlando de lo más agradable, cuando de repente una camioneta frena frente a nosotros. De esta, salen unos tipos con máscara, uno de ellos apunta con un arma a Anthony y lo separa de mi mano, mientras que, a mí, me sujetan dos tipos de mis brazos.

Con los nervios de punta grito:

—¡No por favor no le hagan nada!

El tipo que le apunta, se dirige a mí y me grita:

—¡Cállate! —Después regresa su atención a Anthony—: Y a ti ¿no te dijeron que no debes tocar a una mujer ajena?

Cuando escucho esto, me sorprende:

—¿De qué demonios hablas? —Le pregunto con un tono lleno de histeria.El chico me vuelve a mirar, pero esta vez, es a mí a quién apunta con el arma. Y de nueva cuenta me grita:

—¿No te dije que te callaras? ¿O es que quieres morir?

Niego con la cabeza, el hombre se dirige de nuevo a Anthony, inmediatamente también lo hago yo, y solo puedo quedarme ahí en silencio mirando cómo le propinan una paliza a Anthony con la culata del arma, él está gravemente herido, la sangre ha manchado exageradamente su ropa.

Después de ver ese horror sólo trato de forcejear, pero lo único que logro es que me pasen algo por el rostro. Comienzo a ver todo borroso y después me sumerjo en la oscuridad.

Horas después despierto con un dolor terrible de cabeza, como si me estuvieran taladrando la cabeza, me levanto y por instinto llevo mi mano en mí nuca.

Cuando logro reponerme, miró detenidamente a mi alrededor, es entonces que empiezo a preguntarme:

—¿Dónde estoy?

Los recuerdos llegan a mí como en cascada ahora sé, qué me ha pasado. Comienzo a desesperarme, me levanto y reviso cada rincón para ver si puedo salir. Lamentablemente descubro que no puedo, que no hay nada tampoco que pueda ayudarme.

Ya han pasado horas que estoy aquí sin que nadie venga, solo pienso en Anthony, en cómo estaré, solo deseo verlo y que esté bien.

De repente escucho que alguien quita el seguro de la puerta, la perilla de la puerta gira  y veo entrar a una persona.

—¿Tú? —le pregunto a la persona que tengo frente a mí.

—¡Hola, Rubí!  Veo que has despertado, dentro de unos minutos mandaré a alguien a buscarte —No puedo creer lo que está pasando.

—¿Qué hago aquí? ¿Que...? ¿Quieres de mí? —pregunto todavía estoy sorprendida y preocupada. 

—Bueno… Responderé a tus preguntas: Estás aquí, porque vivirás conmigo de ahora en adelante. ¿Y qué quiero de ti? Lo quiero todo de ti —nada de lo que ha dicho me ha tranquilizado sino todo lo contrario, estoy más sorprendida.

—¿¡Qué!? ¿Acaso esto es una broma? —pregunto incrédula al verme metida en esta absurda situación. 

—No, no es broma. Y por tu bien, espero que lo aceptes pronto y de buena gana.

—¡No puedes retenerme aquí! —le digo apasionadamente—. ¡Esto sería un secuestro! —le explicó, pero, al parecer, por su semblante engreído, eso no le importa.

—Sí puedo retenerte. Verás, en unos días, te casaras conmigo. Por lo que entiendo, mi futura esposa está viviendo conmigo, eso no es un secuestro. 

Es una locura, camino de un lado a otro sin creer lo que está pasando, ¡o yo estoy delirando o este se pegó fuerte en la cabeza!

—Mira… Tú me dejas ir y yo te prometo que no te denunciaré, y me esfumaré de tu vida —Trato de convencerlo con la esperanza de que me deje libre.

—Tú no saldrás de aquí, tú vivirás conmigo el resto de tu vida —lo dice mientras que se recarga en una de las paredes del dormitorio.

—¿Qué le hicieron a mi novio? ¿Dónde está? Quiero verlo —lo digo con firmeza, lo cual es un error pues de repente en un abrir y cerrar de ojos ya me tiene del cuello y contra la pared.

—Primero: ese idiota no es tu novio, lo mataré por tocar lo que me pertenece. Segundo: no lo verás y si te portas mal, cortaré cada parte de su cuerpo. No me tientes, Rubí, te lo advierto, no querrás verme de mal genio —No puedo creer sus palabras.

Con mucha dificultad, logro decirle:

—No puedo respirar. ¡Suéltame! —Seguido de esto el me suelta y caigo de rodillas frente a él. Toso e intento recuperar el aliento. Él se pone en cuclillas para quedar a la misma altura que yo. 

—¡Límpiate, te esperare abajo! —me ordena y luego sale de la habitación sin mirarme de vuelta.

Sigo sentada en el piso, con impotencia de no saber cómo o cuándo podré salir de este lugar, seco mis lágrimas con mi mano y me levanto para ir al baño. Lavo la cara para limpiar los rastros de lágrimas y me seco con la toalla.

Me miro al espejo, y peino mi cabello mientras que ideo cómo salir de aquí lo antes posible. Pienso que por lo pronto debo controlarme y estudiar los movimientos de esta casa detenidamente para poder escapar.

Luego de arreglarme, salgo de la habitación. Veo un pasillo largo, camino por él con cuidado, observando cada detalle que adornan las paredes hasta llegar a una escalera, bajo cuidadosamente. Cuando veo salir a una chica que supongo que es la cocinera, la sigo para luego ver a Alex sentado en la mesa hablando por el móvil.

Cuando llego al comedor, aclaro la garganta para llamar la atención de mi captor, él gira la cabeza y me mira detenidamente.

—Me alegra que bajaras a compartir la cena conmigo.

Por mi parte sólo le doy una sonrisa levemente cínica, antes de responderle:

—No tengo opción.

Me siento a su lado para comenzar a cenar, la chica anterior, aparece al instante, ella me trae el plato servido con una ensalada mixta.

Tomo con el tenedor un pedazo de remolacha, la cual disfruto en este momento fue el silencio quien hace presencia.

—Mañana irá el chofer a traer de tu apartamento algunas cosas. Tú, solamente tienes que decirme qué quieres que te traigan y se los haré saber.

Al escuchar estas palabras me asombra y abro mis ojos como platos para luego preguntarle:

—¿Cómo sabes dónde vivo? ¿Acaso estuviste espiándome?

—Rubí, yo sé todo sobre ti. Que comes, que haces, con quien sales, sé que tienes una hermana que está casada, la cual tiene una hija llamada Victoria —lo dice mientras que come sin mirarme, él no muestra ninguna emoción en su rostro. Estoy sin palabras.

—Sabes que tengo familia y sabes que no puedes detenerme aquí mucho tiempo, cuando mi hermana no sepa nada de mí comenzarán a buscarme. Oye sólo déjame ir y te prometo que no te daré problemas— trato de convencerlo.

—Rubí ya tengo todo calculado y déjame decirte que no te buscarán, ya que piensan que estás de viaje con Anthony.

Me invade la rabia y sin pensar lo que pasaría me levanto de la mesa.

—Mira no sé por qué haces esto, me iré y no me detendrás, no soy nada tuyo y déjame decirte, que tengo una vida fuera de aquí. —Estoy tan llena de ira, que no pienso en las consecuencias en hablarle así.

Al decir esto, me doy la vuelta, un paso y de repente siento que me detiene del brazo. Giro mi cuello hacia él y veo que me retiene de la muñeca. Él tiene una mirada fría y profunda lo cual da miedo.

—Déjame decirte esto por última vez: Tú no saldrás de aquí, tú me perteneces. Te guste o no, me obedecerás. Y no intentes escapar, porque te irá muy mal.

Al escuchar esto, me pongo en alerta, me atrae hacia él, quedamos juntos con los cuerpos rozándose, me toma de la cintura con una mano mientras que con la otra me toma la nunca, cuando me doy cuenta que intenta besarme giro el rostro bruscamente.

Al hacer esto veo un florero que está en la mesa, el cual sujeto y lo estampó en su cabeza, veo que Alex cae al suelo quejándose de dolor, no pensé que me atrevería a tanto, pero la desesperación y la impotencia ha llamado a mis impulsos.

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