Narra RubíNo sé exactamente cuántas horas hace que estoy aquí; caminando como una verdaderademente, pero esta desesperación está por volverme loca. Veo que ingresa el pelirrojocon una bandeja de comida.—Debes comer, desde que llegaste aún no has probado bocado —me dice de maneratan gentil, pero para ser honesta no siento la necesidad de probar bocado. Me acerco a lamesa, mientras que él pone la bandeja en frente mío.—¡No me lo tomes a mal, pero no tengo hambre! —lo digo temerosa al ver su reacciónmientras que me observa detenidamente. —No te preocupes, comprendo que no estés de ánimo de comer, pero si aprecias lopoco que he hecho por ti, al menos comerás un poco. —dice, para luego tomar una sillay sentarse en la dirección opuesta a donde estoy yo. Para no dejar mal parada a Katia yno ser maleducada tomo la otra silla para sentarme y empezar a comer, doy mordidas ala hamburguesa, mientras observo las cámaras de seguridad, en realidad no me sientotranquila, pues sé que me
Narra Alex—Vamos, hombre, apúrate —Dan solo asintió mientras pisaba el acelerador de la camioneta. Solo esperaba que llegáramos a tiempo. Entramos en la zona céntrica de Nueva York y, a unas cuadras del destino, nos encontramos en medio de un embotellamiento.—Me adelantaré. Tú alcánzame en la dirección que te indiqué —Abrí la puerta de la camioneta.—¡Sí, señor! —respondió Dan, un tanto preocupado.Corrí por las calles, esquivando a varias personas en mi camino.—¡Muévanse, apártense! —grité mientras intentaba abrirme paso entre la multitud. Finalmente, llegué al edificio. Tomé aire y me incorporé antes de entrar. Al ver al guardia en la entrada, pasé a su lado con seguridad y me dirigí al primer piso. Caminé por el pasillo de los apartamentos, tratando de recordar el número de la puerta de esta chica, pero no lo conseguí, así que subí al segundo piso.Al llegar, escuché gritos. No tuve que suponer mucho para darme cuenta de que era la amiga de Rubí la que gritaba. Corrí hacia la di
Ya habían pasado veinte días desde que llegué a Australia, y aunque es poco tiempo, el lugar comenzaba a gustarme. La gente me había tratado bien, y había hecho nuevos amigos y compañeros de trabajo. Eso era un alivio, ya que, de no haber socializado, me sentiría tan sola como un perro. Nat, por su parte, era un ser humano verdaderamente cariñoso y comprensivo. A pesar de estar siempre agotada, ella no paraba de trabajar.Gracias a Nat, conseguí dos trabajos: uno en un restaurante y otro en una tienda de ropa de alta moda, ambos lugares bastante concurridos. Estoy entretenida todo el tiempo, lo cual no me deja espacio para pensar en cosas que me desanimarían. En el restaurante trabajo medio tiempo, y en la tienda entro por las tardes. Gracias a estos trabajos, hoy ya estoy instalada en mi propio departamento.Aunque no es grande, para mí es perfecto. Está ubicado a solo tres cuadras de la tienda donde trabajo. El espacio es pequeño pero acogedor, y poco a poco he hecho algunos cambios
Narración de AlexYa había pasado un mes desde que perdí a mi mujer. Un m*ld*t* y miserable mes. Era como si la tierra se la hubiera tragado. Estoy empezando a perder la esperanza de encontrarla, y esta situación me exaspera.Sentí vibrar mi celular, pero en la pantalla aparecía "número desconocido".—¡Hola! —contesté, un tanto molesto. Usualmente, quienes me llaman desde números desconocidos son aquellos que me deben dinero y prefieren ocultarse.—Tranquilo, Alex, soy Miguel. Tengo buenas noticias. Te espero en el aeropuerto —escuché atentamente. Claro, Miguel es el encargado de recibir mis embarques.—¡Voy para allá! —corté la llamada, esperando que se tratara de las cargas que mandé por error a España. El cargamento debía ir a Italia.—Oye, Alex, ¿saldrás? —dijo mi amigo al entrar.—¡Sí, y tú vienes conmigo! —le ordené mientras me dirigía a la salida. Subí a la camioneta, la encendí y vi a mi amigo entrar con un gesto de incertidumbre. Mi semblante estaba serio.—¿Qué pasa? ¿Todo b
Narrado Por Rubí: — ¡Alex...! — Mi respiración se aceleraba, y ni siquiera podía moverme. «¿Cómo me encontró?», pensé, aterrada. Esto debía ser un sueño. ¿Hasta cuándo me atormentaría? — ¡Hola, Karen Rocha! — Abrí los ojos como platos al escuchar ese nombre salir de sus labios. Supe en ese momento que era mi fin. No pude pronunciar ni una sola palabra, pero todos mis sentidos me gritaban que debía salir de allí. — ¡Auxilio! Aux... — Me levanté para intentar huir, pero para mí desgracia, me sujetó del brazo y me acorraló contra la pared de mi habitación. Con una de sus manos, cubrió mi boca. No podía apartar la vista de sus ojos; unos ojos tan fríos que, si pudieran matar, yo ya estaría muerta. — ¿De verdad creíste que dejaría de buscarte? Te voy a soltar, y más te vale no intentar ninguna estupidez, o te arrepentirás. — Su voz estaba llena de furia, y entendí que no debía irritarlo más. Solo asentí con la cabeza mientras él retiraba lentamente su mano de mi boca. — ¡Mejor así! Ah
Perdí su rastro en la multitud, así que decidí regresar por donde vine, con la esperanza de encontrarla. Sabía que estaba cansada y no podría ir muy lejos. Caminaba observando cada lugar con detenimiento, murmurando para mis adentros: "Rubí, nada es fácil contigo, mujer testaruda". Lo decía con frustración mientras avanzaba a empujones entre la gente.Llegué a una esquina y me detuve, volviendo a mirar hacia atrás. "¿Dónde se habrá metido?", me pregunté mientras enfocaba la vista hacia adelante. Entonces la vi, cruzando la calle. Nos miramos por un instante a través del tráfico. La observé con una mirada desafiante, queriendo dejarle claro que mi paciencia se había agotado.—¡No te atrevas a hacerlo! —le grité, pero ella ignoró mi advertencia. Crucé la calle y comencé a correr tras ella. A pesar de su estado, se movía con una velocidad y resistencia sorprendentes.—¡Rubí, espera! Sabes que empeoras la situación si sigues así —le grité mientras me acercaba peligrosamente. Justo cuando
Llegamos al hospital y caminamos hacia su habitación mientras revisaba mi móvil, lleno de interminables mensajes y llamadas de Marlene. Estaba avanzando por el pasillo cuando alguien se interpuso en mi camino, obligándome a detenerme. Levanté la mirada y, para mi sorpresa, vi al principal responsable de todo esto justo frente a mí.— ¡Nos miramos fijamente! — Cualquiera que nos viera notaría que bastaba una sola palabra mía para que todo estallara. No pensaba retroceder ni un paso, y por lo que vi, él tampoco lo haría. El silencio se apoderó del lugar.— ¿Qué haces aquí? — Le pregunté de manera desafiante, notando su actitud altanera.— ¡Vine a ver a Rubí! Ella está así por tu culpa — respondió, manteniendo su mirada desafiante.— ¡No tienes nada que hacer aquí! ¡Lárgate! — Sentí cómo mi sangre hervía al escucharlo defender a Rubí. Me quedó claro que a él le importaba.— ¡Desde que te conoció, no ha hecho más que sufrir! ¡Aléjate de ella! Ya no hay nada que los una — vociferó, dejando
Narrado por RubíSiento dolor en todo mi cuerpo mientras despierto poco a poco. Empiezo a fruncir el ceño, una señal del inmenso dolor que me invade. Intento abrir los ojos, pero el cansancio me lo impide. Después de unos segundos, logro entreabrirlos. Al principio no veo nada, pero pronto me doy cuenta de que hay un poco de luz en la habitación, iluminada por la luna.Intento mirar a mi alrededor y noto que alguien está parado observándome detenidamente. No me imaginaba que esa persona sería él.—A-a-a-Alex... —logro articular su nombre. Mis manos empiezan a sudar de los nervios. No puedo creer que esto esté sucediendo.—Hola, querida Rubí —dice con su voz peculiar y fría. Camina hacia la puerta y enciende la luz. Mi asombro apenas comienza, porque una vez iluminada la habitación, me doy cuenta de que estoy en su casa. Observo cada detalle del lugar, y de repente los recuerdos del accidente regresan a mi mente. Era tanto lo que debía procesar que no entendía qué hacía aquí.